miércoles, 31 de octubre de 2018

La luz que perdimos

A "La luz que perdimos" le llevo siguiendo la pista desde que la vi publicada el año pasado en su versión original. Y es que tengo algunas páginas de referencia en cuanto a lecturas publicadas en Estados Unidos a las que doy bastante credibilidad en lo que a sus recomendaciones sobre novelas se refiere y esta vez han vuelto a acertar al destacar esta novela de Jill Santopolo que tanto he disfrutado.

El relato comienza con la caída de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, acontecimiento al que asisten atónitos Lucy y Gabe, compañeros en la universidad de Columbia que apenas acaban de conocerse pero a los que lo dramático de las circunstancias que comparten les une en lo que se convertirá en una larga e irregular historia de amor. Al inicio, su relación se convierte en un romance perfecto: comparten su vida en la gran ciudad mientras Lucy disfruta de un empleo que le encanta y Gabe decide dedicarse seriamente a la fotografía con la intención de retratar el mundo tal y como él lo ve con el ánimo de que sus fotos cambien la opinión y la actitud de los demás. A pesar de ese amor intenso y pasional que comparten, el trabajo obliga a Gabe a marcharse lejos persiguiendo los más crueles conflictos humanitarios, sin previsión de volver próximamente, anteponiendo su profesión a la relación amorosa. El tiempo pasa y Lucy rehace su vida pero la sombra de lo que Gabe supuso para ella siempre está presente, sigue encontrándose en la prensa con sus fotos realizadas en los más remotos y peligrosos rincones del mundo y sólo muy de vez en cuando un correo o una llamada inesperada le devuelve a su presente, aunque siempre de manera bastante fugaz.

El relato se narra desde la voz de la propia Lucy que se dirige directamente a Gabe en un largo monólogo y le da su propia visión de aquella historia de amor que tuvieron y cómo ella siguió adelante después de él. Toda la novela es una especie de larga confesión en la que Lucy reflexiona sobre sus sentimientos, la diferencia entre unas relaciones y otras, compara constantemente lo que ellos tuvieron con lo que Darren, su actual pareja, le ofrece; a pesar de encontrarse feliz con él, con la familia y la vida que han construido juntos, no puede evitar pensar constantemente en qué habría hecho Gabe en esta circunstancia, qué habría dicho él, cómo habría reaccionado en cada circunstancia, en definitiva, cómo hubieran sido las cosas si sus vidas hubieran seguido unidas para siempre.

Siendo como es una novela eminentemente romántica, con sus buenas dosis de pasión, drama y emociones, también es una magnífica reflexión sobre el amor en los tiempos modernos, un retrato muy realidad esta de las relaciones, incidiendo sobre lo que cada uno espera recibir de la persona con la que decide compartir su vida y de lo que debe entregar a cambio, priorizar, poner de su parte, sobre aquello a lo que nunca se renuncia y aquello que se sacrificará para siempre. Y sobre todo se concluye que cada amor es diferente, cada relación es distinta y funciona de un modo particular e inimitable, con distintos equilibrios de poder, distintos niveles de intensidad y de expectativas y que aunque no se debe comparar un tipo de amor a otro, una relación a otra, tal vez sí que sea cierto que existe un sólo amor verdadero, un gran amor que marca la vida para siempre.

jueves, 25 de octubre de 2018

Las sombras de Longbourn

La idea de la que parte el argumento de "Las sombras de Longbourn", de la autora británica Jo Baker, es enormemente atractiva: la joven Sarah trabaja como criada en una casa aristocrática de Hertfordshire a las órdenes de la familia Bennet, sí, esa familia Bennet, la de las hermanas protagonistas de "Orgullo y prejuicio", obra cumbre de Jane Austen. Pero en esta ocasión la atención no se centra en las jóvenes casaderas y sus proyectos matrimoniales, sino en los miembros de servicio de la casa, los de "el piso de abajo" que habitualmente sólo aparecen en las novelas atendiendo a los protagonistas como sombras sin mayor interés.

El protagonismo recae en esta ocasión en Sarah, la joven criada que lleva trabajando en la casa desde que era una niña. Junto a ella descubrimos a su compañera de fatigas, Polly, otra huérfana como ella, una cría todavía y con la que comparte las duras faenas diarias: la colada, la limpieza, los recados, la costura, siempre a las órdenes del ama de llaves, la maternal señora Hill y del taciturno mayordomo, el señor Hill. La llegada de un nuevo criado, James Smith, un muchacho joven y apuesto, supondrá toda una novedad en la monótona vida de la casa en un entorno en donde la guerra ha provocado una preocupante escasez de hombres jóvenes, tanto para el trabajo doméstico como entre los pretendientes de las jóvenes señoritas Bennet. James es un muchacho bien dispuesto y su actitud trabajadora descarga a las criadas de mucho del trabajo que antes realizaban ellas, pero su origen y pasado inciertos no convencen a Sarah de la claridad de sus intenciones. En medio de las exigencias de su duro día a día, la joven fantasea con la vida en la gran ciudad que tal vez nunca llegue a conocer, se ilusiona con los vestidos usados que las señoritas le regalan y pasa las noches leyendo los libros que el señor Bennet le presta.

Cada capitulo se inicia con una breve cita de la obra de referencia y a continuación las escenas se cuentan desde la perspectiva de los criados de la casa: las sesiones de lavado y planchado de los vestidos de las jóvenes hermanas que nunca se cansan de estrenar, el frío que pasa el lacayo mientras espera fuera de la fiesta en las que estas se divierten, el sueño de la criada que espera su regreso a altas horas de la noche para servirles el último té de la jornada, el retirar el barro de las botas y de los bajos de las faldas y enaguas cuando vuelven de un entretenido paseo por el campo. La llegada del señor Bingley a la vecina finca de Netherfield que tanto altera a las hermanas y a su madre, ansiosa de lograr un buen matrimonio para sus hijas, conlleva la llegada al piso de abajo de su atractivo lacayo, un mulato, antiguo esclavo llamado Ptolomey, que engatusa a la ilusa Sarah. Igualmente, la visita del señor Collins, heredero del señor Benet, también pone en alerta a los criados, interesados en causar la mejor impresión al que algún día sera el señor de la casa.

El relato supone un interesante giro de perspectiva sobre una historia y personajes mundialmente conocidos, a los que ahora se nos permite observar desde otro ángulo, desde los ojos de aquellos que trabajan para ellos. Entiendo que pueda haber disparidad de opiniones sobre el experimento, desde los que no admitan que se juzgue a sus heroínas hasta aquellos a los que les divierta esta nueva visión de los hechos, en especial por los nuevos episodios desconocidos hasta ahora sobre la vida de los protagonistas que la autora se permite "desvelar" esta nueva versión de la historia. Y es que la tercera parte del relato es justamente la que nos proporciona las escenas más épicas de la novela aunque son las que se desarrollan más lejos de Longbourn y de sus habitantes, en otro país y otro tiempo, constituyendo la parte más original de toda la novela y que hace que la obra de Jo Baker sea algo más que una mera "cara B" de la novela de Jane Austen y que adquiera así suficiente entidad propia para resultar interesante por sí misma.

viernes, 19 de octubre de 2018

Ella lo sabe

Andrea y Nico se han trasladado hace dos años a un tranquilo barrio residencial a las afuera de Barcelona escapando de la ciudad tras un traumático episodio cuando su vecina y amiga Clara fallece en extrañas circunstancias. La pareja no pasa por su mejor momento, tratando de tener un hijo al tiempo que ella intenta convertirse en escritora de novela negra, pero sus problemas con el alcohol y los tranquilizantes no la ayudan a centrarse ni en su vida personal ni en la profesional.

Este es el planteamiento de inicio de "Ella lo sabe", novela de la joven escritora Lorena Franco que desde el principio nos presenta una trama atrayente que se complica cuando la pareja recibe la inesperada visita del hermano de Nico, Víctor, que llega desde San Francisco, aparentemente huyendo de la justicia y arrastrando su propio drama personal. Cuando Andrea es testigo de cómo una noche su vecina de enfrente, María, que hasta ahora parecía disfrutar de un matrimonio idílico, sube al coche de Víctor y a partir de entonces no se vuelve a saber de ella, un nuevo misterio se plantea en el, hasta entonces, tranquilo vecindario. «La vi irse con mi cuñado el jueves a las dos y media de la madrugada. Él volvió y ella, desde entonces, está desaparecida.»

La novela es un claro ejemplo de la nueva ola denominada "domestic noir" como son "La chica del tren" o "La pareja de al lado" en las que el crimen tiene por escenario el espacio doméstico, el enemigo se encuentra muy cerca incluso dentro del propio hogar, e igualmente bebe de un gran referente como es el clásico tema de "La ventana indiscreta" en el que la excesiva curiosidad por la vida de sus vecinos convierte a la protagonista en testigo involuntario de algo sospechoso que ocurre en el vecindario.
"A veces es mejor no mirar por la ventana (...) Nunca sabes qué peligros hay ahí fuera, a qué puedes enfrentarte sin pretenderlo"
La novela resulta inquietante, angustiosa por momentos, trepidante en ocasiones y encima te mantiene constantemente en vilo al no mostrarte todas las caras de los personajes que sorprenden continuamente, a veces para bien pero generalmente para mal, con constantes giros inesperados y un final de los que quitan el aliento. El argumento se enriquece con abundantes referencias literarias con especial referencia a "La sombra del viento", novela por la que Andrea siente especial debilidad ya que tiene una fuerte conexión emocional con su vida pasada.

Éste ha sido mi estreno con la autora, una mujer muy joven de la que me ha sorprendido descubrir que tiene ya una producción literaria bastante abundante, actividad que, además, compatibiliza con la profesión de actriz, cosa que me ha resultado muy sorprendente y meritorio y que enriquece el perfil de una autora prometedora de la que seguramente oiremos hablar con frecuencia próximamente.

domingo, 14 de octubre de 2018

El color de la luz

Lo de no juzgar un libro por su su portada es un consejo que resulta, por lo general, de lo más acertado; sin embargo he de reconocer que lo primero que me atrajo de esta novela en cuanto la vi en la biblioteca fue esa imagen tan evocadora de su cubierta y el hecho de que se encontrara en la sección de recomendaciones de los lectores ya completó mi decisión de elegirla de inmediato. "El color de la luz" de Marta Quintín ha resultado ser una elección bastante acertada de la que no he tenido que arrepentirme, afortunadamente.

El argumento de la novela comienza en el tiempo actual, cuando una joven periodista española se encuentra trabajando en Nueva York donde acude a cubrir una subasta de arte. En este evento será testigo de como una compatriota, la millonaria empresaria Blanca Luz Miranda, paga una cifra asombrosa por un cuadro de arte de un reputado pintor ya fallecido. La curiosidad por conocer mejor a esta mujer y lo asombroso de su insistencia por hacerse con esa obra en concreto, llevarán a la joven periodista a ponerse en contacto con la provecta empresaria y a tener la oportunidad de que esta decida contarle su vida a nuestra narradora, que no tiene muy claro si la historia que se dispone a escuchar tendrá algún interés, si valdrá la pena conocer "el pormenorizado retrato de todos los azares, acontecimientos y encrucijadas que me han conducido a pagar veinte millones de dólares por un cuadro de Martín Pendragón"

A partir de ese momento, la práctica totalidad del relato se traslada al pasado, a una ciudad española de provincias a principios del siglo pasado donde descubriremos el origen de la carrera artística de Martín Pendragón y su relación con Blanca Luz, hija de su maestro de pintura. Asistiremos al nacimiento de su historia de amor y a cómo esta evoluciona a lo largo de los años, convirtiéndose, como ya podéis imaginar, en una historia de amor imposible. Pero la novela también retrata una historia de pasión por la pintura y la figura de un artista volcado completamente en su obra creativa, pasando por encima del amor, de la amistad o la familia. El resultado es un relato intenso donde se nos cuenta una vida de entrega absoluta al arte y que nos lleva desde la España de principios del siglo XX, pasando por la Guerra Civil y por el París de la bohemia donde asistimos al nacimiento de las vanguardias artísticas y al estallido de la II Guerra Mundial, llegando hasta los años 80, en las constantes idas y venidas, encuentros y desencuentros de los amantes. Aunque la historia que cuenta no nos sorprende con giros inesperados o con grandes sorpresas argumentales y los personajes son algo planos careciendo en ocasiones de profundidad, cumpliendo con lo que podríamos esperar de ellos en cada momento, sí que puedo decir que la novela está muy bien escrita y que se lee con agrado de principio a fin. Sin ser una novela fabulosa sí que es recomendable como dispensadora de buenos ratos de entretenimiento.

martes, 9 de octubre de 2018

La bruja

Fiel a mi cita con una de las series que sigo con más contumacia desde su origen, regreso a Fjällbacka de la mano de mi querida Camilla Lackberg para enfrentarme a su ultima novela publicada hasta la fecha: "La bruja". Nos encontramos nuevamente y como ya estamos habituados, con varias líneas temporales que discurren con mayor o menor relación entre ellas: por una parte dos historias casi paralelas separadas por treinta años y por otro lado, un antiguo episodio de caza de brujas que transcurre en el siglo XVII en los mismos escenarios de la trama actual pero que no conectaremos con las otras tramas prácticamente hasta el final. Cierto es que este esquema argumental no ha variado desde el inicio de esta serie, pero también es cierto que la autora ha convertido estas historias de crímenes en paralelo en su estilo personal y si funciona bien ¿para qué va a cambiarlo?

El caso actual al que se enfrenta Patrick Hedström y su equipo de policías es el asesinato de una pequeña niña de la localidad. Casualmente, de la misma granja donde vivía la pequeña desapareció hace treinta años otra niña de la misma edad. Las culpables en aquella  ocasión fueron dos adolescente que, aunque posteriormente se retractaron de sus declaraciones iniciales, a nadie le cupo duda de su culpabilidad. Tantos años después, aquellos hechos parecen repetirse casi exactamente y los ojos de todos los ciudadanos se dirigen de nuevo hacia aquellas jóvenes, hoy mujeres adultas que, casualmente, han vuelto a coincidir en Fjällbacka después de una larga ausencia de una de ellas, convertida ahora en estrella de cine.

Como es habitual en las novelas de la Lackberg, nos encontramos con numerosos personajes con mayor o menor peso en el argumento: con la protagonista, la escritora Erica Falk, siempre apoyando con sus investigaciones particulares en los casos de su marido, Patrick; los policías locales, ya viejos conocidos por los lectores fieles a la serie, con sus tramas personales habituales, aunque en esta ocasión tengan menos relevancia que en otras entregas anteriores y otros tantos personajes secundarios relacionados con los crímenes del presente y del pasado, vecinos, testigos, varios adolescentes con conflictos propios de su edad y hasta un grupo de refugiados sirios que completan el variado panorama de personajes de esta novela que nuevamente nos proporciona a los fans de la serie nuestra dosis periódica de misterio combinado con el cálido estilo de vida sueco, donde nunca falta un café y unos bollos de canela humeantes y donde el crimen siempre es vencido gracias a los ya entrañables protagonistas. Más de lo mismo, es verdad, pero es que eso es lo que buscamos cuando regresamos a Fjallbacka, ¿o no?

jueves, 4 de octubre de 2018

La uruguaya

"La uruguaya" es un titulo del que vengo oyendo hablar maravillas desde hace algunos meses, así que estoy encantada de haberme hecho por fin con esta novela del argentino Pedro Mairal y poder comprobar en primera persona si tantos comentarios a su favor tienen razón de ser. Son muchos y muy actuales los temas que se encuentran en este texto, comenzando por una crisis conyugal común y corriente, la que sufre el narrador y protagonista que nos habla del aburrimiento que genera la rutina, no necesariamente el desamor pero sí el cansancio de luchar contra los problemas económicos, contra los planes fracasados, contra el implacable paso de los días que desgasta la pasión y acaba con los sueños incumplidos que alimentaron el nacimiento de la relación.

Lucas Pereyra, este narrador, es un escritor con problemas financieros debidos a la nefasta situación económica de Argentina. Como tantas otras personas en su misma situación, toma el ferry hasta Uruguay, al otro lado del Mar de Plata, para recoger en efectivo los royalties internacionales generados por sus novelas publicadas en el extranjero para posteriormente introducirlos de manera ilegal en el país. Pero Lucas va a algo más al país vecino: va a reunirse con Guerra, una joven uruguaya a la que conoció en un congreso literario hace algunos meses, una muchacha pasional y provocativa que le hace sentir joven y aventurero de nuevo, olvidar sus problemas domésticos, la falta de plata, su caída en picado en la clase media con dificultades económicas, le evita pensar en el fracaso de su matrimonio. Porque el escritor sospecha que también su mujer le es infiel, que mantiene un romance con alguno de los médicos con los que trabaja, repasa las pistas y los pequeños cambios en su comportamiento que le hacen sospechar, mientras que él mismo se dirige a reunirse con su propia amante, decidido a lanzarse a una aventura con esta veinteañera que le vuelve loco y le permite volver a sentirse joven.

La ciudad de Montevideo no sólo es el escenario de las andanzas de la pareja, sino que se convierte en un personaje más de la novela; mientras que Lucas y Guerra transitan por sus calles, comparten sus tipismos, sus costumbres, las diferencias entre los dos países vecinos y recorremos algunos de los grandes temas argentinos: el corralito, el fútbol, el sexo, la infidelidad, la reflexión sobre la propia existencia, todo ello a través de un monólogo que discurre con una asombrosa fluidez en la prosa que engancha a pesar de los vocablos tanto en argentino como en uruguayo (que no es lo mismo, no) y que prueban el gran dominio del lenguaje de su autor y la precisa elaboración del relato en el que nada sobra, donde todo tiene valor argumental y de fondo, sin que sobre ni una página en este relato lleno de vida y verdad, lo que lo convierte, sin duda, en una lectura muy recomendable.