miércoles, 24 de abril de 2013

El Paraíso de las Damas

Hace algunas semanas me tropecé casualmente en la televisión con una serie con bastante buena pinta titulada “El Paraíso”. Lo cierto es que vi los dos primeros capítulos que emitieron de forma continuada y que confirmaron mi sospecha de que se trataba de una cuidada producción británica de esas que tan bien se les dan a los de la BBC. Pero como resulta que una es, esencialmente, una lectora voraz, nada más saber por los títulos de crédito que la serie se basaba en una novela original de Émile Zola, no pude resistir la tentación de ir directamente a la fuente y sin necesidad de ver más capítulos me hice con la novela en cuestión:  “El Paraíso de las Damas”, que ha supuesto una inesperada sorpresa con una interesante historia, con su pizca de romance, enmarcada en un apasionante periodo histórico en lo que a los cambios sociales se refiere y ubicada en  la bulliciosa ciudad de París de mitad del siglo XIX. ¿Qué más se puede pedir?

El argumento gira en torno a la joven Denise Boudu que llega a París tratando de buscarse un futuro para ella y sus hermanos tras haber quedado huérfanos. Su tío es propietario de un pequeño comercio tradicional de venta de tejidos, pero el negocio no anda muy bien y no puede colocarla. En su misma calle se ha establecido “El Paraíso de las Damas”, una magnífico establecimiento de "novedades" donde es posible satisfacer la pasión de las mujeres por las compras y la moda, germen de los grandes almacenes que se generalizarían por la ciudad a partir de entonces, donde es posible encontrar desde tejidos hasta guantes, abanicos, paraguas, vestidos confeccionados... Este enorme establecimiento basado en una estricta organización, numerosísimos dependientes, donde se despachan las mercancías de manera imparable, donde se reciben pedidos por correo, se realizan entregas a domicilio, en fin, todas las innovaciones y comodidades imaginables para facilitar la compra a sus cada vez más numerosas clientas. Por sus servicios, los precios, la variedad que ofrece, el Paraíso supera en todos los aspectos a cualquiera de los pequeños comercios que abundan en el mismo barrio y que se van viendo abocados sin remedio al cierre. Los beneficios reinvertidos una y otra vez, el sistema de primas a los empleados, las comisiones por ventas, todo un nuevo sistema que permite multiplicar las ganancias y estimular a los trabajadores, todo este nuevo e inmenso aparato está dirigido por Octave Mouret, un decidido y visionario emprendedor dotado de un extraordinario talento comercial que nunca deja de plantearse sucesivas ampliaciones del negocio, que va arrinconando los esquemas mercantiles antiguos y va dando paso a nuevas técnicas para atraer al público. Comprobamos así que lo que consideramos modernas teorías de márketing y publicidad no son cosas de hoy día, sino que ya se ponían en práctica en el siglo XIX:
“la acumula­ción de mercancías; la tentación de lo barato; los precios mar­cados, que inspiran confianza. Por lo que peleaban y competían los almacenes era por la mujer, a la que hacían caer una y otra vez en la tendida trampa de los saldos, tras aturdirla con los escaparates. Despertaban en ella nuevas apetencias; eran una tentación gigantesca ante la que ella sucumbía fatalmente: al principio, pretendía aprovechar las ocasiones, a fuer de buena ama de casa; luego, se dejaba llevar por la coquetería; al final, se la comían viva. Los almacenes multiplicaban las compras, democratizaban el lujo y se convertían, así, en causa de temibles despilfarros, desbaratando los presupuestos familiares y favoreciendo las locuras de la moda, cada vez más costosas.“ 
Octave Mouret cree en el poder de la voluntad, es apasionado en todo lo que hace y se lanza al riesgo con alegría animado por la idea de los potenciales éxitos a  alcanzar. Contrasta con los miembros de la burguesía adinerada o la nobleza venida a menos que languidece en sus viejas tradiciones, ocupando puestos en la Administración, en ocasiones con mucho prestigio pero escaso sueldo, ”la Francia añeja” que se entretiene en sus reuniones de salón y se deleita en su liberalidad amorosa, dilapidando sus antiguas fortunas, mientras que la clase trabajadora se esfuerza por progresar y ganarse un puesto entre los privilegiados. Asistimos al nacimiento de una nueva estructura social donde los jóvenes pueden escapar del destino de sus padres, no importa de dónde procedan, sólo importa lo que están dispuestos a trabajar y a arriesgar y los objetivos que se marquen. Cuando un dependiente de almacén gana más que un triste funcionario público con formación y apellidos de raigambre se demuestra que los nuevos valores se imponen, el triunfo y la riqueza se pueden repartir más justamente.
"Retumbaba en sus palabras toda la dicha de actuar, toda la alegría de vivir. Recalcó que era un hombre de su tiempo. Sólo los contrahechos, sólo los inválidos de cuerpo o de pensamiento se hurtaban al trabajo en una época en la que había tanto por hacer, mientras el siglo entero se abalanzaba hacia el futu­ro. Y se mofaba de los desesperados, de los asqueados, de los pesimistas, de todos los inválidos de aquel alborear de las cien­cias, de su plañidero llanto de poetas o de su altanería de escépticos, en medio del gigantesco tajo de la era contemporá­nea. ¡Qué actitud tan noble, tan acertada, tan inteligente, esa de bostezar de hastío mientras los demás se esfuerzan! ¿Dónde está el daño si atraemos a todas las mujeres, si las tenemos así a nuestra merced y conseguimos que pierdan el seso ante nuestras montañas de mercancías y vacíen los monederos sin llevar cuenta? Lo que hace falta, que­rido amigo, es encandilarlas; y para eso necesitamos un artícu­lo que encuentre su punto flaco, que haga época. Luego ya podemos vender los demás artículos tan caros como en cual­quier otra parte, porque estarán convencidas de que nosotros se los damos más baratos."
Todo este mundo novedoso constituirá para Denise una fuente inagotable de sorpresas y la cautivará en seguida. El paso desde su origen humilde y provinciano hasta el fastuoso París que la acoge y donde descubre una nueva dimensión del progreso que no creía que pudiera existir, no la priva de entender el brusco contraste entre la abundancia inacabable del comercio y las penurias que deben padecer sus empleados a causa de sus reducidos ingresos y de las pésimas condiciones de vida y trabajo, lo que la hace tomar conciencia de la necesidad de repartir los beneficios del nuevo sistema de manera más equitativa. La joven tendrá que sufrir en carne propia la cruel competencia que caracteriza las relaciones entre los empleados del establecimiento, padeciendo especialmente por la crueldad de sus compañeras de departamento en su lucha por las comisiones y los ascensos. Poco a poco irá perfeccionando el arte de sobrevivir, tendrá que espabilar ante la jungla a la que se enfrenta pero donde acabarán brillando sus virtudes y su honestidad. La inevitable historia de amor, llena de dudas, desencuentros y dificultades no son más que un hilo conductor que nos acompaña a lo largo de la novela, sin restar brillo al resto de los elementos del relato.

No se puede dudar del talento de Zola para reflejar toda una sociedad, para destacar sus aspectos más sobresalientes, lo novedoso frente a lo añejo, en introducirnos en los salones, reflejar hasta la luz que ilumina las escenas y los sentimientos que refleja cada rostro o cada tono, en retratar, en fin, a los seres humanos que pueblan su novela, de mostrarnos lo más profundo de sus pasiones, sus motivaciones y los deseos que los mueven y a través de unas historias particulares hacernos revivir un mundo pasado, en un relato que estaría en un punto intermedio entre el estudio sociológico y el tratado histórico, eso sí, presentado de manera tremendamente entretenida. A destacar las vertiginosas descripciones de la abundancia y magnificencia de El Paraíso y sus incontables mercancías expuestas de manera espectacular para deleite de las clientas. En esta ocasión, Zola deja de lado algo de su habitual denuncia social, aunque no totalmente, pero sí que se deja llevar más por el optimismo y la confianza en el progreso y la posible mejora de las condiciones de vida de los trabajadores en una nueva época de abundancia que se adivina en un futuro cercano.

Se dan en esta novela otros numerosísimos temas sobre los que reflexionar: Asistimos a la renovación del panorama urbano de París donde comienzan a abrirse grandes avenidas, “con alcantarillado, aceras y farolas de gas”, donde se arrasa con los viejos barrios medievales para dar paso a una nueva ciudad cosmopolita y abierta, lo que favorece fundamentalmente al comercio. La superioridad de los grandes centros comerciales frente a los pequeños comercios tradicionales, la decadencia de los artesanos especializados, la utilización de las mujeres como consumidoras insaciables, la inutilidad de la educación clásica frente a la pujanza de los emprendedores sin formación pero con agallas para trabajar duro... muchos son los aspectos que encontramos en esta novela que darían tema para intensos debates.

Comentar, por último, que esta novela se enmarca en la serie "Les Rougon-Macquart",  en la cual Zola relatan las vidas de diversos miembros de una familia francesa a lo largo de la época del Segundo Imperio y donde refleja tanto la historia familiar como todos los cambios de la sociedad en este periodo.  En cualquier caso, es, sin duda, un texto que puede ser leído como de rabiosa actualidad a pesar de haber sido publicado en 1883, ya que comprobaremos que hay muchas cosas que no han cambiado tanto a pesar de los años transcurridos.

viernes, 12 de abril de 2013

El maestro del Prado

Siempre digo que me encantan los libros que me permiten conocer cosas nuevas, disfrutar de lugares lejanos, descubrir episodios interesantes de la Historia, y esas son sólo algunas de las cosas que me ha proporcionado la lectura de esta novela de Javier Sierra. Con el joven protagonista de "El maestro del Prado" recorremos nuestro principal museo con una nueva mirada, ya no estamos solamente ante una colosal colección de obras de arte, sino ante una especie de enciclopedia visual donde se ocultan las claves que explican numerosos misterios relativos a una multitud de temas que incluyen la interpretación de los Evangelios, los secretos de la vida desconocida de Jesús y su familia, a aquella parte de la Historia Sagrada que se ha quedado atrás en el tiempo y cuya revelación no ha sido permitida más que a unos pocos que han sabido interpretar los rastros dejados en ciertos escritos y, por supuesto, en numerosas obras pictóricas que funcionan como misteriosas puertas de acceso a secretos inexpugnables. Y además del museo, el autor nos pasea por otros escenarios fabulosos como la biblioteca del Monasterio del Escorial además de por épocas históricas apasionantes como la Europa del Renacimiento, la España de Carlos V o Felipe II, donde tratamos de comprender la mentalidad del momento y lo que inspiraba a los artistas de la época.

El argumento de la novela se nos presenta como una experiencia real del propio autor, que no es necesario creer que sea cierta pero que, sin duda, funciona como técnica para acercarnos la historia de una forma más personal, realmente nos convencemos de que lo que nos cuenta es algo que en verdad le ocurrió. De este modo el autor nos cuenta en primera persona su encuentro casual en el madrileño museo de El Prado, en su época de estudiante universitario, con un misterioso individuo, el doctor Fovel, erudito del arte y otras disciplinas, que le embarcará en una emocionante aventura en torno a los secretos ocultos en diversas obras de arte de dicho museo y que le abrirá al joven estudiante de Periodismo los ojos a todo un mundo de mensajes esotéricos llenos de significados ocultos en el que irá profundizando a lo largo de varios encuentros que se suceden entre los dos personajes, siempre en el interior de la pinacoteca y frente a sus más impresionantes obras. Toda la acción se enmarca en el espacio temporal de los apasionantes años 90 en Madrid, en el entorno universitario, con los conflictos internacionales en plena ebullición, donde el aspirante a periodista se debate entre el interés por seguir los hechos de la más rabiosa actualidad internacional y el deseo de zambullirse en los secretos más arcanos que ocultan las grandes obras de arte del Renacimiento. Da Vinci, Rafael, Boticelli, Tizziano, los grandes maestros pasean ante nuestros ojos y nos dejan ver sus significados más ocultos gracias a la guía del doctor Fovel.

Y es que este libro me ha conquistado sin necesidad de entrar a creer en la parte más esotérica de lo que nos desvela la novela a la que podemos considerar como una nueva revisitación de tantos misterios que ya son "clásicos" en este tipo de literatura y que  hemos encontrado repetidos hasta la extenuación en numerosas novelas anteriores que tratan de profundizar en los (supuestos) significados ocultos de los Evangelios, en la existencia de los cátaros, la conservación del santo cáliz, las sectas milenaristas... y es que junto con esta faceta de la novela, su lectura me ha proporcionado el placer de disfrutar en otro plano diferente como es el que se refiere a la oportunidad de poder acercarme a grandes obras maestras de la pintura cuyas ilustraciones (acertadísima idea) acompañan el texto; me ha permitido reflexionar sobre los cuadros, de ver detalles antes invisibles para mí por desconocimiento. Y aún sin caer rendida ante las supuestas verdades que se esconden tras los elementos esotéricos, igualmente he gozado de ese paseo por el Arte con mayúsculas. Igualmente me ha quedado claro que no es posible hoy día llegar al fondo de la verdadera intención que guiaba a aquellos pintores de hace cientos de años antes pintaron aquellas maravillas, no sabemos si sólo con intención de ensalzar a Dios o si realmente pretendían exponer otras verdades ocultas o transmitir mensajes misteriosos que sólo comprenderán unos pocos iniciados en tales materias. Así y todo, entiendo que son unos temas tan cargados de secretos que seguirán apareciendo en otras novelas y continuarán despertando nuestro interés por mucho que no lleguemos nunca a conocer la verdad de muchos de ellos.

De todas las maneras acepto que todo es posible, que cada uno verá los cuadros con sus propios ojos y cada uno recibirá de ellos un mensaje diferente porque es innegable que las obras analizadas en esta novela resultan mágicas más allá de su mera ejecución formal y que son algo más que lienzo y pigmentos. Probablemente oculten toda una serie de claves en cuya interpretación intervienen miles de años de cultura, religión, filosofía y nos acercan a asuntos tan fascinantes como la presencia de los ángeles entre nosotros o las innumerables profecías que, durante siglos, la sociedad occidental se ha esforzado por interpretar y situar en función de hechos históricos reales…. Agradezco a Javier Sierra que nos proporcione en esta novela tanto materia sobre el que reflexionar en torno a tan variados temas, sin dejar de entretenernos magistralmente con su fresca y ágil escritura, que no pierde el ritmo en ningún momento.

domingo, 7 de abril de 2013

El coraje de Miss Redfield

Con esta novela de Ana G. Cañil de título "El coraje de Miss Redfield" nos trasladamos al Madrid de 1962 junto a la joven nanny británica que da título al libro. La eficiente Elsa Redfield acude al palacete de Cerroalto para hacerse cargo del más pequeño de la noble familia Peñalara. Nos encontramos con la España de los últimos años del régimen franquista, cuando las familias pudientes acostumbran a criar a sus hijos con nannies inglesas o mademoiselles francesas o frauleins alemanas en una manera de demostrar su buena posición y como garantía de exquisita educación. Estas nannies frecuentan junto con sus pupilos el club de Puerta de Hierro a donde van a pasar las tardes, a merendar y a codearse con el resto de cachorros de la alta sociedad afín al régimen. Elsie Redfield llega a España recomendada por la que fue su mentora, Miss. Hibbs, junto a la que padeció la ocupación alemana de la isla de Jersey en la que vivían y la que hasta ese momento ha sido su patrón de conducta personal y humana. Miss Hibbs se ocupa ahora del cuidado de los nietos del mismísimo caudillo, por lo que su posición no puede ser más envidiable.

Pero en la casa de los Peñalara Elsie descubrirá que hay otras cosas en la vida aparte de dedicarse a cuidar a los hijos de otros y aplicar las estrictas normas aprendidas en la escuela de Norland, principal centro de formación de nannies inglesas. La rigidez y la formalidad de la joven se verán minadas por la calidez y el trato desenfadado tanto de su señora, doña Lily, del hijo de esta, Manuel, de su ahijado Alejo y del resto del servicio, con los que aprenderá a convivir y compartirá una triste historia en la que se vió envuelta la familia y que hará a Elsie plantearse todo lo que anteriormente consideraba como inamovible.

La historia que cuenta la novela tiene puntos bastante interesantes, como es el papel de las instritutrices extranjeras en la España de los años 60 en que la sociedad española se debatía entre conservar las costumbres más añejas y las costumbres de la antigua nobleza tradicional con los nuevos aires de modernidad que vienen de Europa, las nuevas modas, la música moderna…. El ambiente que se retrata de la capital está bien reflejado en los viejos palacetes señoriales, los reuniones de café de las señoras, el club de campo. Por la novela desfilan todos los personajes que eran "alguien" en esos años, desde Don Juan Carlos y su reciente esposa Doña Sofía, hasta los nietos de Franco, la joven Cayetana de Alba y toda la clase alta de la España de la época, todos ellos vistos desde la perspectiva de una extranjera recién llegada y que trata de mantener las distancias lo más posible.

No puedo acabar de decir que la historia me haya conquistado por completo, no me convence la parte del romance imposible, aunque por otro lado previsible, que se da entre la nanny y el "conde rojo" pero a pesar de ello no niego que es una novela muy entretenida de leer, que nos acerca a una época de nuestro país que siempre es interesante de conocer y que el personaje de Elsie, aunque no haya logrado conmoverme con sus luchas internas entre el deber y el placer, entre las imposiciones del estricto carácter británico y las nuevas posibilidades que la vida le plantea, no deja de resultarme un personaje al que se le coge cariño y al que se le desea que finalmente la vida le sonría.