sábado, 22 de marzo de 2014

El juego de Ripper

A estas alturas de la película, ya nadie duda de la habilidad para el relato de Isabel Allende y su dominio del oficio de escribir, ¡faltaría más! Y esa destreza se muestra en todo su esplendor en esta su última novela, "El juego de Ripper", en la que la autora deja claro que es capaz de casi cualquier cosa con una pluma en la mano, o con lo que sea que utilice para escribir sus novelas. ¿Que su representante le dice que se ponga con una novela de acción y misterio? pues dicho y hecho; no tiene más que sentarse a la mesa de trabajo el día 8 de enero, como es habitual en ella y sacarse de la manga una historia completa con la temática requerida, con su trama bien engarzada, sus numerosos personajes, cada uno con su personalidad perfectamente dibujada, su narración atrayente y adictiva, en la que engancha una escena con otra de manera que el lector no pueda soltar el libro hasta que llega a la última página y crear, en fin, un nuevo éxito de ventas.

Pero no se queda ahí la chilena, no. También quiere dejar claro que a pesar de seguir cumpliendo años no por ello se ha quedado anquilosada o fuera de onda, sino que está al día en lo que a los avances tecnológicos, de redes sociales y juegos on-line se refiere, que sus personajes pueden tener diecisiete años y que hablan con tanta naturalidad como los de setenta. Además de ello se lanza a tratar temas tan alejados de sus anteriores novelas como se demuestra en el personaje del ex marine norteamericano con sus traumas post estrés o la soltura con la que se adentra en el ambiente de las corrientes new age tan en boga en California, desde la agricultura ecológica, a las terapias alternativas, más propias de curanderos y demás gama de tratamientos y filosofías vitales que tratan de equilibrar y sanar el cuerpo y la mente mediante los tratamientos más variopintos y en ocasiones más absurdos. Eso sí, todo ello mostrado con cierto aire de ironía y hasta una pizca de humor.

Y en este entorno ubica la autora una trama plagada de crímenes sin resolver donde, de la mano de un grupo de adolescentes aficionados a un juego de rol, el subsodicho juego de Ripper que da nombre a la novela, vamos conociendo los hechos de manera un tanto simplona, diría yo. Accedemos a los hechos sin escatimar en información, se nos presentan todas las pistas ante los ojos bien masticaditas, no en balde tenemos hilo directo con el jefe de la policía a cargo del caso, además de contar con las deducciones que van haciendo los chicos a lo largo de su investigación paralela, deducciones que, no puede ser de otro modo, suelen ser totalmente acertadas, con lo que nos encontramos siempre más cerca de conocer la resolución del asunto que la mismísima policía. Al menos la identidad del criminal se nos oculta hasta prácticamente el final del libro, cosas que se agradece. Tal vez sea porque a mí no me gustan las cosas demasiado fáciles, pero me ha parecido que toda esta parte referida a la trama policial, aún siendo el centro sobre el que gira la novela, es menos consistente que el argumento relativo a las vidas personales de los protagonistas, a las relaciones humanas y al dibujo de personajes en el que Isabel Allende triunfa sin duda y es lo que verdaderamente vertebra la novela y la dota de interés.

En cualquier caso, entiendo que la sencillez del relato que se lee sin demasiada dificultad, con escenas cortas, diálogos frescos y personajes bien trazados, unido al gusto por enfatizar los detalles más sórdidos de los ambientes marginales y el presentar con desenvoltura la amplia variedad de hábitos sexuales que proliferan por la liberal California serán todos ellos factores que garanticen que esta novela sea sin duda un verdadero éxito de público. Sin embargo debo reconocer que yo he echado en falta la magia con la que he asociado siempre mis lecturas de las novelas anteriores de la Allende, aquella con la que me fascinó en La casa de los espíritus o la que me desgarró el corazón con Paula. No es esta la Isabel Allende que yo recordaba, y no digo que sea peor, sólo digo que no es igual, aunque me atrevo a aventurar que tal vez no sea ella, sino yo, la que ha cambiado en estos últimos años. Me pregunto en cualquier caso si hay por ahí algún otro lector que haya estado fascinado en algún momento por las novelas de Isabel Allende y sienta en este momento lo mismo que yo. Espero con ansiedad vuestras respuestas.

martes, 11 de marzo de 2014

La hilandera de Flandes

Hacía tiempo que no me pasaba por una de mis épocas históricas favoritas, los siglos XV y XVI españoles, la época de los Reyes Católicos y sus descendientes directos, y allí es a donde me ha trasladado esta novela, "La hilandera de Flandes" de la escritora barcelonesa Concepción Marín Albesa, y lo ha hecho de la mano de su protagonista, la joven Katrina, descendiente de judíos huídos de España tras el edicto de expulsión de 1492. La historia de la novela recorre el camino de ida y vuelta desde el Toledo de donde fueron expulsados los judíos que no renunciaron a su fé, hasta Flandes, donde se refugió la familia de la joven Katrina. En aquellas tierras del norte el abuelo de la joven se dedicó con éxito al negocio de la joyería, mientras que la chica aprende el oficio de hilandera, mostrándose muy habilidosa en la realización de los afamados bordados de Brujas. Esta destreza suya la llevará hasta la corte de Bruselas, donde se convertirá en amante del futuro Carlos V. Sin embargo Katrina deberá volver a Toledo, a la misma ciudad que vió partir a su abuelo y a su madre y, tratando en todo momento de ocultar su origen judío, hacerse con un legado que su familia protege desde hace cientos de años.

Me ha gustado especialmente de esta novela el retrato de los lugares donde transcurre la acción. Para empezar, la Ciudad de las Tres Culturas, la Toledo del siglo XV donde conviven en armonía y dando grandes frutos de cultura, ciencia y arte las tres religiones monoteístas, hasta que la orden de expulsión de los judíos y el rechazo a los musulmanes acaban con ese magnífico periodo de esplendor. Toledo se convertirá entonces en una ciudad sumida en el miedo a la Inquisición, donde una acusación malintencionada puede acabar con la fama y a menudo con la vida de cualquiera que la sufra y donde especialmente los judíos conversos viven bajo la constante duda por parte de sus vecinos sobre la sinceridad de esa conversión obligada. La descripción de las callejas, de los monumentos y del ambiente de la ciudad me han conquistado. Igualmente, cuando la acción se sitúa en Flandes, tanto en Brujas, donde reside la familia de Katrina, como en la corte de Carlos de Austria, futuro rey de España, las costumbres sociales y el ambiente en el que se desenvuelven los personajes es muy atractivo, yo diría que es lo más interesante del libro, junto a los apuntes históricos referidos a la familia de Carlos, su abuelo Fernando de Aragón, sus padres Juana de Castilla y Felipe "el Hermoso", su abuelastra Germana de Foix, son algunos de los personajes que aparecen necesariamente en el relato que, si bien tiene gran parte de ficción, especialmente en lo que se refiere a la parte del romance real, esta ficción se entreteje muy adecuadamente con la parte histórica, lo que hace creíble lo que se cuenta.

También tiene la novela su parte de aventura, con el clásico episodio de persecución de la protagonista por parte de "los malos", como es bastante habitual en algunas novelas de base histórica. Si bien esta parte no es mi favorita, aunque entiendo que es necesaria para culminar la historia de manera emocionante y darle cierta acción a la trama, no está tampoco mal tratada: los buenos son bastante buenos, los malos son malísimos, como no podía ser de otro modo y deseamos que nuestra heroína salga con bien del peligro que amenaza su vida. Y bueno, la cosa no acaba del todo mal, tan y como esperábamos.

Una novela, en fin, bastante agradable y correcta, con buen ritmo narrativo, personajes interesantes y, sobre todo, que plantea un escenario temporal sobre el que me encanta particularmente leer y aprender cosas, una época histórica a la que no me canso nunca de volver, por lo cual, aunque sólo sea por esa posibilidad de revivir este interesantísimo periodo de nuestra Historia, creo que vale la pena leer esta novela.