viernes, 25 de octubre de 2019

Peces de colores y hormigón

Ya he comentado por aquí en alguna ocasión el gran descubrimiento que para mí ha supuesto Nuria Pérez que desde su perfil de Instagram @soynuriaperez y últimamente también desde el podcast "Gabinete de curiosidades" nos acerca a su maravilloso mundo literario a través de infinidad de recomendaciones lectoras, historias de personajes fascinantes, estupendos libros que te llevan a otros libros, que te descubren nuevos temas, anécdotas o episodios llenos de curiosidades, historias, en definitiva, que te abren a otros mundos, que te abren los ojos a otras realidades. Es por todo ello que cualquiera de las recomendaciones de Nuria entran directamente en mi lista de lecturas pendientes, así que cuando me pude hacer con "Peces de colores y hormigón", este relato breve de Maartje Wortel, no dudé en adentrarme en su lectura y dejarme llevar por una obra que está lejos de lo que me suele gustar como lectora, yo que soy más de narrativa, novela histórica o negra, pero que sí creo que ha resultado una lectura muy enriquecedora por intensa y diferente.

El relato está escrito en primera persona por una narradora que le va contando su historia a una interlocutora desconocida a la que no ve ni tiene cerca y esta historia comienza cuando su padre llegó a Tilburg, luego conocería a su madre y formarían una familia... pero nada es lineal en este relato breve, sin argumento ni final, que se lee por el mero placer de tratar de seguir los pensamientos erráticos de la autora, por disfrutar con las acuarelas minimalistas que lo ilustran, de sentir cómo añora a su madre, acompañarla en el inicio de su vida adulta...sin una estructura narrativa clara pero con imágenes llenas de fuerza y sentimiento.
"Éste es el comienzo. (De momento puedo decirte que el comienzo es lo que más dura, es el impulso inicial. El final es un punto. Sólo un punto. Pero si miras con detenimiento, verás que ese punto es una abertura, un minúsculo agujero por el que puedes pasar. Tras él, un nuevo y largo comienzo te está esperando. Si quieres, esto no acaba nunca.) Todavía te debo ese momento en el que me presento educada y formalmente, pero lo dejo para más adelante."

domingo, 20 de octubre de 2019

El hombre que inventó Madrid

En "El hombre que inventó Madrid" he descubierto, de la mano de Javier Puebla, la figura de José de Salamanca, un astuto hombre de negocios muy bien relacionado con empresarios, banqueros e incluso con la reina regente Maria Cristina y con su hija, la reina Isabel II, después. Salamanca navega con arrojo y generalmente con éxito por los procelosos mares de las finanzas, la política y la vida social de la primera mitad siglo XIX español. Entre sus principales proyectos destaca el  impulso a la llegada del ferrocarril al país además de aprovechar sus contactos para obtener importantes beneficios en la Bolsa, aunque no siempre juegue limpio para conseguirlo. Pero su gran proyecto, el que lo hará inmortal, será el de convertir a Madrid en una gran ciudad al nivel de las capitales europeas, diseñando el elegante barrio que llevará su nombre y que prácticamente acabe llevándole a la ruina.

El principal valor de la novela estriba en el fabuloso retrato que nos presenta de la más que convulsa época de la reina Isabel II con sus complejos conflictos políticos, con su continuo baile de presidentes de Gobierno y ministros, el papel del Ejército siempre amenazando con hacerse con el poder, sin obviar los lances románticos de la joven reina que se deja llevar por sus deseos más que por la razón de Estado. Los "secundarios" que pueblan las páginas de la novela tampoco tienen desperdicio ya que entre los rivales de Salamanca se encontrarán personajes del peso de los generales Narváez o Serrano y entre sus aliados se cuentan los banqueros Buschenthal o Rothschild, así como algunas figuras relevantes de la vida madrileña como el hostelero Lhardy o personalidades de las letras universales como el insigne Alejandro Dumas, pasando por el papa Pío IX e incluso Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia.

En mi opinión, la lectura adolece de cierta debilidad en el ritmo narrativo: algunas escenas se demoran demasiado mientras que otros episodios se resuelven a toda prisa dejándonos con ganas de profundizar en determinados episodios como pueden ser los primeros años de vida del protagonista que apenas se mencionan. Pero, en conclusión, la novela supone un entretenido acercamiento a una época histórica fascinante de la mano de uno de sus protagonistas, un hombre que hasta este momento era un completo desconocido para mí pero que puedo asegurar que es un personaje digno de descubrir.

sábado, 12 de octubre de 2019

La mujer que escribió Frankenstein

La escritora argentina Esther Cross es la autora de esta interesante biografía de Mary Shelley, "La mujer que escribió Frankenstein", una tenebrosa recreación de un mundo lleno de tumbas y cadáveres que sirve de ambientación ideal para contarnos la vida de la creadora del más famoso monstruo de la Literatura universal, comenzando por la presentación inicial de la propia protagonista a la que se nos muestra dentro de su tumba rodeada de los muertos y reliquias que la acompañan bajo tierra.

Y es que por algo la época de Mary es la misma del cuento gótico, en el Londres donde nació la autora la vida y la muerte conviven en el día a día, entre la miseria más aterradora y los monstruos de feria como atracción favorita del público proliferan los profanadores de tumbas, abunda el tráfico de cadáveres, no sólo humanos sino también de los más diversos animales, destinados a la experimentación relacionada con los avances de la medicina, la cirugía, la anatomía, que requieren del perfeccionamiento de las técnicas quirúrgicas, las autopsias y las disecciones. Unido ello a los descubrimientos en torno a la energía eléctrica, los experimentos galvánicos, el magnetismo... se llega al interés por descubrir el funcionamiento del cerebro y del cuerpo humano en general, llegando a confiar en la posibilidad de revivir la carne muerta o de crear vida de manera artificial. Todo esto será un caldo cultivo propicio para la creación de un relato mundialmente conocido: el de ese monstruo creado de partes de otros cuerpos que llega a ser revivido. La novela de la Shelley refleja "el miedo a los ladrones de tumbas, a la disección, a los cementerios, a los médicos y a algo más temible que la muerte: lo que los seres humanos hacían con ella."

La vida de Mary es un reflejo de su tiempo y sus circunstancias: hija de escritores de gran prestigio, su madre Mary Wollstonecraft fue una notoria luchadora por los derechos de las mujeres, mientras que su padre, William Godwin, fue un político y autor aclamado. La niña ya sueña con ser poeta, escritora como sus padres y se refugia en el cercano cementerio de St. Pancras a escribir junto tumba de su madre donde se siente cómoda, como en casa; no en vano una de las obras más populares y citadas de su padre será "El ensayo sobre los sepulcros". Será precisamente junto a esa tumba donde se den sus primeros encuentros secretos con el insigne poeta romántico Shelley, el que será su gran amor, con el que recorrerá incansablemente Europa, acosados por las deudas, arrastrando familia, enseres, libros y amigos, entre los que destaca Byron. La pareja comparte pasiones: la lectura y la escritura; se apoyan, se inspiran, se corrigen mutuamente, escriben un diario a medias y se retroalimentan constantemente. Tienen hijos que mueren, pierden amigos, familiares, pero Mary nunca dejará de escribir, en Italia, Suiza, Alemania o a su regreso en Inglaterra, siempre acompañada de los fantasmas de aquellos a los que amó.
"A los veintiséis años, me encuentro en la situación de una anciana. Todos mis amigos se han ido (…) Qué pobladas están las tumbas."
La vida de Mary se nos cuenta en este libro en buena medida a través de sus propias palabras, mediante citas de sus obras y sobre todo de sus diarios personales y de los de aquellos que la conocieron y trataron, siendo una aproximación bastante directa e intensa a esta peculiar y asombrosa mujer que se negó siempre a someterse a los límites y los usos impuestos por su tiempo, viviendo su vida como quiso, completamente entregada a la escritura y a conservar su libertad e independencia

domingo, 6 de octubre de 2019

Mi abuela rusa y su aspiradora americana

No conocia yo a este tal Meir Shalev antes de esta divertida novela de título algo disparatado: "Mi abuela rusa y su aspiradora americana", pero parece ser que este escritor israelí tiene una extensa produccion de obras para adultos y también infantiles y goza de un cierto prestigio internacional y, por supuesto, de gran fama en su país natal donde es toda una figura de las letras y ha sido frecuentemente galardonado.

En cualquier caso, creo que esta novela que ahora nos ocupa ha sido una buena manera de descubrir a este autor ya que siendo, como es habitual en toda su obra, un retrato de la sociedad y los conflictos que caracterizan permanentemente al estado israelí desde su fundación, en esta ocasión el humor está por delante del drama, la historia del pais se repasa con bastante gracia ya que se hace a través de la mirada de un niño, el propio autor, que descubre y describe el mundo que le rodea desde el seno de una familia procedente de Ucrania y que se cuenta entre los pioneros del sionismo en Palestina. Sus abuelos fueron de los primeros que, a principios del siglo XX, viajaron hasta la tierra prometida de Israel para trabajarla con sus manos, para sacar adelante a base de mucho esfuerzo y renunciando a las comodidades una granja y de paso un nuevo país.

El autor para el que la Biblia tiene más valor como historia de su pueblo que como libro religioso, nos sigue contando en esta novela esa Historia de su país entrelazándola con las pequeñas historias familiares donde no faltan relatos que se cuentan de generación en generación, anécdotas convertidas en leyendas, entre las que destaca aquella que refiere la relación de su abuela con una aspiradora americana. La abuela Tonia era una mujer de personalidad peculiar; fanática de la limpieza, mantiene buena parte del hogar familiar clausurado para evitar que se ensucie, que entre el polvo, su mayor enemigo. Teme ante todo a las manchas, los roces en las paredes, el barro que los zapatos introducen en la sala, por lo que obliga a todo el mundo a entrar a la casa por la puerta trasera, sus hijas deben ayudar en la limpieza diaria aunque ello suponga faltar a la escuela por norma. ¿Cómo es posible entonces que Tonia se negara a usar la magnífica aspiradora americana (o barredora, como ella la llama) que le envía como regalo su cuñado desde California; que la máquina pasase decenios encerrada en un aseo cubierta por mantas?

Aunque se debe considerar, por otra parte, que este regalo fue en realidad una venganza llegada desde el mismo corazón del capitalismo norteamericano, procedente además de un traidor, más bien de un doble traidor: el hermano del abuelo Aharon que traicionó al sionismo y al socialismo marchándose a América a convertirse en rico empresario. La aspiradora, que representa todo lo que detesta el abuelo y todo lo que adora la abuela, se comporta como un personaje más en la trama, con pensamientos y sentimientos propios; se muestra emocionada por su largo viaje trasatlántico y su nueva existencia en la polvorienta tierra de Palestina y constituye el hilo conductor de esta divertida novela que nos retrata, con humor y ternura a partes iguales, a una abuela medio loca, a un padre poeta, una madre granjera y un nieto que cuenta las cosas como ocurrieron, como digno sucesor que es de una extensa saga de excelentes narradores, algunos de los cuales no sabían leer ni escribir pero tenían el don de narrar la vida como si fuera un cuento.
"Mientras los chicos de la familia y el pueblo estaban fuera peleándose, conduciendo y arreglando tractores; mientras se dedicaban a disparar armas de fuego, azuzar a los perros contra los gatos y montar a caballo, yo me sentaba en el porche de la abuela Tonia y escuchaba sus historias, que siempre empezaban con su «Esto es lo que pasó»."