domingo, 31 de marzo de 2013

Invitación a un asesinato

Olivia Uriarte ha planificado su propia muerte, o mejor dicho, su propio asesinato. Recién divorciada por quinta vez y con su flamante ex marido arruinado, a una edad en la que ya ve difícil la posibilidad de encontrar una nueva víctima, quiero decir, un nuevo marido, del que vivir, considera que lo mejor es acabar sus días con un gran final. Para ello, organiza una peculiar reunión a bordo de un yate, el Sparkling Cyanide, (lo que traducido al castellano sería Cianuro Espumoso, igual que la célebre novela de Agatha Christie), reunión en la que se junta una escogida selección de invitados ante los que Olivia desplegará todo su encanto, su eterno buen rollo, su insustancialidad sin límite. Lo curioso del caso es que esas ocho personas son las que más motivos tienen en este mundo para odiar profundamente a su anfitriona por una u otra razón; son personas que se cruzaron en la vida de Olivia en algún momento y recibieron de ella traición, desprecio, engaño o simplemente indiferencia. Cualquiera de ellas tendría razones objetivas para convertirse en la mano ejecutora que cumpla con el macabro plan de Olivia.

De este modo, con "Invitación a un asesinato", regreso a Carmen Posadas, novelista de la que admiro su estilo fresco y fácil de leer, su habilidad para crear personajes bien dibujados, diálogos vivísimos, la frescura de su narración y, sobre todo, el modo en que recrea esos ambientes siempre llenos de glamour y frivolidad, las situaciones en ocasiones al límite de la caricatura, pero que se nota que beben de personajes y hechos reales de los círculos de la alta sociedad adinerada, del mundo del lujo y el del derroche a manos llenas.

Una vez que la esperada muerte ocurre y todo apunta a un desgraciado accidente, según se confirma por la breve investigación policial que se realiza a bordo del barco, cada uno de los invitados no tardan en volver a su vida habitual anterior al suceso y será de la mano de Ágata, la hermana de Olivia, que ejercerá, como ella misma dice, de señorita Marple, con la que volveremos a revisar los hechos ocurridos, a espiar las conversaciones, los encuentros y los antecedentes que rodearon la muerte de Olivia. Ágata inicia un borrador de novela donde se propone ir  plasmando el desarrollo de la investigación que inicia, decidida a seguir el patrón de las novelas clásicas de misterio, interrogando a las distintas personas que asistieron a la reunión. Reconstruyendo los elementos dispersos que va reuniendo y observándolos desde una óptica diferente, las palabras cazadas al vuelo, las miradas, los comentarios más insustanciales van tomando cuerpo y significado nuevo y poco a poco Ágata acabará conociendo la verdad de lo que ocurrió.

Toda la novela es un homenaje absoluto a la gran Agatha Christie, en una versión contemporánea de sus novelas, desde el nombre del barco hasta los títulos de cada parte del libro, las novelas que se encuentran los invitados en sus camarotes y, por supuesto, la estructura del  libro, su estilo, la ambientación de un entorno de lujo y relaciones peligrosas, el esquema de la investigación, las relaciones visibles y ocultas que se establecen entre los personajes, todo recrea las clásicas novelas de la gran dama del misterio, eso sí, en un tono totalmente actualizado, con un lenguaje mordaz y divertido, retratando un mundo de ambición, engaños, odios y traiciones donde es difícil sobrevivir sin pasar por encima de otros, un mundo cruel donde el dinero es el rey y todo el mundo oculta algo. La novela contiene, además, numerosas referencias cinematográficas y literarias, con confesados homenajes a "Rebeca" de Daphne Du Maurier o "El tercer hombre" de Welles, entre otros. En fín, una lectura ligera como siempre pretende ofrecernos la autora, pero bien presentada y bien resuelta, con lo que se garantiza un buen rato de lectura.

lunes, 25 de marzo de 2013

El sonido de la vida

No sé qué criterios guían a los traductores cuando deciden que el título que un autor eligió originalmente para su obra debe ser cambiado a la hora de publicar dicha novela en otro idioma, sustituyéndolo por otro título que, no sé si en opinión del traductor o de la editorial, se considera que llegará mejor al público de este otro país. Y lo entiendo menos aún cuando se da el caso de que el mismísimo autor, como en esta ocasión sucede con Alex George, cita personalmente entre los agradecimientos de su libro a la persona que le dió la idea para dicho título, lo que parece indicar que aquel título no fue una elección casual, sino que condesnsaba lo esencial del mensaje que quería transmitir el autor, lo básico de la historia que se cuenta en sus páginas.

De manera que me dispongo a contar ahora mis impresiones sobre una novela titulada originariamente "A good american" esto es "Un buen americano" y que en nuestro país se ha rebautizado como "El sonido de la vida". De este modo, por medio de una traducción que es más una transformación, se traslada el foco de atención de la novela desde la historia de una saga familiar iniciada por dos jóvenes alemanes que llegan a los Estados Unidos en busca de la libertad prometida en el nuevo continente y donde terminan creando una familia de auténticos ciudadanos norteamericanos enraizados en lo más profundo de Misuri y orgullosos de los valores sobre los que se construye su nueva patria de adopción, hasta otro tema destacado del libro como es el papel que la música tiene para las distintas generaciones de esta saga familiar y que, por supuesto, está constantemente presente en la novela, pero que, a juzgar por el título elegido por el autor, no estaría sino un segundo plano siendo como es el hilo conductor que hilvana toda la historia. Y cuando, además, la portada del libro se ilustra con una bonita y romántica imagen de una joven tocando el violín, instrumento que ni siquiera es tocado por ningún personaje de la novela, me hace pensar que los editores no han leído el mismo libro que yo. Pero así son los misterios insondables del mundo de la edición

Pues como ya he adelantado, la novela comienza en 1904 con la huída de Jette y Frederick de su Hannover natal para poder vivir su amor lejos de las prohibiciones impuestas por la familia de la joven. La música es la principal pasión de Frederick y ha sido a través de la ópera como ha conquistado a su amada y esa pasión se propagará a sus descendientes a los que veremos nacer y crecer y asentarse en la pequeña ciudad de Beatrice, en el estado de Misuri, al que llegan practicamente por casualidades del destino, pero donde encontrarán un territorio propicio para progresar, una tierra que admite a todos los que llegan dispuesto a trabajar duro y a respetar a los demás. Junto a la familia, iremos recorriendo todo el siglo XX hasta la actualidad, asistiendo a los acontecimientos fundamentales de la historia americana: guerras, elecciones presidenciales, la ley seca, así como los cambios sociales y de la vida cotidiana, a través de los principales hitos de la historia familiar de los Meisenheimer: sus enamoramientos, bodas, nacimientos, amistades y negocios, las relaciones paterno-filiales, las relaciones fraternales y todo ello envuelto en la música que constantemente envuelve la vida de todos ellos, desde la afición al bel canto del patriarca, pasando por el descubrimiento de los sonidos negros de nueva Orleans, la música a capella interpretada por los cuatro jóvenes Meisenheimer en la época en que surgen el rock y, mas tarde la música pop, y todo contado con una sensibilidad excepcional a la hora de describir sentimientos y emociones, las relaciones personales y el papel fundamental de la familia y la importancia del sentido de pertenencia a una sociedad y a un país en las vidas de todos los protagonistas. Una novela más interesante de lo que su título y su portada puedan hacer pensar.

Para rematar, incluyo imágenes de varias portadas de distintas ediciones de la novela en lengua inglesa donde, además del título respetado, las imágenes elegidas para ilustrar las portadas tienen bastante más relación con el argumento que en ella se cuenta, destacando aquella en la que aparece una corneta, instrumento que sí que tiene gran presencia en esta historia. Tal vez aquí se ha considerado que no era suficientemente glamourosa como para protagonizar una portada. ¡Qué sé yo!


sábado, 16 de marzo de 2013

El lector de cadáveres

Este libro lo tenía anotado en la lista de lecturas pendientes desde hace más de un año y lo cierto es que esta lista es tan, tan, tan extensa y además tiene un crecimiento tan imparable que no es inusual que muchas novelas que entran en ella con mucha fuerza y méritos para ser leídas, necesariamente se vayan quedando atrás a la espera de encontrar su momento, e incluso con frecuencia se vean superadas por otras novedades o recomendaciones que adelantan puestos y llegan a convertirse en lecturas efectivas, mientras que no me cabe duda que he debido de dejar en el limbo de los libros sin leer verdaderas joyas, novelas que probablemente merecían mi atención más que otras que sí he terminado leyendo. Pues todo esto viene a cuento de que no sé el tiempo que hace que apunté "El lector de cadáveres" de Antonio Garrido en esta inacabable lista pero puedo decir que me alegro de que no haya sido uno de esos libros que antes comentaba que acaban quedándose atrás  porque, una vez leído, no puedo decir más que cosas positivas sobre él.

La historia nos traslada hasta la antigua China, más concretamente al siglo XIII, época en que gobierna la Dinastía Tsong y donde se ubica la figura histórica de Cí Song al que se considera el primer forense conocido de la Historia. Pero la vida de Cí no fue fácil, más bien al contrario. Al inicio de la novela nos situamos en una aldea de la China rural a donde la familia de Cí ha debido regresar a causa del fallecimiento del abuelo del chico y las exigencias del ritual del duelo que impone al padre de familia que regrese al pueblo natal para honrar a sus muertos y así debe abandonar la capital donde había ejercido de funcionario público y donde el joven Ci se preparaba en la universidad para superar los difíciles exámenes que dan acceso a los puestos en la judicatura imperial. La familia regresa a la casa del hermano mayor, el cruel y tiránico Lu, que ha permanecido trabajando la tierra y allí malviven bajo su tutela ejerciendo el duro trabajo del campo, mientras que hermana Tercera padece una grave enfermedad que ya se acabado con la vida de sus dos hermanas mayores.

Coincidiendo con visita al pueblo del antiguo superior del padre en la magistratura, el honorable juez Feng, se descubre en la aldea el cadáver de un vecino cruelmente asesinado. El Juez Feng se ofrecerá a colaborar en la investigación que dará como resultado la condena de Lu como culpable del crimen. Pero la desgracia no ha hecho más que comenzar: poco después los padres de Ci mueren y por enrevesadas circunstancias el joven debe huir del pueblo perseguido por la justicia y, junto con su hermana, volver a la capital donde tratará de rehacer su vida, sin abandonar su sueño de pasar los exámenes imperiales que le convertirán en un honrado funcionario y deseando recuperar el honor de su familia.

La novela recrea desde el inicio la fascinante cultura china, destacando aspectos como la obediencia incuestionable y el respeto a los mayores, la importancia de los ritos milenarios como eje y motor de todos los aspectos de la vida, la omnipresencia del castigo físico, generalmente de una violencia inusitada. Nos da además una amplia visión del extensísimo y complejo código penal de la época y las numerosas leyes basadas en tradiciones antiguas y que regían un mundo cruel donde se da un escaso valor a la vida humana, donde las personas viven sometidas a los fenómenos naturales y a la violencia de sus conciudadanos y de las autoridades por lo que se convive con la cotidianeidad de la muerte y la miseria. El sometimiento a las leyes confucianas que regulan la vida y la muerte, la tierra y el cielo en la antigua China rige cualquier aspecto de la vida de la mayoría de sus habitantes. Frente a esto, nuestro protagonista vive obsesionado por progresar en la sociedad a base de estudio y de trabajo, a pesar de no poder reincorporarse a los estudios reglados al continuar huyendo de la justicia. Gracias a su trabajo en el cementerio profundiza en sus conocimientos de anatomía y aprende a interpretar el origen de las heridas, las causas de las muerte, a identificar los envenenamientos y distinguir una muerte natural de un asesinato, mediante la interpretación de los síntomas, basándose en la información que obtiene de sus observaciones y razonamientos que no son sino adivinación y magia para los demás. De esta manera, su fama llegará a oídos del emperador que le convoca en el palacio imperial para colaborar en la investigación de unos extraños asesinatos en los que Ci se verá peligrosamente involucrado.

La novela mezcla hábilmente los géneros histórico y detectivesco, aporta una enorme cantidad de información sobre el periodo en que trascurre, además de basarse en un personaje real pero sin dejar de lado la parte de la investigación. Destaca la magnífica recreación de los paisajes y los ambientes, desde el río pestilente, los puertos atestados de barcas, los míseros pueblos, hasta Lin’an, la enorme capital, con su mezcla de estrechas calles donde se mueven bulliciosas multitudes pestilentes y barrios elegantes con viviendas de aleros curvos y jardines con aroma a jazmín, sin olvidar las maravillas del palacio imperial. Las descripciones son en ocasiones tan vívidas que da la sensación de percibir los olores a pescado muerto o tocar el lodo negro de las orillas del río. Incluso en algunas escenas la crueldad o las escabrosas descripciones de los sangrientos crímenes llegan a hacer desagradable la lectura. Nos encontramos, por tanto, ante una estupenda novela de misterio, donde la trama de la investigación se va acelerando según avanzan las páginas hasta alcanzar el estupendo desenlace donde el protagonista deberá desenmarañar el complejo entramado en el que se encuentra envuelto para salvar su vida frente a la acusación a la que se enfrenta, manteniendo en vilo al lector hasta el último momento y todo ello enmarcado en el escenario de la antigua China imperial. En suma: una lectura que vale ciertamente la pena.

sábado, 9 de marzo de 2013

La gran casa

En La gran casa, la escritora norteamericana Nicole Krauss nos introduce en una serie de historias que suceden en distintas ciudades y distintos momentos y a las que no se les encuentra, al menos en principio, una conexión aparente, aparte de un antiguo y peculiar escritorio que va pasando por distintas manos y que tiene un papel importante en la vida de sus diferentes dueños. Pero el escritorio no es más que una excusa, un hilo conductor que nos va llevando de historia en historia. La primera de ellas la protagoniza una novelista en Nueva York que nos cuenta su relación allá por los 70s con un joven chileno de origen judío que desaparecerá en los años de la dictadura de Pinochet, dejandole en préstamo el escritorio sobre el cual la joven escribirá exitosas novelas. Un padre israelí que, a la muerte de su esposa, recibe en casa a uno de sus hijos, alejado del hogar familiar durante mucho tiempo y con el que las relaciones nunca fueron fáciles. Un anciano inglés que nos acerca a la figura de su esposa, víctima del nazismo y que tras veinticinco años de matrimonio conserva un secreto que desbarata la idea que de ella se había hecho su esposo. Dos hermanos que viven dando tumbos por el mundo tras su padre, un anticuario de origen húngaro que dedica su vida a su obsesión por recuperar los muebles y obras de arte expoliados por el ejército nazi a los judíos.

Todas estas narraciones se presentan con independencia unas de otras y solo muy al final se unirán aunque no por ello terminen de crear una historia uniforme, ni siquiera los distintos puntos de vista de una misma historia, son simplemente distintas vidas por las que cruza en algún momento un elemento común, pero cada una tiene su propia consistencia, no se apoyan unas en otras, sino que sólo se rozan en algún momento, y siempre en torno al subsodicho escritorio viajero. Hay en todas ellas algunos temas comunes como la pertenencia a la raza judía, el sentido y la historia del estado de Israel y el ambiente relacionado con la escritura, la escritura y el arte en el que se mueven todos los personajes.

La manera de narrar de Nicole Krauss es muy intensa, se adentra en las obsesiones que giran en la mente de los personajes, aun cuando muchas cosas se queden sin explicar, lo que cuenta suele ser inquietante, en el sentido de que nunca nos presenta todos los elementos que conforman el pasado de los protagonistas, no nos los muestra en su totalidad ni nos justifica ni explica sus acciones o motivaciones, apenas se esbozan algunos trazos esenciales de las vidas y las personalidades de cada uno, pero así y todo nos sumergimos en los relatos y vamos descubriendo poco a poco la historia que cada uno nos quiere contar, adivinando o intuyendo muchas veces lo que no se cuenta que, se recrea en algunas escenas concretas en las que analiza al detalle las sensaciones, los sentimientos y los pensamientos de los protagonistas. De este modo cada una de las distintas historias podrían ser el germen de una novela completa, nos vemos obligados a seguir cada una de ellas, sin saber muy bien a dónde nos llevarán, si bien entendemos que finalmente acabarán confluyendo, pero así y todo, cada una de ellas conforma todo un mundo que no necesariamente deba esperar el momento de encontrar su conexión con las demás para quedar completada como historia total

Reconozco que en este novela he alternado pasajes de lectura ansiosa en los que no me podía despegar del libro con otros en los que leía casi de carrerilla deseando que pasaran las páginas y pasar a otra historia; lo que en ocasiones eran historias absorbentes y magistralmente narradas se sucedían con otros momentos en que se me hacía pesadísima la lectura. Una pena, pues, que no haya alcanzado el nivel de expectación generado a raíz de la anterior novela de la autora “La historia del amor” que me pareció una lectura absolutamente maravillosa. Creo que en este caso ha abandonado algo el lado de la narración de historias para adentrarse en la profundización de unas obsesiones que ralentizan en ocasiones el fluir de la lectura. Resultado final, por tanto, algo desigual, aunque es innegable la calidad de la escritura y la intensidad de las historias que nos cuenta Krauss

domingo, 3 de marzo de 2013

La funeraria

De vez en cuando conviene meterse entre pecho y espalda una novela como esta "La funeraria", una comedia loca y descacharrante que nos sirva para desengrasar un poco de otras lecturas más serias y profundas. En ella, Juan Luis Cano nos ofrece una lectura divertida y absurda, contada con un lenguaje fluído muy a pie de calle en la que nos cuenta las peripecias y desventuras de la familia Marqués, una gente bastante común que vive del negocio familiar: una exitosa funeraria en un barrio obrero del Madrid de los años 50. La familia la encabezan el patriarca, Don Celso, y su esposa, la beata y dominante Doña Lourdes. El matrimonio tiene tres hijos, a cual más infeliz: el mayor, Celsito, dedicado a gestionar la funeraria junto con el padre sin muchas más expectativas en la vida que el día a día del negocio; Pepito, el mediano, vuelve rebotado del seminario, tanto que pasa a integrar un comando radical anticlerical, eso sí, viviendo de sus padres todo lo que sea posible y finalmente Luisita, una poco agraciada solterona con pocas perspectivas de encontrar marido. A estos tres inútiles se unirán otros personajes, generalmente individuos con pocas luces: Pablito, el empleado de toda la vida de la funeraria que ya es como parte de la familia, el médico don Benito, más interesado en el anís que en la salud de sus pacientes, el cura de cabecera, Don Anselmo, que acude a diario a confesar a Doña Lourdes… incluso acabará uniéndose a la troupe Segundo, un inesperado hijo ilegítimo del patriarca.

Las peripecias de este grupo de personas en el marco de los años difíciles en que, entre copitas de anís y pan con aceite, cada uno trata de tirar para adelante con mayor o menor fortuna, conforman un retrato bastante negro donde el humor es una excusa para mostrar la cara más triste de las personas. La familia protagonista es, sin duda, la más acomodada del barrio, y eso no pasa desapercibido, no en vano “poseían dos coches grandes, fúnebres, sí, pero coches al fin”, por ello son objeto de los chismorreos y la envidia del resto del vecindario, por lo que tratan de mantener su buena imagen, aunque, vistos de puertas a dentro, no tienen mucho que envidiar en sus miserias al resto de los humildes convecinos, al margen de su bienestar económico.

Toda la novela está plagada de diálogos chispeantes, con mucha guasa, de personajes que resultan entre ridículos y entrañables, con escenas dignas de aparecer en un cómic y que sitúan a los protagonistas en situaciones ciertamente disparatadas y siempre con un toque de humor negro a cuenta del negocio familiar. Abunda el tono burlón en torno a la beatería y la mojigatería propias de alguno de los personajes, en especial de los femeninos y sobre todo un ambiente mitad surrealista, mitad chusco, pero que permite pasearse por una historia contada de manera muy ágil, que en muchas ocasiones no sabes si te hace reir o llorar por lo patético de muchos episodios pero esto es común en el humor bien contado cuando éste se basa en burlarse del mal ajeno y de las miserias del otro, que es la mejor manera de olvidar las miserias propias, aunque sólo sea por un rato.