En esta obra, Everet nos ofrece una reinterpretación del personaje de Jim desde la perspectiva de sus propios ojos; conocernos la versión del compañero de aventuras de Huck de la gran aventura que, a lo largo del Río Misisipi, correrán el chico que escapa de su cruel padre y el esclavo que le acompaña huyendo el también hacia algún estado en el que no exista la esclavitud donde poder establecerse y conseguir el dinero para comprar la libertad de su mujer y su hija.
La historia de James es una sucesión de peligros, huidas y situaciones complicadas, mucho más oscura que la versión que ya conocíamos de boca del pequeño Huck, pero también tiene destellos luminosos de esperanza y una entrañable relación que va más allá de la amistad con el niño al que protege y cuida.
El autor se permite desplegar su gran imaginación y convierte a Jim, un hombre que nació esclavo y que no ha salido de un pueblito de Missouri, no sólo en un hombre culto y leído que finge el modo de hablar paleto y lleno de incorrecciones sino que también ha enseñado a los niños negros del pueblo a leer y a comportarse como humildes e ignorantes esclavos, a fingirse grandes creyentes y al tiempo supersticiosos, en fin, a cumplir con el papel que se espera de ellos, para no alarmar a los blancos, que estos no los puedan considerar una amenaza. Tal vez se le ha ido un poco de las manos la fantasía de que un esclavo en las circunstancias de James haya tenido acceso a la formación intelectual que le asigna Everett ¡Pero si hasta debate sobre Voltaire, Locke o Kierkegaard! Supongo que todo forma parte de una gran broma en la que el autor plasma sus deseos, crea una realidad alternativa para el bueno de Jim y todos aquellos que compartieron su destino.