martes, 28 de noviembre de 2017

El próximo funeral será el tuyo

Rebeca Turumbay acaba de perder a su madre y decide tomarse unas vacaciones en Cárcar, el pueblo navarro donde nació su abuelo Ángel que fue para ella como un segundo padre y de cuyo pasado durante los años que aquel vivió en el pueblo ella no conoció nada. Un grupo de ancianos que conocieron al abuelo de Rebeca, un joven periodista en cuya casa rural se alojará la chica y otros paisanos le irán haciendo descubrir la historia que durante años ha corrido por el pueblo sobre el antiguo crimen de Celia Urbiola por el que Ángel fue condenado. Pero lo cierto es que nunca hubo pruebas definitivas que inculparan a Ángel del crimen, muchos secretos quedaron ocultos en aquella época y no todo lo que se contó respondía a lo que realmente ocurrió. La joven Rebeca tendrá que ir escarbando en ese borroso pasado hasta sacar al descubierto la verdad de aquellos hechos.

"El próximo funeral será el tuyo" de la autora navarra Estela Chocarro es una novela que se lee fácilmente, que no plantea una intriga demasiado complicada de seguir y aunque los diálogos suenan a veces poco naturales y los personajes carecen de mucha profundidad, igualmente la trama se sigue con interés a la espera del misterio que se oculta en el pasado del abuelo de Rebeca. No es una gran novela pero sirve para pasar el rato, yo no la despreciaría para quien busque algo de lectura de pura evasión que no le plantee muchas complicaciones. No todo van a ser grandes joyas literarias.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

El pintor de Flandes

Paul van Dyck se ha criado en casa de la familia del famoso pintor flamenco Anton van Dyck como un hermano más, pero sabe que su origen es otro, él sospecha y anhela que su padre sea el gran maestro Rubens en cuyo taller de pintura trabaja. A pesar de su talento y esfuerzos no logra brillar como cree que merece, por lo que cuando se le presenta la oportunidad de viajar a Madrid para trabajar a las órdenes del conde de Villamediana, personaje cercano a la Corte de Felipe IV, ve en ello una posibilidad de brillar en la capital más poderosa de Europa y cree que su trabajo le posibilitará convertirse en pintor al servicio del rey, pero el trabajo que se le encarga es, además de monumental, una tarea secreta que en ningún caso debe de ser revelado fuera de los muros del palacio del conde.

En "El pintor de Flandes" Rosa Ribas nos presenta el Madrid de 1622, la ciudad sucia y embarrada de casuchas desordenadas y monasterios descomunales, plagada de mendigos y delincuentes, donde los nobles se enzarzan en constantes luchas de poder, situados en bandos a favor o en contra del poderoso valido, el conde de Olivares y tratando de obtener el favor del rey adolescente y voluble. El joven flamenco descubrirá, de la mano de Fernando, secretario del conde, la realidad de una ciudad llena de intrigas que él tendrá que plasmar en su gran cuadro según las indicaciones de su mecenas que le hará retratar a las principales personalidades del momento en la escena del festín alegórico en el que se presenta la cabeza cortada de Juan el Bautista. Todo el que es alguien en la sociedad de la época aparecerá retratado a manos del pintor que demostrará a través de este encargo su gran maestría, lo que le permitirá pasar de ser un artesano manual a ser reconocido como un verdadero artista.

El libro nos presenta un vívido retrato de la España del Siglo de Oro a través de un cuadro que claramente, existe y se exhibe en el museo del Prado de Madrid, si bien su autoría está asignada al pintor de origen polaco Bartolomé Strobel "el joven", ya que la figura del bastardo de Rubens es una creación de la autora, pero es una historia creíble y muy bien contada con la que se disfruta del mundo del arte y de la política de la época retratada.

"La degollación de San Juan Bautista y el banquete de Herodes" Museo del Prado de Madrid

viernes, 17 de noviembre de 2017

Veinticuatro horas en la vida de una mujer

Hace tiempo que Stefan Zweig es reconocido como un magistral narrador y no seré yo la que lo venga a descubrir ahora, que ya son varias las publicaciones sobre sus obras que he publicado en este blog. Uno de las aspectos que más me sorprenden en sus libros es la capacidad de condensar en las escasas páginas que ocupan la mayoría de sus novelas (no hablo de María Antonieta, está claro), que en ocasiones son más bien relatos y que suelen rondar algo más de cien, pues en esta breve extensión es capaz de plasmar todo un escenario espacial y humano, trazar los rasgos fundamentales de los protagonistas y, según avanza el relato, penetrar en lo más hondo de las motivaciones, de las contradicciones que la educación o las costumbres o las normas sociales plantean a los protagonistas, la manera en que sufren por sus errores, la manera en que se arrepienten o se lanzan a lo desconocido o toman cualquier decisión que puede cambiar su vida o el modo de vivirla.

En esta novelita titulada "Veinticuatro horas en la vida de una mujer" lleva esta capacidad suya al límite ya que son sólo eso, veinticuatro horas, lo que necesita una persona para ver su vida alterada para siempre. Nos encontramos en este caso con una dama inglesa habitual de la alta sociedad que pasa largas temporadas en la Riviera francesa y que hace partícipe al autor de un suceso que hace ya muchos años le habría llevado a renunciar a todo, a dejarse arrastrar irreflexivamente a la locura de una pasión que la abocó hasta el límite de verse capaz de abandonar todo lo que conocía y poseía por un irracional enamoramiento. Y todo ello en esas pocas horas tan intensas como breves.

Los personajes de Zweig son transparentes, muestran todas sus sensaciones en sus gestos, expresiones, ademanes, se expresan con su rostro y, en este caso también con sus manos. Son personajes cuyas pasiones son capaces de someter sus auténticas naturalezas, y el autor lo narra de tal manera que crees que se puede conocer todo de una persona simplemente observando como mueve las manos, que se puede llegar hasta lo más profundo de un alma fijándose en sus ojos, para él el conocimiento del ser humano es posible en base a una atenta observación de su comportamiento y lo que transmite con su actitud, que todo se puede adivinar por su expresión. Yo no lo creo así, pero cuando me lo cuenta Zweig estoy dispuesta a creerlo aunque sólo sea por un rato.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Mr. Mercedes

Hace bastante tiempo que no tenía entre las manos una novela del Rey del misterio con mayúsculas, del gran Stephen King, campeón sin duda de la literatura de misterio y suspense, categoría en la que ya cuenta con un buen número de novelas que pueden considerarse clásicos a nivel mundial. Tanto es así que en este Mr. Mercedes, el propio autor se permite salpicar el texto con varias autorreferencias de novelas propias porque, para qué negarlo, algunos personajes o escenas de sus obras son ya imágenes icónicas de la cultura occidental del cine y la literatura y él mismo lo sabe y no se hace el despistado, sino que presume de ello y se autocita en sus propios libros de manera descarada como sólo un genio puede permitirse.

En lo que se refiere al argumento propiamente dicho, nos encontramos frente a dos protagonistas antagónicos: el policía retirado William Hodges y el culpable de uno de sus casos sin resolver, el frío "asesino del Mercedes", Brady Hartsfield, un loco maniaco que hace algunos años arrolló con un Mercedes robado a una multitud de personas que hacían cola esperando la apertura de una feria de empleo. El asesino no fue identificado pero lo que más fastidia al friki de Hartsfield, lo que verdaderamente no soporta es que el policía que llevó la investigación de su caso se jubilase con méritos y gran fiesta de despedida cuando ni siquiera fue capaz de descubrirle ni detenerle. La obsesión de Brady le lleva a ponerse en contacto con Hodges por medio de una carta donde le convoca a encontrarse en una red social más discreta que las habituales para charlar sobre los motivos de Brady para cometer la matanza del Mercedes y desafiarle de igual a igual mientras planifica una nueva masacre. Esto provoca que el detective comience a darle nuevas vueltas al viejo caso mientras que Brady le mantiene bajo vigilancia tratando de controlar sus pasos e incluso pretendiendo dirigir sus futuros movimientos. Estando retirado y no pudiendo acudir a sus antiguos compañeros policías, Hodges se hará acompañar, a modo de improvisado ayudante, por su joven vecino Jerome, un inteligente adolescente que le asesora en asuntos informáticos y le ilumina en su investigación con su clara mente y acertadas reflexiones.

La atmósfera de la novela es opresiva y tensa por el hecho de que asistimos a una persecución donde el ratón vigila constantemente al gato que le debe dar caza. Desde el primer momento el desquiciado asesino que se transmuta mediante diversos empleos que le permiten camuflarse en distintos ambientes, de manera que controla todos y cada uno de los movimientos del detective, conoce sus costumbres, su localización prácticamente al momento, y casi adivina sus pensamientos y prevé sus próximos pasos. Con buen ritmo, la historia se va acelerando en esa caza a ciegas del fanático asesino del tipo que sólo puede darse en los Estados Unidos: un obseso de la muerte con libre acceso a armamento de todo tipo y que sueña con pasar a la posteridad mediante un crimen de enorme repercusión. Una novela de acción trepidante que demuestra la habilidad de King de crear personajes memorables, sean héroes o antihéroes, pero siempre cargados de potencia y atractivo en medio de tramas muy bien planteadas y entretenidas.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

La mala hierba

Cuando Jacobo pierde el trabajo y su vida se derrumba decide trasladarse junto a su mujer y su hija adolescente al pueblo de origen de la esposa donde intentar comenzar de nuevo desde cero. La casa familiar resulta ser un viejo cortijo cochambroso en la localidad de Portocarrero, un pueblucho en mitad del desierto de Almería. Pero la suerte no les acompañará y la familia malvive a base de favores de familiares y vecinos. Hasta que un suceso espantoso lo termina de desbatatar todo, un crimen cruel y sin sentido que deberá ser aclarado.

Desde la primera página de "La mala hierba" de Agustín Martínez nos encontramos en medio de un paisaje seco y desolado donde se mueven unos personajes desencantados, perdidos, tanto los adultos como los adolescentes son figuras cargadas de desilusión en un entorno sin perspectivas de futuro, una población que depende económicamente de un ruinoso Pueblo del Oeste medio abandonando que ya no atrae apenas turistas, donde todo es ruina y escasez en una localidad de calles arrasadas por un calor implacable, sin una mala sombra que alivie de la asfixia permanente, que salve del viento de fuego que asola cualquier vegetación y cualquier asomo de esperanza.

¿Quién organizó el crimen? ¿Puede una adolescente odiar tanto a sus padres como para planear su muerte? ¿Que le puede llevar hasta ese extremo? Esta es, sin embargo, una historia llena de mentiras y medias verdades, de personajes que se van mostrando poco a poco, que cambian de bando según avanza la trama, que parecen culpables hasta que surge otro sospechoso, todos parecen tener razones para desear la muerte de sus familiares o vecinos, nadie está completamente libre de culpa, todos guardan cuentas pendientes por resolver. La novela plantea un debate sobre el origen de la maldad, si está puede ser innata o si debe culpar a las circunstancias o al entorno. Y las conclusiones a las que llegamos no son necesariamente tranquilizadoras.

No es hasta que termino la novela que descubro que este Agustín Martínez es el autor de "Monteperdido", novela que leí hace algún tiempo y que se desarrollaba en un escenario radicalmente opuesto al que encontramos en esta; en aquella ocasión se trataba de un paisaje de alta montañas, un pueblo rodeado de picos nevados, valles escarpados y bosques impenetrables pero sus habitantes se enfrentaban al mismo aislamiento que los de Portocarrero, con la Naturaleza siempre enfrente como una barrera, como un enemigo al que el hombre debe adaptarse en circunstancias extremas. Me admira la capacidad del autor de recrear estos paisajes radicales, del desierto más despiadado a la montaña más inalcanzable, convirtiendo al entorno en un elemento esencial de la novela, en un personaje más que determina la forma y las condiciones de vida en las que se desenvuelve la acción. Un buen autor que tendré que seguir de cerca y que me atrevo a recomendar.

sábado, 4 de noviembre de 2017

Si esto es un hombre

Por lo general mis lecturas tienen por objeto la pura evasión, el disfrute, el descubrimiento de personajes, escenarios o épocas históricas pasadas que despiertan mi curiosidad o interés. La lectura es, por lo tanto, fuente permanente de goce y disfrute, de ser capaz de vivir historias que otros me cuentan y que me permiten evadirme del mundo. Pero en contadas ocasiones siento la necesidad de enfrentarme a libros como este "Si esto es un hombre" de Primo Levi, el primer volumen de una trilogía en la que el autor italiano y, como bien indica su apellido, judío, narra en primera persona su experiencia como preso en el campo de concentración de Auschwitz, así como continuará en los sucesivos libros contando sus vivencias posteriores, una vez liberado del campo y finalizada la guerra.

No hay manera de resumir o contar brevemente lo que Primo, junto tantos otros miles de judíos vivieron y padecieron en aquellos campos. Cada anécdota, suceso o hecho puntual es un drama inconmensurable. Levi nos cuenta su propia experiencia y también la de otros, con sus nombres y apellidos propios, nos cuenta cómo murieron aquellos que no tuvieron su suerte, con sus detalles particulares de modo que no es un relato genérico sino que trata de acercarnos a cada una de esas muertes, una por una, crueles e innecesarias todas ellas.

El relato se centra en la manera en que Levi y sus compañeros de encierro tratan de subsistir día a día, de acomodarse a normas irracionales y numerosísimas, órdenes en idioma desconocido, la manera en que sus carceleros tratan de hacer que los presos dejen de ser personas, les llevan a perderlo todo, lo más fundamental, su condición de individuos al arrabatarles los aspectos que los distinguen a unos de otros, convertirlos en meros números, en cosas, olvidando que son personas. La máxima lucha que tendrán que enfrentar es adaptarse al ritmo y a las normas del campo, con la convicción de que no saldrán vivos de allí en el momento en que sufran cualquier debilidad, cualquier error o descuido les llevará a la muerte tan rápidamente como cualquiera de las muchas enfermedades que les amenazan.
"Hemos viajado hasta aquí en vagones sellados; hemos visto partir hacia la nada a nuestras mujeres y a nuestros hijos; convertidos en esclavos hemos desfilado cien veces ida y vuelta al trabajo mudo, extinguida el alma antes de la muerte anónima. No volveremos. Nadie puede salir de aquí para llevar al mundo, junto con la señal impresa en su carne, las malas noticias de cuanto en Auschwitz ha sido el hombre capaz de hacer con el hombre."
Levi detalla el complejo sistema de organización, las numerosas y absurdas normas, el mercadeo con los escasos y míseros enseres que son fundamentales para la subsistencia: una camisa andrajosa y sin botones, una cuchara fabricada con chapa o media ración de pan que puede alcanzar un valor altísimo en aquel infierno. Reflexiona a lo largo del relato sobre la naturaleza humana, las técnicas desarrolladas por el ingenio impulsado por el instinto de supervivencia, allí dentro ya no valen las reglas del mundo exterior ni las leyes que antes regían entre los hombres libres: robar es una necesidad, escapar del trabajo en cuanto sea posible engañando o aparentando una enfermedad asegura el poder sobrevivir al menos un día más. 

La lectura, como no podía ser de otro modo, es inmensamente triste, desesperanzada, terrible y a pesar de todo resulta un elemento necesario para conocer lo que ocurrió allí de primera mano. Dice Levi que no escribió el texto ni desde el punto de vista de la víctima ni siquiera con afán de venganza, prefirió reservarse el papel de testigo que presenta el caso a unos jueces que serán los lectores de manera que cada uno juzgue y saque sus propias conclusiones a la vista de los hechos y los datos expuestos ante ellos.
"...ellos, la masa anónima, continuamente renovada y siempre idéntica, de no-hombres que marchan y trabajan en silencio, apagada en ellos la llama divina, demasiado vacíos ya para sufrir verdaderamente. Se duda en llamarlos vivos: se duda en llamar muerte a su muerte, ante la que no temen porque están demasiado cansados para comprenderla."