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jueves, 20 de septiembre de 2018

Un amor

Con "Un amor" regreso nuevamente a una novela de Alejandro Palomas, un remanso de paz y calma en medio del árido paisaje de dramas y novelas negras que venía frecuentando últimamente. Y es que las obras de Palomas, con su lenguaje poético, su tono dulce y sensible, sus adorables personajes y sus mensajes siempre positivos son lo que me hace falta de vez en cuando para depurar un poco el aire literario que respiro (aunque sin abusar tampoco)

Amalia y sus hijos, "la mayor, la lesbiana y el pequeño", componen una familia a la que ya conocimos en otra novela anterior del autor, "Una madre". En esta ocasión se reúnen para celebrar la boda de Emma, la hija pequeña, que coincide en fecha con el cumpleaños de la propia madre, por lo que los planes consisten en prolongar la celebración de la boda con una estancia de fin de semana en una casa rural acompañados también por la tía Inés. La madre está mayor, anda mal de la vista, ha sufrido una caída reciente; a todas partes acude acompañada de su inseparable perra Shirley y de su transistor con el que combate el temible silencio. Los tres hijos están constantemente pendientes de ella, incluso tratándola en ocasiones como si fuese ella la hija pequeña, corrigiéndole y riñéndole por sus errores y despistes

Si yo hubiera sido la responsable de buscarle un título a esta novela, sin duda habría sido algo así con "Una madre. El origen" porque, aunque la historia de la familia sigue adelante y suceden acontecimientos nuevos, gran parte de lo que nos va contando Fer, el hijo y narrador, en su largo monólogo nos lleva al pasado, al origen de lo que son ahora, a las pérdidas sufridas, la descomposición del grupo familiar y su posterior recomposición, de los que se marcharon y los que han aparecido o reaparecido, pero sobre todo nos habla de la madre, de esa Amalia que es todo fragilidad e inseguridad, pero también es puro corazón y generosidad. Y muy divertida sin proponérselo, con su particular habla donde las palabras complicadas pasan por su propio filtro de traducción simultánea y se transforman para acomodarse a su necesidad, se confunden y mutan de manera que sólo ella sabe en ocasiones de qué está hablando.

Es cierto que la narración está al límite de la sensiblería con cierto exceso de escalofríos de emoción y momentos de nudo en la garganta y pellizcos de angustia para mi gusto más bien hosco y renuente al empalago sentimental, pero creo que logra mantenerse a este lado y no llega a cruzar la línea del tan temido sentimentalismo. Palomas lo cuenta todo con ese estilo suyo tan cercano siempre al corazón, tan reposado, tan de darle vueltas a las cosas, entrando en los detalles y los sentimientos, intimista y poético, aunque abusa de trucos narrativos en la forma de ir planteando los argumentos cuyo desarrollo va desmigando de a poco para mantener enganchado al lector hasta el ultimo párrafo. Pero, así y todo, soy capaz de perdonárselo porque reconozco que es una grata experiencia compartir con él sus historias familiares.

jueves, 17 de marzo de 2016

Un hijo

Desde que leí "Una madre", la novela que popularizó Alejandro Palomas el año pasado, anoté y subrayé el nombre de este autor para no perderle la pista y ahora he tenido la ocasión de volver a él con esta que es su penúltima novela, "Un hijo", en la que cambia una familia protagonista por otra, pero mantiene el tema de las relaciones humanas como centro de su argumento y su temática. El hijo del que se nos habla en esta ocasión se llama Guille y es un chiquillo alegre y sonriente, algo solitario pero sin problemas aparentes, a pesar de que acaba de cambiarse de colegio y se encuentra alejado de su madre, azafata de vuelo, que trabaja en el extranjero, mientras que él convive con su padre. Sin embargo, la profesora del chico cree detectar algún tipo de problema que el pequeño trata de ocultar tras esa máscara de perfecta felicidad, por lo que se entrevista con el padre del niño para tratar de descubrir qué es lo que en el fondo hace de Guille un chico peculiar y concierta una serie de entrevistas del chaval con la orientadora del colegio.

El relato se estructura, fundamentalmente, a dos voces; por un lado nos encontramos con las propia reflexiones del niño que nos cuenta en primera persona el mundo que le rodea, su día a día, sus experiencias en el colegio con su única amiga por el momento, Nazia, una niña inmigrante que, igual que él, trata de adaptarse al nuevo colegio y por encima de todo nos descubre su pasión por Mary Poppins, el personaje de los cuentos que le leía su madre y que para él encarna todos sus sueños y aspiraciones y en lo que desea convertirse. Por otro lado nos encontramos con la voz de la orientadora del centro con la que Guille se reúne una vez por semana y que trata de analiza al niño y descubrir qué problema esconde.

La novela es muy breve pero enormemente intensa, llena de sentimientos y secretos y nos muestra la manera en que el niño disfraza su dolor mediante la creación de un mundo en el que se protege a sí mismo y sobre todo a los demás de una realidad que sabe que debe hacer como que no existe. Toda la novela mantiene el estilo casi poético de la narrativa que caracteriza a Palomas y que ya descubrí en su anterior novela; su delicadeza en la descripción de sentimientos, su agudo retrato de personajes que sufren y sienten intensamente resulta conmovedora. Los personajes se encuentran ubicados en un escenario completamente contemporáneo pero las historias que se nos cuentan resultan atemporales plagadas de situaciones comunes de la vida cotidiana, con conflictos conyugales, familiares, humanos al fin y al cabo, pero que pueden darse en cualquier tiempo y lugar, Debo decir que la voz de Guille no termina de resultarme en ocasiones totalmente creíble; entiendo que el pequeño verbaliza sentimientos que no son tan fáciles de identificar por un niño de su edad, incluso en ocasiones expresa sus pensamientos mediante sus dibujos de un modo excesivamente explícito, ¡ojalá todos los psicólogos infantiles se encontraran con niños tan capaces de exteriorizar lo que pasa por sus cabezas de la misma manera!

Así y todo, esto no quita para que me haya encontrado frente a un precioso retrato de amor filial, de una lección sobre cómo afrontar los sentimientos, aceptar la realidad por mucho que en ocasiones esta nos duela y ser capaz, sobre todo, de expresar nuestro dolor y aprender a compartir el sufrimiento con aquellos a quienes más queremos y que más nos quieren.

jueves, 26 de febrero de 2015

Una madre

Hace ya algún tiempo que tenía ganas de conocer a Alejandro Palomas, autor del que no paro de oír hablar, y siempre en positivo, desde hace algún tiempo, así que esta novela "Una madre" me pareció una manera óptima de hacerlo. Esta ha sido mi segunda participación en un reto de lectura conjunta (la primera fue con "Vestido de novia" aunque en aquella ocasión no lo comenté en mi entrada sobre el libro) Al no ser yo una persona excesivamente gregaria (por no decir que no lo soy en absoluto), no me había planteado nunca participar en este tipo de actividades comunitarias, de hecho nunca me he apuntado a ninguna lectura conjunta desde este blog, pero el hecho de que en esta ocasión esta actividad esté organizada dentro de un grupo de lectores en Facebook con 770 miembros entre los que es fácil pasar más o menos desapercibida y teniendo en cuenta que no me plantean más obligación que comentar en una conversación informal mis opiniones sobre el libro seleccionado, me decidí a participar, ya por segunda vez, en esta experiencia y tuve así la oportunidad de conocer esta interesante novela y estrenarme así con el autor al que tantas ganas le tenía y con el que no dudo que repetiré en algún momento. Añado como ventaja de seguir este club de lectura que me ha ayudado ya en estas dos ocasiones a tomar la dura decisión semanal de "¿con qué libro me pongo a continuación?" Y en ambos casos la elección ha sido todo un éxito, no cabe la menor duda.

Destacaría como una de las mayores virtudes de este autor el ser capaz de hacer literatura de la cotidianeidad más absoluta: sin más trama que una reunión familiar con motivo de la cena de Nochevieja, Palomas va a crear todo un mundo en el que no vamos a descubrir ni grandes secretos ocultos ni asistiremos a espectaculares sorpresas finales; todo lo que cuenta ocurre en una noche entorno a una mesa festiva a donde se acercarán los tres hijos y el hermano de Amalia, la madre. Eso sí, el autor nos mostrará el auténtico rostro de cada uno de los personajes, las relaciones que les unen a los demás, diseccionará a través de minuciosos detalles a cada uno de ellos y nos los enseñará por dentro, con sus manías, sus temores, su papel dentro del "organigrama" familiar. Así tenemos a Silvia, la mayor, amargada, pluscuamperfecta, controladora; a Emma, la mediana, insegura, la que se deja llevar por la corriente, arrastrando su dolor tras ella y con su compañera, Olga, tan distinta a ella; Fer, el narrador, el único chico y el más pequeño, hombro en el que todos descargan sus problemas, tratando de buscar su lugar en el mundo tras sus fracasos sentimentales y tan unido a su madre; el tio Eduardo que tarda en aparecer, el hermano de la madre que vuelve buscando cobijo al calor de ese hogar que es su única familia. Y esa madre, centro sobre el que pivota la familia, descubriendo por fin la vida tras su separación, un personaje casi naif de feliz e inocente, de inconsciente incluso, a pesar de los malos tiempos pasados conserva intacta la ilusión por la vida y tiene como primer objetivo vital salvar a sus hijos del sufrimiento; Amalia nos divertirá con sus diálogos y reflexiones casi surrealistas, llenas de optimismo y buena fe, pero sobre todo nos mostrará su valentía. Y finalmente el padre, el gran ausente, el que une a todos en su contra, al que nadie añora ni recuerda con cariño pero cuya sombra permanece y deben aprender a borrar de sus vidas.

El libro es básicamente un monólogo de Fer salpicado por abundantes diálogos del resto de los personajes. Desde los ojos del narrador que observa a su familia vamos conociendo el mundo personal de cada uno de sus miembros, de una familia que es como cualquier otra, porque todas las familias se parecen tanto a las demás y al mismo tiempo son todas distintas, con sus reglas internas propias, sus secretos, sus códigos, sus frases hechas y sus historias y anécdotas mil veces contadas y repetidas alrededor de la mesa. Fuente de fortaleza y también la mayor debilidad para cada uno de los miembros, porque todos llevan a cuestas sus heridas de guerra, el pasado que les ha hecho ser como ahora son, algunos las muestran y otros las ocultan en lo más profundo, a algunos les han ayudado a crecer y a ser mejores personas y en otros casos se han convertido en peores personas de lo que eran antes. Pero todo se acepta y se admite dentro de la familia,  porque la familia constituye, en todo caso, un refugio seguro al que regresar, donde sabes que te quieren a pesar de tus errores, porque te conocen por dentro y saben como fuiste antes de que la vida te pasara por encima. Y más que nadie la madre sabe ver dentro de cada uno de sus hijos y estar ahí cuando sabe que hace falta, sin preguntar, sin entrometerse, pero estando y salvándolos cuando más lo necesitan.

En definitiva, esta es una de esas novelas que con pocos elementos crea todo un mundo, que llega muy adentro, una novela totalmente contemporánea pero que narra historias atemporales que te hacen reflexionar sobre tí mismo y muestra el valor de cada vida, de cada individuo, demostrando que para escribir una gran novela no hace falta contar grandes cosas sino contarlas muy bien. Y eso lo logra Alejandro Palomas en esta ocasión, no hay duda de ello.