domingo, 31 de julio de 2016

Todo lo perdido y encontrado

En "Todo lo perdido y encontrado" Lucy Foley nos transporta a lo largo de distintos escenarios y épocas siguiendo los pasos de Kate, una joven fotógrafa inglesa que tras la muerte de su madre, una famosa bailarina durante los años 60, se embarca en un periplo que la lleva a descubrir los verdaderos orígenes de su madre y la relación que esta tuvo con un notable pintor, Thomas Stafford, cuando ambos no eran más que dos jóvenes cargados de sueños e incertidumbres. A partir de un dibujo inédito del artista donde aparece una joven Alice, Kate recorrerá el camino que siguió su madre en su primera juventud y reconstruirá su desconocido pasado. Al tiempo que vamos siguiendo a Kate que nos narra en primera persona este viaje de descubrimiento, conocemos también la historia de amor y desencuentros entre Tom y Alice, sus avatares personales y el desarrollo de sus carreras profesionales y como sus vidas tomaron caminos separados.

Toda la novela está impregnada de atmósferas cautivadoras y escenarios atrayentes, desde el París de los años 30 hasta la salvaje isla de Córcega, el apasionante mundo de la creación artística, de la danza y de la fotografía se entremezclan en una historia de amor que transcurre al hilo de grandes acontecimientos históricos desde los años 20 hasta los 80, un romance imposible lleno de secretos, sacrificios y renuncias. El libro nos cuenta muchas historias, diríamos que incluye muchos libros en uno sólo; cuando nos encontramos en lo más crudo de la guerra mundial cuesta trabajo pensar que se trate de la misma historia que poco antes transcurría en la soleada Córcega o en la ingenua Inglaterra de los años 20, o nos podemos pregunta qué tiene que ver la joven aristócrata que vive de su trabajo como camarera en París con la rica anciana de East Side Park en el Nueva York de la actualidad. Tal vez se dé una sobreabundancia de escenarios y circunstancias para una sola vida o tal vez no, a lo mejor es excesivo denominarla, como dice la portada, de "libro del año", pero es bien cierto que uno de los objetivos de las novelas debe ser hacernos soñar de vez en cuando con vidas maravillosas, llenas de sucesos memorables, con personajes ricos en vivencias y emociones y esta novela lo logra, atrapándonos desde la primera línea nos lleva a un viaje intenso y magnífico que merece la pena disfrutar. Eso hace que valga la pena su lectura.

martes, 26 de julio de 2016

Eugenia de Montijo

Son varias las novelas históricas de Almudena de Arteaga que llevo leídas y, por lo general, mi experiencia ha sido altamente positiva con esta autora, aunque por desgracia no puedo ser tan positiva en mi opinión de esta "Eugenia de Montijo", cuya lectura me ha defraudado en varios aspectos. Pero comenzaré por un breve resumen del argumento para pasar luego a mis valoraciones personales.

Lo cierto es que la protagonista de la historia de esta novela prometía bastante a priori: una joven española de familia noble aunque venida a menos tras la caída en desgracia del padre al que se nos retrata como un encantador y veterano militar, defensor del afrancesamiento y del progreso que con el regreso de Fernando VII al trono español se ve relegado del primer plano político. La relación del padre con su hija Eugenia es idílica, ambos se adoran y se admiran mutuamente. No ocurre igual con la madre de la familia, arribista e insensible, buscando incansablemente el ascenso social, sigue soñando con casar a sus hijas con algún buen partido y recuperar una posición social destacada. En este entorno familiar se desarrolla la vida de Eugenia que se nos cuenta a través de una narración que mantiene un aire ligero, contada en primera persona por la propia protagonista que ilusionada y soñadora nos irá relatando los episodios de su azarosa e intensa vida,desde su juventud en Granada, su traslado a París y su romance y posterior matrimonio con el que se convertiría en emperador de Francia, Napoleón III. La vida de Eugenia, ciertamente, es de las que dan para una estupenda y completa novela por la posición social que ocupó, los episodios históricos que vivió en primera persona, y los personajes con los que convivió. Pero todo ese material se malgasta en una novela que queda muy pobre, contada a toda prisa, tal vez porque la autora tenía limitada la extensión de su novela, no encuentro otra razòn, donde los personajes son excesivamente prototípicos, retratados de manera superficial, poco profunda. Las escenas son contadas con excesiva brevedad y gran rapidez, pasando a toda prisa sobre acontecimientos fundamentales, nombrando brevemente a grandes personjes que apenas nos son presentados, mas allá de la reina Victoria de Inglaterra que es la única en la que se detiene en alguna ocasión al contarnos su relación con Eugenia, pero hay otra cantidad enorme de hechos y figuras relevantes que pasan por la novela a gran velocidad sin permitirnos disfrutar de ellas ni profundizar en lo que supusieron en la vida de la protagonista.

En definitiva tengo que decir que esta novela se me ha quedado corta y escasa, que más que saciar mi curiosidad por la protagonista me he dejado con ganas de una aproximacion más intensa y cercana a este gran personaje y a su tiempo. Se admiten propuestas y sugerencias si alguien conoce otra obra biográfica que pueda sacarme del abismo en que me ha dejado inmersa esta última lectura desafortunada. Gracias.

miércoles, 20 de julio de 2016

Rosy & John

Desde la primera novela de Pierre Lamaitre que cayó en mis manos me convertí de inmediato en fan número uno del autor francés, sin remedio y sin deseo de remisión. Así que voy siguiendo, sin prisa pero sin pausa, todo aquello que va publicando, especialmente su serie protagonizada por el teniente Verhoeven. Esta de "Rosy & John" es uno de los capítulos de dicha serie, aunque no lo sería estrictamente hablando. Me explico: Lamaitre recibió el encargo de crear una obra breve apta para ser leída en el transporte publico a través de dispositivos móviles, (¡Oh, Dios, el futuro sí que ya está aquí!) De ahí el formato breve, los capítulos cortos, aptos para ser leídos en breves recorridos en metro o en el trasbordo de un autobús a otro. Retoma en este libro, claro está, a su protagonista ya mítico, el comandante Verhoeven, y lo coloca frente a un caso que de nuevo resulta trepidante, como es habitual tiene como escenario el París más actual que sufre una nueva amenaza con los tiempos marcados, breves plazos que hay que superar y que provoca un ritmo de urgencia constante en la acción, peligros inminentes que el afilado talento del reducido investigador tendrá que solventar para evitar una catástrofe. Esta es, por tanto, una novela de Verhoeven, pero que no necesariamente continúa la serie temporalmente, toma los elementos de la historia personal, los mismos personajes pero es independiente dentro de la serie.

Siendo esta una novela breve, destaca más aún la capacidad de Lemaitre para dibujarnos en breves trazos la acción, los escenarios y a los personajes, comprobamos su maestría para crear tramas novedosas, originales, para perfilarnos en unas pocas líneas la situación, ponernos en antecedentes y resolver un nuevo caso que cada vez es diferente pero que mantiene el estilo propio que ya le ha hecho estar en la cima del éxito por méritos propios, con argumentos contemporáneos situados en el siglo XXI y a la vez conservando lo mejor de los clásicos de la novela negra.
" Es la primera vez que ven a un asesino traer las facturas para demostrar que es el culpable"

viernes, 15 de julio de 2016

El nadador en el mar secreto

"Laski miró al joven a los ojos, convencido de que reaccionaría con agresividad. Lo que encontró fue un crío asustado que se hacía el valiente. Pensó que las enfermeras se lo harían pasar mal. Luego el médico le daría unos puntos y lo soltarían de vuelta a la noche. Pero en una ocasión había sido un hijo a punto de nacer y todo el mundo había estado pendiente de él. En una ocasión, el gran momento le había pertenecido."
Hay libros que no se parecen a nada, que no pertenecen a ningún género, que no entran en ninguna categoría. Este es el caso de "El nadador en el mar secreto", un relato, ni siquiera llegaría a novela corta, tan difícil de etiquetar en la que William Kotzwinkle nos hace partícipes de una experiencia carnal y descarnada en la que nos cuenta la llegada al mundo de su hijo, una vida breve, un hecho que provoca en sus padres tantas sensaciones nuevas, desconocidas hasta el momento, sensaciones por las que tantas personas pasan y no suelen ser tema de literatura y que Kotzwinkle cuenta con crudeza y sentimiento, sin dramatismos pero que supone un drama inmenso. Las páginas del libro están llenas de amor paternal y conyugal, de sufrimiento personal y compartido, de serenidad y realismo, alcanzando un perfecto equilibrio entre la emoción que transmite por el contenido y la sobriedad en la forma de contarlo, con un lenguaje sencillo y a la vez con una gran carga poética. No quiero extenderme más, porque me da la sensación de que un relato tan corto no debe ser comentado de manera extensa, no quiero dilatarme más yo en mi reseña que lo que el propio autor ha hecho al contarnos en pocas páginas un episodio trascendental de su propia vida que tan magistralmente ha sabido y ha querido compartir con el mundo. Leedlo.

lunes, 11 de julio de 2016

El silencio de la ciudad blanca

Tengo que ir pensando en ampliar el leitmotiv de este blog mío, ese que acompaña al título de Mis libros y mis cosas y que dice: "¡La vida es tan corta y hay tantos libros que leer...!" Pues a eso le debería añadir algo así como: "¡el mundo es tan grande y mis lecturas me hacen desear conocer constantemente tantísimos lugares nuevos e interesantes!" Porque si hay algo que me guste más que leer es viajar y descubrir lugares, ciudades, paisajes. Lástima que los viajes supongan un dinero y un tiempo libre del que no siempre se dispone con la abundancia que se desearía, pero al menos me queda el consuelo de viajar con los libros, que no es lo mismo pero es lo que más se le parece. Y que conste que con viajar no me refiero necesariamente a conocer lugares exóticos y extravagantes, ¡ni mucho menos! Como muestra de ello está el último sitio que me ha fascinado a través de las páginas de un libro, que ha sido la ciudad de Vitoria, ya ves. nada de palmeras ni playas blancas, sino piedras antiguas, plazas, iglesias y, ¡claro está!, sus bares y tascas de tapeo. Y la culpa la ha tenido Eva García Sáenz de Urturi que en "El silencio de la ciudad blanca" me ha transportado a la capital alavesa, a sus calles y monumentos, a los pueblos y bosques de su entorno con sus capillas románicas y me ha sumergido en una historia emocionante e inseparablemente unida a una preciosa ciudad que apunto ya a mi lista de futuras visitas por realizar (esta lista es tan larga como la de los libros pendientes de leer y bastante más difícil de ir cumpliendo con ella, pero yo sigo anotando y ya se hará lo que se pueda)

La novela de Eva García nos va relatando en la voz de Unai López de Ayala, policía encargado de la investigación del caso que nos ocupa, los hechos que sacuden a la ciudad de Vitoria, cuando después de veinte años comienza nuevamente a producirse unos macabros asesinatos rituales, parte de una serie que aterrorizó ya a la ciudad en el pasado y cuyo presunto autor lleva todos estos años encerrado en la cárcel. Acompañado de Estíbaliz, colega y amiga de Unai y bajo la dirección de la comisaria Alba Díaz de Salvatierra, la investigación nos llevará a callejear por la ciudad, acercarnos a sus tradiciones religiosas, a sus fiestas, a su pasado plagado de ritos mágicos que ahondan en las más arcaicas mitologías y que todavía marcan la forma de ser y pensar de los habitantes de la zona. Es un thriller muy bien elaborado, donde la información nos va llegando al mismo ritmo que la recibe el protagonista, que se encuentra rodeado de unos personajes totalmente creíbles, muy actuales y realistas, Todo el relato se nos va contando en primera persona por parte de Unai cuya voz suena en ocasiones como la de aquellas películas antiguas de género negro donde el protagonista, generalmente un detective privado, nos iba contando, mediante una voz en off, los hechos a los espectadores; ese elemento narrativo nos hace vivir la acción como si estuviéramos aún más cerca de los personajes, ya que nos identificamos con uno de ellos, el protagonista, y nos situamos un paso más cerca de lo habitual a toda la trama que nos rodea. Debo confesar que, en mi caso particular, me he sumergido de tal manera en la historia, me he creído tanto la historia que nos cuenta Unai de su propia voz, que al final de la novel me he sorprendido al comprobar que los agradecimientos estaban escritos ¡por una mujer! Se me había llegado a olvidar que la autora no era el protagonista, tan metida como estaba en la ficción, especialmente en los último capítulos que se leen prácticamente sin respirar. Casi esperaba que fuera el propio Unai el que se despidiera de los lectores al final del libro.

No cabe duda de que se trata de una de las mejores lecturas que he podido disfrutar en los últimos tiempos y no puedo más que recomendarla. Y planificar ya mi próxima escapada a tierras alavesas, que me he quedado con ganas de conocer la Ciudad Blanca. 

miércoles, 6 de julio de 2016

El ruiseñor

De entre la multitud de novelas que revisitan año tras años desde diferentes ángulos la IIGM, tema inagotable a la vista de la cantidad de libros que sobre ella siguen publicándose constantemente, pues de entre esa multitud, decía, de vez en cuando sobresale uno en concreto por encima de los demás. Como el año pasado ocurrió con "La luz que no puedes ver", este verano está claro que "El ruiseñor", la exitosa novela de Kristin Hannah, es la apuesta segura para los que no nos cansamos de ahondar en el citado tema, en seguir ahondando en los aspectos humanos e históricos de la peor guerra que ha conocido el mundo hasta el momento. En esta ocasión nos volvemos a situar en la Francia ocupada donde conocemos a las hermanas Rossignol, Vianne e Isabelle, protagonistas de una historia familiar dolorosa en la cual, tras perder a su madre demasiado jóvenes vieron como su padre, afectado por las secuelas psicológicas que le quedaron tras su participación en la Gran Guerra, se ve incapaz de ocuparse apropiadamente de sus hijas a las que deja al cuidado de unos familiares poco afectuosos y se aleja de sus vidas, dejando a las dos hermanas con una inmensa sensación de abandono que a ambas les cuesta superar. Cada una de ellas afrontará su vida de distinta manera, cada una de acuerdo con su carácter: Vianne, calmada y temerosa, se casará pronto con su primer novio y formará una pequeña familiar; Isabelle, atrevida y lenguaraz, será la rebelde, la que no se adapta a ninguna escuela, la que busca constantemente llamar la atención, una manera como cualquier otra de reclamar el cariño familiar del que la privaron. Las hermanas nunca lograrán una relación fácil. 

Con el trascurso de los años, la guerra amenaza nuevamente a Francia, Vianne permanecerá en el pueblo donde ejerce de maestra con su hija mientras que su marido es llamado a filas. Isabella, expulsada nuevamente de otro colegio, regresa a París, donde desea permanecer junto a su padre, ayudarle en la librería que este regenta y cree ser capaz de volver a consolidar sus lazos afectivos con él. Allí les sorprenderá la ocupación alemana del país y la lucha por la supervivencia de todos aquellos que quedaron sometidos al gobierno nazi. El retrato de la Francia ocupada no puede dejar de recordarme en ocasiones a la maravillosa "Suite francesa" de Irene Nemirovsky; son los mismos escenarios, el pueblo tranquilo que se ve repentinamente inundado por los jóvenes soldados alemanes, la forzada convivencia con los invasores, la resistencia oculta al invasor. En la sumisa Vianne tenemos a la Francia sometida que acepta contra su voluntad la impuesta convivencia para tratar de evitar en la medida de lo posible los horrores de la guerra, por salvar a su familia de la brutalidad nazi, mientras que la rebelde Isabelle representa la Resistencia, a los que siguieron luchando en la clandestinidad arriesgando en ello su vida para liberarse lo antes posible del yugo invasor. Dos posturas ante la vida, dos formas de resistir en una guerra.
"- Pétain nos ha salvado de pasar otra vez por eso. Nos ha mantenido a salvo. Ha parado la guerra. Ahora Antoine y nuestros hombres volverán a casa.
- ¿A un mundo de Heil Hitler? (...) «La llama de la resistencia francesa no debe apagarse», eso es lo que dijo De Gaulle. Tenemos que luchar con los medios de que dispongamos. Por Francia, Vi. Para que siga siendo Francia.
- ¿A un mundo de Heil Hitler? (...) «La llama de la resistencia francesa no debe apagarse», eso es lo que dijo De Gaulle. Tenemos que luchar con los medios de que dispongamos. Por Francia, Vi. Para que siga siendo Francia."
Esta puede ser otra novela más sobre la guerra, pero lo cierto es que cada vez se cuenta una historia diferente, nunca se repite, aunque se cuenten los mismos horrores, aunque se parezcan unas a otras y es que fueron tantos los miles de víctimas en tantos lugares distintos que siempre quedarán historias por contar. Y si estas se cuentan de una manera tan emocionante y conmovedora de principio a fin como es el caso de esta novela, está claro que justifica sobradamente que se sigan contando. Este es el retrato de las mujeres en la guerra, las que entraron en la Resistencia y también las que permanecieron en sus casas tratando de sobrevivir al día a día al lado del enemigo, conviviendo con él, alojándolo en su propia casa, compartiendo mesa y odiándolo al mismo tiempo. Todas ellas merecen ser reconocidas, valoradas y comprendidas y esta novela lo hace sin duda alguna.