viernes, 25 de mayo de 2018

Muertes pequeñas

Con "Muertes pequeñas", este libro que novela hechos reales de la mano de Emma Flint, nos situamos en el verano del 65 en Queens, Nueva York. El ambiente opresivo e inquietante que nos envuelve no se debe exclusivamente al tórrido calor propio de las fechas en las que se desarrollan los hechos, sino que es un ambiente de desasosiego que recorre todo el relato, somete a los personajes y contagia al lector de esa incómoda sensación de encontrarse ante hechos terribles que nos hacen temer que lo peor de la maldad humana se esté presentando ante nosotros, aunque no podemos estar seguros de lo que es cierto o no.

Sabemos desde el principio que Ruth Malone es inocente, tenemos la seguridad, porque así lo declara ella, de que alguien se ha llevado a sus hijos y ella está sufriendo por ellos, no podemos evitar creer su testimonio, pero la mirada de los demás sobre ella, lo que ven al mirarla nos hace dudar todo el rato. Lo cierto es que al inicio del relato ya nos la encontramos presa en la cárcel rememorando aquellos días, la desaparición, la angustia, las sospechas de los policías que desde el primer momento apuntan hacia ella. Cuando ocurrió la desaparición, Ruth se encontraba en mitad de un proceso separación y debatiendo sobre la custodia de los hijos. Ruth no es una madre modelo ni una mujer perfecta en absoluto pero sabemos que adora a sus hijos y lucha por darles una buena educación y una infancia feliz. Es cierto que bebe de más, fuma sin parar, le gusta arreglarse, maquillarse, trabaja de camarera por las noches y tiene romances con varios hombres, pero de ahí a quitarse a sus hijos de en medio hay mucho trecho ¿Sería capaz una madre de matar a sus hijos? Nos hacemos esa pregunta mientas observamos su comportamiento frío, la manera como evita llorar en público, como se esfuerza por mantener un buen aspecto en medio del drama que está viviendo. Sabemos que está destrozada por dentro porque la vemos en su casa cuando nadie más la observa pero la cara que da al exterior no le granjea las simpatías de los que la juzgan como una mala mujer. Todos la han condenado desde el principio, empezando por Devlin, el policía a cargo del caso, que se esforzará a toda costa para que todo apunte hacia la culpabilidad de Ruth, sea cual sea la realidad de lo ocurrido, lo vemos más empeñado en confirmar sus tesis que en descubrir la verdad.

Pete Wonicke, por su parte, es un periodista que encuentra su gran oportunidad de lucimiento cuando le ofrecen cubrir la desaparición de los niños. Observa a Ruth y su entorno, a los policías que la investigan y se llega a obsesionar con ella, una mujer diferente a todas las que ha conocido hasta entonces, la sigue, se involucra en su vida y dedica todo su tiempo a buscar testimonios o hechos que la exculpen de las terribles acusaciones que pesan sobre ella.

Nos enfrentamos a lo largo de la lectura a prejuicios, murmuraciones, falsa moral, puritanismo, a personas que juzgan en base al aspecto exterior y no se preocupan por ahondar en el interior de Ruth, porque no les interesa. El resultado es una dura novela que nos hace reflexionar sobre la condición humana, sobre su capacidad para el mal, sobre la imagen que nos formamos de los demás, sobre el amor maternal y las dificultades que la maternidad plantea a las mujeres, a su libertad y a su identidad como personas y al peso de la culpa de no estar haciendo bien las cosas.
"Ese hombre, Devlin, no tenía ni idea de eso. Ninguno de ellos, en realidad. Todos tenían sueldos de hombres y contaban con la ayuda de sus esposas para lidiar con el ruido y el desorden, con los problemas de Jimmy en la escuela o con el estrés de la pequeña Susie cuando no quería comer verdura o con el bebé que no paraba de llorar.
No sabían nada de la culpa. No eran madres."

viernes, 18 de mayo de 2018

El hilo azul

La familia Whitshank, protagonistas de esta novela de Anne Tyler, "El hilo azul", gira emocionalmente en torno a Denny, el hijo hosco y esquivo y al tiempo cariñoso y entregado, que va y viene sin dar explicaciones, al que cualquier comentario puede ofender y hacer que se le pierda de vista durante meses o más aún. Abby y Red, sus padres, desean que Denny les permita disfrutar de su nieta y que conserve el contacto con la familia, que se mantenga cerca de sus padres y hermanos. Pero la historia familiar no comienza con Denny, como es lógico, se retrotrae algunos años atrás, aunque tampoco muchos. El abuelo Junior es el primero del que se tienen noticias, aunque nada más se sabe sobre sus orígenes. Nos volvemos a lo largo de la lectura atrás en el tiempo, hacia las historias de cómo el abuelo se enamoró de una casa y la de cómo la tía Merrick le robó el novio a su mejor amiga, pequeñas o grandes anécdotas que configuran las bases del pasado común. Y según vamos repasando el pasado vamos profundizando en el conocimiento de cada uno de los miembros de la familia y llegamos a encontrarnos con otras historias sorprendentes e inesperadas que nos harán conocer cómo eran los padres o los abuelos cuando eran jóvenes, a veces tan diferentes de la imagen que de ellos tienen en la actualidad sus hijos y nietos.

Aunque los personajes del presente acaparan la mayor parte del relato, comparten el protagonismo con aquellos del pasado: los abuelos Witshank fundadores de la saga y los propios padres cuando todavía eran jóvenes. La narración no nos va a deparar giros trágicos ni grandes sorpresas que al salir a la luz socaven la realidad, pero sí pequeños secretos (o algunos no tan pequeños) que van configurando y dibujando la historia familiar. La cotidianeidad, la convivencia familiar, los grandes y pequeños dramas de cada uno, el paso del tiempo, los padres que envejecen, los hijos que se convierten así mismo en padres, las relaciones familiares complejas entre personas que se quieren pero entre los que los conflictos son, así y todo, inevitables, personajes unidos por la fuerza de la sangre aunque no siempre sea preciso ese nexo para mantener unidos a los miembros de una familia. La lectura de esta novela nos permite contemplar la existencia de unos personajes que son personas con sus fortalezas y debilidades, con sus brillos y sus sombras, no tan diferentes en ocasiones a las nuestras propias.

viernes, 11 de mayo de 2018

SPQR. Una historia de la antigua Roma

El ambicioso objetivo que se marca la profesora británica Mary Beard, erudita especialista en estudios clásicos, con esta obra, "SPQR. Una historia de la antigua Roma", es resolver un enigma monumental: "(...) la cuestión de cómo pudo una diminuta e insignificante aldea del centro de Italia convertirse en una potencia que dominó un territorio tan extenso en tres continentes."

Para resolver este misterio la autora nos invita a un repaso en profundidad por dos mil años de historia de la Antigua Roma pero no se limitará sólo a exponernos una mera acumulación de hechos y datos, sino que nos conduce a través de una intensa reflexión sobre personajes relevantes y sobre otros menores también, sobre las causas que llevaron a aquella ciudad a adquirir la prevalencia que alcanzó, las luchas intestinas, el carácter de sus gobernantes... decenas de elementos que configurarán la compleja época que se trata de analizar.

Desde los orígenes de la Roma arcaica de la que tan pocos datos se conocen, la obra repasa los distintas leyendas fundacionales comenzando por los famosos Rómulo y Remo, pasando por los primeros reyes míticos, los primeros pobladores de la urbe, todo o casi todo ello basado en datos inciertos y posteriormente reinterpretados, reinventados y manipulados, siempre con el objeto de presentar unos honrosos orígenes a la altura del posterior esplendor que alcanzaría la ciudad. Llegarán después la República, el Imperio y finalmente la caída de Roma, todas esas etapas son analizadas, explicadas, revisadas a los ojos de los propios romanos de cada época y a la vista de lo que en la actualidad conocemos tratando de interpretar los hechos tanto desee la mentalidad de aquellos que los protagonizaron como de nuestra actual visión.

Y es que descubriremos que desde el principio la Historia se ha creado y manipulado en función de los intereses de aquellos que tenían el poder, que los sucesos se han ocultado, disfrazado, ocultado o ensalzado y comprendemos que la gran dificultad del historiador está en navegar por los documentos, restos arqueológicos, obras escritas o esculpidas en piedra, obras literarias o pintadas en los muros y ser capaz de distinguir la datos reales de la propaganda o directamente de la falsedad interesada. Comprobaremos que la imagen de los Césares se ensalzaba o se echaba por tierra en función de los intereses de sus sucesores inmediatos, que la realidad se adaptaba a las necesidades del gobernante y que las amistades u odios podían configurar lo que los habitantes del amplio Imperio conocían de lo que ocurría en Roma, cosa que, por otra parte, tampoco afectaba directamente a unos ciudadanos que por lo general jamás viajarían más allá de unos pocos kilómetros de su lugar de origen, por lo que quedaban muy al margen de las conjuras del poder central.

La obra discurre por todas las épocas pero también por todos los niveles de la sociedad: desde la urbe de Roma hasta las provincias más alejadas, de los ciudadanos libres a los esclavos, de los ricos a las clases desposeídas, del Senado a los bares, de las grandes villas a las insulae urbanas o a las granjas más humildes, el estudio abarca diferentes aspectos de una sociedad heterogénea y múltiple profundizando en aspectos sociales, políticos, ideológicos, antropológicos y mostrando su complejidad y diversidad.

No estamos ante una "biografía novelada" de la ciudad al estilo de las amenas obras de Steven Sailor sobre la historia de grandes capitales mundiales, sino ante un profundo ensayo histórico que no se dedica tanto a narrar hechos como a discutirlos, a tratar de aclarar falsas creencias, a iluminar zonas oscuras, más que a quedarse en las anécdotas o episodios ya conocidos por todos, se plantea los conceptos, los principios y los valores sobre los que se cimentó el desarrollo de aquel primer asentamiento a las orillas del Tíber hasta convertirse en el mayor imperio conocido en la Historia Antigua.

viernes, 4 de mayo de 2018

Apegos feroces

"La relación con mi madre no es buena y, a medida que nuestras vidas se van acumulando, a menudo tengo la sensación de que empeora (...) Últimamente estamos a malas. La manera que tiene mi madre de «lidiar» con los malos momentos es echarme en cara a gritos y en público la verdad. Cada vez que me ve, dice: «Me odias. Sé que me odias»."
Vivían Gornick nos ofrece en "Apegos feroces" una autobiografía donde desfila gran parte de su vida contada a través de la relación con su madre, una constante tensión entre el amor y el odio, una relación de madre e hija atípica pero que contiene los elementos habituales que suelen darse entre toda madre y toda hija: intenso amor y conflictividad, entrega y rechazo, historias compartidas y sueños individuales. Ambas viven en NY y pasean frecuentemente por sus calles evocando antiguas anécdotas familiares, desde la llegada procedentes de Rusia, los años del Bronx durante la Gran Depresión donde la madre compatibiliza la crianza con el activismo político, rodeadas de vecinas incultas y luchadoras, un mundo básicamente femenino, una comunidad de vecinas judías donde la solidaridad y la competencia tienen el mismo peso. El resultado será una educación sentimental insuficiente basada en el modelo de amor inmortal de la madre por su difunto esposo frente al empleo utilitarista que de los hombres hace su joven vecina, lo que convertirá a Vivian en una mujer a la que resultará difícil encontrar el amor, ni siquiera será capaz de reconocerlo cuando lo tenga ni sabrá conservarlo durante mucho tiempo, demasiado analítica, demasiado racional para ser romántica, demasiado pendiente de cumplir con lo que se espera de ella como esposa o amante.

A base de constantes discusiones, desacuerdos entre una madre fuerte e intensa, viuda trágica de gran carácter, judía y comunista y una chica que sueña con escribir, con alejarse de su madre, de superarla, van pasando los años y continúan los paseos por la ciudad, las conversaciones y las discusiones. La hija confía en que la formación universitaria, el convertirse en una intelectual, en una profesional independiente, le permitirá alejarse del poderoso influjo de su madre aunque acabará reconociendo que les une una fuerza superior, reconoce que su sitio estará siempre a su lado.
"Me dominaba, me hacía reaccionar contra mi voluntad. Anhelaba incesantemente alejarme de ella, pero no podía siquiera abandonar la habitación cuando ella estaba presente. Temía su regreso del trabajo, pero siempre estaba allí cuando ella volvía a casa. En su presencia, la ansiedad hinchaba mis pulmones (sufría opresión en el pecho y a veces sentía como si un aro de hierro me aprisionara la cabeza), pero me encerraba en el baño y lloraba a raudales por su culpa."
Debo reconocer que la novela está magistralmente escrita, con una profundidad en los sentimientos que te impiden quedar al margen de la relación tóxica de esta madre y esta hija, teniendo que reconocer la valentía al crear esta obra autobiográfica donde nada se ha dulcificado ni disimulado, donde se cuenta la realidad con crudeza y descarno. No es una lectura cómoda pero sí sincera y emocionante y eso siempre se agradece.