miércoles, 30 de septiembre de 2020

No cerramos en agosto

No tengo muchas ocasiones de toparme con una lectura tan divertida como está novela de Eduard Palomares, "No cerramos en agosto", un entretenido relato protagonizado por todo un antihéroe llamado Jordi Viassolo, más conocido como Solo por sus amigos, un joven apasionado por las novelas negras de detectives y las películas en blanco y negro y que consigue un puesto de becario en la agencia de investigaciones Private Eye para mantener la oficina abierta durante el mes de agosto, mientras que todos los empleados disfrutan de sus vacaciones, a excepción de Recasens, el más veterano detective de la agencia, todo un zorro viejo habituado a trabajar al modo clásico y que ni tan  siquiera tiene teléfono móvil.

Lo cierto es que el carácter no acompaña a Viassolo en sus sueños de emular a sus ídolos detectivescos ya que no es más que un tipo pusilánime sin recursos ni planes de futuro, pero por una vez decide tomar la iniciativa cuando un cliente desesperado entra en la agencia solicitando ayuda para localizar a su esposa desaparecida. Viassolo decide desobedecer las instrucciones recibidas y emprender la búsqueda de la mujer desaparecida con escasos medios y poca más información sobre el trabajo a realizar que la extraída de sus adoradas novelas, aunque, para su fortuna, contará con la inesperada colaboración del viejo Recasens. El asunto se le acaba yendo de las manos cuando se encuentra en medio de un asunto mucho más grande que los que sus escasa capacidades le permiten manejar.

Descubrimos de la mano del protagonista todas las facetas de la ciudad de Barcelona donde el turismo de japoneses y borracheras de playa convive con las tabernas de toda la vida de la Barceloneta, las terrazas que pueblan las plazas más animadas, el puerto olímpico o las noches de verbena en los distintos barrios, las fiestas en pisos de estudiantes, o los lujosos palacetes de la zona alta. Por todos esos escenarios se mueve Jordi mientras realiza sus pesquisas o se toma unas cervezas con sus inseparables amigos tan desorientados como él, cansados de trabajos precarios, afrontando la imposibilidad de independizarse, la situación del grupo de jóvenes manifiesta una crítica mordaz del sistema económico actual, de los efectos de la globalización y los problemas que encara la juventud, pero sin perder en ningún momento el tono burlón y divertido.

Todo ello da como resultado un thriller detectivesco con el telón de fondo de la especulación inmobiliaria pasado por el filtro del humor y el efectivo y exitoso recurso del protagonista ridículo convertido en héroe por accidente que permite empatizar fácilmente con todas las penalidades que sufrirá en esta divertida y en ocasiones desmadrada historia.

jueves, 24 de septiembre de 2020

Normal people

Porque algunas veces (que no muchas) me dejo llevar por la corriente de lo que los demás leen y confío en que lo que a otros les maravilla también me puede encantar a mi, pues por eso, decía, a veces me pasa como con "Normal people", esta novela de Sally Rooney de la que tanta gente viene hablando y que ha quedado algo por debajo de las expectativas que me había creado sobre ella. Pero no por eso voy a dejar de recomendar su lectura a aquellos que, una vez finalicen de leer esta reseña, les pueda resultar atractivo el universo reflejado en el libro.

La novela está protagonizada por dos adolescentes residentes en Carricklea, una pequeña población al oeste de Irlanda. Connell es un chico popular en el instituto, un triunfador en un grupo donde se llevan las relaciones insustanciales basadas en el sexo banal y fácil y donde la popularidad es el tesoro más preciado a alcanzar. Marianne por su parte es una chica solitaria y bastante antisocial, hace su vida apartada del resto de chicos que la tachan de rarita y sufre incluso bullying por parte de algunos de ellos. Además, Marianne pertenece a una familia adinerada, tal vez la más rica del pueblo y vive en una gran casa donde la madre de Connell trabaja como empleada doméstica. Cuando en el último año de instituto ambos inician una relación clandestina, Connell se esfuerza por que nadie se entere de ello. Pero lo cierto es que los momentos que pasan juntos son los mejores de su vida, en especial para Marianne que es bastante desdichada en su propia casa donde la relación con su familia no es fácil. Llega el momento en que Connell se debate entre ir a la universidad cercana junto a la mayoría de sus amigos, donde continuar una vida despreocupada rodeado de gente que conoce y que le aprecia o irse a Dublin como Marianne a estudiar en Trinity, una oportunidad que se les presenta a ambos gracias a sus buenas calificaciones, y donde se les plantea la posibilidad de conocer nuevas personas y cambiar su estilo vida. 

La experiencia en la universidad de Trinity supone todo un nuevo mundo para ambos donde encuentran que los papeles se intercambian y ahora Connell resulta ser un chico de pueblo sin auténticos amigos, que no encaja en el ambiente snob y superficial, mientras que Marianne conoce el éxito social y se adapta al nuevo entorno, frecuentando a estudiantes adinerados como ella y deseosos de nuevas experiencias. La relación entre ambos atraviesa distintas etapas, desde la complicidad más cercana a la falta de comunicación, dependiendo del momento. Mantienen a pesar de las separaciones ocasionales, una conexión especial que más allá de la amistad, parecerían la pareja perfecta si no fuera porque cada uno evoluciona a un ritmo distinto, cada uno busca cosas diferentes en sus relaciones. Se esfuerzan por conservar viva su amistad, aunque esta oscila de nivel e intensidad, tratan de mantenerse en contacto aún estando separados, se escriben constantemente pero desechan la posibilidad de volver a ser pareja. Con el transcurso de los años ambos pasan por distintas experiencias y relaciones, van creciendo y madurando, buscando su camino en el mundo, todo es más complicado que cuando eran unos adolescentes. Ven el mundo de modo diferente, buscan la felicidad por vias distintas. Marianne siempre preocupada por asuntos sesudos, se interesa por la paz mundial, los conflictos de Oriente Medio y la política internacional; a pesar de su aparente éxito, su baja autoestima le hace sentirse permanentemente insatisfecha, insiste en embarcarse en relaciones tóxicas que no le aportan felicidad. Connell halla el equilibrio en la sencillez de una relación con una buena chica estudiante de medicina, satisfecho con la estabilidad material que le otorga el recibir una beca completa que le permite despreocuparse del aspecto económico, sueña con convertirse en escritor, mientras que para Marianne que recibe misma beca, esta representa más un asunto de prestigio y superioridad intelectual.

Tal vez no soy el público objetivo que cae rendido ante esta historia de amor-desamor-amistad-crecimiento absolutamente contemporánea y dirigida más bien a adultos jóvenes que se sientan más cerca de los conflictos que enfrentan los protagonistas en su acceso al mundo adulto, que se vean identificados con las separaciones originadas por una beca Erasmus, con la insatisfacción derivada de las relaciones insustanciales basadas sólo en el sexo, con la presión de la opinión de los amigos o el sentirse integrado en un grupo como fuente y alimento sustancial de una alta autoestima. Lo cierto es que yo no la he encontrado tan fascinante como aquellos críticos literarios que la han considerado como la mejor novela del año en Gran Bretaña. Supongo que no he logrado conectar con los protagonistas como para caer rendida a sus pies, si bien he simpatizado bastante más con Connell, y aunque entiendo las inquietudes propias de la edad, el deseo de confirmar su personalidad, de descubrir para qué sirven y hacia dónde dirigir sus pasos, de configurarse como adultos en un mundo que no satisface sus ansias más profundas, no he sentido tanta atracción por la atormentada e insegura Marianne. Todos esos conflictos emocionales los he sufrido con ellos, pero creo que me ha afectado la brecha generacional que nos separa. Tal vez se necesite ser milenial para disfrutar plenamente de esta novela, porque estoy segura de que es posible que algún lector se enamore de estos personajes y los sienta más cercanos de lo que yo los he sentido. A esos lectores que deben de existir por ahí fuera o que quieran intentar encontrar esta conexión les recomiendo con intensidad esta lectura. ¡Ojalá tengan más suerte que yo!

viernes, 18 de septiembre de 2020

Confusión (Crónicas de los Cazalet 3)

Continúo avanzando sin demasiada prisa pero sin pausa por las Crónicas de las Cazalet de Elizabeth Jane Howard y le toca en este caso el turno a la tercera entrega titulada "Confusión" que abarca el periodo que va desde marzo de 1942 hasta el final de la guerra en Europa en mayo del 45. Durante estos años los distintos miembros de la familia Cazalet continúan con sus vidas, a pesar de la guerra, algunos residiendo en Londres y otros permaneciendo en la casa familiar de Home Place. Tras la muerte de Sybil, Hugh se centra en el trabajo con el apoyo fundamental de su hija mayor, Polly. Edward continúa su romance extramatrimonial con la ahora viuda Diana Mackintosh, con la que ha tenido una hija, mientras que su esposa Villy acepta resignada su cada vez más fría y distante relación matrimonial, aunque ajena a las causas reales de este distanciamiento. Rupert continúa desaparecido en Francia mientras que su hija Clary va convirtiéndose en una jovencita responsable y sensata que comparte piso con Polly y que poco a poco va mejorando su relación con su joven madrastra, Zoë, dedicada al cuidado de la pequeña Juliet; perdida prácticamente la esperanza en el regreso de su esposo, trata de adaptarse a los ritmos y costumbres de su familia política y comienza a retomar algo de su vida social en Londres. También las primas mayores van tomando más protagonismo según se convierten en adultas. Louise contrae matrimonio con famoso artista destinado ahora en el Ejército y se encuentra convertida en una joven esposa, esperando un hijo y sintiendo que la vida de casada no es lo que esperaba, mientras que su prima Angela lleva una vida desordenada en Londres donde alterna su trabajo en la BBC con una frenética vida social plagada de escarceos sentimentales y salidas nocturnas, aunque sin lograr satisfacción alguna ni aclarar el rumbo que va tomando su vida. Nora, que siempre soñó con convertirse en monja, acaba casada con un excombatiente seriamente incapacitado. La tía Rachel sigue volcada en el cuidado y atención de todos los miembros de la familia, en especial de los más mayores: el Brigada, la Duquesita y las viejas tías, lo que repercute en su complicada relación con su amiga Sid, que acaba encontrando alguien que la admira y le dedica más atención. Especial relevancia adquiere Archie Lestrange, el amigo francés de Rupert que les trajo a los Cazalet las últimas noticias conocidas sobre el paradero de aquel y que se convierte en consejero y confidente de varios miembros de la familia, anima sus reuniones familiares y alguna jovencita cae incluso enamorada de él.

Los personajes evolucionan y crecen en cada una de las entregas según avanzan los años; los asuntos domésticos no cesan nunca de procurar novedades, como no puede ser de otro modo tratándose de una familia tan amplia, algunos más inocentes como los caprichos y juegos de los más pequeños o los planes de futuro de las chicas y otros de mayor relevancia como infidelidades, tristezas por la ausencia de seres queridos e insatisfacción con la vida. A pesar del drama que vive el país, la vida continúa avanzando y encuentra un sitio para el amor, las pasiones, los sueños y las esperanzas. 

Los capítulos se adentran en cada uno de los personajes a los que a veces retrata con crudeza según estos se van desnudando a través de diarios, cartas o reflexiones en las que muestran su verdadero ser, sus debilidades,  aspiraciones y dudas, no tanto por medio de las conversaciones en las que no siempre se muestran sinceros, sino más bien cuando se expresan a través de monólogos internos en los que confiesan lo que realmente les inquieta y preocupa. La autora se muestra incisiva también al retratar el carácter de los ingleses como sociedad, su distanciamiento de lo que ocurre en el resto Europa, su frialdad de carácter pero también el estoicismo con el que afrontan las penurias causadas por la guerra. Espero no tardar mucho en embarcarme en la siguiente entrega de la serie y descubrir por qué rumbos navegan los Cazalet, una vez finalizada la guerra y retomada la normalidad de su día a día, pero eso ya será otro libro.

viernes, 11 de septiembre de 2020

La nena

Por fin encontré el momento para disfrutar de la conclusión de la trilogía protagonizada por la inspectora Elena Blanco y su equipo de policías, obra de la misteriosa escritora de identidad desconocida Carmen Mola y uno de los más exitosos fenómenos editoriales de los últimos años en nuestro país y, porqué no decirlo, uno de los más merecedores de dicho éxito, vista la voracidad con la que sus entregados lectores hemos devorado y recomendado cada una de sus entregas. En "La nena", última novela de la serie, una vez que Elena Blanco ha abandonado la Brigada de análisis de casos tras el dramático desenlace de la última investigación a la que se dedicaron y en la que la inspectora recuperó a su hijo, al que venía buscando desde hacía tantos años, para volver a perderlo de manera trágica y definitiva, el equipo continúa trabajando bajo la dirección provisional de Chesca y añadiendo a su nómina un nuevo fichaje: la joven agente Reyes Rentero, sobrina del comisario jefe, aunque deseosa de hacerse valer por sí misma al margen de la etiqueta de enchufada con la que aterriza en la brigada. Nada más comenzar la novela, Chesca cae en una trampa y es secuestrada por un peculiar individuo. La brigada en pleno inicia de inmediato su búsqueda, lo que llevará a poner al descubierto la vida personal de la compañera secuestrada, su pasado y los secretos que trataba de ocultar. Elena Blanco no podrá evitar involucrarse en esta misión, a pesar de encontrarse apartada de la policía, dedicada ahora a labores de beneficencia y demás actos sociales, para regocijo por fin de su madre. En su regreso de lleno a la tarea policial, Elena deberá asumir que Zárate, con quién mantuvo un complicado romance, había iniciado una nueva relación con Chesca, lo que en ocasiones puede interferir en la manera en que ambos encaren esta investigación. Según esta avance, irán descubriendo una serie de asuntos sobre los que Chesca estaba realizando investigaciones personales en paralelo a los procedimientos oficiales, lo que provoca en el equipo una mezcla de interés profesional junto con la pura curiosidad personal por conocer estos aspectos más ocultos de la vida privada de la compañera desaparecida.

La novela nuevamente, como ocurría con sus predecesoras, es un frenesí continuo desde la primera página hasta la conclusión, con una acción trepidante organizada a base de capítulos cortos que enganchan de tal modo que te obligan a seguir adelante pasando páginas sin parar, aún a pesar de la abundancia de escenas violentas y personajes sórdidos y absolutamente desagradables que abundan en la historia. Lo cierto es que la autora sabe combinar a la perfección las escenas más emocionantes con los profundos retratos de los personajes en los que se nos muestran sus preocupaciones, problemas y más profundos sentimientos de tal modo que es difícil dejar reposar la novela y prueba de ello es que yo misma, que no soy una lectura especialmente veloz, me la he liquidado en apenas tres días. La pena es que no se prevé que la serie continúe, aunque siempre podemos confiar en que la cabeza pensante que se oculta tras esta saga ya tenga en marcha alguna otra obra capaz de hacemos vibrar de igual modo. ¡Ojalá!

domingo, 6 de septiembre de 2020

El intercambio

En tiempo de vacaciones veraniegas lo que apetece son lecturas sencillas, emocionantes y que permitan la evasión, algo que prometía el argumento de "El intercambio" de la autora británica Rebecca Fleet, una historia que aborda el inquietante asunto del riesgo que puede conllevar un intercambio vacacional de casas cuando no sabes a quién estás permitiendo verdaderamente entrar libremente en tu domicilio. La pareja protagonista, el matrimonio formado por Caroline y Francis, atraviesa un mal momento; en realidad se encuentran al borde del desastre. Tras los problemas de adicción sufridos por Francis recientemente, la creciente falta de comunicación, sumado a una aventura extramatrimonial de Caroline con un compañero trabajo hace un par de años, el matrimonio todavía se esfuerza por subsanar las heridas sufridas. Con la idea de tratar de reconducir la relación y cambiar de aires, a Caroline se le ocurre la idea de realizar un intercambio de casas, ofreciendo por unos días su vivienda en Leeds a cambio de una casa cerca de Londres a donde planifican realizar una escapada en pareja y volver así a reactivar su relación conyugal. Pero pronto descubrirá en la nueva casa muchos detalles casi inapreciables que le recuerdan constantemente a su antiguo amante, lo que le impide centrarse por completo en su propia relación matrimonial. 

Al mismo tiempo que Caroline va contando su versión de los hechos, dirigiéndose siempre a un oyente al que tardamos en identificar, otro personaje nos describe cómo toma posesión de la casa de Caroline, no sabemos quién es ni entendemos qué es lo que busca con tanto interés, lo que provoca que la lectura sea confusa durante algún tiempo hasta que va aclarándose el papel de cada uno, además de que constantemente vamos pasando del presente al pasado, repasando los peores momentos en la relación del matrimonio, la caída de Francis en la adicción, la relación extraconyugal de Caroline, su sentimiento de culpabilidad por no estar cumpliendo como esposa ni como madre. Nos encontramos con multitud de temas entrecruzados y distintos momentos temporales que no siempre resultan claros. Con los vaivenes adelante y atrás no siempre contamos con la seguridad de si Caroline quiere arreglar su matrimonio o si lo que realmente desea es regresar con su antiguo amante, lo que provoca cierta confusión al lector, junto con algunos momentos en que el ritmo se estanca o nos encontramos frente a unos personajes a los que es difícil etiquetar, que no sabemos si situar en el bando de los buenos o de los malos (incluso con Francis me ha ocurrido que no sabía muchas veces si era una víctima o un cretino, si compadecerlo u odiarlo) Todos estos elementos suponen cierta rémora en la experiencia lectora.

Cómo conclusión, diría que nos encontramos frente a un nuevo domestic noir de los que tanto abundan últimamente, con un toque de sexo, mentiras y casas ajenas, más centrado en las relaciones personales, en el engaño, las dudas, la desconfianza, que en el aspecto puramente de thriller que parecía prometer porque no hay asesinato, aunque sí alguna muerte y las amenazas se centran más en lo personal e íntimo que en un posible riesgo físico como tal, con lo que, si bien es entretenida de leer y resulta bastante inquietante por momentos, finalmente resulta ser más un drama intimista que la emocionante historia de suspense con la que pensaba encontrarme. Cosas que pasan con las expectativas incumplidas.