sábado, 28 de diciembre de 2019

La librería de los corazones solitarios

Reconozco que cuando me embarqué en la lectura de "La librería de los corazones solitarios", novela del australiano, y para mi absolutamente desconocido, Robert Hillman, esperaba encontrarme con una lectura más bien ligera y sensiblera, porque el titulito es de los que se las traen, aunque bien es cierto que las reseñas que sobre ella había visto me inclinaban a pensar que me podría gustar, como así ha sido finalmente, aunque la historia con la que me he encontrado no tuviera mucho que ver con aquella que me esperaba de inicio.

La verdad es que el argumento supone una curiosa mezcla de novela romántica en el escenario de la Australia rural, combinado con el relato de la persecución sufrida por los judíos antes, durante y después de la II Guerra Mundial en Europa. Un cóctel sorprendente cuanto menos protagonizado por Hannah Babel, una mujer bastante extravagante, casi podría denominarse una snob, que llega hasta un pequeño pueblo australiano con la idea de abrir una librería y dedicarse a dar clases de música, dos actividades que resultan sorprendentes en una localidad de gente sencilla, trabajadores de las granjas ovejeras y con pocas aspiraciones culturales, al menos en un principio. Cuando Hannah se enamora de Tom Hope, un hombre más joven que ella dedicado a la cría de ovejas, con un matrimonio recientemente fracasado y un pequeño hijo al que ha criado como suyo sin serlo, a nadie le parece que constituyan una pareja ideal. Pero sorprendentemente, tanto el matrimonio como el negocio de los libros parece que pudieran llegar prosperar con algo de esfuerzo por ambas partes.

Con el paso del tiempo, Tom irá descubriendo lo que se oculta tras el difícil e impredecible carácter de Hannah, cómo su pasado ha dejado su huella en esa mujer que, tras vivir entre las mentes más brillantes de Budapest, rodeada de pensadores, políticos y literatos, su condición de judía la hizo terminar en Auschwitz, de donde logró sobrevivir pero perdiendo allí a toda su familia. Tras la liberación del campo, todavía tendría que vagar desde Polonia hasta Berlín y de allí regresar a su Budapest natal, pasando por infinidad de penalidades hasta decidirse a cambiar totalmente de vida gracias a un contrato como profesora de música en la lejana Australia.

La lectura de esta novela ha supuesto una experiencia bastante emotiva, un ejemplo de la capacidad humana para reponerse y superar hasta los más oscuros episodios; un canto a la esperanza encarnada en la figura de los niños y a la fuerza del amor capaz de curar las heridas más profundas. Todo eso que normalmente puede sonar bastante cursi, lo resuelve con mucha habilidad el autor que no se deja llevar por más sensiblería de la necesaria, sino que mantiene un equilibrio justo entre el drama y la sobriedad, entre el mundo sencillo de Tom y la convulsa experiencia vivida por Hannah, haciendo que ambos terminen por crear una nueva vida en común donde sus experiencias pasadas les sirvan para afrontar un futuro prometedor. Una buena novela de sentimientos que fomenta la esperanza en la capacidad del amor como cura para las heridas y superación del pasado.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Las ventanas del cielo

Se puede afirmar sin dudarlo que "Las ventanas del cielo" de Gonzalo Giner es una novela de aventuras con mayúsculas, una de esas historias donde los protagonistas recorren innumerables escenarios, en muchos casos exóticos, donde sufren extraordinarias peripecias, sortean grandes peligros, conocen personajes peculiares, se crean enemigos mortales así como amigos leales y logran, a través de grandes dificultades, trazarse un camino en la vida que les llevará hasta un final de grandes éxitos. El protagonista de todas esas aventuras en este caso se llama Hugo de Covarrubias, un joven de buena familia que abandona su Burgos natal sin tener claro a qué quiere dedicarse y habiendo defraudado a su padre como hijo y como heredero natural; el joven forma parte de la caravana de carretas que transportan hasta la costa vasca los vellones de lana con los que negocia su familia, trabajando como un empleado cualquiera dedicado a las labores más duras. En Burgos queda su hermanastro Damián que logra hacerse con el mando de los negocios familiares y Berenguela, amiga desde la infancia de Hugo y enamorada de él en secreto, hija del principal socio comercial de los Covarrubias. Damián no  sólo le arrebata a Hugo el control de la empresa, sino que además se casará con Berenguela; ansioso de arrebatarle a su hermanastro todo lo que le pertenece, logra convencer a su padre de que Hugo le traicionó y robó, por lo que lo aparta completamente de la familia.

Hugo deja atrás así su acomodada posición para dar inicio a una vida llena de penurias pasando por los más duros trabajos en lugares tan inhóspitos y peligrosos como un barco ballenero que le llevará hasta Terranova o una mina de sal en Túnez que explotará junto a su amigo Azerwan, un beduino lleno de sabiduría y a través del cual conocerá a la bella Ubayda. Finalmente y tras sufrir numerosas penalidades acabará encontrando su verdadera vocación a través de su pasión por el dibujo que le llevará a convertirse en un virtuoso de la fabricación de vidrieras para las grandes catedrales góticas que proliferan desde Flandes a Alemania culminando en Burgos y la cartuja de Miraflores.

La acción de la novela nos traslada por escenarios de lo más variopinto pero destacan los retratos que realiza de las ciudades europeas como Brujas, Amberes o Lovaina, por un lado a través del mundo del comercio de lana que desde Castilla se suministraba a los grandes fabricantes de paños de los Países Bajos y por otra parte descubriéndonos los secretos de la fabricación de las impresionantes vidrieras que decorarían los grandes templos cristianos de la época y que constituyen las ventanas del Cielo a través de las cuales los creyentes sentían que podían comunicarse directamente con la divinidad. Este será el objetivo que guiará a Hugo en el desarrollo del oficio que finalmente le proporcionará la paz y la estabilidad personal y familiar.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Los bienes de este mundo

Siempre es fantástico volver a tener entre las manos una novela de Irène Némirovsky, una de mis autoras favoritas de todos los tiempos, una narradora con una sensibilidad extrema para alcanzar lo más profundo de la naturaleza humana hasta sus más íntimos detalles y narrar historias donde los personajes y su manera de enfrentar el mundo que les rodea es siempre el centro del argumento.

En "Los bienes de este mundo" nos encontramos una vez más con unos protagonistas inolvidables: Pierre y Agnès se aman pero entienden que su amor es imposible ya que se encuentran en diferentes niveles sociales: él pertenece a la familia Hardelot, propietarios de la fábrica más importante de su pequeña ciudad de provincias al norte de Francia, mientras que Agnès no es más que hija de la viuda de un simple comerciante. Pierre está prometido con la adinerada Simone, un buen partido aprobado por sus padres y a Agnès la comprometerán pronto con un médico algo mayor que ella. Los enamorados se conocen desde niños, han jugado juntos todos los veranos pero éste será el ultimo que compartirán en la playa antes del estallido de la Gran Guerra que supondrá su definitiva separación, con el temor a no volver a verse de nuevo; cada uno ha de cumplir con las obligaciones que les corresponden. Han de ser muy valientes para para decidirse a tomar sus propias decisiones, para marcarse su propio camino sin someterse a los prejuicios y a lo que marcan las normas sociales, para luchar por que el amor termine venciendo.

Todo el mundo decimonónico que todavía pervivía a principios del siglo XX y que tan bien describe la autora, encorsetado en sus normas morales y sociales, terminará por sucumbir a los nuevos tiempos tras la guerra. Observamos esos cambios a través de la necesidad de Pierre de no parecerse a su padre ni, por supuesto, al tirano de su abuelo cuando él mismo se haga adulto. Lo veremos convertirse en un esposo devoto, en el padre que observa y trata de comprender a su propio hijo, que sufre cuando adivina el horror de una nueva guerra que se aproxima.

Qué maestría la de la Némirovsky para describir los lugares, los ambientes, la playa, las villas, las familias, las relaciones sociales, la guerra y sus sufrimientos y en especial los personajes. Qué capacidad la suya para hacernos conocer su carácter a través de un rasgo físico, de una prenda de vestir, de una frase, de transmitirnos las sensaciones que experimentan, sus reflexiones sobre el mundo que les rodea, sobre su propio comportamiento y el de los demás. Logra, en definitiva, que nos enamoremos de Pierre y Agnès, que los conozcamos en profundidad y veamos dentro de sus corazones y apreciemos la bondad que allí reside. Nunca me cansaré de recomendar a esta autora, una de las grandes figuras de la Literatura del siglo pasado que no tiene obras menores; todos sus libros pueden considerarse verdaderas obras maestras.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Un año en Roma

La que cuenta Anthony Doerr en "Un año en Roma" es una extraordinaria aventura: la de un escritor americano en Roma, la de un padre novato que toma un avión en Idaho junto a su mujer y sus mellizos de seis meses para cruzar el océano y aterrizar prácticamente en otro planeta. Lo que descubren a su llegada no es sólo un lugar con otra lengua y otra cultura. Roma es una ciudad donde la vida transcurre en la calle, donde todos hablan fuerte y se ríen sin pudor, donde la gente les sonríe cuando los ven empujando un carrito con dos bebés, y les felicitan por su suerte. Y en todo lo que le rodea el escritor encuentra poesía: en los monumentos antiquísimos, en las vistas desde el Gianicolo y en sus frondosos jardines con exóticos loros verdes, en las bandadas de estorninos que cubren los cielos al atardecer; pero también hay poesía en las agotadoras escaleras y las estrechas callejuelas por las que se pierden una y otra vez, en el tráfico incesante, en el colorido puesto de verduras de su calle, en las numerosas fuentes, en las ruedas de queso parmesano, en el sofocante calor del verano romano... bueno, en eso creo que no termina de encontrar poesía alguna.
"Los puerros están dispuestos como árboles nacientes descortezados; las lechugas de hoja roja se ven distantes y mudas; arden como llamas de antorcha. Sobre todo con tiempo húmedo, el mercado es luminoso: el aire un poco humeante, los puestos como arrimados para protegerse del frío, los montones de color esmeralda de espinacas, las pirámides anaranjadas de zanahorias, una docena de sombrillas hechas jirones que relucen por efecto de las gotas de lluvia. Y entonces, a mediodía, se echan las persianas, se vienen abajo los toldos, se retira el banquete y al atardecer pasamos por allí de regreso de un restaurante y lo único que queda del mercado son puestos cerrados, desperdicios en las aceras y los reflejos de las farolas en los charcos."
Las noches en vela propias de un padre novato de mellizos con un pertinaz insomnio, los problemas con el idioma y la dificultad para compaginar la gestión cotidiana de su pequeña familia con el intento de arrancar la escritura de una nueva novela son algunos de los contratiempos con los que se enfrenta Doerr. Pero lo cierto es que los lectores tenemos una ventaja sobre el autor porque sabemos que de esa beca a la que debe su estancia en Roma saldrá una maravillosa maravillosa novela: "La luz que no puedes ver", pero a él le tocará luchar por atrapar a la inspiración al vuelo y atrapar la belleza del entorno para convertirla en una obra literaria.

Saturado de tantas novedades como le rodea, del caos y la belleza inconmensurable, de la luz de Roma y el tono alto de los italianos al hablar, fascinado al descubrir restos de las culturas que existieron en ese mismo lugar hace mil o dos mil años, el autor se obliga a mantener al día un diario, germen de este libro, que será un batiburrillo entre biografía familiar, guía turística, cuaderno de notas e incluso crónica de la muerte de un Papa y el nombramiento de otro y a todo lo largo de la lectura nos maravilla con sus reflexiones, pensamientos, impresiones y observaciones sobre el arte, la belleza que le rodea, la paternidad, la creación literaria, las diferencias culturales y toda una multitud de asuntos que nos permiten acompañar a Doerr en esa magnífica aventura que supone vivir intensamente durante un año en la ciudad Eterna.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Los niños de Lemóniz

Esta novela de "Los niños de Lemóniz" es un nuevo testimonio de una parte de nuestra Historia que durante mucho tiempo nadie se atrevió a contar, pero afortunadamente hace ya algunos años comenzó a derrumbarse el muro de silencio que rodeaba al drama que supuso el terrorismo de ETA gracias a libros como "El comensal" de Gabriela Ybarra o, por supuesto, la inconmensurable "Patria" de Fernando Aramburu. Estela Baz ha dado en esta ocasión su versión contada desde el punto de vista de los niños, las más pequeñas víctimas de aquel drama que durante años marcó a tantas familias españolas pero especialmente en el País Vasco.

El gran valor de esta obra está en reflejar la vida cotidiana de las familias de los ingenieros que participaron en la construcción y puesta en marcha de la central nuclear Lemóniz, cerca de Bilbao, y que vieron sus vidas amenazadas por la banda terrorista que se subió al carro del ecologismo y defendió sus pretensiones de la única forma que conocían: mediante la amenaza, la extorsión y el asesinato. Así, las familias de los ingenieros vieron, no sólo cómo sus vidas y las de sus familias se ponían en riesgo físico, sino también cómo eran marginados de la vida social de sus propios pueblos, mirados de reojo, recibiendo constantes amenazas, veladas en algunos casos pero también directas y crueles en otras ocasiones, invitaciones nada sutiles a abandonar sus trabajos, sus casas y el propio País Vasco.

A los pequeños no les quedó más remedio que aprenden a adaptarse a fuerza de ver el miedo en los gestos y palabras de sus mayores, a atisbar a un lado y al otro desde el portal antes de salir a la calle, mirar debajo del coche antes de subir en él, cambiar de hábitos constantemente, pasear por otras calles o incluso dejar de pasear por completo, dejar de acudir a según qué tiendas o bares donde son claramente rechazados. Incluso los pequeños compañeros de la ikastola les hacen saber que sus padres son malos, que ellos son diferentes, que no encajan allí, que no son de los suyos.

Toda la novela viene narrada en la voz de una niña que relata los hechos tal y como los ve desde sus sólo cuatro años de edad, cuenta lo que ve sin comprenderlo, lo que oye desde su inocencia y transmite aquello está sucediendo sin entenderlo pero asumiendo esa realidad. Demasiado pequeña para algunas reflexiones que la autora pone en su boca o en su pensamiento, le sirve sin embargo a la autora el recurso de la mirada infantil para contar lo que vivió ella misma en primera persona, que es probable que con esa edad no lo entendería tal y como lo cuenta ahora, que los hechos estarán pasados por el filtro de la propia memoria combinada con la información recabada a posteriori y con los relatos leídos y escuchados pero, en cualquier caso, la novela logra transmitir la opresión sufrida, el modo en que cambió su vida cotidiana a causa del miedo permanente, el silencio, el aislamiento y la desconfianza con los que se vieron forzados a convivir los niños de Lemóniz y sus padres.
"Pues lo llevará por dentro, como todos nosotros. El miedo se te cuela dentro y ahí se queda agazapado mientras tú haces como si no pasara nada."
Después de terminar de leer la novela no he podido evitar navegar por la hemeroteca en busca de las noticias y documentos reales de algunos de los hechos reflejados en el relato y entre estos me he encontrado con el testimonio de Iñaki, uno de los amigos de Ángela, hijo de uno de los ingenieros asesinados por ETA que me ha impresionado vivamente y que invito a consultar. Esta es sólo es una de las muchas historias reales de tantas familias cuyas vidas quedaron destrozadas para siempre por aquellos monstruos que rondaron y atemorizaron (y aún lo pretenden) a nuestro país, apoyados por el silencio culpable de demasiados conciudadanos de las víctimas. Tal vez una novela no sirva para dar consuelo a los que sufrieron ni les va a devolver a sus muertos, pero al menos puede servir para abrir los ojos de los que no conocieron aquellos tiempos y para evitar que los demás olvidemos lo que supuso el terrorismo para nuestro país y nuestra sociedad.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Las inviernas

Si existieran un género denominado realismo mágico gallego, sin duda entre sus mejores representantes debería contarse a Cristina Sánchez-Andrade y su novela "Las inviernas". Ubicada en una remota aldea gallega durante los años 50, tiempos en los que conviven la tradición y la modernidad, el trabajo del campo y los últimos estrenos cinematográficos, los personajes que pueblan esta historia están, sin duda, llenos de magia y realismo crudo a partes iguales, comenzando por Don Reinaldo, el abuelo de las Inviernas, un hombre con sensibilidad para curar cuerpos y almas, que entendía de hierbas y de dolores. Pero la guerra lo cambió todo: el silencio y el miedo vinieron a hacer compañía al hambre y a la muerte.

Cuando las Inviernas, deciden regresar al pueblo veinte años después, Tierra de Chá continúa siendo un mundo opresivo en lo más profundo de la Galicia rural donde todos se conocen, se cuentan las historias de los padres y los abuelos, nada puede ocultarse al ojo de los vecinos que desean saber dónde han estado las hermanas desde que desaparecieron tras la muerte del abuelo y sobre todo quieren saber la razón de su regreso.

La única vía de escape que encuentran las Inviernas a su nuevo modo de vida en el pueblo es a través de las estrellas del cine a las que admiran desde que descubrieran sus películas cuando residían en Inglaterra, a donde fueron enviadas muy jóvenes a servir. El glamour de Hollywood se mezcla así con un mundo rural lleno de olores a hierbas y a sopa, los campos de cultivo, los montes y la humedad, acompañado del constante sonido de las máquinas de coser. Entre las gallinas y una vaca llamada Greta Garbo, desde una casucha que se viene abajo, las Inviernas luchan por cumplir sus sueños, escapar de los secretos de su pasado y encontrar el amor y una vida mejor.

Todo ello narrado de una manera magistral, con gran economía de lenguaje, empleando siempre la palabra justa, expresando profundos sentimientos con pocos medios, sin grandes descripciones ni diálogos más allá de lo imprescindible, ajustándose así en las formas del relato a un mundo simple en apariencia y complejo en su fondo, donde reinan el silencio y los secretos, donde tras los bucólicos paisajes del campo gallego laten los conflictos y las pasiones más intensas.

sábado, 9 de noviembre de 2019

El maestro de la inocencia

Otra vez me reencuentro con Tracy Chevalier, una de mis autoras favoritas cuando se trata de buscar lecturas con tramas absorbentes protagonizadas por personas comunes y corrientes que se enfrentan a momentos históricos complicados en medio de escenarios absolutamente atrayentes. Todo esto se cumple en "El maestro de la inocencia". Mientras que en Francia ruge la Revolución en los últimos años del siglo XVIII, también la ciudad de Londres bulle de actividad como corresponde a una gran ciudad a la que acuden gentes de toda Inglaterra buscando mejorar sus vidas y las de sus familiares. Este es el caso de Thomas Kellaway: procedente de la tranquila zona rural de Dorsetshire donde la familia se ganaban la vida fabricando sillas, realizando trabajos de ebanistería y elaborando los famosos botones de Dorset, se traslada a Londres siguiendo la invitación de Philip Astley para trabajar como carpintero en su circo permanente, ubicado en el barrio de Lambeth, situado en la orilla opuesta del Támesis frente a Westminster, tan cerca del tumulto de la ciudad y al tiempo constituyendo un mundo totalmente distinto a aquella, conservando el ambiente más propio de un pueblo cuyo corazón es el anfiteatro Astley donde se ubica el circo, con sus artistas y artesanos, que genera numerosos puestos trabajo, abundante diversión y todo tipo de actividades auxiliares en la zona.

Todo allí es nuevo para los Kellaway:  Jem, Maissie y sus padres lo encuentran todo inmenso y muy diferente al campo del que proceden. Pronto se adaptan a su nueva realidad con la inestimable ayuda de la pequeña Maggie Butterfield, una niña criada en la gran urbe, avispada y hecha a las duras condiciones de vida de la mayoría de la población que malvive en circunstancias muy complicadas.

Entre los vecinos de la calle donde viven los Kellaway destaca la figura del poeta, grabador e insigne intelectual William Blake, personaje en el que los niños descubren una figura totalmente diferente al resto de adultos con los que acostumbran a tratar: afín a las ideas revolucionarias en vigor pero también preocupado por el bienestar de los chicos y en general por el de la clase trabajadora, su casa llena de libros resultará algo absolutamente novedoso para los críos habituados a ganarse desde muy pronto la vida con duros trabajos manuales y sin recibir apenas formación.

La novela se desarrolla en el escenario fascinante y convulso del Londres de la época georgiana, comenzando por el enfrentamiento político entre los sectores monárquicos más conservadores y las nuevas ideas republicanas, los grandes problemas del trabajo infantil y la falta de educación, los peligros de la vida en las calles de la gran ciudad y de una época complicada en todos los aspectos, todo ello retratado a través de unos personajes encantadores con los que es fácil empatizar y a los que acompañamos en sus desventuras por una ciudad de Londres que siempre resulta apasionante. Otra nueva oportunidad de disfrutar con la lectura y aprender del pasado la que nos proporciona la autora de la siempre alabada "La joven de la perla"

viernes, 1 de noviembre de 2019

Eva

Regresar a una novela de Arturo Pérez-Reverte es un poco como volver a casa: estamos deseándolo siempre, aunque tardemos mucho en hacerlo y sabemos que lo que vamos a encontrar, sea antes o después, nos hará disfrutar de lo lindo. En "Eva", segunda entrega de la serie de Lorenzo Falcó, el espía buscavidas que atraviesa guerras y conflictos internacionales sin apenas despeinarse, recuperamos la maestría del autor en deleitarnos con sus descripciones de escenarios y ambientes y con la recreación de personajes que parecen sacados de la vida misma, casi siempre del lado más oscuro del ser humano, aunque por fortuna acaba asomando al fondo del todo un ligero resplandor de esperanza encarnada en algún que otro individuo digno de ser salvado de la quema general. Porque Pérez-Reverte, estoy segura de ello, tiene su corazoncito tierno oculto y protegido bajo la coraza de dureza y cinismo con la que siempre se presenta ante el mundo.

Y un poco así es su personaje Falcó: "un actor perfecto, un truhán redomado y un criminal peligroso..." pero también un hombre de principios y honor, fiel y leal amigo de sus compañeros de batallas. Vivimos a su lado la Guerra Civil desde la retaguardia, sin entrar directamente en combate, pero así y todo esta puede considerarse una novela bélica. Y es que incluso hasta una ciudad neutral como es Tánger llega el conflicto civil representado por dos barcos anclados en su puerto: el carguero "Mount Castle" que transporta el último oro del Banco de España que los republicanos han sacado del país con destino a Rusia y el patrullero del bando nacional "Martín Álvarez" que espera a que aquel salga a aguas internacionales para atacarlo. Y en torno a este episodio Falcó se reencontrará con Eva, una agente al servicio de la Unión Soviética a la que conocimos en la anterior entrega de la serie en la que ambos mantuvieron un apasionado encuentro, a pesar de trabajar para bandos rivales en la guerra. Esa es la realidad del destino que les aguarda a ambos: no poder nunca entenderse por servir a principios enfrentados e irreconciliables.

A lo largo de toda la novela nos moveremos en un ambiente de espionaje, negociaciones y juego sucio, lleno de personajes de los que nunca te debes fiar y que encarnan todos los ingredientes del mundo oscuro, inestable y peligroso en el que se mueve Falcó, donde sólo los más avispados o los más afortunados sobreviven y que proporciona al lector un intenso disfrute, como viene siendo habitual, el que nos proporciona de nuevo el autor cartagenero en esta entrega, con una mezcla perfecta de novela histórica, novela negra y buenas dosis de costumbrismo, enriquecido todo con sus personalísimas e intensas reflexiones en las que nos ofrece toda una filosofía de vida. Pérez-Reverte en estado puro.

viernes, 25 de octubre de 2019

Peces de colores y hormigón

Ya he comentado por aquí en alguna ocasión el gran descubrimiento que para mí ha supuesto Nuria Pérez que desde su perfil de Instagram @soynuriaperez y últimamente también desde el podcast "Gabinete de curiosidades" nos acerca a su maravilloso mundo literario a través de infinidad de recomendaciones lectoras, historias de personajes fascinantes, estupendos libros que te llevan a otros libros, que te descubren nuevos temas, anécdotas o episodios llenos de curiosidades, historias, en definitiva, que te abren a otros mundos, que te abren los ojos a otras realidades. Es por todo ello que cualquiera de las recomendaciones de Nuria entran directamente en mi lista de lecturas pendientes, así que cuando me pude hacer con "Peces de colores y hormigón", este relato breve de Maartje Wortel, no dudé en adentrarme en su lectura y dejarme llevar por una obra que está lejos de lo que me suele gustar como lectora, yo que soy más de narrativa, novela histórica o negra, pero que sí creo que ha resultado una lectura muy enriquecedora por intensa y diferente.

El relato está escrito en primera persona por una narradora que le va contando su historia a una interlocutora desconocida a la que no ve ni tiene cerca y esta historia comienza cuando su padre llegó a Tilburg, luego conocería a su madre y formarían una familia... pero nada es lineal en este relato breve, sin argumento ni final, que se lee por el mero placer de tratar de seguir los pensamientos erráticos de la autora, por disfrutar con las acuarelas minimalistas que lo ilustran, de sentir cómo añora a su madre, acompañarla en el inicio de su vida adulta...sin una estructura narrativa clara pero con imágenes llenas de fuerza y sentimiento.
"Éste es el comienzo. (De momento puedo decirte que el comienzo es lo que más dura, es el impulso inicial. El final es un punto. Sólo un punto. Pero si miras con detenimiento, verás que ese punto es una abertura, un minúsculo agujero por el que puedes pasar. Tras él, un nuevo y largo comienzo te está esperando. Si quieres, esto no acaba nunca.) Todavía te debo ese momento en el que me presento educada y formalmente, pero lo dejo para más adelante."

domingo, 20 de octubre de 2019

El hombre que inventó Madrid

En "El hombre que inventó Madrid" he descubierto, de la mano de Javier Puebla, la figura de José de Salamanca, un astuto hombre de negocios muy bien relacionado con empresarios, banqueros e incluso con la reina regente Maria Cristina y con su hija, la reina Isabel II, después. Salamanca navega con arrojo y generalmente con éxito por los procelosos mares de las finanzas, la política y la vida social de la primera mitad siglo XIX español. Entre sus principales proyectos destaca el  impulso a la llegada del ferrocarril al país además de aprovechar sus contactos para obtener importantes beneficios en la Bolsa, aunque no siempre juegue limpio para conseguirlo. Pero su gran proyecto, el que lo hará inmortal, será el de convertir a Madrid en una gran ciudad al nivel de las capitales europeas, diseñando el elegante barrio que llevará su nombre y que prácticamente acabe llevándole a la ruina.

El principal valor de la novela estriba en el fabuloso retrato que nos presenta de la más que convulsa época de la reina Isabel II con sus complejos conflictos políticos, con su continuo baile de presidentes de Gobierno y ministros, el papel del Ejército siempre amenazando con hacerse con el poder, sin obviar los lances románticos de la joven reina que se deja llevar por sus deseos más que por la razón de Estado. Los "secundarios" que pueblan las páginas de la novela tampoco tienen desperdicio ya que entre los rivales de Salamanca se encontrarán personajes del peso de los generales Narváez o Serrano y entre sus aliados se cuentan los banqueros Buschenthal o Rothschild, así como algunas figuras relevantes de la vida madrileña como el hostelero Lhardy o personalidades de las letras universales como el insigne Alejandro Dumas, pasando por el papa Pío IX e incluso Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia.

En mi opinión, la lectura adolece de cierta debilidad en el ritmo narrativo: algunas escenas se demoran demasiado mientras que otros episodios se resuelven a toda prisa dejándonos con ganas de profundizar en determinados episodios como pueden ser los primeros años de vida del protagonista que apenas se mencionan. Pero, en conclusión, la novela supone un entretenido acercamiento a una época histórica fascinante de la mano de uno de sus protagonistas, un hombre que hasta este momento era un completo desconocido para mí pero que puedo asegurar que es un personaje digno de descubrir.

sábado, 12 de octubre de 2019

La mujer que escribió Frankenstein

La escritora argentina Esther Cross es la autora de esta interesante biografía de Mary Shelley, "La mujer que escribió Frankenstein", una tenebrosa recreación de un mundo lleno de tumbas y cadáveres que sirve de ambientación ideal para contarnos la vida de la creadora del más famoso monstruo de la Literatura universal, comenzando por la presentación inicial de la propia protagonista a la que se nos muestra dentro de su tumba rodeada de los muertos y reliquias que la acompañan bajo tierra.

Y es que por algo la época de Mary es la misma del cuento gótico, en el Londres donde nació la autora la vida y la muerte conviven en el día a día, entre la miseria más aterradora y los monstruos de feria como atracción favorita del público proliferan los profanadores de tumbas, abunda el tráfico de cadáveres, no sólo humanos sino también de los más diversos animales, destinados a la experimentación relacionada con los avances de la medicina, la cirugía, la anatomía, que requieren del perfeccionamiento de las técnicas quirúrgicas, las autopsias y las disecciones. Unido ello a los descubrimientos en torno a la energía eléctrica, los experimentos galvánicos, el magnetismo... se llega al interés por descubrir el funcionamiento del cerebro y del cuerpo humano en general, llegando a confiar en la posibilidad de revivir la carne muerta o de crear vida de manera artificial. Todo esto será un caldo cultivo propicio para la creación de un relato mundialmente conocido: el de ese monstruo creado de partes de otros cuerpos que llega a ser revivido. La novela de la Shelley refleja "el miedo a los ladrones de tumbas, a la disección, a los cementerios, a los médicos y a algo más temible que la muerte: lo que los seres humanos hacían con ella."

La vida de Mary es un reflejo de su tiempo y sus circunstancias: hija de escritores de gran prestigio, su madre Mary Wollstonecraft fue una notoria luchadora por los derechos de las mujeres, mientras que su padre, William Godwin, fue un político y autor aclamado. La niña ya sueña con ser poeta, escritora como sus padres y se refugia en el cercano cementerio de St. Pancras a escribir junto tumba de su madre donde se siente cómoda, como en casa; no en vano una de las obras más populares y citadas de su padre será "El ensayo sobre los sepulcros". Será precisamente junto a esa tumba donde se den sus primeros encuentros secretos con el insigne poeta romántico Shelley, el que será su gran amor, con el que recorrerá incansablemente Europa, acosados por las deudas, arrastrando familia, enseres, libros y amigos, entre los que destaca Byron. La pareja comparte pasiones: la lectura y la escritura; se apoyan, se inspiran, se corrigen mutuamente, escriben un diario a medias y se retroalimentan constantemente. Tienen hijos que mueren, pierden amigos, familiares, pero Mary nunca dejará de escribir, en Italia, Suiza, Alemania o a su regreso en Inglaterra, siempre acompañada de los fantasmas de aquellos a los que amó.
"A los veintiséis años, me encuentro en la situación de una anciana. Todos mis amigos se han ido (…) Qué pobladas están las tumbas."
La vida de Mary se nos cuenta en este libro en buena medida a través de sus propias palabras, mediante citas de sus obras y sobre todo de sus diarios personales y de los de aquellos que la conocieron y trataron, siendo una aproximación bastante directa e intensa a esta peculiar y asombrosa mujer que se negó siempre a someterse a los límites y los usos impuestos por su tiempo, viviendo su vida como quiso, completamente entregada a la escritura y a conservar su libertad e independencia

domingo, 6 de octubre de 2019

Mi abuela rusa y su aspiradora americana

No conocia yo a este tal Meir Shalev antes de esta divertida novela de título algo disparatado: "Mi abuela rusa y su aspiradora americana", pero parece ser que este escritor israelí tiene una extensa produccion de obras para adultos y también infantiles y goza de un cierto prestigio internacional y, por supuesto, de gran fama en su país natal donde es toda una figura de las letras y ha sido frecuentemente galardonado.

En cualquier caso, creo que esta novela que ahora nos ocupa ha sido una buena manera de descubrir a este autor ya que siendo, como es habitual en toda su obra, un retrato de la sociedad y los conflictos que caracterizan permanentemente al estado israelí desde su fundación, en esta ocasión el humor está por delante del drama, la historia del pais se repasa con bastante gracia ya que se hace a través de la mirada de un niño, el propio autor, que descubre y describe el mundo que le rodea desde el seno de una familia procedente de Ucrania y que se cuenta entre los pioneros del sionismo en Palestina. Sus abuelos fueron de los primeros que, a principios del siglo XX, viajaron hasta la tierra prometida de Israel para trabajarla con sus manos, para sacar adelante a base de mucho esfuerzo y renunciando a las comodidades una granja y de paso un nuevo país.

El autor para el que la Biblia tiene más valor como historia de su pueblo que como libro religioso, nos sigue contando en esta novela esa Historia de su país entrelazándola con las pequeñas historias familiares donde no faltan relatos que se cuentan de generación en generación, anécdotas convertidas en leyendas, entre las que destaca aquella que refiere la relación de su abuela con una aspiradora americana. La abuela Tonia era una mujer de personalidad peculiar; fanática de la limpieza, mantiene buena parte del hogar familiar clausurado para evitar que se ensucie, que entre el polvo, su mayor enemigo. Teme ante todo a las manchas, los roces en las paredes, el barro que los zapatos introducen en la sala, por lo que obliga a todo el mundo a entrar a la casa por la puerta trasera, sus hijas deben ayudar en la limpieza diaria aunque ello suponga faltar a la escuela por norma. ¿Cómo es posible entonces que Tonia se negara a usar la magnífica aspiradora americana (o barredora, como ella la llama) que le envía como regalo su cuñado desde California; que la máquina pasase decenios encerrada en un aseo cubierta por mantas?

Aunque se debe considerar, por otra parte, que este regalo fue en realidad una venganza llegada desde el mismo corazón del capitalismo norteamericano, procedente además de un traidor, más bien de un doble traidor: el hermano del abuelo Aharon que traicionó al sionismo y al socialismo marchándose a América a convertirse en rico empresario. La aspiradora, que representa todo lo que detesta el abuelo y todo lo que adora la abuela, se comporta como un personaje más en la trama, con pensamientos y sentimientos propios; se muestra emocionada por su largo viaje trasatlántico y su nueva existencia en la polvorienta tierra de Palestina y constituye el hilo conductor de esta divertida novela que nos retrata, con humor y ternura a partes iguales, a una abuela medio loca, a un padre poeta, una madre granjera y un nieto que cuenta las cosas como ocurrieron, como digno sucesor que es de una extensa saga de excelentes narradores, algunos de los cuales no sabían leer ni escribir pero tenían el don de narrar la vida como si fuera un cuento.
"Mientras los chicos de la familia y el pueblo estaban fuera peleándose, conduciendo y arreglando tractores; mientras se dedicaban a disparar armas de fuego, azuzar a los perros contra los gatos y montar a caballo, yo me sentaba en el porche de la abuela Tonia y escuchaba sus historias, que siempre empezaban con su «Esto es lo que pasó»."

lunes, 30 de septiembre de 2019

Érase una vez la taberna Swan

La nueva novela de Diane Setterfield, autora de la muy afamada "El cuento número trece", contiene ya desde su  título, "Érase una vez la taberna Swan", la promesa de que el lector se va a encontrar justamente con algo muy parecido a un cuento clásico, uno de aquellos que siempre comenzaban con aquellas palabras mágicas: "Érase una vez..." Y mucho de eso es lo que nos encontraremos entre sus páginas: una historia compuesta de sueños, magia y sobre todo de muchos relatos, de multitud de cuentos que se entrelazan para urdir la trama de esta novela que se lee con agrado disfrutándola de principio a fin.

La batalla del puente de Radcot, en el curso alto del río Támesis, ocurrida hace quinientos años es una gesta histórica ya mítica que se ha contado una y mil veces en la taberna Swan, ubicada precisamente en el mismo punto del río donde se produjo la batalla. Esa y muchas historias más se narran cada noche en la taberna a la que acude un público deseoso de escuchar buenas historias transmitidas desde hace años de manera oral por grandes narradores profesionales o por cualquiera con imaginacion y dotes de contador de historias.

La noche del solsticio de invierno en que una misteriosa niña es encontrada ahogada en el río y después de haber sido dada por muerta vuelve a la vida, las habladurías y los diversos relatos en torno a lo sucedido se extienden como la pólvora, todos tienen su propia versión, cada uno aporta un dato, una observación, una opinión sobre cómo ocurrieron los hechos, quién dijo qué, ¿la niña estaba muerta o sólo lo parecía? Pero el misterio no acaba ahí: nadie sabe quién es realmente la niña, varias familias la reclaman como suya mientras que ella permanece muda y multitud de especulaciones se generarán torno a ese gran misterio que conmociona la vida del pequeño pueblo de Radcot y alrededores.

La novela está contada al estilo clásico, sin prisa, regodeándose en los detalles, como en los relatos decimonónicos. La historia está compuesta por una  recopilación de versiones, de las distintas caras del asunto, de historias paralelas que confluyen en torno al río y que acabarán por ser narradas en la taberna Swan a la luz del fuego. El resultado final será un relato en el que la fantasía se entrelaza con la realidad hasta el punto de que personajes surgidos de leyendas, como el barquero que se lleva a los muertos a la otra orilla del río, cobran vida y se entremezclan con los hechos de la realidad que siempre está adornada, en cualquier caso, con buenas dosis de fantasía y de la magia que emana del río Támesis, el gran personaje central la trama.
"Se sentaron en la orilla. Era mejor contar esas historias cerca del río que en el salón de casa. Las palabras se acumulan en el interior, quedan atrapadas entre las paredes y los techos. El peso de lo que uno ha dicho puede pesar con rotundidad sobre lo que todavía queda por decir y llegar a ahogarlo. Junto al río, el aire se lleva la historia de viaje: una frase sale volando y deja sitio para la siguiente."

lunes, 23 de septiembre de 2019

Sigo aquí

Después de haber devorado cuatro novelas de Maggie O'Farrell (me faltan sus tres primeros libros, pero también caerán), después de haberme sumergido en sus tramas, enamorarme de sus protagonistas, sufrir y reír con ellas, descubro que su último libro publicado, titulado en castellano "Sigo aquí" (el título en inglés "I am, I am, I am", también promete bastante), contiene relatos autobiogáficos donde la autora nos presenta "diecisiete roces con la muerte". Sea lo que sea lo que me quiera contar la O'Farrell, aquí estoy yo para leerla y más si eso me va a permitir adentrarme en su mundo personal fuera de las páginas de los libros.

Lo que nos encontramos aquí es una peculiar forma de narrar su vida a través de las veces que estuvo a punto de perderla, porque para un ojo avezado como el de la autora, las posibilidades de morir ocurren más a menudo de lo que generalmente nos damos cuenta. Y ella es capaz de contar esas ocasiones convirtiéndolas en alta literatura.
"Pululamos todos por ahí como atontados, viviendo un tiempo prestado, hurtando los días, librándonos del destino, resbalando por los resquicios sin saber cuándo va a caernos el hacha encima."
Accidentes, enfermedades o asaltos, los relatos de abortos y partos que puedes sentir como propios, impresionantemente cercanas muchas de sus experiencias, las escenas de su infancia donde ya estaba presente su forma de ser, su rebeldía, su inquietud, sus ansias de descubrir el mundo. Todo eso y más está reunido en esta colección de relatos generalmente breves que si bien son independientes entre sí, comparten información, se completan unos a otros conformando una biografía de lo más original.
"Son sólo ... retazos de una vida. Una colección de momentos (...) La enfermedad de la infancia, cuando casi me atropella un coche, los partos, la deshidratación por disentería. En el libro habrá cosas que ya le he contado y algunas de las que nunca le hablé."
Las historias que componen el libro incluyen multitud de viajes por todo el mundo, nos hablan de parejas, marido, hijos, amigos, recuerdos de infancia, anécdotas de juventud, tiempos de estudios, trabajos y profesiones de lo más diverso, episodios domésticos... sin seguir una estructura definida ni un orden cronológico, son todas ellas piezas de puzle que forman una visión general de toda su persona. Cada relato es una excusa, una ventana por la que nos permite asomarnos a su mundo, a su carácter, a sus debilidades, a su forma de pensar, trabajar y vivir mostrándonos su mundo particular, heterodoxo original, rico en experiencias, una personalidad peculiar, inquieta y creativa.

Si antes de leer este libro adoraba a la O'Farrell por el modo de contar sus novelas, por las historias de ficción que me ofrecía, ahora que he descubierto algo más sobre ese mundo suyo tan propio, sobre el origen de muchos de sus temas recurrentes, sobre sus debilidades y obsesiones, creo que me siento aún más conectada con ella. He conocido algo más de la mujer que hay detrás de la escritora, esa que es capaz de expresar tantas ideas, sensaciones o emociones que yo no sería nunca capaz de verbalizar, pero que cuando se las leo a ella las reconozco como si fueran mías. Sólo espero que pueda seguir diciendo "Sigo aquí" por muchos años más y que los demás podamos seguir disfrutando de sus creaciones.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Extraños en un tren

"Extraños en un tren" fue la primera novela publicada por Patricia Highsmith y en ella nos cuenta la historia de Guy Haines, un joven arquitecto que se dirige en tren a su localidad natal para tratar de poner fin a un matrimonio breve y poco satisfactorio con Miriam, su primera novia de juventud, una chica inmadura e irresponsable, además de infiel. Una vez deje atrás esa etapa de su vida, Guy tiene grandes planes de futuro: le ha sido ofrecido un importante proyecto urbanístico que puede suponer su despegue profesional, además de que planea rehacer su vida sentimental con la encantadora y adinerada Anne.

Durante el trayecto en el tren coincide en su vagón con Charles Bruno, un joven permanentemente insatisfecho, ansioso de experiencias nuevas y al límite, odia a su padre porque le impide disponer de la fortuna que le corresponde, y que el joven estaría dispuesto a fundirse rápidamente en fiestas, alcohol y planes alocados. Bruno siente inmediatamente gran simpatía por Guy y tras compartir experiencias personales le plantea la hipotética posibilidad de intercambiar unos asesinatos que a ambos les convendrían, eliminaría cada uno a la persona que se interpone en el futuro del otro; así Bruno mataría a Miriam y Guy al padre de aquel. Serían dos crímenes perfectos, nadie les podría relacionar al uno con el otro, ya que no se conocen más que de esa ocasión. Guy no tiene muy en cuenta el descabellado plan considerándolo un delirio de borracho hasta que Miriam aparece asesinada. Se verá inmerso a partir de entonces en una autentica pesadilla donde están en riesgo su futuro personal y profesional por la amenaza de ser acusado de la muerte de Miriam si no cumple con su parte en un trato que nunca acordó.

Resulta muy interesante la contraposición de los dos protagonistas que convierte la novela en un auténtico thriller psicológico: Bruno es oscuro, desequilibrado, maquiavélico mientras que Guy es recto, responsable, limpio, pero el influjo de Bruno lo va acercando peligrosamente a zonas de sombra en las que le aterra adentrarse. La relación que se establece entre ellos es opresiva, angustiosa y no presagia nada bueno.

Mientras leía la novela no he podido evitar "visionarla" constantemente recreando las imágenes de la mítica (que no la única) versión cinematográfica que Hitchcock hizo de ella. Unido esto a que me ha sorprendido comprobar que los personajes principales de la historia son tremendamente jóvenes, apenas llegan a los treinta años, mientras que mi recuerdo cinematográfico me los representaba como personas de mediana edad, no he sido capaz de crearme una imagen de ellos que no fuera la que traía ya formada de la citada película. Y es que sigue cumpliéndose la regla de que es difícil leer un libro y disfrutarlo plenamente cuando se ha visto previamente la película, aunque hayan pasado un montón de años desde entonces. En mi caso al menos, esa regla casi siempre se cumple.

domingo, 8 de septiembre de 2019

La hija de la española

El caso del éxito de "La hija de la española" es bastante peculiar, ya que se presentó en la Feria del libro de Rotterdam (la más importante del sector a nivel mundial) a primeros de este año y fue tal la acogida de la crítica que logró ser publicada directamente en más de veinte países. No podía esperar un mejor debut internacional su autora, la periodista venezolana Karina Sainz Borgo, que en esta obra nos retrata la Venezuela del derrumbe, de la escasez, de la desesperación, en un relato desgarrador que muestra un país sumido en la desesperanza y en la miseria material y moral. Al hilo de la historia de la protagonista, nos relatará el declive de Venezuela desde los tiempos en que era un país avanzado que acogía a riadas de inmigrantes que soñaban con hacer fortuna en aquella joven nación próspera y fecunda, hasta el momento presente en que lo que rige son las balaceras en las calles, la rapiña de los pocos negocios que siguen en pié, los desaparecidos y los hospitales sin suero ni vendas, dibujando un paisaje espeluznante de violencia donde la vida humana no vale nada, donde la ley y la justicia han desaparecido.
"La vida, el dinero, las fuerzas se nos acababan. Hasta el día duraba menos. Estar en la calle a las seis de la tarde era una manera estúpida de rifarse la existencia. Cualquier cosa podía matarnos: un disparo, un secuestro, un robo. Los apagones se alargaban horas y empalmaban las puestas de sol con una oscuridad perpetua."
Y en medio de este inmenso drama nacional nos encontramos con un drama personal: el de la protagonista, Aurora Peralta, que acaba de enterrar a su madre a la que le unía una muy estrecha relación y que siente que a partir de entonces se queda absolutamente sola en el mundo pero sobre todo sola y desamparada en ese país en el que nada bueno puede ocurrir, del que ya nada espera: "Aquella no era una nación, era una picadora."

Mientras que Aurora va planificando su huida, su desarraigo forzado, imaginando con dolor su futuro lejos de sus raíces, nos entrega al tiempo este relato duro y conmovedor elaborado a bases de reflexiones impactantes y de frases contundentes que forman imágenes llenas de fuerza narrativa en las que nos habla de familia, de patrias, de emigración, del comportamiento de las masas...temas intemporales y universales que nos permiten hacernos algunas reflexiones de las cuales el género humano no sale muy bien parado.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Los años ligeros. Crónicas de los Cazalet

Desde hace bastantes meses venía viendo numerosas y entusiastas recomendaciones  de las Crónicas de los Cazalet, encabezadas por las de mi admirada Molinos, autora del blog Cosas que me pasan. Demasiado he tardado, es cierto, pero finalmente me lancé a descubrir esta serie de novelas de la escritora británica Elizabeth Jane Howard que se inaugura con "Los años ligeros" y que recorre tres décadas en la vida de una acomodada familia inglesa al hilo de los acontecimientos históricos que les toca vivir. Se inicia esta primera entrega presentándonos al amplísimo plantel de personajes que componen la numerosa familia Cazalet, desde el patriarca al mando de una exitosa empresa maderera, pasando por los hijos y nueras, los nietos de variadas edades e incluso el personal al servicio de la familia, todos ellos con historias que contar, con personalidades destacadas y cuyos avatares vamos conociendo gracias a un narrador omnisciente que nos hace partícipes de sus circunstancias, intereses, preocupaciones, aventuras y desventuras.

Al inicio de la novela nos encontramos en la Inglaterra del periodo de entreguerras, concretamente en el verano de 1937; las consecuencias de la Gran Guerra se aprecian más intensamente en algunos personajes, como en el que se ha dejado parte de su salud física y mental en la batalla o en aquella que ha perdido al esposo o al prometido en combate, quedando condenada a quedarse soltera. Otros personajes, sin embargo, optan por la alergia y la despreocupación llevándose por optimismo que la llegada del tiempo de paz proporciona, centrando sus intereses en las ultimas modas, en el romance del rey Eduardo y la señora Simpson y en general por las vanidades y la vida social. No en vano los años 30 son tiempos felices, los años ligeros a los que alude el título de la novela, a medio camino entre los viejos tiempos a los que algunos todavía se aferran y el brillante futuro que se vislumbra tras el fin de la larga guerra.

Los Cazalet abandonan Londres para reunirse en Home Place, la casa familiar en el campo y allí disfrutar de las vacaciones estivales, excusa que nos permite reunir a todos los miembros de la numerosa familia y conocerlos más de cerca, observar las  relaciones que entre ellos se crean: hermanos, primos adolescentes, cuñadas y suegros, matrimonios mejor o peor avenidos, todos comparten unos días de verano que se verán teñidos por el temor a una nueva guerra que lo sobrevuela todo pero que no impide continuar con los actos cotidianos, con la organización de los menús y la acomodación de la gran familia y los que se les van uniendo, los juegos infantiles, los conflictos domésticos y también los problemas de aquellos que van creciendo y planteándose su futuro, los asuntos conyugales de unos matrimonios casi felices. Un amplio panorama de historias particulares que abarcan desde lo más mundano a lo más trascendental, de lo frívolo a lo profundo pero siempre con un tono de ligereza que se agradece, en una estupenda novela coral donde todos los personajes tienen su peso y su valor y que me ha dejado con ganas de continuar descubriendo qué será de todos ellos en los tiempos que seguirán a estos años ligeros que acaban de abandonar.

viernes, 30 de agosto de 2019

Los asquerosos

Me imagino que debe ser bastante complicado el momento en que un autor debe decidirse por un título para su novela, el remate final que va a ser el mascarón de proa de toda una obra, la primera carta de presentación con la que van a encontrarse los potenciales lectores. Por esto no sé si pensar que Santiago Lorenzo es un  valiente o un loco cuando se presenta ante el público con "Los asquerosos" uno de los títulos menos atractivos con los que me he encontrado nunca. Pero como ya sabemos que no debemos juzgar un libro por su portada (aunque muchas veces sí por su título) debo confesar que esta táctica debe responder a un plan bien pensado que obliga a detenerse frente a esta novela y a tomarla entre las manos, aunque sólo sea por curiosidad de ver qué historia se esconde tras un cartel de presentación tan nefasto.

Y resulta que dicha historia está protagonizada por Manuel, un joven formal y bien formado, de triste vida social aunque muy rica vida interior que va tratando de salir adelante en medio de la interminable crisis que azota la economía nacional, frecuentando empleos mediocres, malviviendo una vez que ha decidido abandonar el domicilio familiar donde, por otra parte, tampoco se sentía muy apreciado y cruzándose en su camino con demasiada frecuencia con muchos asquerosos: gente cutre, mezquina, egoístas y necia que parecen superpoblar la sociedad madrileña en la que se mueve nuestro protagonista.

A todo esto, un encontronazo totalmente fortuito con la autoridad le obliga a tener que huir de Madrid y esconderse en una aldea abandonada en lo más profundo de la España rural deshabitada. Ayudado, en lo que a asuntos de logística y ocultación se refiere, por su tío, único familiar con el que mantiene una relación cordial y que es además el narrador de esta historia, tendrá que sobrevivir en aquel paraje sin agua corriente ni electricidad, sin contacto alguno con el exterior en una vieja casucha que ocupa y en la que irá aprendiendo, a la fuerza, a ir dejando de lado las comodidades pero también los hábitos y necesidades que le eran impuestas hasta entonces por la vida urbana; adaptando su cuerpo a un nuevo ritmo, logra alcanzar el mínimo vital, subsistir con casi nada. Se convierte así en una especie de salvaje a lo Thoreau aunque cambiando los bosques por la meseta, más bien cercano a un nuevo Robinson Crusoe por lo de salvaje que se deleita en sus paseos sin destino fijo, alimentándose de lo que el campo le provee, prescindiendo del jabón y el champú y de tantas otras cosas que descubre que en realidad ni necesitaba ni disfrutaba.

La novela se sustenta en un argumento de lo más original, con unos personajes (pocos, eso sí) de enorme fuerza y atractivo (con una malsana atracción ante lo que debería causarnos rechazo) y un relato lleno de ácidas observaciones sobre nuestra sociedad actual, con una crítica amarga vestida de comedia que nos lleva a la reflexión sobre un montón de temas diversos, todo ello envuelto en un lenguaje rico y creativo plagado de imágenes y metáforas ingeniosas y que muestran una gran capacidad creadora por parte de un autor que hasta ahora era un completo desconocido para mí pero que, estoy segura, volverá próximamente a ocupar mis ratos de lectura, ya que me ha convencido con esta pequeña joya, divertida y amarga, realista e imaginativa a un tiempo y que ha supuesto la gran sorpresa lectora de este verano.

sábado, 24 de agosto de 2019

La sospecha de Sofía

Qué suerte cuando encuentras la lectura perfecta para un momento determinado. Y ¿qué puede haber mejor que una novela con buenos personajes, algo de romance, suspense, espías y una buena reconstrucción histórica para sobrellevar los calores del verano en la terraza a la sombra? Todo eso me lo ha proporcionado Paloma Sánchez-Garnica con "La sospecha de Sofía", donde me he encontrado con una estupenda lectura cien por cien apta para las vacaciones: estilo sencillo, historias personales interesantes, estupendo retrato del momento histórico, escenarios atrayentes y su buena dosis de intriga. Se agradece, entre otras cosas, que Sofía, la protagonista principal, me haya resultado atractiva y simpática desde el principio: es una mujer joven, de buena familia, esposa y madre típica de los años cincuenta y sesenta en la España donde las mujeres debían ocuparse del hogar y los hijos y no era extraño que se dejase apartada la carrera profesional para ser un ama de casa comodiosmanda. Sofía no se rebela porque asume esta realidad que le toca vivir, está acomodada al entorno y a sus circunstancias, lo que no quita para que, en su interior, lamente aquello que ha dejado de lado: el mundo académico y la investigación científica a la que deseaba dedicarse; de algún modo siente ha traicionado sus planes y sueños profesionales, pero así y todo, trata de cumplir con el papel que se espera de ella como esposa y madre, como mujer discreta y sumisa.

Sin embargo, la revelación de un secreto en el pasado de Daniel, su marido, hace tambalear los firmes cimientos de su vida doméstica. En principio será el propio Daniel el que se deberá enfrentar a una parte desconocida de su propio pasado y que va a cambiar su apreciación de la realidad en la que hasta entonces se movía y le hará poner en duda todo aquello que ha sustentado su existencia. Emprende entonces un viaje en el que recorrerá algunos escenarios tan interesantes como la República Democrática Alemana comunista, se moverá en los territorios oscuros propios de la Stasi y podrá comparar distintos regímenes dictatoriales, tan distantes en muchos aspectos como con fuertes puntos en común ya que se trata de dos dictaduras de distinto sesgo pero que, cada una a su manera, tratan de controlar la vida pública y privada de las personas.

Recorremos así de la mano de los protagonistas la Alemania dividida por el Muro, el mayo del 68 francés, las tensiones de la Guerra Fría y el Madrid de los años 60, el ambiente del espionaje soviético y las condiciones de vida que la dictadura impone a sus ciudadanos. Las experiencias recabadas por Daniel en este viaje y las consecuencias dramáticas que de él se desprenden, llevarán a Sofía a abrir los ojos a las posibilidades de cambio en el papel de la mujer en la sociedad, a entender la necesidad de conquistar nuevos derechos e integrarse en las nuevas corrientes de pensamiento que recorren Europa. A pesar de los complejos escenarios en que se mueve la novela, esta no presenta en ningún momento un tono moralista ni juzga la bondad o maldad de ninguno de los regímenes políticos que retrata, dejando que sean los mismos personajes los que expresen sus opiniones, sus simpatías, dudas o rechazo hacia aquellos sistemas en los que les ha tocado vivir, presentando el momento social, político e histórico con bastante ecuanimidad, lo que se agradece cuando la lectura tiene como objetivo fundamental la evasión y el entretenimiento y no el análisis profundo ni la crítica de ningún sistema político.

viernes, 16 de agosto de 2019

Sin rastro

Ya ha terminado el verano en Marhem, una pequeña localidad turística sueca a orillas de un lago conocido popularmente como La Bruja. Greta, su pareja Alex y la pequeña Smilla salen de excursión en barca hasta un pequeño islote cercano. La aventura se tuerce cuando el padre y la niña no regresan a donde Greta les está esperando. Este es el arranque de "Sin rastro", un thriller vertiginoso con el que Caroline Erksson ha triunfado a nivel mundial. Asistimos a la frenética búsqueda de Alex y su pequeña hija por parte de Greta que nos va relatando en primera persona tanto la angustiosa situación en que esta se encuentra al ignorar qué les ha ocurrido a Alex y a la niña, como el origen de su relación con aquel, un romance del que iremos descubriendo el lado más oscuro. Greta nos irá desvelando poco a poco la verdadera naturaleza de esa relación de pareja y también episodios de su propio pasado, de su relación nada fácil con su madre, del papel que su padre tuvo en la infancia y de sus propios problemas mentales.

El ambiente en el que se desenvuelve la historia es de tensión e incertidumbre permanentes. Nos encontramos en algún momento con una sensación de irrealidad, de estar viviendo en mitad de un mal sueño en ese pueblo prácticamente deshabitado, donde en su abrumadora soledad Greta no entabla contacto más que con una extraña pandilla de adolescentes que vagabundean por la zona y uno de los pocos vecinos que allí permanecen una vez finalizada la estación veraniega. Alcanzamos cierto momento, cuando descubrimos la verdadera situación de la protagonista, en que la novela se vuelve algo confusa, cuando los delirios y la ansiedad se apoderan del relato y la propia mente de la joven la traiciona, confunde recuerdos con realidad y llevan la novela a un ligero bache. A partir de ahí el giro de la acontecimientos hace volver a remontar el interés de la historia que nos descubre una serie de testimonios de mujeres atrapadas en matrimonios basados en el engaño y la traición. Finalmente, la solidaridad entre mujeres y el amor maternal acabarán salvando la historia cuyo final termina siendo más positivo y optimista de lo que nos hubiéramos podido imaginar a lo largo de la lectura.

No considero que el libro tenga el nivel para ser considerado, tal y como he leído en alguna crítica, "un fenómeno literario internacional" pero sí que es lo suficientemente emocionante como para proporcionarnos un buen rato de lectura veraniega con momentos trepidantes y un punto de reflexión sobre las relaciones tóxicas y el daño que provocan en las personas sometidas a ellas .

jueves, 8 de agosto de 2019

Las catedrales del cielo

"Las catedrales del cielo" es una novela que, sorprendentemente, surge de la pluma del escritor y reportero de guerra francés Michel Moutot, y considero sorprendente que un autor europeo haya sido capaz de recrear un argumento, unos escenarios y sobre todo un espíritu esencialmente norteamericanos. Comienza esa americaneidad desde el mismo arranque de la novela: un impactante relato de la caída de las Torres Gemelas el once de octubre de 2001. Y a partir de ahí iremos acompañando a una serie de protagonistas con un peculiar origen étnico: se trata de indios mohawk procedentes de la reserva canadiense de Kahnawake, a las orillas del furioso río San Lorenzo que comunica desde el Atlántico Quebec y Montreal con los Grandes Lagos. Los mohawk pertenecen a un pueblo que ha vivido durante siglos en plena conexión con la Naturaleza, con los bosques y sus habitantes, con el río y su entorno, considerándose a sí mismos como un elemento más del perfecto equilibrio del mundo en el que habitan. Pero ello no quita para que, con el transcurso de los siglos y ante el avance de la civilización occidental por las tierras que durante años han ocupado sus antepasados, no hayan sido capaces de adaptarse en cada etapa a los cambios inevitables: primero con la llegada de los misioneros seguidos de los conquistadores ingleses y franceses que traen con ellos los avances del progreso cultural y técnico. Los nativos comenzarán vendiendo sus productos de caza y artesanía, luego participarán en el arrastre de troncos río abajo hacia las grandes ciudades que crecen imparables, y finalmente se especializarán en la construcción de puentes y de grandes edificios. No optan por el enfrentamiento con las novedades ni por dar la espalda a aquellos que vienen a ocupar su territorios ancestrales, sino que se suben a la rueda progreso sin dejar olvidadas sus tradiciones y cultura.

De ese modo, los hombres mohawk acaban especializándose en tareas de soldadura y trabajos con hierro, lo que les hará ser conocidos como ironworkers y se convierten así en obreros imprescindibles en el floreciente sector de la construcción desde que en el siglo XIX se inicien las grandes obras de ingeniería, puentes y estructuras metálicas y posteriormente los cada vez más altos edificios comiencen a erigirse en las grandes ciudades norteamericanas. Generaciones de indios a través de una tradición que va pasando de padres a hijos participan en la construcción de los grandes emblemas norteamericanos, desde el Empire State Building hasta el World Trade Center en cuya construcción serán piezas fundamentales y a los que dedicarán su vida.

Robert LaLiberté se encuentra presente cuando se produce el drama del derrumbe del puente de Quebec en 1907 del que se salva milagrosamente. En 1970 Jack Tool LaLiberté encabeza un equipo de ironworkers que trabajan en la construcción del World Trade Center, los que en su momento serán los edificios más altos del mundo. Cuarenta años más tarde a su hijo John Cat LaLiberté le tocará participará desde el minuto uno en las labores de desescombro de las torres que su padre ayudó a levantar y él vio desplomarse tras el tremendo ataque terrorista. 

El libro abunda en escenas de gran fuerza visual y emotiva como las primeras horas tras el derrumbe de las torres o la catástrofe del puente de Quebec. El autor deja de manifiesto la maestría de los norteamericanos a la hora de crear mitos contemporáneos, de forjar leyendas a partir de acontecimientos históricos y aunque en esta ocasión, como ya he comentado, el encargado de contar estos episodios es un autor francés, éste explota al máximo la intensidad y el heroísmo patriótico en esta intensa crónica centrada en el drama del 11S que se convierte en una hazaña épica de solidaridad, trabajo en equipo, entrega y patriotismo por parte de las fuerzas policiales, bomberos pero también de todo tipo de trabajadores manuales como los mismos ironworkers de la tribu mohawk, cuyo pasado y tradición se encuentran entrelazados con la propia Historia de los Estados Unidos y Canadá a través de su participación activa en la construcción de muchos de sus más icónicos monumentos. Una lectura que resulta emocionante e intensa que nos permite ser conscientes de que aquel 11S fuimos todos testigos presenciales de aquellos sucesos que entraron de inmediato en el relato de la Historia, así, con letras mayúsculas. 

miércoles, 31 de julio de 2019

Yo sé porqué canta el pájaro enjaulado

En "Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado" nos encontramos con el primer volumen de las memorias de Maya Angelou centrado en sus primeros años de vida, cuando todavía era conocida como Marguerite Johnson, cuando no era más que una niña cuya infancia transcurría en una pequeña población de Arkansas, ese sur de los Estados Unidos donde ser negro en los años 30 no era nada fácil, donde la población de color vivían tan segregada de los blancos que apenas existía contacto alguno entre ellos; los blancos eran para la pequeña Marguerite, por tanto, seres casi irreales, entes completamente distintos a ella misma o a su familia o a los vecinos de su barrio, tanto que parecería que habitaban en mundos diferentes, en diferentes realidades.

El racismo que debe sufrir su gente tiene aspectos escalofriantes y muy llamativos como los actos realizados por el KKK, los linchamientos o las desapariciones injustificadas, pero también existen las normas absurdas discriminatorias, las humillaciones cotidianas por parte de los blancos, especialmente aquellos más miserables, niños pobres que no conocen la escuela ni el jabón pero que se permiten mofarse de la gente de color. La niña y su hermano se encuentran a cargo de su abuela bajo cuyo cuidado crecen como estudiantes aplicados, siempre rodeados de libros que fomentarán la viva imaginación de la niña. Mientras que sus padres permanecen lejos de ellos, la abuela será un personaje fundamental en la vida de Maya: una mujer firme, poderosa, fiel cristiana, orgullosa de ser quien es y propietaria de la única tienda del sector negro del pueblo, lo que les confiere cierto desahogo económico sin que ello le impida criar a sus nietos con mano firme y escasos privilegios.

El otro personaje determinante en la infancia de la protagonista es su hermano Bailey, un chico listo y simpático por el cual Maya profesa un amor incondicional lleno de admiración. Con el paso de los años volverán a escena los padres ausentes que llevan vidas completamente diferentes a la de sus hijos allá en California donde viven y trabajan en circunstancias que nunca llegarían a imaginar en el Sur las personas de color. Maya y Bailey se trasladarán por un tiempo hasta allí y pasarán de ser niños negros sureños a adolescentes que descubren un nuevo modo de vida, nuevas posibilidades que se abren ante todos, sin importar el color de la piel; gracias a los cambios que trae la guerra mundial, los negros acceden a trabajos que antes no tenían a su alcance, comienzan a alcanzar derechos y a reclamar igualdad frente a los blancos. La joven Maya irá adquiriendo así conciencia de situación de los de su raza y creyendo en las posibilidades de cambiar la realidad. Lo que hasta entonces había asumido, no con resignación, sino con la normalidad de no haber conocido otra cosa, como una situación inamovible sobre cuya naturaleza no se discutía, se contempla ahora como injusticia, como una situación contra la que se debe combatir. También en California sufrirá Maya una experiencia trágica que marcará su vida a partir de ese momento, pero ese suceso no le impedirá seguir siendo una niña valiente, concienciada, vital y dispuesta a abrirse paso en la vida. 

Me ha resultado verdaderamente interesante descubrir los primeros años de vida de esta mujer que llegó a ser un personaje muy destacado y de gran influencia en la sociedad de los Estados Unidos por la variedad de profesiones artísticas que desarrolló y por su papel como defensora de los derechos civiles y cuya personalidad completa y compleja comenzó a forjarse en esta infancia que nos cuenta con sencillez, gran sensibilidad y aguda mirada sobre el mundo en el que nació y creció y que trató de cambiar en la medida de sus posibilidades .

miércoles, 24 de julio de 2019

Ordesa

Reflexiones, recuerdos, pensamientos revueltos, de todo hay en esta "Ordesa" del escritor y poeta aragonés Manuel Vilas, ideas y evocaciones que se van desperdigando a lo largo de un relato sin ninguna intención de mantener orden cronológico ni hilo argumental alguno: "Mi madre era una narradora caótica. Yo también lo soy. De mi madre heredé el caos narrativo. No lo heredé de ninguna tradición literaria, ni clásica ni vanguardista."

Desde los recuerdos de sus padres y la vida familiar y cotidiana hasta sus días como profesor de formación profesional, la relación con sus propios hijos, los pisos donde ha vivido, sus experiencias como escritor... en ese maremágnum de temas que se entrecruzan va el autor yuxtaponiendo ideas, a veces incoherentes o aparentemente contradictorias pero esta es su manera de contar su vida, de situar su historia personal en el contexto de la historia del país, no por justificarse ni siquiera por explicarse, sino simplemente por ubicarse en el mundo, por presentar los hechos que habían sucedido o estaban sucediendo al mismo tiempo que él transitaba por los años de su infancia y juventud: "Era 1983 y en España morían guardias civiles todos los días. Un país en el que siempre estaba muriendo gente. Pero tener tu propio piso era un motivo de alegría, y ahora estoy desempolvando todos los motivos de alegría que pudo haber en mi vida."

El libro se encuentra absolutamente centrado en la relación con sus padres, algo que llega a resultar obsesivo, la intensidad con la que la existencia de una persona adulta continúa marcada fundamentalmente por la figura de sus progenitores, mucho más, sin duda, que por su exesposa que apenas si aparece mencionada o por posibles amigos o incluso los hijos o el hermano a quien escasamente se menciona. Y estas relaciones paterno-filiales que lo centran todo no presentan, sin embargo, apenas rasgos de ternura o muestras de cariño, hay poco contacto físico, poca comunicación. Y así y todo los padres son su guía, su faro, el modelo de relación fría que reproduce ahora el autor con sus propios hijos con los que apenas se habla, ni se llaman por teléfono, ni se besan, ni se cuentan sus cosas... Es un modo extraño de quererse, en cualquier caso.
"Mi padre nunca me dijo que me quería, mi madre tampoco. Y veo hermosura en eso. Siempre la vi, en tanto en cuanto me tuve que inventar que mis padres me querían. Tal vez no me quisieron y este libro sea la ficción de un hombre dolido. Más que dolido, asustado. Que no te quieran no duele, más bien asusta o aterroriza."
Así nos iremos moviendo por los escenarios fundamentales de su vida, en especial, por aquellos que compartió con su padre que le transmitió el gusto por salir al campo, por subir a Ordesa y al Monte Perdido, lugares tan significativos para él como otros elementos, aparentemente banales como son el armario ropero en el que se ocultaba la madre cuando estallaba una tormenta, o los coches familiares que con tanto mimo cuidaba el padre o los elegantes trajes de viajante que siempre vistió y que le daban un aire de elegancia que no era habitual en aquella ciudad triste suya de los años sesenta; pequeños detalles todos que en manos del autor se engrandecen, se convierten en símbolos fundamentales de lo vivido, piezas esenciales de su biografía.

Me queda la sensación triste, en cualquier caso, de haberme adentrado en una narración oscura y agria, presidida por la falta de confianza en el hombre en general y en los españoles en particular. Se regodea Vilas en la soledad, en la desilusión vital, en la miseria humana y material del hombre de clase media baja, la desconexión entre las personas, incluso o sobre todo entre los miembros de su familia, lo que extiende de manera general a todas las demás familias. El descreimiento y la desesperanza tiñen todo el relato que podría llegar a rozar en ocasiones el nihilismo, la falta absoluta de fe en el ser humano y te deja definitivamente un mal sabor de boca, al margen de la indudable calidad literaria de las formas con las que se cuentan las cosas. A una frase llena de poesía le sigue una imagen sórdida y desalentadora, a un momento brillante le acompaña un pensamiento desesperanzado. Y casi me ha pesado más la visión pesimista del relato que la innegable maestría estilística que demuestra el escritor a la hora de contar las cosas.
"Ningún hijo se parece a nadie, ni a su padre ni a su madre, ni a sus tíos ni a sus abuelos, a nadie; nunca entendimos esto. Un hijo es un ser nuevo. Y está solo. Solemos decir que se parece a su padre, o a su tía, o a una abuela para evitar lo inevitable: que ese niño acabará siendo un hombre solitario o una mujer igualmente solitaria. Que acabará muriendo solo."

martes, 16 de julio de 2019

Los señores del tiempo

Finaliza la fantástica Trilogía de la Ciudad Blanca de Eva Gracia Sáenz de Urturi, esta serie ubicada en la mágica ciudad de Victoria y protagonizada por el inspector de policía Unai López de Ayala, más conocido como Kraken, y su pareja, la subcomisaria Alba Díaz de Salvatierra. En esta ocasión los investigadores se encuentran frente a un curioso caso de asesinato, secuestro y crímenes varios que transcurren en sorprendente paralelismo con la trama de una novela de reciente publicación titulada "Los señores del tiempo", un sorprendente éxito editorial de autor desconocido que parece preconizar los terribles hechos que los policías alaveses deberán resolver, comenzando por descubrir al auténtico autor de la ficción que, inspirado fielmente en un antiguo cronicón de la Edad Media, se está repitiendo paso por paso en la actualidad

Iremos siguiendo a lo largo de la lectura la trama de las dos novelas en paralelo, dos historias que se van solapando donde los herederos lejanos de los personajes medievales van padeciendo los mismos castigos que los reflejados en la crónica medieval. Las implicaciones personales de la investigación y las consecuencias que esta traen al entorno más íntimo de Unai y Alba les hacen plantearse a ambos si vale la pena sacrificar su vida personal y poner en riesgo a las personas a las que quieren por alcanzar el éxito en su profesión.

La autora une en esta culminación de su trilogía sus dos temas favoritos: las tramas de investigación del equipo de policías vitorianos por un lado y el retrato histórico de la época medieval de las antiguas villas de Suso, ubicada en la colina de la antigua Gasteiz y la Nueva Victoria, de cuya unión surgirá la actual ciudad de Vitoria. Las tramas de las relaciones y enfrentamientos entre los distintos reinos cristianos, las luchas de poder de los señores de la ciudad, las familias fundadoras cuyos apellidos se han perpetuado hasta la actualidad, se ve que es un material que la autora ha disfrutado manejando y creo no equivocarme al afirmar que tengo la sensación de que ha perseguido más su propia satisfacción personal y regodeo en torno a un tema que le apasiona que el hecho de darle el gusto a sus lectores, a los que deja algo huérfanos, de rematar la trilogía y despedir a sus personajes como estos se merecen. En cualquier caso, no dudo en recomendar la lectura de esta serie que, en este caso sí, es esencial leer en su orden de publicación para seguir puntualmente los avances y evolución de los personajes y las tramas.