lunes, 29 de febrero de 2016

A la sombra del templo

Toti Martínez de Lezea está reconocida como una de las grandes autoras de novela histórica española, con numerosas obras localizadas fundamentalmente durante la Edad Media, además de abundantes obras infantiles y juveniles. En "A la sombra del templo" vuelve su mirada nuevamente hacia su ciudad natal, Vitoria, y sitúa allí la acción de esta novela que nos traslada a enero 1522, momento en que el holandés Adriano de Utrech, regente del España mientras que el rey Carlos I se encuentra ausente del país, es nombrado nuevo Papa de Roma, precisamente durante su estancia en la ciudad de Vitoria. A raiz de este hecho, la población se ve envuelta en un inmenso revuelo: la ciudad se llena de religiosos, personajes importantes de la nobleza que acuden a situarse cerca del nuevo Pontífice y participar en los festejos que celebran el nombramiento. En una ciudad alborotada como esa apenas se tiene en cuenta el asesinato de un notable constructor o que un noble destacado sea herido de gravedad en una justa presuntamente deportiva. Pero los protagonistas de la novela no son las grandes personalidades ni los miembros de la corte o de las familias prominentes de Vitoria y alrededores, sino ciudadanos más sencillos: el propietario de la casa de postas "El Portalón" y su familia, el abad de Santa María enfrentado con la autoridad civil y un joven hidalgo con aspiraciones de convertirse en artista acusado en falso de un asesinato que no ha cometido, así como el rico comerciante Juan Sánchez de Bilbao, envidiado por su riqueza y rechazado por los cristianos viejos por su lejano origen judío. Todos ellos asisten al gran espectáculo humano que se desarrolla en la ciudad a la vez que tienen que enfrentarse a grandes problemas que les afectan más directamente.

Como en la mayoría de las novelas de la autora, la narración es muy ágil dando lugar a un relato completamente vivo del ambiente y los hábitos de los ciudadanos de la época, las familias poderosas enfrentadas en bandos siempre compitiendo, los conflictos creados por la recién aplastada revuelta de los comuneros que contaban con numerosos apoyos entre los vitorianos, los retratos de los ricos comerciantes y los humildes artesanos, los ciudadanos, en fin, de una villa llena de actividad donde vemos reflejados las luchas políticas, sociales y económicas del comienzo de la Edad Moderna, de un reino que se extiende por Europa y allende los mares en manos del emperador más poderoso de todos los tiempos, pero cuyos súbditos están más pendientes de sus asuntos diarios y sus problemas personales con el vecino, con el competidor comercial o con los gobernantes locales, a pesar de lo cual no pueden evitar verse involucrados, muy a su pesar, en los enfrentamientos entre bandos rivales de los más poderosos. Es cierto que en ocasiones el ritmo de la novela se ralentiza en los episodios en los que se profundiza en la explicación del contexto histórico en el que transcurre la acción, pero esto también enriquece, por otra parte, el relato que,  por lo general, es bastante fluido y las tramas de los distintos personajes, tanto la historia de amor así como las intrigas políticas, son todas interesantes y están muy bien trabadas de modo que van confluyendo hacia un final común de alta tensión donde la justicia triunfa, afortunadamente, sobre la maldad.

miércoles, 24 de febrero de 2016

La casa de la alegría

No hay duda de que Edith Wharton es la gran retratista de la alta sociedad neoyorkina de finales del siglo XIX y principios del XX. "La casa de la alegría" es, posiblemente junto con "La edad de la inocencia", su novela más popular, uno de los mejores retratos de ese mundo complejo y elitista a partes iguales. La propia autora vivió en esta jaula de oro en la que tan duro era cumplir con los estándares establecidos como la posibilidad de no estar a la altura y ser expulsado de ella. Se nota en la pasión con que retrata las circunstancias que se plantean a lo largo de la novela que no se trata de hablar de oídas, sino que sabe lo que está contando.

La protagonista de esta novela es la joven Lily Bart, casi una advenediza en el mundo de la clase alta de la gran ciudad; procedente de una familia con frecuentes dificultades económicas, con un padre constantemente esforzado por hacer posible el nivel de gasto que colme las aspiraciones sociales de su esposa, ambiciosa mujer que confía plenamente en que la gran belleza de su única hija será suficiente para compensar su ausencia de fortuna a la hora de asegurarse un matrimonio favorable. Cuando ambos padres fallecen, Lily queda al cuidado de su tía viuda que le permite el acceso al entorno de las mejores familias y de las grandes fortunas, una sociedad en donde la misión fundamental de la joven será alcanzar ese enlace afortunado que le permita no tener que sufrir más por las facturas que se acumulan en el escritorio ni por los gastos a los que no se ve capaz de renunciar. Pero Lily quiere tenerlo todo en este mundo y lucha entre la necesidad de encontrar un marido inmensamente rico y que esto a su vez no le suponga tener que conformarse con una vida de aburrimiento y corrección, futuro personificado en el adinerado Percy Gryce, insulso y pusilánime a pesar de su gran fortuna. Lily siente que sería más feliz con el interesante y divertido Lawrence Selden, de amena conversación y mucho más apuesto y atractivo. Esta indecisión constante, este no querer renunciar a nada, la creencia de que será capaz de encontrar la persona con la que tenerlo todo, fortuna y amor verdadero, le hará perder algunas buenas oportunidades y se aproxima a una edad en la que pronto dejará de ser considerada una jovencita adorable. Se sabe con razón dotada de más gracia e inteligencia que otras jóvenes que tienen, sin embargo, a su favor una amplia fortuna familiar, pero confía en que su belleza y encanto serán siempre bazas a su favor para lograr su objetivo, si bien ha de enfrentarse a duras imposiciones como el cumplir con las complejas normas e imposiciones sociales que no admiten los gastos excesivos, las deudas de juego, o cualquier sombra sobre la fama de una dama. Lily no se conformará con una vida modesta iluminada de lejos por el esplendor de sus amigos ricos y poderosos que la acogen como compañía amena o animadora de cualquier fiesta, la joven bella y graciosa que cualquiera desea frecuentar pero que no acaba siendo una de ellos; ella sabe que merece formar parte de pleno derecho de esa élite rica, no concibe la posibilidad de ser expulsada de ese paraíso al que su escasez de medios le dificulta pertenecer pero sus propias expectativas y educación le impiden plantearse la posibilidad de no formar parte del mismo.

Es interesantísimo profundizar a través de esta historia en la psicología y la mentalidad de las mujeres sometidas a las estrictas normas y moralidad de la clase dominante, no siendo libres para decidir con quién casarse ni cómo llevar a delante su vida, so pena de ser expulsadas de su círculo social; no conciben la posibilidad de llevar una vida que no sea acomodada y a la vez llena de obligaciones que suponen abundantes gastos obligados por la exigencia de lucir siempre a la moda, los últimos modelos en vestidos y sombreros, poder frecuentar las fiestas, los veraneos en las grandes mansiones, las partidas de bridge, elementos tan fundamentales en la configuración de quienes son y del modo en que el mundo las ve. Pero a la vez no deben despertar la mas mínima sospecha de nos ser absolutamente indudables en cuanto a su moralidad ni sus intenciones. Es de destacar la figura de las madres que maquinan y calculan incansables en su principal tarea vital: colocar a sus hijas casaderas del mejor modo posible, emparentando con buenas familias que al tiempo garanticen la seguridad material. Y aparece también la figura del nuevo rico, del advenedizo que se introduce en la sociedad a base de dinero y debe encontrar su lugar en ese mundo que le acoge y adula por su fortuna y al mismo tiempo le desprecia por su falta de abolengo. La novela llega a convertirse en ocasiones en un retrato asfixiante de una sociedad donde se deben cumplir con implacables y rigurosas normas no escritas y donde la apariencia y la riqueza preocupan sobre todo a quienes carecen de rentas suficientes para mantener el nivel esperado y deben aparentar y sonreir a pesar de todo. 

viernes, 19 de febrero de 2016

La estela de un recuerdo

Habitualmente, al leer novelas históricas nos situamos a una distancia prudencial de los hechos que se nos cuentan ya que, por muy reales que se sintamos a los protagonistas y por muy vívida que resulte la narración, solemos contar con la distancia innegable de los años e incluso de los siglos transcurridos desde aquello que se nos cuenta, lo que nos permite asomarnos a esa historia desde una cierta distancia de seguridad que nos garantiza el poder asistir al espectáculo de lo que se nos cuenta sin posibilidad de vernos involucrados de ninguna manera en él. Pero ocurre que, en ocasiones, como es el caso de esta novela, "La estela de un recuerdo", los años transcurridos desde aquello que se nos cuenta no son tantos, menos de un siglo en este caso y si además la autora nos viene a referir unos hechos ocurridos en nuestro propio país y cuyos protagonistas constituyen su propia familia, confirmando que lo que leemos no es mera ficción sino las experiencias reales de personas que hace pocos años aún vivían entre nosotros y pudieron contar su versión de los hechos, todo esto hace que no podamos mantenernos al margen de lo que leemos, que no paremos de trazar similitudes entre los hechos que se nos cuentan y nuestro presente más actual, tristes paralelismos, es cierto, pero no quedan tan lejos los hechos que nos presenta Almudena de Arteaga como para que no podamos ser capaces de oir sus ecos en nuestro presente más actual, más ahora que parece haberse desatado cierto espíritu que evoca aquello que creíamos que se había convertido ya en pasado superado, en auténtica Historia de la que no tiene posibilidad alguna de repetirse.

Pues el escenario de la novela se sitúa en abril de 1931, fecha en que el rey Alfonso XIII abandona España tras el triunfo de los partidos republicanos en las elecciones municipales, alegando que no quiere ser el causante de que se derrame ni una sola gota de sangre española por su causa, se marcha del país en donde quedan, a pesar de todo, muchos ciudadanos leales a la Monarquía y a las tradiciones, entre ellos la familia del duque del Infantado, fieles monárquicos y profundamente católicos. Tanto el duque como sus hijos deciden permanecer en su país confiando en que la situación volverá a normalidad y el rey regresará en cuanto se tranquilice la situación, pero esto no va a ocurrir, sino más bien lo contrario. La novela nos describe el ambiente convulso de los años que anteceden al estallido de la Guerra Civil, la II República supone una creciente amenaza sobre las propiedades y las propias vidas de aquellos que no son afines a las doctrinas revolucionarias, si bien todo ello no amilanan a los miembros de esta numerosa familia, que, lógicamente, sienten temor e incertidumbre pero que están dispuestos a defender sus ideales. Es fascinante ver como la propia familia de la escritora se convierte en material novelístico, como nos cuenta el valor de los hermanos, la constancia en sus creencias religiosas que anteponen frente a la laicidad que se les trata de imponer. La novela nos cuenta. en definitiva, una historia familiar, narrada por María, la primogénita, y donde nos encontramos con romances, actos heroicos, huídas, miedos, mostrándonos los acontecimientos desde el punto de vista de unos ciudadanos leales a sus creencias e ideas tradicionales y fieles a unos principios por los que están dispuestos a dar su vida, todo enmarcado en unos años políticamente durísimos que llevarán hasta el desastre de una guerra fraticida que partió nuestro país en dos y que tanta desgracia trajo a España. 

Es de destacar el elenco de escenarios por los que transcurre el relato que van desde el Palacio de Xifré, antiguamente ubicado en el paseo del Prado de Madrid y domicilio de la familia, hasta el castillo de Viñuelas o la casa de Zarauz donde pasaban los veranos, el castillo de Requesens en Gerona, así como en otras residencias familiares pertenecientes al amplísimo patrimonio que los del Infantado poseían por aquellos años, todos ellos espectaculares edificios históricos cargados de lujos, obras de arte y antigüedades pero en realidad son lugares vividos, residencias familiares en las que transcurrieron durante siglos las vidas de una familia relevante en la Historia de España y cuyos miembros participaron con frecuencia directamente en muchos de sus episodios. Una novela esta que presenta una visión de una época de nuestro país desde el punto de vista de unas personas que trataron de mantener sus creencias e ideales y tomaron parte del bando que creían que era justo defender. Porque en cada guerra y en cada conflicto siempre hay dos partes, cada una con sus propias razones y sus propios principios.

viernes, 12 de febrero de 2016

We were liars

Una de las vías que sigo para descubrir lecturas interesantes es la de los libros mejor valorados por los lectores en las listas de Amazon. Este es desde hace algún tiempo un sistema por el que voy descubriendo autores o novelas en las que suelo encontrarme con buenas historias, libros que, en ocasiones, aún no han pasado al mercado español pero que no tardan en hacerlo gracias a ese éxito cosechado entre los propios lectores y que atrae la atención de los editores del resto del mundo. Ese es el caso de esta novela de E. Lockhart con la que me ocurre como ya me ha sucedido en otras ocasiones: la tengo a espera de lectura desde hace meses cuando descubro que está ya preparada la edición en castellano, con lo que me acuerdo de adelantarla en mi lista de libros pendientes de leer, dispuesta a comprobar si son justificadas las buenas opiniones que de ella había visto publicadas.

En "We were liars" ("Éramos mentirosos") conocemos a los Sinclair, una familia norteamericana muy acomodada, todos ellos guapos, rubios, atléticos, Demócratas convencidos, una familia poderosa y respetada. Tienen incluso una isla privada en la costa de Massachuetts donde pasan los veranos en amor y compaña los abuelos, las hermanas, los nietos y algún que otro allegado. Todo bajo el control de un patriarca todopoderoso al que sus tres hijas aman, respetan y temen a partes iguales y cuyos nietos admiran como al sol en torno al que todo gira. Los veranos transcurren con calma, los jóvenes especialmente disfrutan de unas vacaciones que son el único momento del año en que se reúne una pandilla que se autodenomina The Liars (Los mentirosos) sin que lleguemos a conocer muy bien el origen de tal apelativo. Lo cierto es que en esos meses los chicos van impregnándose de la filosofía que guía a la familia: el triunfo, la reputación, la fuerza de la unión familiar. Los veranos son una suerte de paraíso alejado del resto del mundo: semanas de navegar en barco, baños en calas solitarias, fogatas nocturnas, lectura en la hamaca, placeres de la adolescencia unidos al descubrimiento de un mundo propio, de los primeros amores entre desiguales que nos hacen volver los ojos hacia Cumbres borrascosas, acontecimientos familiares que acaban convertidos en cuentos de princesas al estilo clásico.

La protagonista, Cadence, vuelve a la isla dos veranos después de haber sufrido un accidente que le originó un daño post-traumático tras el que sus recuerdos de aquel verano de sus quince años han quedan mermados. Aquejada de intensos dolores de cabeza, el abuso de analgésicos y su amnesia parcial le impiden recuperar los recuerdos referidos a todo lo que rodeó su accidente aquel verano. Estas vacaciones de sus diecisiete años están llenas de novedades, sus compañeros de pandilla no parecen cambiados pero sí los mayores e incluso sus primos pequeños, todos la tratan con especial cuidado y le instan a que se esfuerce por recuperar sus recuerdos.

La narración tiene algunas reminiscencias de "El guardián en el centeno" por su condición de novela iniciática, el retrato de unos jóvenes acomodados enfrentados con la realidad del mundo, con sus ideales, unos chicos que conocen las ventajas de pertenecer a una familia privilegiada pero que también les impone obligaciones, estar a la altura de lo que que espera de ellos, lo que les supone conflictos vitales internos. El estilo de la novela es peculiar; abundan las frases cortas que en ocasiones se transforman en poemas. La narración se intercala con los relatos mediante los que la protagonista representa a sus familiares como personajes de cuentos infantiles, como reyes, princesas o caballeros. El lenguaje es sencillo y al tiempo expresivo e intenso, reflejando los temas de la amistad, la familia, el amor, las ilusiones, la juventud o la tragedia, todos ellos componen los poderosos ingredientes de esta historia bella, trágica y dramáticamente intensa y sorprendente, una de esas novelas de las que nadie te contará el final que, aunque no te termine de sorprender porque en algún momento de la lectura hayas sido capaz de intuirlo, sí que te emocionará por lo bien contado que está, por la delicadeza e intensidad con la que Cadence y el lector se enfrentan finalmente a la realidad.

jueves, 4 de febrero de 2016

Diamante azul

Yo soy doña "Erre que erre" para los géneros que me gustan: ¿que oteo en el horizonte una saga familiar con transfondo histórico? pues a ella que me lanzo de cabeza sin pensarlo, y si encima viene de la mano de una escritora como es Care Santos con la cual el porcentaje de satisfacción con sus novelas hasta la fecha es un pleno total ya que siempre he disfrutado con todas las que he leído, pues ya tengo todas las bazas a mi favor para no equivocarme en la elección de mi próxima lectura. Y debo decir que no me ha decepcionado para nada este "Diamante azul" en el que Santos vuelve a mostrar que su especialidad es la de contar historias donde mezcla el relato familiar con el acertado retrato de épocas históricas concretas. En este caso nos presenta una saga de tintoreros catalanes que resultan ser los auténticos antepasados de la autora y cuyos avatares nos van llevando por diversas localizaciones de Mataró, Argentona, Olot y otras localidades barcelonesas según vamos conociendo historias de familia, enfrentamientos y conflictos, matrimonios y negocios, amor, odios, maldiciones seculares y personajes que llegan al corazón, tanto los buenos como los malvados están retratados con profundidad y mantienen el interés en cada uno de los episodios que nos presentan de sus vidas.

El relato transcurre a lo largo de varios siglos y nos vamos encontrando con hijos segundones que tratan de hacer fortuna, padres que hacen crecer sus negocios y aspiran a ser sucedidos por sus hijos, esposas dedicadas a dilapidar el capital familiar y a trazar buenos emparejamientos para sus hijas a costa de cualquier cosa, mujeres que desean tomar las riendas de sus vidas y escapar de las imposiciones familiares. Todas las historias van confluyendo con constantes giros temporales, cosa que no me disgusta y que es más que habitual en las novelas actuales, aunque sí que debo reconocer que no he quedado completamente satisfecha con la manera en que la autora ha ordenado su relato ya que deja para la última parte del libro el grueso de lo que es el inicio de la saga familiar, con lo que entiendo que nos desvela el origen de algunos secretos o misterios que hemos ido conociendo previamente pero así y todo no es la estructura que yo habría preferido para la historia.

Con eso y con todo, la novela se lee con apasionamiento de principio a fin, en ningún momento decae el interés y el relato se desarrolla con un estilo fresco y fácil de seguir, en el que me ha agradado especialmente la aparición de elementos mágicos o de aires de fábula como el reloj que nunca marca la hora correcta pero que no falla al anunciar una muerte en la familia o el joven que acumula matrimonios con mujeres ricas que van falleciendo todas prematuramente mediante lo cual va acrecentando su fortuna de manera acelerada. Toda la novela respira un aire de costumbrismo por medio del cual se nos retrata la sociedad catalana y más concretamente a la burguesía industrial desde sus orígenes en el siglo XVII hasta principios del siglo XX, contado todo con agilidad, ligeros toques de humor o giros estilísticos sorprendentes, como los comentarios que el narrador dirige directamente al lector o los personajes accesorios a la historia que se introducen en la novela para presentarse ante el lector y darse a conocer, al margen del argumento principal que estamos siguiendo.

De todo esto debo extraer que Care Santos es una novelista a la cual no voy a dejar de seguir, al menos en lo que a su producción de obras destinadas al público adulto se refiere, ya que me demuestra en cada ocasión que he tenido de leerla que es capaz de recrear escenarios y personajes atractivos que confluyen en relatos intensos, realistas y mágicos al mismo tiempo. Un valor seguro, sin duda alguna.