martes, 27 de noviembre de 2018

Jardín de invierno

"Jardín de invierno" es la tercera novela de Kristin Hannah que cae en mis manos después de "Volverás a Alaska" y de la maravillosa y muy recomendable "El ruiseñor" y confieso que tenía muchas esperanzas puesta en su lectura pero debo reconocer que en esta ocasión la autora no ha logrado convencerme como lo hizo con anterioridad, no sé si a causa de que mis expectativas eran muy altas o debido a que la novela no ha resultado tan redonda como las anteriormente citadas. En cualquier caso, y dejando las comparaciones a un lado, la novela es entretenida y tiene bastantes cosas positivas y es muy posible incluso que para algunos lectores resulte una novela maravillosa, cosa que no dudo, pero ya se sabe que cuando un lector no conecta con un libro su opinión no es ni buena ni mala, nadie puede controlar las sensaciones que le provoca una lectura, al margen de que esta esté mejor o peor escrita, tenga más o menos defectos; esa es una de las realidades incuestionables que todo lector sabe que debe asumir: cada uno lee su propia novela, aunque se trate del mismo libro.

En lo que se refiere estrictamente al argumento de la novela, nos encontramos para comenzar con un drama doméstico originado por la muerte del padre de la familia protagonista compuesta por una madre, Anya, una mujer de origen ruso, siempre distante y fría y las hijas de ésta, Nina y Meredith, dos hermanas totalmente opuestas en carácter y ocupaciones: Nina es fotógrafa de guerra, independiente y sin ataduras, siempre viajando lejos de los suyos mientras que Meredith se ocupa del negocio familiar y de su esposo e hijas, vive pendiente de su casa y de sus padres ya mayores.

Anya nunca fue muy comunicativa con sus hijas, encerrada en su silencio y su frialdad, era el padre el que habitualmente servía de nexo de unión en la familia; su muerte deja un vacío que cuesta llenar, un dolor que cada una sobrelleva como puede, sin apoyarse en las otras. Sólo a través de los cuentos que Anya contaba a sus hijas de pequeñas al acostarlas, estas podían sentirse cerca de su madre. Se trataba de viejas leyendas rusas pobladas de personajes tradicionales llenos de fantasía y magia. Y ahora que Anya parece haber perdido el contacto con la realidad, será a través de esos cuentos como las hijas recuperarán un canal de comunicación con ella. Tras la fábula de la campesina y el príncipe enamorados adivinamos un retrato de la época de terror impuesto por el régimen comunista tras la Revolución, de las purgas a los disidentes, del silencio, el hambre, el frío y el miedo que reinaba en el Leningrado del que procede Anya. Este cuento acabará convirtiéndose en el relato de aquellos días de guerra y muerte, de todo lo que Anya ha callado durante años y que sus hijas acabarán por fin descubriendo.

Reconozco que relato desgarrador del cerco de Leningrado cuya crudeza tan bien se narra en "El jinete de bronce" es lo mejor que aporta la novela, el relato de una época histórica fascinante por su dureza y por lo que supuso de prueba de la resistencia de la naturaleza humana ante situaciones extremas. El problema está en que durante muchas páginas he tenido la sensación de que no ocurría nada, que se repetían las jornadas familiares monótonas, las conversaciones que no llevaban a ninguna parte en las que las protagonistas se regodean en el duelo por el padre pero tardamos mucho en adentrarnos en la línea temporal del pasado que adivino desde el principio que es la que va a proporcionarnos la historia fundamental, el auténtico valor de esta novela. Por otra parte, debo reconocer que el estilo fantástico no es lo mío por lo que el recurso de acudir a un cuento lleno de magia para acercarnos al verdadero pasado de Anya no ha logrado conquistarme, aunque sí lo ha hecho su historia real, una vez que ésta ha adoptado el tono realista que me ha convencido mucho más.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

El año del pensamiento mágico

Joan Didion es uno de mis últimos descubrimientos literarios de este año, una autora que despierta un interés que va más allá de su mera creación artística y alcanza a su figura personal. Es probable que sea justamente debido al hecho de que su propia experiencia vital tan intensa sea la principal influencia de su obra y se refleje en ella, tanto en los textos de ficción como, por descontado, en los netamente autobiográficos, por lo que su producción resulte tan intensa, sincera, realista y atractiva. Todo esto se cumple en "El año del pensamiento mágico", donde la vida de la autora se convierte en material literario de primera calidad
"Esto es un intento por encontrar sentido al tiempo que siguió, a las semanas y meses que desbarataron cualquier idea previa que yo tuviera sobre la muerte, la enfermedad, la probabilidad y la suerte, la buena o la mala fortuna, sobre el matrimonio y los hijos y el recuerdo; sobre el dolor y los modos en que la gente se plantea o no el hecho de que la vida acaba; sobre la precariedad de la cordura y sobre la vida misma."
Una noche de diciembre de 2003 el marido de la autora, el también escritor John Dunne, cae muerto sobre la mesa donde cenaba la pareja. La minuciosa descripción de este momento y sus horas posteriores son el dramático inicio de esta obra autobiográfica breve pero muy intensa a lo largo de la cual la Didion oscila entre la negación de la realidad, la ilusión de que John va a volver en cualquier momento de allá donde quiera que se encuentre y la investigación casi obsesiva que desarrolla sobre el asunto de la gestión del duelo en manuales y publicaciones de psicología cuyas teorías va alternando con los sentimientos de la propia autora, analizando si sus reacciones son adecuadas o no al comportamiento que los especialistas establecen como habituales en personas que, como ella misma, han sufrido una perdida dramática.

En ese recorrido detallado por los hechos y circunstancias que rodearon la muerte de John, destaca el hecho de que en ese mismo momento la hija de ambos, Quintana, permanecía ingresada en un hospital de la ciudad en estado de coma a raíz de una septicemia causada por una pulmonía mal tratada. Cuando pocos meses después su hija, aparentemente recuperada de su enfermedad, recae en un nuevo estado de coma, es sorprende cómo nuevamente la autora se documenta sobre el estado de su hija, se informa mediante libros especializados para tratar de entender, comprender qué le pasa a su hija y cómo ayudarla a superarlo.

Nos introducimos en esta obra en el universo más íntimo de la Didion, en su vida matrimonial, sus recuerdos más felices, la complicidad que siempre tuvo con su esposo, los detalles del léxico familiar, sus bromas privadas, la relación con su marido, la infancia de su hija, el trabajo de la pareja en el mundo del cine, Hawaii, Los Angeles, París, Nueva York, sus viajes, las películas en las que participaron, los amigos, las alegrías y tristezas, todo revisado y repasado a la luz de la nueva vida que le espera ahora sin John a su lado. Una inmersión total en un universo personal lleno de humanidad, sinceridad y riqueza narrativa.
"Somos imperfectos mortales, conscientes de nuestra mortalidad aun cuando tratemos de eludirla, vencidos ante nuestra propia complejidad, tan acorralados que cuando nos dolemos por los que hemos perdido, también nos dolemos, para bien o para mal, por nosotros mismos. Por lo que fuimos. Por lo que ya no somos. Por la nada absoluta que un día seremos."

sábado, 17 de noviembre de 2018

El tapiz amarillo

Este relato de Charlotte Perkins Gilman, "El tapiz amarillo" también traducido en otras ediciones con el más afortunado nombre de "El papel de pared amarillo", es una de las muchas y muy acertadas recomendaciones que he hallado en el maravilloso club de lectura de Nuria Pérez, que, entre otras cosas me ha llevado al (re)descubrimiento de autoras como Joan Didion o Maggie O'Farrell, que se ha convertido en una de mis escritoras favoritas de todos los tiempos por lo que creo que le debía este agradecimiento público.

La narración nos retrata a una joven dama norteamericana que se encuentra postrada en cama en una tranquila villa alquilada por su marido en mitad del campo para tratar de recuperarse de una delicada condición nerviosa que hoy día identificamos fácilmente con una depresión postparto. Pasa los días largos e iguales en un improvisado dormitorio en la parte alta de la casa, en lo que alguna vez fue un cuarto de juegos para los niños: una habitación grande y luminosa, amueblada con muebles disparejos subidos desde los dormitorios de los pisos bajos y cuyo elemento mas destacable es el estropeado papel de pared que presenta un extraño y complicado diseño en cuya observación y análisis pasa la dama las horas muertas tratando de ocupar tanto tiempo de inactividad forzada. El único entretenimiento real que nuestra protagonista posee es la escritura a través de la cual reflexiona sobre su situación. De hecho, ese diario informal es en realidad el texto que estamos leyendo, donde ella plasma sus ansiedades, preocupaciones y los más simples detalles de su monótono día a día, tratando, eso sí, de mantenerlo siempre oculto de la vista de su marido, al que desagrada ese tipo de entretenimientos intelectuales en mujeres de su clase. De ahí que la contemplación del papel de la pared y su enrevesado dibujo pase a ocupar la mayor parte de su tiempo.

Publicada en 1892, el relato refleja con agudeza la falta de libertad real a la que se encontraban sometidas las mujeres de aquella época en los Estados Unidos, sin capacidad de decidir por sí misma sobre cómo llevar adelante su vida, sin poder tomar sus propias decisiones o ser tratadas como personas adultas con plenos derechos, en lugar de someterse a la tutela proteccionista de sus maridos. La brevedad del texto no le resta agudeza psicológica ni profundidad a la hora de retratar a la protagonista o de plantear los temas anteriormente mencionados de manera clara y sin renunciar por ello a una elevada calidad literaria.

También me ha parecido interesante de por sí la figura de la autora, cuya biografía recomiendo descubrir, ya que fue una mujer que vivió una peculiar y reseñable peripecia personal que considero de gran interés y que daría bastante material para elaborar una buena novela biográfica.

martes, 13 de noviembre de 2018

La desaparición de Stephanie Mailer

No podía dejar pasar la oportunidad de reencontrarme con Joël Dicker, autor que ya me ha deleitado en un par de ocasiones con sus novelas, siempre bien planteadas, intrigantes y fabulosamente escritas, por lo que finalmente me hice con "La desaparición de Stephanie Mailer", su ultimo éxito, que de nuevo me ha conquistado y me ha hecho pasar unos cuantos buenos ratos de lectura. En esta ocasión la acción de la historia nos traslada a la tranquila ciudad de Orphea, una idílica localidad turística de los Hamptons que se ve alterada por la desaparición de Stephanie Mailer, una avezada periodista dedicada en los últimos tiempos a investigar un antiguo crimen sucedido veinte años atrás en la misma ciudad. El agente de la policía estatal que en su momento resolvió el caso, a punto de retirarse, retoma la investigación ayudado de una joven policía local recientemente llegada desde Nueva York.

La estructura de la novela presenta una serie de giros que aumentan el interés de la lectura, ya que se trata de una investigación sobre otra investigación, una novela sobre otra novela, con unos personajes que ensayan una obra teatral en la que tal vez podemos encontrar la solución al crimen que investigan los policías, o no. Nos hallamos ante una trama compleja, aunque no complicada, pero sí llena de historias que se mueven en paralelo, con varios planos temporales separados algunos de ellos por veinte años pero conectados en el presente.

Y en lo que se refiere a los personajes, si bien el protagonismo descansa fundamentalmente en los investigadores de la policía, el libro tiene bastante de novela coral porque hay otros personajes con tramas paralelas secundarias pero que nos cuentan historias muy interesantes que pueden, por momentos, superponerse sobre la trama principal, además de que cualquiera de esos personajes secundarios puede estar involucrado en los crímenes a resolver, tanto los del pasado como los actuales, o tal vez en ambos a un tiempo.

Se trata, en definitiva, de una estupenda narración que engancha desde la primera pagina, con un ritmo trepidante en los distintos hilos temporales que no dejan de proporcionar sorpresas inesperadas; todas ellas enganchan al lector y le llevan a avanzar velozmente para llegar a la resolución de los diferentes enigmas planteados. Al igual que hace el director de la misteriosa obra teatral que se ensaya a lo largo de la novela, Dicker juega con el lector despertando su curiosidad, juega con la trama reuniendo a todos los personajes en Orphea veinte años después en torno a la representación de dicha obra que resultará trascendental para la resolución del caso y cuyo elenco recuerda a los personajes de "Los diez negritos", cada uno con su historia pasada, sus secretos y su propia cuota de probabilidad de ser el culpable al que andamos buscando. Una novela que bebe, por tanto, de los clásicos del género policíaco pero que logra resultar original, cosa que siempre es de agradecer.

jueves, 8 de noviembre de 2018

La villa de las telas

"La villa de las telas" es la primera novela de la autora alemana Anne Jacobs publicada en España. Este estreno literario nos lleva a un escenario y una época sobre la que no tengo excesivas referencias, en lo que a obras de ficción se refiere, aunque, en general, lo cierto es que no tengo demasiada experiencia sobre historias situadas en la Alemania de primeros del siglo XX, con lo que ya este aspecto se me presentaba como un incentivo más para que esta lectura me resultara atractiva a priori.

La acción se inicia en 1913 en la ciudad de Augsburgo; Johannes Melzer es el propietario de una importante fábrica de paños. Su familia está compuesta por su esposa, Alicia, dos hijas casaderas, la mayor y poco agraciada Elisabeth y la más joven y bella Katharina, además de un hijo llamado Paul, destinado a suceder a su padre a la cabeza de los negocios, pero poco inclinado por el momento a ello, con lo que actualmente lleva una relajada vida de estudiante de Derecho en la ciudad de Munich.

Pero la protagonista principal de la historia es Marie, una joven que es enviada a trabajar al servicio de los Melzer. Huérfana de origen incierto cuyo pasado familiar le ha sido ocultado, la vida que le espera en la casa donde entra a trabajar como ayudante cocina es bastante cómoda a pesar ser la última en la jerarquía doméstica, la criada con menos categoría; incluso sus modestas habitaciones de la zona alta de la casa le parecen una auténtica maravilla, con sus sábanas limpias y las almohadas de plumas y los cálidos edredones, acostumbrada como ha estado a las numerosas estrecheces de la vida pasada en el orfanato y a su breve experiencia como trabajadora de una fábrica. Pronto Marie muestra su carácter decidido y sus dotes artísticas, por lo que es ascendida rápidamente y pasa a ocupar puesto de doncella de la hija menor de la familia, la joven y despreocupada Kitty, siempre rodeada de pretendientes pero con aspiraciones de convertirse en artista, mientras que su hermana Lisa, menos atractiva y algo envidiosa de la suerte de la pequeña de la familia, sólo piensa en encontrar un marido aceptable.

La novela combina una gran cantidad de elementos que la hacen atractiva, como el amor, los celos, la felicidad conyugal con algún que otro drama, enredo romántico y secretos de familia, todos ellos bien equilibrados para atrapar en su lectura. Además de todo ellos, la acción se enmarca en el escenario histórico de una naciente revolución industrial donde la actividad fabril se convierte en la locomotora que arrastra la economía y cambia el modo de vida de aquellos que desarrollan su actividad laboral en ese nuevo entorno tan fascinante, con constantes innovaciones técnicas y mecánicas, como peligroso por los nuevos riesgos que las máquinas suponen para la seguridad de los operarios. Y la familia Melzer, como propietaria de una de estas fabricas no está al margen de toda esta problemática.

Para aquellos que tras leer esta novela se hayan quedado con ganas de saber cómo continúa la historia de la saga familiar que veremos nacer en esta lectura, tengo buenas noticias, ya que se ha publicado una continuación en la que podremos seguir la evolución de la creciente familia Melzer, que se enfrenta, además, a complicados tiempos de guerra. La posibilidad de adentrarme en esta continuación de la historia es una perspectiva bastante apetecible que espero no tardar demasiado en disfrutar.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Nadie ha muerto en la catedral

Vuelvo a trasladarme hasta Navarra de la mano de la escritora Estela Chocarro y la segunda entrega de su serie protagonizada por la experta en Arte, Rebeca Turumbay. En esta ocasión la acción de "Nadie ha muerto en la catedral" se desarrolla entre Cárcar, pueblo natal de la joven, y Pamplona, a donde Rebeca regresa al ser requerida en su condición de especialista en la obra de Dalí para verificar la autenticidad de un supuesto cuadro del pintor que ha aparecido en una capilla secreta descubierta en la catedral de Pamplona junto a dos cadáveres de distinta datación. El macabro hallazgo atrae igualmente a Víctor Yoldi, periodista del Diario de Navarra y que inició un romance bastante intermitente con Rebeca en la anterior novela. La investigación que ambos llevarán a cabo involucrará a varios miembros del cabildo de la Catedral, sacerdotes que en su juventud coincidieron en torno a un oscuro asunto que se ha tratado de ocultar durante muchos años y que afecta también a una notable familia de la provincia y que ahora nuestros protagonistas tratarán de sacar a la luz. Pero el misterio se remonta más allá en el tiempo, llegando hasta un asesinato cometido en el siglo IX en la antigua catedral. Gran participación en la acción tendrán nuevamente los ancianos de la residencia de Cárcar, el tío de Rebeca y su grupo de compañeros, que representan las raíces, la tradición y el depósito de recuerdos y tradiciones a los que los más jóvenes recurren con frecuencia para resolver los misterios del pasado.

No puede negarse que el recurso de incluir un cuadro de Dalí junto a los cadáveres aparecidos en la catedral para justificar la participación de Rebeca en el argumento de esta novela resulta bastante forzado, pero una vez que decidimos pasar por alto este hecho, la lectura es bastante ligera y amena y volvemos a participar de una trama de acción y de investigación no exenta de riesgo para los protagonistas que entretiene sin demasiada complicación.

Lo que hay que reconocer es que la autora ha logrado crear un grupo de personajes y un escenario que se convierte en familiar al lector, como ocurre en las series exitosas, consigue involucrar al lector y crear la sensación de pertenencia, el llegar a considerar a los personajes como gente cercana a ti, por los que puedes interesarte e incluso preocuparte, lo que te lleva a conectar con la serie y a regresar a ella con agrado y expectación por las peripecias por las que aquellos tendrán que pasar. Y aunque también reconozco que no es la mejor serie de la historia de la literatura, que presenta fallos como el abuso de las reiteraciones para asegurar que el lector no pierda el hilo de la historia o la falta de chispa romántica entre la pareja protagonista, sí que cumple con los requisitos para considerarla una lectura entretenida y de evasión, sin mucho más objetivo que pasar un buen rato de lectura descomplicada, que ya está más que bien.