jueves, 26 de febrero de 2015

Una madre

Hace ya algún tiempo que tenía ganas de conocer a Alejandro Palomas, autor del que no paro de oír hablar, y siempre en positivo, desde hace algún tiempo, así que esta novela "Una madre" me pareció una manera óptima de hacerlo. Esta ha sido mi segunda participación en un reto de lectura conjunta (la primera fue con "Vestido de novia" aunque en aquella ocasión no lo comenté en mi entrada sobre el libro) Al no ser yo una persona excesivamente gregaria (por no decir que no lo soy en absoluto), no me había planteado nunca participar en este tipo de actividades comunitarias, de hecho nunca me he apuntado a ninguna lectura conjunta desde este blog, pero el hecho de que en esta ocasión esta actividad esté organizada dentro de un grupo de lectores en Facebook con 770 miembros entre los que es fácil pasar más o menos desapercibida y teniendo en cuenta que no me plantean más obligación que comentar en una conversación informal mis opiniones sobre el libro seleccionado, me decidí a participar, ya por segunda vez, en esta experiencia y tuve así la oportunidad de conocer esta interesante novela y estrenarme así con el autor al que tantas ganas le tenía y con el que no dudo que repetiré en algún momento. Añado como ventaja de seguir este club de lectura que me ha ayudado ya en estas dos ocasiones a tomar la dura decisión semanal de "¿con qué libro me pongo a continuación?" Y en ambos casos la elección ha sido todo un éxito, no cabe la menor duda.

Destacaría como una de las mayores virtudes de este autor el ser capaz de hacer literatura de la cotidianeidad más absoluta: sin más trama que una reunión familiar con motivo de la cena de Nochevieja, Palomas va a crear todo un mundo en el que no vamos a descubrir ni grandes secretos ocultos ni asistiremos a espectaculares sorpresas finales; todo lo que cuenta ocurre en una noche entorno a una mesa festiva a donde se acercarán los tres hijos y el hermano de Amalia, la madre. Eso sí, el autor nos mostrará el auténtico rostro de cada uno de los personajes, las relaciones que les unen a los demás, diseccionará a través de minuciosos detalles a cada uno de ellos y nos los enseñará por dentro, con sus manías, sus temores, su papel dentro del "organigrama" familiar. Así tenemos a Silvia, la mayor, amargada, pluscuamperfecta, controladora; a Emma, la mediana, insegura, la que se deja llevar por la corriente, arrastrando su dolor tras ella y con su compañera, Olga, tan distinta a ella; Fer, el narrador, el único chico y el más pequeño, hombro en el que todos descargan sus problemas, tratando de buscar su lugar en el mundo tras sus fracasos sentimentales y tan unido a su madre; el tio Eduardo que tarda en aparecer, el hermano de la madre que vuelve buscando cobijo al calor de ese hogar que es su única familia. Y esa madre, centro sobre el que pivota la familia, descubriendo por fin la vida tras su separación, un personaje casi naif de feliz e inocente, de inconsciente incluso, a pesar de los malos tiempos pasados conserva intacta la ilusión por la vida y tiene como primer objetivo vital salvar a sus hijos del sufrimiento; Amalia nos divertirá con sus diálogos y reflexiones casi surrealistas, llenas de optimismo y buena fe, pero sobre todo nos mostrará su valentía. Y finalmente el padre, el gran ausente, el que une a todos en su contra, al que nadie añora ni recuerda con cariño pero cuya sombra permanece y deben aprender a borrar de sus vidas.

El libro es básicamente un monólogo de Fer salpicado por abundantes diálogos del resto de los personajes. Desde los ojos del narrador que observa a su familia vamos conociendo el mundo personal de cada uno de sus miembros, de una familia que es como cualquier otra, porque todas las familias se parecen tanto a las demás y al mismo tiempo son todas distintas, con sus reglas internas propias, sus secretos, sus códigos, sus frases hechas y sus historias y anécdotas mil veces contadas y repetidas alrededor de la mesa. Fuente de fortaleza y también la mayor debilidad para cada uno de los miembros, porque todos llevan a cuestas sus heridas de guerra, el pasado que les ha hecho ser como ahora son, algunos las muestran y otros las ocultan en lo más profundo, a algunos les han ayudado a crecer y a ser mejores personas y en otros casos se han convertido en peores personas de lo que eran antes. Pero todo se acepta y se admite dentro de la familia,  porque la familia constituye, en todo caso, un refugio seguro al que regresar, donde sabes que te quieren a pesar de tus errores, porque te conocen por dentro y saben como fuiste antes de que la vida te pasara por encima. Y más que nadie la madre sabe ver dentro de cada uno de sus hijos y estar ahí cuando sabe que hace falta, sin preguntar, sin entrometerse, pero estando y salvándolos cuando más lo necesitan.

En definitiva, esta es una de esas novelas que con pocos elementos crea todo un mundo, que llega muy adentro, una novela totalmente contemporánea pero que narra historias atemporales que te hacen reflexionar sobre tí mismo y muestra el valor de cada vida, de cada individuo, demostrando que para escribir una gran novela no hace falta contar grandes cosas sino contarlas muy bien. Y eso lo logra Alejandro Palomas en esta ocasión, no hay duda de ello.

viernes, 20 de febrero de 2015

Crímenes exquisitos

El arranque de estos "Crímenes Exquisitos", novela escrita a cuatro manos por Vicente Garrido y Nieves Abarca, no puede ser más subyugante. Acompañamos a una joven que es víctima de un secuestro cuando sale a correr una mañana por la ciudad de Coruña y que posteriormente aparecerá asesinada, pero no de una manera común y corriente, sino que su cadáver aparecerá unos días después de la desaparición salvajemente torturado y presentado en una cuidada disposición que imita un cuadro decimonónico donde se representa la muerte de Ofelia. A la caza de este afanoso asesino se pone la inspectora de la Policía Nacional Valentina Negro, una mujer joven pero ya bastante bregada en su oficio y al cargo de un equipo de investigadores a los que no tardará en unirse Javier Sanjuan, un afamado criminólogo que colaborará con la policía en el esclarecimiento del caso, que no tardará además en complicarse cuando se sospeche que no se trata de un crimen aislado, sino que pudiera tratarse de un asesino en serie, obsesionado por reproducir distintas obras artísticas con jóvenes brutalmente asesinadas. Y es que en Inglaterra se dará un asesinato con una firma muy similar, aparentemente ejecutado por un criminal obsesionado por castigar a un grupo de sadomasoquistas que se reúnen con cierta frecuencia para dar rienda suelta a sus perversiones de manera más bien discreta. Pero parece que alguien ha dado con ellos y desea castigarles por su depravación. La más que manifiesta relación entre el caso de Coruña y el inglés complicará las investigaciones y convertirá la novela en una trepidante sucesión de asesinatos, análisis, sospechosos y, en fin, una carrera contrarreloj para tratar de parar los pies al Artista, nombre con el que se conocerá al asesino.

La novela posee un ritmo acelerado que no decae en ningún momento. El retrato del mundo de la investigación policial, los entresijos del mercado del arte, la corrupción política y económica, la mezcla de personajes, desde los policías y su arduo trabajo de investigación, alguna periodista con pocos escrúpulos dispuesta a lo que sea por hacerse con una exclusiva, el oscuro mundo de la prostitución y la trata de mujeres, numerosos personajes dominados por sus perversiones sexuales o por su afán de riqueza y triunfo social, conforman en su conjunto un paisaje de fondo variadísimo para una novela negra, pero diría yo que de un negro muy oscuro, tanto por el perfil del criminal al que se persigue, caracterizado por un sadismo y una frialdad impresionantes, como por las variedad de aberraciones sexuales que a lo largo de la novela se nos muestran de la mano de numerosos personajes que en ella aparecen. Afortunadamente, en medio de tanta salacidad, contamos con la figura de la protagonista, la inspectora Negro, que sobresale moralmente como ejemplo de tenacidad, profesionalidad, rectitud personal y buen hacer. Y es que, en general, los policías son en este caso personajes mayoritariamente positivos, representantes del lado "bueno" de la sociedad en su lucha contra los "malos". En esta novela prácticamente coral, a pesar de los protagonistas principales, casi todos los personajes nos muestra también su faceta más personal, incluso en el caso de los secundarios que no se limitan a apoyar la trama principal, sino que también tienen su propia historia particular que enriquece enormemente la urdimbre argumental de la novela.

Con un buen ritmo, como ya he mencionado anteriormente, a través de capítulos cortos que te mantienen constantemente al tanto de las actividades de los numerosos personajes que se mueven en torno a los asesinatos, la novela está en constante movimiento, es muy visual, con una rápida sucesión de escenas, una acción imparable, en ocasiones vertiginosa, que te obliga a leer con avidez las, para mi gusto, excesivas páginas que conforman el libro pero que, por suerte, no pierden el interés en ningún momento. Sí que debo apuntar que, a pesar de lo acertado de la trama y lo que he disfrutado con la lectura de esta novela, también reconozco que he quedado un poco saturada de tanto sadomasoquismo y sexo más que explícito, aparte de la brutalidad del los asesinatos de los que no nos libramos de conocer los detalles más escabrosos de cada caso; digamos que, a pesar de su innegable calidad literaria, este no es este un libro apto para espíritus sensibles o estómagos delicados. Y dicho esto, y unido a las ochocientas páginas de las que ha constado la novela, estoy en situación de afirmar que no tengo previsto continuar en breve con los dos títulos que completan la trilogía, que ya he quedado saturada por una temporada de crímenes salvajes, mujeres maltratadas y cuerpos destrozados. ¡Qué maravilloso es en ocasiones poder cerrar un libro y salir al mundo real y ser capaz de olvidar tanta muerte y tanta depravación! Necesito una buena novela romántica para desintoxicarme, pero de inmediato, además.

lunes, 16 de febrero de 2015

El impostor

La impostura y la mentira, he ahí los grandes temas que maneja Javier Cercas en su novela, ¿novela? "El Impostor". Y es que no creo que deba de denominarse "novela" a esta obra en la que, como ya viene siendo tradicional en Cercas, crea una "novela sin ficción" donde se mezcla la ficción novelada sobre los hechos reales con los avatares que suponen el proceso de escritura del libro: la búsqueda de antecedentes e información previa, las fuentes, las entrevistas que realiza, las reflexiones sobre lo investigado, lo que debe o no debe aparecer en el texto final, los conflictos morales sobre su posición frente a una historia que podría o no ser cierta, el papel del escritor que muestra al mundo unos hechos que pueden darle o quitarle la razón al protagonista de los mismos y la postura más o menos intervencionista que debe adoptar dicho escritor. Es este libro, en fin, un viaje al corazón de la creación de la mano del propio escritor, que nos presenta su relación amor-odio con su protagonista al que no intenta salvar ni redimir, sólo presentar tal y como es, pero con un mentiroso o un impostor como el que se encuentra delante eso no es siempre tarea fácil.

Así que Cercas se plantea, fundamentalmente, enormes dudas en torno al caso de Enric Marco, un viejo sindicalista catalán que se hizo pasar durante treinta años por superviviente del campo de prisioneros nazi de Flossenbürg e incluso presidió y encabezó asociaciones de víctimas del holocausto. El descubrimiento de su mentira, de que nunca fue el que dijo que era, que no participó en tantos hechos como aseguró haber protagonizado, causó gran revuelo durante algún tiempo, en los años en los que la Memoria Histórica se convirtió en tema de actualidad en nuestro país, una moda o una tendencia que removió el pasado y del que tantos se aprovecharon a su modo. Tras años de dudas Javier Cercas se decide a escribir sobre este maestro de la impostura y reflexiona sobre si fue la vanidad, el ansia de exhibicionismo, un desmesurado afán de protagonismo el que llevó a Marco a hacerse pasar por lo que nunca fue. ¿O tal vez sí que lo fue? A raíz de aquí nos plantea infinidad de dudas: ¿Entender es justificar? ¿Comprender las razones es ponerse del lado del mentiroso? Impostura, fabulación, mentiras y fantasía, talento o falsedad, ¿dónde poner el límite? ¿Qué está permitido y qué es condenable? ¿Tal vez el fin justifique los medios? ¿Si de un embuste surge algo bueno, debemos negar la bondad de dicho resultado? Muchas preguntas planteadas que el lector debe responder por sí mismo a la luz de los datos contrastados y los datos sin demostrar. El escritor cree que exponer la verdad, los hechos y las razones que llevaron a ellos no es más que presentarlas ante el público para que cada uno se haga una idea propia, a favor, en contra o como sea que resulte, una vez conocida la impostura.

Pretende Cercas, a lo largo de todo el relato, reconstruir la verdad de los hechos en un relato sin ficción, en una novela sin mentiras ni invenciones, basada en las mentiras e invenciones de su protagonista, en lo que se esconde de verdad tras toda una vida inventada. Tratar de sacar la verdad de todo eso es un trabajo arduo. Marco inventó prácticamente todo en su propia biografía, desde su fecha de nacimiento hasta el resto de los hitos principales de su existencia de manera que los hacía coincidir con los momentos clave de la Historia de España, inventó relaciones con grandes figuras de la política y la cultura y se situó en mitad de los grandes acontecimientos mundiales. Y todo ello, ¿para qué? ¿Para darse importancia? ¿Para ser alguien que en realidad nunca fue? Pero lo cierto es que acabó creyéndose él mismo la vida que imaginó. Es un claro ejemplo de alguien que "recrea" su vida en el sentido más literal de la palabra: crea toda una nueva vida basándose en hechos reales y datos ciertos pero enriqueciéndolos y agrandándolos, situándose en lugares y momentos en los que podría haber estado, en los que podría haber participado pero de los que ya no quedan testigos que lo certifiquen o los testigos son aquellos que han oído contar de su propia boca los hechos tantas veces y con tanto convencimiento que han acabado por creer lo que se les ha contado de escucharlo tantas veces. Y también debemos de considerar la parte de cierto que hay en toda esta invención, porque no todo puede ser falso, porque alguna verdad debe de subyacer bajo tantas capas de mentiras y esa verdad es la que trata de desenterrar Cercas con gran esfuerzo porque "toda gran mentira se fabrica con pequeñas verdades, se amasa con ellas".

El libro en ocasiones se hace algo pesado por la cantidad de vueltas que se le dan a los hechos y a las invenciones y a los debates morales que se plantea el autor, pero no por ello deja de ser interesante su lectura. Y el resultado de todo esto es todo un juego literario, no cabe la menor duda, donde se mezcla la verdad con la mentira y no sabemos si es posible desenganchar a la una de la otra. La conclusión sería que tal vez todas las vidas están formadas por verdades que se ocultan y mentiras que pasan por ciertas, tal vez sea así, pero en algunas vidas esto ocurre en mayor medida que en otras.
"De un tiempo a esta parte la psicología insiste en que apenas podemos vivir sin mentir, en que el hombre es un animal que miente: la vida en sociedad suele exigir esa dosis de mentira que llamamos educación (y que sólo los hipócritas confunden con la hipocresía); Marco exageró y pervirtió monstruosamente esa necesidad humana. En este sentido se parece a don Quijote o a Emma Bovary, otros dos grandes mentirosos que, como Marco, no se conformaron con la grisura de su vida real y se inventaron y vivieron una heroica vida ficticia; en este sentido hay algo en el destino de Marco, como en el del Quijote o la Bovary, que profundamente nos atañe a todos: todos representamos un papel; todos somos quienes no somos; todos, de algún modo, somos Enric Marco."

lunes, 9 de febrero de 2015

La lista de los nombres olvidados

Me habían recomendado esta novela hace ya algún tiempo y, aunque la tenía anotada no me llamaba demasiado la atención; parte de la "culpa" la tenía la portada o su estilo que me hacía pensar en una novela romántica algo azucarada. En fin, tampoco voy a decir que "La lista de los nombres olvidados" de Kristin Harmel sea una novela dura y desgarrada pero sí puedo decir que me ha conquistado completamente, en una progresión de menos a más que me permite recomendarla sin dudar a cualquier lector que tenga dudas sobre si ponerse o no con ella. Para comenzar, ya desde su inicio me cautivó con el escenario en el que se desarrolla la mayor parte de la acción, ya que se trata de la siempre atractiva localidad costera de Cape Cod, escenario tan típico de muchas novelas de mi admirada, y en los últimos tiempos demasiado abandonada, Mary Higgins Clark. Además de ello, la protagonista, que me cayó bien desde el principio, es propietaria de una coqueta panadería; ahí me vuelve a tocar otra vez la fibra sensible al enfrentarme con otra de mis grandes aficiones, la repostería casera, y el hecho de que se nos cuenten con bastante detalle las rutinas diarias de la panadería y que el obrador sea escenario de bastantes escenas de la novela, le iba sumando atractivo a la lectura a marchas forzadas. Todo esto, unido a una prosa rápida, muy visual, bastante sencilla de leer con la sensación de que estoy viendo una de esas películas ligeras de media tarde con historia romántica de fondo y misterio por resolver, ha hecho que me beba literalmente la novela en pocos días y además de todo, la trama se va enriqueciendo y creciendo en interés según avanzan las páginas, ¡vamos! que he disfrutado bastante con este libro y creo que se me nota.

Entrando en el argumento, conocemos inmediatamente a Hope, una joven y atractiva mujer, recién separada, con una hija adolescente algo problemática y una panadería heredada de su familia que no pasa por su mejor momento económico ni emocional. La abuela de Hope, Rose, de avanzada edad, padece Alzheimer, por lo que ha empezado a olvidar gran parte de las cosas, a no reconocer a su nieta ni a su bisnieta, pero antes de perder por completo sus recuerdos, le entrega a Hope una lista con unos nombres pidiéndole a su nieta que viaje a París y descubra qué es lo que ocurrió con su familia tras ser hechos prisioneros por los nazis en 1942. La sorpresa es grande para Hope ya que su abuela había ocultado por completo su pasado durante todos los años que vivió en los Estados Unidos, e incluso su origen judío. A partir de este descubrimiento, el resto de la historia es conmovedora. Rose comienza a escarbar en el triste pasado de su abuela con la ayuda de su hija y un joven que les ayuda en las reparaciones de su casa (aquí el punto más romántico totalmente propio de película de mediodía pero que, así y todo, no quita fuerza a la novela ya que, aunque adivinamos que la amistad se va a convertir en historia de amor en algún momento, no llega a estar demasiado almibarada y se compagina bien con el argumento principal de la búsqueda de los orígenes de Rose)

A partir de ahí la historia va creciendo en interés de página en página y se convierte en una mirada al drama del nazismo desde una perspectiva nueva y diferente, un homenaje a las víctimas, a los recuerdos de los supervivientes y a las personas que colaboraron para salvarlos. Y si el argumento no fuera suficientemente interesante como para engancharnos al libro, tenemos el añadido extra del regalo que nos ofrece cada uno de los capítulos protagonizados por la anciana Rose que se inicia cada vez con una de las recetas tradicionales de su familia, las que su madre trajo desde Polonia, los dulces judíos tradicionales unidos a algunas recetas de origen árabe, adaptados al gusto americano, desde magdalenas a pasteles de frutos secos, las recetas son todas sencillas y con muy buena pinta, por lo que no dudo de que muchas de ellas las voy a llegar a poner en práctica en algún momento.

Y una vez que he expresado mi opinión más que favorable sobre la novela, me toca criticar un aspecto que ya es habitual en mí y en el que incido con cierta frecuencia: la terrible traducción del título original al español. No entiendo la razón que puede llevar a cambiar el original "The sweetness of forgetting", un título que hace referencia por un lado al olvido voluntario del pasado autoimpuesto por Rose y también al olvido obligado al que se ve sometida por la enfermedad de Alzheimer, además de hacer alusión a la dulzura de los pastelillos que tanto protagonismo tienen, tanto en el presente como en el pasado de las protagonistas, por una título como "La lista de los nombres olvidados" que, para el que no ande muy ducho en inglés, le confirmaré que no es traducción literal del original ni mucho menos, simplemente resultado de una decisión de los traductores al traducir la novela que, según mi opinión, es absolutamente desacertada, ya que supone la usurpación la voluntad de la escritora de titular su novela como mejor le parezca y si ella he decidido que debía llamarse "La dulzura del olvido" no entiendo que se cambie por decisión de la editorial o los traductores españoles en virtud de quién sabe qué razones de tipo comercial. Nunca comprenderé este tipo de decisiones.

lunes, 2 de febrero de 2015

La dama de blanco

Es bien cierto que cuando uno limita sus lecturas mayoritariamente a la narrativa contemporánea, con su lenguaje actual, similar al que empleamos en nuestro día a día, el ritmo acelerado propio del siglo XXI, tramas, personajes y situaciones pegadas a la realidad moderna, supone un cierto esfuerzo inicial el sumergirse en la rica y suntuosa prosa del romance inglés del siglo XIX, con su ritmo más pausado, la enorme cantidad de formalismos expresivos, el rico lenguaje empleado, el estilo melodramático y las minuciosas descripciones de actitudes, gestos expresados o reprimidos, insinuaciones, medias palabras y demás sutilezas con las que se expresan en la sofisticada Inglaterra victoriana, complicada con la intrincada red de normas sociales que estructuran las relaciones personales. Es preciso de algún modo cambiar la mentalidad del lector, detenerse un poco y centrarse en disfrutar del viaje que supone paladear con detenimiento una de las grandes novelas clásicas inglesas, precursora del género de misterio, como se ha calificado repetidamente a esta novela de Wilkie Collins, "La dama de blanco".

Walter Hartright es un maestro de pintura contratado para instalarse por un tiempo en Limmeridge House donde debe instruir a dos jóvenes hermanastras, Marian Halcombe y Laura Fairlie, al tiempo que se ocupará de restaurar unos dibujos antiguos propiedad del señor de la casa, tío de dichas jóvenes. La víspera de su salida desde Londres tiene un inesperado e inexplicable encuentro con una misteriosa dama de blanco que merodea por un solitario camino y le solicita ayuda para regresar a la ciudad. En su breve conversación, la dama le indica que guarda un grato recuerdo de la anterior señora de la casa Limmeridge, madre de las futuras discípulas de Hartright. La figura de la misteriosa dama de blanco y su supuesta relación con la familia tendrá importante relación con la intriga que posterior se desarrollará, protagonizada por los habitantes de la mansión y que centra la trama de la historia, en la que el pintor se implicará personalmente para resolver un complejo caso lleno de misterios y secretos. La trama de la novela llega a ser totalmente cautivadora, llena de suspense y desasosiego y consigue atrapar la atención hasta la última página.

La novela se nos va contando a través de distintos narradores que nos transmiten su visión personal de los hechos que ocurrieron en Limmeridge. Igualmente, los estilos se van mezclando, pasando del relato en primera persona al estilo epistolar y lo mismo podríamos decir del género de la novela que incluye toques de romanticismo, de novela de misterio e investigación e incluso con alguna escena cercana al terror gótico. Abundan las puntillosas descripciones de los distintos personajes, tanto de sus características o rasgos físicos como de los elementos del carácter que de ellos se desprenden. La enorme riqueza del lenguaje es indiscutible, lo que convierte en un inmenso placer la experiencia de la lectura de esta obra donde se disfruta tanto de la forma exquisita como del fondo, una trama llena de enredos y engaños que provocan inquietud creciente y culmina con un desenlace emocionante. Una obra clásica que merece la pena, sin duda, rescatar para disfrute del lector actual.