domingo, 27 de enero de 2019

Charlotte

David Foenkinos es un nombre que, en base a mi experiencia con obras suyas anteriores, promete una lectura llena de emoción y sensibilidad. Pero es que, además de todo eso, en esta ocasión demuestra con este título,"Charlotte", que es extremadamente hábil jugando con el lenguaje, con su forma y con su fondo, creando un estilo de prosa poética que se atreve a tomar forma de poema aunque no se trate de versos. Y es que lo primero que nos llama la atención nada más ojear (y hojear) este libro es la estructura del texto con apariencia de verso, compuesto por frases cortas terminadas en punto y aparte, ninguna ocupa más de una línea. Pronto la lectura se adapta a esta peculiar forma escribir y de contar con un lenguaje sencillo pero muy cuidado que acompaña a la sensación de estar leyendo poesía. Nada sobra en esta manera de escribir, no hay palabras superfluas ni exceso de nada porque, sencillamente, no lo permite la estructura.

Charlotte Salomon, la protagonista de esta biografía novelada, es una chica sensible y solitaria, que pierde a su madre muy pronto y cuyo padre vuelve a casarse, en esta ocasión con una diva del canto. Pero las cosas se complican para los judíos en Berlín a partir de 1934: las prohibiciones y los limites comienzan a reducir sus movimientos y actividades. Charlotte logran acceder, a pesar de todo, a la escuela de Bellas Artes debido a sus grandes dotes para la pintura. Muchos amigos y conocidos del circulo artístico e intelectual deciden escapar de la amenaza que se cierne sobre los judíos, pero la familia Salomon permanece en su ciudad confiando en que las cosas mejorarán, como bien se cita a Billy Wilder: "Los pesimistas acabaron en Hollywood y los optimistas en Auschwitz"

A fin de cuentas, Charlotte es una mujer joven que, a pesar de las circunstancias, no podrá evitar descubrir el amor, ansiará vivir en libertad y soñará con hacer de la pintura su modo de vida. Pero su entorno más cercano es otro acicate en su camino hacia la felicidad: la sombra del suicidio recorre la familia de la artista, la muerte de tantos seres queridos la persigue, la envuelve y la alcanza pronto, demasiado joven.

El autor va recorriendo, en auténtico peregrinaje, aquellos lugares donde vivió Charlotte y donde el nazismo tomó forma y actuó, aquellos donde la artista pintó, desde Alemania hasta el sur de Francia, va siguiendo sus huellas. El escritor se declara obsesionado por la mujer y por la gran artista y su obra que es ni más ni menos que el relato de su vida hecho pintura. Se va alternando la biografía de la protagonista con el proceso creativo que dará lugar a esta novela, haciendo desaparecer la frontera entre la obra y su elaboración.

El resultado es una obra muy personal, diferente y original, cargada de toda la sensibilidad a la que ya nos tiene acostumbrados el autor y una nueva mirada a la atrocidad de la guerra y del nazismo que no resulta reiterativa porque cuenta otra historia más, otro caso más, otra vida más y eso justifica por sí mismo que se vuelva a contar.

lunes, 21 de enero de 2019

Morir no es lo que más duele

En "Morir no es lo que más duele" me he encontrado con un interesante argumento tramado por Inés Plana, periodista que debuta aquí como novelista y que arranca su relato con un macabro hallazgo: un hombre aparece ahorcado y con los ojos arrancados en un solitario paraje de la sierra madrileña. Será el guardia civil Julián Tresser al que le toque enfrentarse a este extraño suceso del que no parece haber causa clara, ya que nada resulta extraño a primera vista en la ordinaria vida como profesor y hombre familia ejemplar de la víctima. Pero más extraño aún resultará que en su bolsillo aparezca anotado el nombre de Sara Azcárraga, mujer solitaria a quien aparentemente no le une ninguna relación con el hombre muerto. En la investigación que se llevará a cabo, el veterano agente Tesser irá acompañado por el joven cabo Coira, un novato que se debate entre lucirse en su primer caso y enfrentarse a sus complicadas circunstancias personales. Entre los dos descubrirán la relación del asesinato actual y un antiguo crimen cometido hace muchos años y que fue cerrado en falso con un supuesto culpable que ahora resulta que fue una víctima más de una apresurada e incorrecta resolución del caso.

El thriller, cuyo ritmo es bastante sostenido a todo lo largo de la narración, recorre diversas localidades de la sierra de Gredos y Madrid en torno a urbanizaciones y ciudades dormitorio sin personalidad ni encanto pobladas por habitantes que apenas se distinguen unos de otros ni han logrado crear un ambiente acogedor en aquellas localidades que crecieron a la sombra de la gran ciudad. Ese es el escenario ideal para que se esconda del mundo Sara Azcárraga, la que resulta ser el verdadero personaje central de la trama. Acosada por constantes pesadillas y con problemas con la bebida, Sara es una joven inestable y solitaria que vive ajena a todo lo que la rodea, dedicada exclusivamente a su trabajo de correctora de libros, sin relaciones sociales ni familiares lo que le permite conservar su aislamiento y evitar el contacto humano más allá de lo puramente necesario. Pero algo en su pasado la relaciona con los crímenes y esa conexión será la que acabe por resolver la investigación.

La ambientación resulta muy realista en su retrato del entorno urbano en el que se encuadra, así como en presentarnos la actividad cotidiana del trabajo de los miembros de la Guardia Civil. Y entrando más en el transfondo de lo que nos transmite, más allá del mero argumento, la historia se adentra por los complejos terrenos del funcionamiento de la mente humana, la manera en que es posible la manipulación de los recuerdos negativos de la infancia, logrando amoldarlos a una realidad creada a medida, convertidos en falsa memoria que oculta lo feo y todo aquello que nuestra mente se niega a registrar para evitar así el dolor de la realidad. 
"...me ocurre que la historia de mi vida la han escrito otros, a mis espaldas, y debo reescribirla de nuevo. Tengo miedo de lo que me falta por descubrir, pero es mayor el temor a morirme sin descubrirlo."

miércoles, 16 de enero de 2019

Una educación

Existen lecturas que se diferencian de todas las demás por la sencilla razón de que son historias verdaderas, por retratar los sucesos de una vida que se desarrolla con un guion que ni el mejor narrador o la más desbocada imaginación se atreverían a elaborar. Y es que hay vidas absolutamente diferentes, difíciles, inimaginables para muchos de nosotros y ese es el caso de este título que nos ocupa, "Una educación", obra autobiográfica de la norteamericana Tara Westover que nos ofrece una visión sincera y descarnada de su infancia y el modo en que escapó de un destino terrible que otros habían diseñado para ella.
"De los siete hijos de mis padres, cuatro no tenemos partida de nacimiento. No tenemos historia clínica porque nacimos en casa y nunca hemos ido a una consulta médica o de enfermería. No tenemos expediente escolar porque jamás hemos pisado un aula. Cuando cumpla nueve años, inscribirá mi nacimiento en el registro civil, pero ahora, según el estado de Idaho y el gobierno federal, no existo.Sí existía, desde luego. Había crecido preparándome para los Días de Abominación, esperando a que el sol se oscureciera y la luna rezumara sangre. En verano elaboraba conservas de melocotón y en invierno reordenaba las provisiones según su caducidad. Cuando el Mundo de los Humanos se viniera abajo, mi familia seguiría adelante, incólume."
Los Westover constituyen una familia mormona preparada constantemente para un fin del mundo anunciado que nunca termina de llegar, viven de manera auto suficiente, alejados del Estado y sus peligrosas tentaciones demoníacas, los niños no constan en ningún registro, crecen sin escolarizar, sin historial médico. Tara no juzga, ella misma crecido educada en la fe de su padre que le señala sin duda lo que Dios quiere de ellos y lo que es contrario a Su voluntad. 
"Mi padre afirmaba que la escuela pública era una artimaña del Gobierno para alejar de Dios a los niños. «Para el caso daría igual entregar a mis hijos al mismísimo diablo —decía— que enviarlos a la escuela.»"
Pero va creciendo y desea salir de allí, de la brutalidad de su hermano Shawn, del fanatismo irracional de su padre, de la fe de su madre en el poder curativo de sus aceites y ungüentos, de unas relaciones familiares tóxicas basadas en una lealtad mal entendida, de un terrible miedo a todo lo que venga del exterior de su casa, de más allá de sus montañas. La joven Tara sabe que sus ambiciones son contrarias a lo que aprendió de su padre, a sus creencias, a su concepción del mundo. Así y todo tiene claro que desea un futuro que no se limite a casarse, aprender el oficio de partera y curandera de su madre y vivir apartada sociedad del conocimiento, de la ciencia y del mundo que se extiende allí fuera. La educación se presenta como única salida y la Universidad se convierte en su objetivo.
"La verdad es esta: no soy una buena hija. Soy una traidora, una loba entre ovejas; soy diferente y esa diferencia no es buena."
Autodidacta, sólo cuenta escasa formación, irregular e incompleta, impartida por parte su madre. Así y todo, se logra hacer con libros, aprende matemáticas sin un maestro que la guíe, con el ejemplo de Tyler, el único de sus hermanos que tomó el camino hacia la educación formal. El paso de Tara por la Universidad es la peculiar experiencia de una persona nunca ha hecho un examen, que cree que Europa es un país o que nunca ha oído hablar del Holocausto. Sin hablar de la sensación de encontrarse rodeada de infieles, compañeras que enseñan los hombros o las rodillas, que no respetan descanso dominical o beben Coca-Cola. Pero sobre todo, Tara se encuentra ante un mundo que desconoce; su vida en la montaña, su ausencia de contacto con el exterior no le ha ayudado a desenvolverse en el entorno que es común para el resto de adolescentes o jóvenes de su mismo país. Llega un momento en que se siente una extraña tanto entre sus compañeros como en su propia familia, comprende que no pertenece a ningún sitio, ningún sitio es su sitio.

A pesar de todo, lucha por crecer como persona, ser capaz de deshacer el vínculo con su familia, con la montaña, integrarse en una sociedad de la que desconoce prácticamente todo pero que sabe que es su única salvación posible. La Universidad será un duro camino para ella que deberá aprenderlo todo, desde los conceptos más elementales del mundo occidental hasta los principales hechos y figuras de la Historia contemporánea. Descubrirá que el feminismo se amolda a lo que siempre sintió sobre su papel en el mundo y luchará contra sí misma por configurar su auténtica identidad, su imagen real ajena a la que su familia había creado para ella.

Leyendo este libro he descubierto, en la figura del padre y su fanatismo, una realidad que forma parte de aquella sociedad norteamericana que desde aquí no concebimos que pueda existir; una enorme minoría convencida de la bondad del supremacismo blanco, asustados por todo lo que no sea su idea de América, extremistas que identifican Europa con socialismo, a las vacunas con conspiraciones de la industria farmacéutica, lunáticos convencidos de encontrarse en posesión de la verdad comunicada directamente por Dios y fuera de la cual todos son enemigos a temer y a combatir. Da auténtico miedo descubrir que esa realidad existe y que no tiene visos de desaparecer próximamente del mismo corazón de una de las grandes potencias mundiales que dominan la política internacional actual.

jueves, 10 de enero de 2019

Las chicas de campo

Caithleen sólo tiene catorce años cuando tiene que abandonar su vida simple y agradable de campo en un pequeño pueblo irlandés para marcharse a estudiar a un prestigioso convento de monjas gracias a una beca que ha logrado por sus buenas calificaciones. La protagonista de "Las chicas de campo", primera novela de Edna O'Brien y que inicia una trilogía que retrata a las mujeres de la sociedad de los años cincuenta en la católica Irlanda, es una chica inteligente pero inocente, enraizada en su pequeña comunidad rural profundamente conservadora, adora a su madre a la que se encuentra fuertemente unida pero a la que desgraciadamente pierde demasiado pronto quedando a merced de un padre inútil y borrachín. La estudiosa, responsable, humilde y prudente Caithleen tiene como mejor amiga a Baba, contrapunto de aquella, una jovencita caprichosa y privilegiada, mucho más lanzada y decidida que se burla de su amiga y la mortifica constantemente al tiempo que la arrastra en sus inconscientes planes. Las dos chicas lograr terminar los estudios bajo el control de las estrictas monjas del convento donde ambas estudian con desiguales resultados y marchan a Dublín, la ciudad donde sueñan con hacer, por fin, vida de mujeres adultas.

Con un lenguaje aparentemente sencillo, se nos presentan los pensamientos sinceros de una niña simple, con poca experiencia vital y sin grandes aspiraciones pero que expresa a la perfección su mundo infantil, sus sufrimientos y temores, el miedo ante las novedades que se presentan en su vida que va entrando en la juventud añorando a su madre, arrebatada por un amor platónico e idealizado con el que sueña construir un futuro imposible. 

No es un retrato idealizado ni mucho menos de la protagonista que en ocasiones resulta patética o simple, una chica católica que no quiere incumplir lo que se espera de ella. Será Baba, con su permanente insatisfacción y sueños locos, la que la fuerce a ir más allá de una vida simple de campo, un mundo feliz que acabará echando de menos, cuando se encuentre alejada de los bellos paisajes de su infancia, de la comunidad en la que se sentía segura, rodeada de unos personajes maravillosamente retratados y que destilan realismo y profundidad. La joven Caithleen irá creciendo y madurando ante nuestros ojos y descubriéndonos su mundo que es el de tantas chicas de aquellos años en la Irlanda de posguerra que se adentraban con ilusión y esperanzas en los tiempos modernos que se adivinaban en el horizonte donde veían posible liberarse de sus orígenes tradicionales, del catolicismo y el conservadurismo que les restringía y les limitaba sus aspiraciones.

jueves, 3 de enero de 2019

El valle de las sombras

En los últimos tiempos y aunque parezca fuera de lugar, ha vuelto a cobrar protagonismo en la actualidad política e informativa el Valle de los Caídos, monumento que llevaba ya bastantes años alejado de nuestra memoria colectiva y que muchos creíamos ya próximo al olvido como objeto de interés de la opinión pública, por lo que éste resulta un momento óptimo para recuperar "El valle de las sombras", novela publicada por Jerónimo Tristante en 2012 y que sitúa su acción casi completamente en este escenario que en otro momento de la historia de España contó con gran significado ideológico que recientemente parece estar recuperando.

Ha terminado la guerra civil y Franco se ha propuesto construir un gran mausoleo a los caídos en Cuelgamuros, cerca de El Escorial. Las obras no avanzan a la velocidad deseada, por lo que se decide emplear más mano obra procedente de las prisiones, saturadas en ese momento de los derrotados en la guerra. Entre los destinados a tan duro trabajo se encuentra Juan Antonio Tornell, teniente del ejercito republicano y antiguo policía de éxito en Barcelona durante la República. Gracias a la recomendación del cantero Berruezo, antiguo soldado a sus ordenes en la batalla de Teruel que es ahora uno de los hombres de confianza de Licerán, capataz en la magna obra, Tornell es enviado en la obra. Las condiciones de vida en el lugar, a pesar del duro trabajo asignado, son mejores que en las propias cárceles del régimen que el expolicía ha conocido; allí se mezclan los presos con obreros libres, la seguridad es bastante relajada y el rancho resulta aceptable, a lo que se suma la promesa  de una jornada de reducción de pena por día trabajado.

Al enclave en construcción llega el capitán Roberto Alemán, héroe de guerra y acérrimo enemigo de los rojos, con fama de desequilibrado y al que han asignado la misión de descubrir el origen de unas supuestas desviaciones de recursos en el entorno de las obras. Pero otro asunto desviará la atención del investigador cuando un preso aparezca muerto y, con la colaboración del antiguo agente de policía, lleguen a la conclusión de que se ha tratado de un asesinato. Alemán y Tornell formarán una extraña pareja de dos individuos anteriormente enfrentados en lo que a sus ideologías y posturas en la guerra se refiere, pero que ahora se descubren mutuamente como hombres de honor y preocupados en que se haga justicia y se descubra la verdad sobre la muerte del joven preso.

La novela mantiene una postura bastante imparcial en el plano ideológico y refleja el desastre de la guerra como una desgraciada realidad, con su ola de muertes y masacres donde ninguno de los bandos sale bien parado, ni los vencedores ni los vencidos se libran de la barbarie. La guerra saca lo peor de muchos personajes, en muchos casos sirve de excusa para que los más salvajes criminales huyan o se escondan bajo una bandera y encuentren una excusa para matar. El autor nos plantea su teoría de que en España hubo tres guerras: las de los convencidos aferrados a su ideología y que mataban y morían en nombre de esta; la de los que optaron por un bando tras ver morir fusilados a familiares o amigos a manos de unos u otros y la de los que se vieron arrastrados a obedecer al ejercito en el que les tocó por quinta o por reclutamiento forzoso sin tener ideales políticos ni más interés que salir vivos de allí. Y son generalmente aquellos que sólo obedecieron órdenes o cumplieron en el bando en el que les tocó luchar los que ahora penan en las cárceles y sufren las peores consecuencias del conflicto. Y es que cuando acaba la guerra cada uno se adapta a la paz como puede. Algunos, como Tornell asumen la derrota, tratan de seguir con su vida y esperan tiempos mejores. La nueva España no es lugar fácil para los derrotados, pero también los vencedores, como es el caso de Alemán, son capaces de reconocer el valor de los perdedores y sorprenderse de las injusticias que se ejercen sobre aquellos por el nuevo régimen.

La novela nos presenta una historia con un fondo sorprendentemente positivo en medio de un entorno hostil, donde logra resaltar el mensaje positivo y un canto a la amistad y a lo mejor que hay casi siempre en el interior de cada hombre.