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lunes, 24 de octubre de 2022

Marcelo

Para escribir esta última novela, "Marcelo", el escritor Guillermo Fesser no se ha tenido que alejar demasiado de su actual domicilio cercano a Nueva York, sobre el que ya nos contó en un libro anterior titulado "A cien millas de Manhattan". En efecto, la historia que nos cuenta, protagonizada por Marcelo Hernández refleja el corazón de Nueva York, "es la crónica de la emigración; el alma de esta maldita ciudad." Aunque su padre músico soñaba con que algún día su hijo siguiera sus pasos profesionales, el joven Marcelo cayó muy joven preso de la magia de los cócteles, del trabajo detrás de una barra, entendió que su vocación estaba en acompañar y escuchar a los clientes y acertar con el trago más apropiado para cada ocasión. Desde el Oyster Bar de Grand Central Station, en el corazón de la Gran Manzana y donde se conserva la más popular obra del arquitecto valenciano Rafael Guastavino, Marcelo ha visto pasar frente a su barra, durante los cincuenta y cinco años que lleva trabajando allí, buena parte de la historia de la ciudad, personajes curiosos, famosos, artistas y clientes anónimos, algunos de los cuales, con el paso del tiempo, han llegado a convertirse en verdaderos amigos.

"De aquí no va a salir, no se preocupe. Lo que se dice en el Oyster Bar se queda en el Oyster Bar. Secreto de confesión. Sabe que no estoy autorizado para darle la absolución, pero con sumo gusto escucho sus pecados, si es que eso le hace sentir mejor." 

Con un estilo muy fresco y ligero, la narración salta de una escena a otra, del presente al pasado, de una frase a otra, dibujando en unas pocas líneas una situación, retrata un personaje con dos palabras acertadas o remata una conversación con el comentario más certero. Mezcla frases o expresiones en inglés con el acento ecuatoriano como no puede ser de otro modo porque Marcelo lleva más tiempo en Niuyork que en su Quito natal, aunque todavía tiene que aguantar que de vez en cuando que lo desprecien por sus orígenes algunos que se creen más americanos que él.

La novela nos pasea por Manhattan y nos muestra la variopinta galería de retratos de la muy diversa fauna que puebla las calles de Nueva York, buena parte de la cual termina acodada en la barra de Marcelo contándole sus problemas o compartiendo con él sus mejores momentos. Pero sobre todo, nos permite comprobar que la ciudad y todo el país en realidad se ha construido gracias al trabajo poco reconocido de los millones de inmigrantes que, ya desde los tiempos del Mayflower, llegaron a América persiguiendo el sueño de una vida mejor. 

Marcelo es un personaje entrañable al que no cuesta nada coger cariño. Un hombre humilde y sabio, un trabajador incansable que ha logrado alcanzar sus sueños sin olvidar sus raíces familiares, sin dejar nunca atrás a un amigo. Un verdadero héroe de hoy día.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

A cien millas de Manhattan

Guillermo Fesser es un periodista madrileño que alcanzó gran popularidad hace bastantes años ya como miembro del dúo humorístico Gomaespuma, junto a Juan Luis Cano, creadores ambos de un particular estilo que aunaba el humor absurdo, inteligente y cañí de una manera brillante. Una vez disuelta la pareja cómica, cada uno de sus miembros retomó su vida profesional como periodistas, escritores o cineastas, demostrando que el ingenio y la inteligencia puede adoptar muy diversas formas. En 2002 Fesser decide trasladarse junto a su familia a Estados Unidos de donde es originaria su esposa y de esta nueva situación personal surge "A cien millas de Manhattan", un libro que es mitad biografía, mitad crónica social, donde combina sus vivencias personales con una mirada sorprendida y siempre atenta al nuevo mundo que le rodea
"Estoy en Rhinebeck, Nueva York. A cien millas de Manhattan. En una casa construida con madera y pintada de gris pálido. En un pueblecito que se parece a los de la maqueta del tren eléctrico que nos traían en Navidad los Reyes Magos. En la América de naturaleza sobrecogedora que Nino Bravo identificara con el edén. Estoy en un valle de suaves colinas tupidas de verde. Praderas con vallas blancas para el ganado que fueron robadas a base de hacha a un bosque de acacias, castaños, arces y robles centenarios que se extienden hacia el infinito y más allá. Y, en medio, un río caudaloso por el que navegan tranquilamente los petroleros rumbo al Norte. Aguas que, corriente abajo, bañan en su desembocadura la orilla oeste de la conocida isla de Manhattan. Vivo, señoras y señores, en un bosque tan repleto de vida que podría doctorarme en Biología sólo con observar a los animales que yacen atropellados en las cunetas de las carreteras."
Sin un hilo narrativo determinado, el libro se compone de variadas digresiones sobre los más variados asuntos, desde los beneficios de correr descalzo al modo de elaborar el sirope de arce. Siguiendo el orden de los meses del año, pasamos del otoño multicolor de los bosques del valle del Hudson a las nieves y los hielos de su crudísimo invierno y en todos los momentos del año el autor se muestra asombrado por el apabullante marco natural de los Estados Unidos, del norte al sur se admira de su variedad y grandiosidad, de su flora y fauna. Todas las historias que se nos cuentan reflejan, además, el modo de vida norteamericano que se nos presenta múltiple, variado y en ocasiones disparatado. Como buen periodista y como hombre curioso que es, Fesser conversa con mucha gente, se informa sobre todo tipo de temas, nos muestra esas pequeñas historias que subyacen por debajo de la Historia con mayúsculas y en especial aquellas que marcan la diferencia entre el modo de pensar y de vivir de los norteamericanos y de los europeos o más concretamente de los españoles, al igual que muestra su interés por el origen etimológico de muchas palabras inglesas. Su pequeño pueblito es una fuente inagotable de peculiaridades, curiosidades y portentos que el autor, en el papel de testigo con mentalidad extranjera, va descubriendo: la forma de vivir Halloween, Acción de Gracias o San Valentín, historias sobre los nativos norteamericanos, los orígenes españoles del país, el ferrocarril subterráneo que ayudaba a escapar a los esclavos de los estados del sur o la pesca del salmón en Alaska. Nos descubre las costumbres vecinales cuando nos invitan a cenar a una casa o a una barbacoa, peculiaridades de los usos en los restaurantes, descubrimos locales con encanto o nos tragamos una especializada explicación sobre el funcionamiento de las conducciones de vapor que calientan la ciudad de Nueva York.

El libro es definitivamente divertido y muy ameno pero también y sobre todo ingenioso y profundamente interesante, especialmente recomendado para aquellos que sientan curiosidad por descubrir más sobre la sociedad norteamericana ya que aquí encontrarán multitud de historias insólitas, curiosas y sorprendentes que probablemente sólo puedan pasar en los Estados Unidos de Norteamérica pero que pasan inadvertidas al visitante ocasional y sólo pueden descubrirse convirtiéndose en un miembro más de la comunidad como ha hecho Guillermo Fesser.