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lunes, 18 de septiembre de 2023

Una heredera de Barcelona

Si debemos creer lo que nos cuenta Sergio Vila-Sanjuán en la introducción de esta novela, los hechos narrados en "Una heredera de Barcelona" se basan en un manuscrito encontrado por el autor entre los papeles de su abuelo, abogado y periodista, donde dejó por escrito sus propias experiencias vividas durante los convulsos y complicados tiempos de la Barcelona de principios de siglo XX; un escenario donde conviven el lujo y la sofisticación de los círculos burgueses e industriales junto a las peligrosas y revueltas calles ocupadas por radicales políticos, anarquistas y sindicalistas, que dan voz a la marginación y la pobreza de una gran  parte de la población obrera, originando un ambiente de conflictividad y violencia que presagia el fin del sistema monárquico y anuncia tiempos todavía más complicados para el país. 

La acción de este libro se sitúa entre los años 1919 y 1923. El narrador es Pablo Vilar, un joven abogado de ideología conservadora, burgués culto y monárquico, pero también sensible a las necesidades y reivindicaciones de aquellos otros no tan afortunados como él, si bien rechaza firmemente el uso de la violencia para expresar estas reclamaciones. Amigo de actores y gentes del espectáculo, sus profesiones de abogado y periodista le llevan a frecuentar los más diversos escenarios, desde las salas de los tribunales donde convence a los jurados con su discurso bien elaborado y sus acertados planteamientos jurídicos, hasta los teatros, los cafés y los salones más elegantes donde frecuenta bailes y tertulias, que después describe en sus crónicas de sociedad, llegando a conocer también entornos tan peculiares como comunas libertarias o círculos espiritistas. 

Pablo Vilar admira profundamente al presidente Dato, en cuyo despacho ejerció la abogacía; defiende sus políticas de apoyo a la clase trabajadora y emprender la defensa de los derechos laborales. Combina sus publicaciones en prensa sobre serios asuntos políticos con su gusto por el teatro y el mundo del espectáculo

Pero el lugar natural de Pablo se encuentra entre la alta burguesía, en sus fiestas y reuniones benéficas, en los círculos de empresarios y directamente en contacto con las autoridades políticas y militares de Barcelona. Su buena amiga y muy admirada Isabel Enrich, rica heredera con acentuada conciencia social, expresa muy certeramente el debate moral al que se enfrentan cuando afirma: "la Barcelona real vive entre injusticias y convulsiones y nosotros nos quedamos aquí bailando valses

El argumento se va puntuando con el relato de diferentes casos en los que le toca participar en su faceta de abogado y que nos sirven para tomar el pulso de la conflictividad en la ciudad de Barcelona: crímenes pasionales, estafas, robos de diverso calado le llevan ante los tribunales, en la mayoría de ocasiones como defensor de humildes trabajadores que se ven involucrados en diversos delitos. Pero la ciudad se encuentra realmente sacudida por un clima de violencia creciente: huelgas, tiroteos, colocación de bombas, e infinidad de atentados perpetrados por distintos grupos anarquistas que serían combatidos desde las autoridades militares con la misma violencia, siendo este conflicto una de las claves que llevarían a la instauración de la dictadura de Primo de Rivera y años más tarde a la caída de la monarquía y la instauración de la II República. 

Este es un libro en la que el transfondo histórico está estupendamente planteado, contando con todos los elementos del género novelistico que hacen que la lectura sea amena y entretenida, pero que incluye la intervención de personajes reales, se relatan sucesos autenticos y se plantean las circunstancias políticas y sociales entre las que se mueven los protagonistas, cuyas peripecias sirven de excusa perfecta para mostrarnos el estado de las cosas en la Barcelona de principios del siglo XX, explicando la génesis de los conflictos que acabarían llevando al país, en el transcurso de unos cuantos años, hasta el enfrentamiento abierto de la Guerra Civil. 


martes, 21 de septiembre de 2021

Estaba en el aire

Con esta novela "Estaba en el aire" gracias a la que el periodista convertido en escritor Sergio Vila-Sanjuán ganó el Premio Nadal en 2013, nos trasladamos a la Barcelona de los primeros años 60. La posguerra va quedando atrás en la memoria y en la realidad del día a día de los españoles; el despegue económico del país es especialmente destacado en la ciudad de Barcelona donde comienza a bullir el comercio así como el sector industrial, encabezado por las industrias textiles. Bien es cierto que todavía queda mucha miseria en los numerosos barrios humildes donde abundan los tullidos de guerra incapaces de trabajar, los obreros que llegan desde las zonas rurales atraídos por el brillo de la gran ciudad, así como miembros de familias separadas por la guerra y que aún desconocen incluso si sus seres queridos siguen o no vivos. 

Pero no es este último el ambiente en el que se mueve uno de los protagonistas de la novela; Juan Ignacio Varela trabaja como ejecutivo de publicidad en una empresa farmacéutica, pertenece a la burguesía que menos ha padecido la guerra y sus secuelas y representa el sector de la población relacionada con alguna de las muchas y muy activas empresas barcelonesas beneficiadas por el Plan de Estabilización que provocó el gran desarrollo económico de España en aquellos años. Esta es la clase pudiente que frecuenta la esplendorosa vida nocturna de cafés y locales de espectáculo, así como los elegantes eventos sociales en el Club de Tenis o en el Polo, las obras de beneficencia y demás reuniones de alto copete. 

Por otro lado tenemos a Antonio Luna que es uno de aquella niños que fue separado de su familia en plena guerra y trasladado a Suiza junto con tantos otros exiliados. Tras volver a España y pasar su infancia en un hospicio, una vez convertido en adulto se dirige a Barcelona con el objetivo de localizar a su familia perdida. Él frecuentará aquellos barrios marginales donde se concentra la población obrera, sobrevive a base de trabajos precarios hasta que logra colocarse en la SEAT como mecánico. Allí entra en contacto con grupos sindicalistas que aún se mueven en la clandestinidad frente al autoritarismo del régimen franquista que, si bien ya no es la dictadura de las primeras décadas, aún impide las plenas libertades como la de expresión o asociación.

Un programa radiofónico patrocinado por el laboratorio para el que trabaja Juan Ignacio que trata de localizar a personas desaparecidas será el que una a ambos personajes. 

El libro dibuja con gran viveza los distintos ambientes de la capital catalana, los aires de modernidad que ya asoman en el país que trata de dejar atrás sus años más oscuros, la bonanza de los más acomodados que contrasta con la miseria que aún subsiste, la animada vida social y las ganas del pueblo de integrarse en una sociedad burguesa, donde todos sueñan con poder comprarse un 600 o mejorar de barrio. La lectura resulta muy entretenida, sin grandes sobresaltos y sin entrar en una crítica social dura, mostrando a través de los dos protagonistas principales y sus andanzas un retrato de la ciudad de Barcelona en un época de importante desarrollo social, económico, político y urbanístico; nos habla de la importancia de la radio en aquellos tiempos, de las costumbres y modos de la sociedad del momento y todo ello a través de un relato ágil y de fácil lectura que nos traslada a un tiempo no tan pasado de nuestro país que vale la pena recordar.