Toñanes es un pueblo insignificante, apenas unas pocas casas semidispersas, sin plaza ni orden aparente, en torno a un tramo de carretera que une Santillana del Mar con Comillas, "treinta y
dos casas, cuatro hoteles rurales, una iglesia, ningún bar". Pero también es un lugar donde se ha establecido población desde el Paleolítico, un lugar por donde la Historia ha transcurrido y lo ha atravesado, casi siempre sin detenerse allí, un lugar sin importancia cuyos habitantes han sido testigos de sucesos históricos, de guerras y de historias particulares, de nacimientos y muertes que se suceden igual desde hace siglos. Y eso es lo que nos quiere contar
Juan Gómez Bárcena en "
Lo demás es aire", todos esos años que se superponen a la vez en el relato, en el paisaje actual y el que fue, en las calles y los lugares que están o que estuvieron, que se construyeron y se derrumbaron, en los paisanos que viven y los que vivieron hace tanto, tanto tiempo; todos los planos temporales se entrecruzan y conviven a la vez, mezclando en el mismo partido, en la misma linea, distintos años, diferentes siglos. Porque los años se suceden pero tantas cosas se repiten, multitud de historias ocupando siempre el mismo espacio de Toñanes y su entorno: los prados, las casas, el río, los molinos, la iglesia. Por allí siempre hubo enamorados y familias, la violencia y las guerras, el trabajo del campo, ricos y pobres, los niños y los ancianos, la enfermedad y la muerte, sobre todo la muerte porque todos murieron o van a morir tarde o temprano.
Cabe destacar el valor testimonial de este libro, la semblanza del lugar que ha sido hogar de la familia del autor durante generaciones, el ingente trabajo de documentación al que, durante años, se ha dedicado el que un día fue el niño de los dinosaurios, el mozo, el madrileño, en cualquier caso, un historiador convertido en escritor, dedicado a la caracterización de cada época, a la acumulación de datos e información que desfila por un relato en el que todos los tiempos vienen contados en presente, generando una narración que fluye ágil, como el río de la propia Historia, aunque a veces nos maree el vertiginoso ir y venir de un tiempo a otro, desde el presente hasta tantos siglos atrás en un viaje trepidante en el tiempo pero siempre en ese mismo escenario en el que vemos convivir simultáneamente a todos los personajes, en todos los momentos a través de los siglos. Una experiencia única de lectura que recomiendo encarecidamente.
"Un lugar por el que la gente pasa y no se detiene. Un lugar del que marcharse para no regresar. Un minuto y cinco segundos: el tiempo que tarda en atravesarse Toñanes de lado a lado, a una velocidad media de ochenta kilómetros por hora. La historia de Toñanes es, también, la historia de esa carretera."
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