Con todos estos factores a su favor emprendí la lectura de esta novela en la que nos encontramos con la protagonista, Jocelyn Ferrec, una joven bibliotecaria que nos cuenta en primera persona sus vivencias durante la guerra en la ciudad francesa de Saint-Malo, la marcha de su reciente esposo al frente y las penurias que ella, como el resto de sus conciudadanos deben pasar al ser ocupada la ciudad por las tropas nazis. Aunque también hay una parte de la población que se apunta al sector colaboracionista y aprovechan así para medrar a base de las oportunidades que les ofrece la escasez de todo tipo de suministros y la posibilidad de hacer negocios con los alemanes. Lo único que mantiene en pie a Jocelyn día tras día es la obligación autoimpuesta de proteger la biblioteca de su ciudad, símbolo de la esencia y la cultura de Francia frente a la barbarie y el sinsentido de la guerra. A través de las cartas que va escribiendo a un novelista de París con el objeto de que algún día éste escriba su historia, vamos siguiendo los avatares de los años de guerra, los sacrificios y los sufrimientos por los que deberá pasar Jocelyn, conviviendo con los invasores y descubriendo que entre ellos hay tanto bestias innsensibles como buenas personas a las que las circunstancias han colocado en el bando opuesto al suyo.
Aunque el argumento me ha resultado entretenido, me parece que los personajes se quedan algo planos, no he llegado a conectar totalmente con sus sentimientos, por otro lado bastante previsibles. La narración en ocasiones me ha parecido algo acelerada, no profundiza en muchas de las escenas, pasando de una a otra sin incidir en los hechos o los comportamientos de algunos personajes. En unas pocas paginas, por ejemplo, se despacha una traición al grupo de la Resistencia local a manos de uno de sus miembros al que apenas hemos llegado a conocer, por lo que tampoco nos da tiempo a sorprendernos o a sentirnos defraudados por él. El romance tampoco me lo llego a creer, carece de verosimilitud, aunque sepamos desde el primer momento que va a producirse el enamoramiento imposible, tampoco llego a sentir que se dé una auténtica pasión. Los personajes malvados apenas son caricaturas que no asustan, cumplen con la imagen que esperamos del nazi malvado y figura negativa necesaria en todo relato. Muchos de los elementos que aparecen en el libro me han parecido un refrito de otras obras en torno a la Resistencia o la lucha contra la invasión alemana. No he podido evitar que me recordara, lógicamente, aunque sin llegar al mismo nivel de emoción, a la maravillosa "La sociedad literaria y el pastel de piel de patata..." que transcurre durante el mismo periodo en la cercana isla de Guernsey y en cuyo club de lectura imagino que se ha inspirado el autor para las reuniones encubiertas de la Resistencia de Saint-Malo. Igualmente, sobre el tema de la convivencia con los invasores y el papel de la Resistencia, ya lo trató estupendament Kristin Hannah en "El Ruiseñor"
Y aunque de todo el párrafo anterior se pueda desprender que la novela es un tostón, no querría yo que quedara esa impresión. Es una lectura que puede resultar entretenida y que descubre unos acontecimientos históricos que resultan de mucho interés, lo único que ocurre es que los temas centrales y los escenarios ya han aparecido en otras novelas que, en mi opinión, superan ampliamente a esta. Tendré que volver a intentarlo con otra novela del autor, a ver si a la segunda ocasión tengo más suerte.
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