Obligados a convivir durante todo un verano por las circunstancias que los han unido en ese pequeño pueblo, ambos tendrán ahora la oportunidad de conocerse realmente y ante la situación de falta de inspiración en que ambos se encuentran inmersos deciden ponen en marcha un plan para intercambiarse los papeles y los estilos literarios: Everett se propone escribir una novela de amor mientras que January se atreverá con una novela sin la etiqueta de literatura romántica para mujeres que hasta ese momento ha lucido con tanto orgullo.
Tengo que confesar que me han sobrado casi todas las escena en las que se detalla al milímetro en qué punto exacto de su anatomía le pone la mano él a ella o cómo se rozan sus dedos al descuido o cuántos segundos permanecen unidos sus labios y todos los pensamientos calenturientos que cruzan sus mentes durante ese tiempo. Considero que si para cada revolcón hay que descender a tantos detalles es imposible que las historias avancen a la velocidad que debieran. Pero qué voy a opinar yo de este asunto, si no frecuento el género romántico más que cuando por error caigo en una de estas novelas y además paso por este tipo de escena casi que leyendo en diagonal. Pero también reconozco que en este caso concreto me he entretenido con la historia que surge entre los dos protagonistas, dos escritores que pelean por sacar adelante sus respectivos libros dentro del plazo establecido y que intentan mantener una relación puramente de colegas y buenos vecinos aunque todos (menos ellos al parecer) tenemos clarísimo como va a acabar terminando la cosa. Pues eso: que el que quiera una lectura ligera y entretenida puede probar con esta, pero que no espere encontrarse con el novelón romántico de su vida. Que tampoco es para tanto.
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