El protagonista de "Ultimátum" es un detective privado descarado y curtido en mil batallas y que, además, comparte nombre y apellido con su creador, Rafael Guerrero, un peculiar personaje en sí mismo que es, además de novelista, detective privado y criminólogo, entre otras muchas cosas. Ya sólo por lo peculiar y polifacético del escritor, esta novela prometía bastante desde su arranque. Lo cierto es que nos encontramos frente a una obra que destila humor ácido en cada página, con un protagonista que no se toma casi nada en serio, ni los casos en los que se ve implicado por su profesión ni tan siquiera los riesgos que para su vida suponen algunos episodios en los que se ve involucrado a cuenta de su trabajo de investigador; me planteo la duda de en cuántos otros aspectos más se parecerá la criatura a su creador.
Si al inicio de la novela encontramos a Guerrero en Italia resolviendo cierto asunto profesional, más adelante se adentrará ni más ni menos que en la peligrosa Siria, con escala previa en Jordania, para ocuparse de un caso para el que ha sido contratado por una multinacional energética con intereses económicos en dicho país. Tan polifacético es nuestro detective, que hasta nos deleita como guía turístico a su paso por Citavecchia, Amman o Ankara, e incluso nos pasea por un Damasco asolado por la guerra e igualmente nos sorprende como crítico gastronómico detallándonos los suculentos menús que degusta en distintos puntos del planeta. También tenemos que bregar con sus hazañas sexuales aunque, siendo el mismo protagonista el narrador de las mismas, no descartaríamos que en realidad se trataran más de fantasmadas del detective que de la pura realidad.
Con un lenguaje y temática completamente actuales donde no faltan ni la crítica política y social ni el retrato de conflictos internacionales, el detective Guerrero se muestra como un deslenguado, un cínico, un gamberro, un tipo irreverente y descreído, cargado de acidez en su visión del mundo pero al que no se le puede negar el ingenio, el dominio del discurso ágil de afilada lengua con frases y sentencias certeras y hasta divertidas en diálogos vertiginosos en los que sus protagonistas parecen competir por el trofeo de campeón del humor negro.
Con un lenguaje y temática completamente actuales donde no faltan ni la crítica política y social ni el retrato de conflictos internacionales, el detective Guerrero se muestra como un deslenguado, un cínico, un gamberro, un tipo irreverente y descreído, cargado de acidez en su visión del mundo pero al que no se le puede negar el ingenio, el dominio del discurso ágil de afilada lengua con frases y sentencias certeras y hasta divertidas en diálogos vertiginosos en los que sus protagonistas parecen competir por el trofeo de campeón del humor negro.
Ha sido esta una experiencia bastante positiva que me ha llevado en ocasiones a acordarme de mi muy estimado Salvo Montalbano, el protagonista de tantas novelas del italiano Camilleri por la pasión del protagonista por la gastronomía, por su relación sentimental con una novia que permanece en la lejanía y con la que no se decide a formalizar la relación y por su manera de enfrentarse a los casos que investiga con lucidez y parsimonia. Una lectura fresca y ácida al tiempo, como los chicles de menta fuerte, por ejemplo.
¡Hola! me gustan los libros con crítica social y lo que cuentas del personaje (detective Guerrero) me gusta también. Lo tendré en cuenta
ResponderEliminarSaludos
Lo cierto es que se pasea por muchos temas de actualidad dejando clara su opinión sobre ellos. Combina la novela de acción con la crítica social. Interesante.
EliminarSaludos.
Pues no pinta nada mal. Pero tengo tanto del género pendiente, que no sé si podré colarlo, sinceramente...
ResponderEliminarBesotes!!!
Es cierto que la novela negra tiene mucho interesante que ofrecer últimamente. Tendrá que ir al final de la lista de pendientes pero ahí está como opción.
EliminarSaludos.