Regreso nuevamente a enfrentarme con un caso del comisario Brunetti de cuya mano vuelvo a adentrarme en la Venecia más auténtica e intrigante y que tan bien retrata la escritora norteamericana Donna Leon. Curiosamente, debo comentar el hecho de que la propia autora tiene prohibido que sus novelas se traduzcan al italiano, no sé si se deberá a no estar muy segura de que la imagen de la ciudad Venecia que transmiten sus libros sea criticada por los propios habitantes de la ciudad de los canales. En cualquier caso debo decir que a mí sí que me tiene conquistada esta versión que la Leon hace de la ciudad italiana. Será porque no vivo allí y por lo tanto no puedo juzgar más que por lo que ella misma me muestra, tal vez.
Cuando se publica "Las aguas de la eterna juventud" han pasado veinticinco años desde la primera entrega de la serie y se nota el paso del tiempo en algunos aspectos como en que nuestro protagonista ya ha entrado, ¡por fin!, en el mundo del teléfono móvil (aunque sea para tenerlo guardado en cajón de su despacho) o que nos hablan del faraónico proyecto de ingeniería Mose, , actualmente en construcción, que pretende proteger a la ciudad de los canales de las mareas que, año tras año, siglo tras siglo, amenazan con terminar por hundirla para siempre. Incluso hemos dado el tremendo paso de emplear internet o el correo electrónico. Para otras muchas cosas, poco ha cambiado la vieja Venecia, la de las grandes familias, los palacios ruinosos, y es que muchos de los cambios recientes tampoco es que hayan sido para bien: la invasión de turistas o la gentrificacion preocupan y mucho a los venecianos de toda la vida.
En este caso, el comisario se enfrenta a un caso bastante peculiar, ya que debe investigar unos sucesos ocurridos hace quince años, cuando Manuela, nieta de la condesa Lando-Continui, gran amiga de la suegra del comisario, cayó al agua en uno de los canales de la ciudad y quedó incapacitada a causa del accidente. No hay muchos datos a los que agarrarse para retomar la investigación, pero el conocer a la dulce y para siempre infantil Manuela insufla en Brunetti el ánimo para descifrar los secretos que se ocultan tras el desgraciado accidente. La investigación no transcurre por caminos demasiado complicados pero, como suele ser habitual, el mayor atractivo de la novela reside en los ambientes y personajes típicamente venecianos que nos presentan, siendo el caso a investigar poco más que una excusa para adentrarnos en la siempre misteriosa, peculiar y atractiva ciudad de Venecia. Una nueva ocasión de viajar virtualmente subida en las alas de una entretenida lectura. Y eso ya es más que suficiente.
Los primeros de esta serie me gustaron mucho. A ver cuando me animo a continuarla.
ResponderEliminarBesotes!!!
Yo descubrí no hace demasiado a la autora y me gusta todo lo que he leído de ella, aunque no es mucho. Éste es el último publicado pero volveré atrás para descubrir más de los anteriores. Espero disfrutarlos igual.
EliminarSaludos.