martes, 27 de agosto de 2013

El mayor Pettigrew se enamora

En ocasiones, los traductores nos hacen algunas faenas con los títulos de las novelas, tal y como ocurrió con "La semilla del diablo" que en todo el mundo se titulo "El bebé de Rosemary" pero que en nuestro país, y gracias al traductor, ya sabíamos, nada más coger el libro en nuestras manos, quien era el padre de ese bebé. Una pifia, vamos. Y con esta novela ocurre algo parecido, aunque en menor grado, claro está, porque tampoco voy a decir que se nos desvele con el título una tremenda sorpresa inimaginable en un principio, pero sí considero que el título en castellano de "El mayor Pettigrew se enamora" resulta demasiado explícito para la sutileza de la historia que cuenta Helen Simonson en esta novela cuya traducción del inglés podría ser algo así como "La última decisión del mayor Pettigrew", con lo que algo de intriga podría conservar el lector hasta el mismísimo final de la lectura a la espera de comprobar si la historia camina hacia un lado o hacia el contrario. Pero así de directos somos aquí, queremos conocer el final desde el minuto uno. Porque la historia que se nos cuenta no es una explosión de enamoramiento y pasión, ni mucho menos, sino un lento y delicado camino cuyo recorrido debemos seguir sin prisa para disfrutar de todo el proceso hasta alcanzar su desenlace final.

Pues ya entrando a valorar el libro en sí, más allá del título, comentar que en la novela no se establece expresamente el espacio temporal en el que nos encontramos, aunque más adelante, por situaciones y datos que van surgiendo sabremos que la trama es prácticamente contemporánea. Sin embargo, y si nos dejamos guiar exclusivamente por los modales y la mentalidad del protagonista, por la estructura social del pueblo en el que reside y por las formalidades de los comportamientos de algunos personajes, muy bien nos podríamos hallar en la Inglaterra rural del siglo XIX. El mayor Pettigrew es un perfecto caballero inglés, militar retirado, viudo, consciente de sus responsabilidades frente a su familia y su comunidad y cumplidor de las normas sociales hasta el extremo. Nada más comenzar el relato nos lo encontraremos, sin embargo, abatido por la reciente muerte de su hermano menor, tan afectado por ello que ha olvidado, algo impropio de él: pagar la cuenta mensual de los periódicos que diariamente le reparten desde la tienda del pueblo, razón por la cual se presenta ante su puerta a reclamarle la deuda la señora Ali, una viuda de origen pakistaní que rige dicho negocio.

Lo inusual de las circunstancias que propician ese encuentro hará que ambos se vean mutuamente desde una nueva perspectiva y descubran la cantidad de cosas que tienen en común: ambos son dos personas maduras, viudos los dos, con relaciones complicadas con las respectivas familias, amantes de la lectura y con una alta consideración por la buena educación y el respeto absoluto hacia la vida de los demás. A pesar de su distinta procedencia, comparten muchos valores sobre lo que realmente consideran como importante en la vida. Aparecerán otros muchos personajes: los vecinos del mayor que lo respetan como el ciudadano ejemplar que es; el hijo del mayor, un joven mequetrefe centrado en el éxito profesional en la City y del que su padre a veces se avergüenza al comprobar su falta de madurez y de sensibilidad; el sobrino de la señora Ali, un joven que trata de cumplir con los compromisos de su religión y las presiones de su familia frente a sus deseos juveniles... A pesar del entorno, nada propicio a la pareja, ya que Pettigrew es un honorable miembro de la comunidad, socio del club de campo y la señora Ali no es, a ojos de sus vecinos, más que una tendera extranjera, por más que ella naciera en Inglaterra y se sienta tan británica como el que más, la relación entre ambos avanzará lentamente, a base de cordiales y correctas conversaciones, encuentros en los que disfrutan de sus aficiones comunes y sus muy cercanas sensibilidades, pero sin permitirse nunca el dejar asomar expresamente los sentimientos que ambos tienen por el otro, en aras de la corrección y de las buenas maneras.

Una novela, en fin, extremadamente sensible, plagada al mismo tiempo de un fino humor británico, tanto de la mano del irónico mayor que no deja pasar por alto ninguna de las absurdas y ridículas convenciones y rutinas que caracterizan la vida en un pequeño núcleo rural inglés, como igualmente por parte de la señora Ali que, sin perder nunca la compostura ni salirse de la posición social que le han asignado los demás, observa a sus vecinos y familiares con una aguda mirada llena de inteligencia. Una lectura llena de sutileza, ternura y donde, felizmente, el amor supera las barreras creadas por la sociedad.

4 comentarios:

  1. La verdad es que no sé si los títulos lo deciden los traductores o las editoriales. Pero espero que en este caso no me estropee esta lectura que promete mucho y que tiene muchas cosas que me atraen (humor británico, sensibilidad, sutileza, ternura...)

    Un saludo!

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  2. Ya la tenía entre mis pendientes. Y me confirmas que no tengo qeu olvidarme de ella.
    Besotes!!!

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  3. Sólo por el spoiler del título que dices me dan ganas de no comprarlo. Sería una buena indirecta para la editorial que no se comprara.

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    1. Sobre las traducciones de los títulos de las novelas se podría escribir todo un tratado de despropósitos. Puf!!
      Saludos.

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