viernes, 15 de noviembre de 2019

Las inviernas

Si existieran un género denominado realismo mágico gallego, sin duda entre sus mejores representantes debería contarse a Cristina Sánchez-Andrade y su novela "Las inviernas". Ubicada en una remota aldea gallega durante los años 50, tiempos en los que conviven la tradición y la modernidad, el trabajo del campo y los últimos estrenos cinematográficos, los personajes que pueblan esta historia están, sin duda, llenos de magia y realismo crudo a partes iguales, comenzando por Don Reinaldo, el abuelo de las Inviernas, un hombre con sensibilidad para curar cuerpos y almas, que entendía de hierbas y de dolores. Pero la guerra lo cambió todo: el silencio y el miedo vinieron a hacer compañía al hambre y a la muerte.

Cuando las Inviernas, deciden regresar al pueblo veinte años después, Tierra de Chá continúa siendo un mundo opresivo en lo más profundo de la Galicia rural donde todos se conocen, se cuentan las historias de los padres y los abuelos, nada puede ocultarse al ojo de los vecinos que desean saber dónde han estado las hermanas desde que desaparecieron tras la muerte del abuelo y sobre todo quieren saber la razón de su regreso.

La única vía de escape que encuentran las Inviernas a su nuevo modo de vida en el pueblo es a través de las estrellas del cine a las que admiran desde que descubrieran sus películas cuando residían en Inglaterra, a donde fueron enviadas muy jóvenes a servir. El glamour de Hollywood se mezcla así con un mundo rural lleno de olores a hierbas y a sopa, los campos de cultivo, los montes y la humedad, acompañado del constante sonido de las máquinas de coser. Entre las gallinas y una vaca llamada Greta Garbo, desde una casucha que se viene abajo, las Inviernas luchan por cumplir sus sueños, escapar de los secretos de su pasado y encontrar el amor y una vida mejor.

Todo ello narrado de una manera magistral, con gran economía de lenguaje, empleando siempre la palabra justa, expresando profundos sentimientos con pocos medios, sin grandes descripciones ni diálogos más allá de lo imprescindible, ajustándose así en las formas del relato a un mundo simple en apariencia y complejo en su fondo, donde reinan el silencio y los secretos, donde tras los bucólicos paisajes del campo gallego laten los conflictos y las pasiones más intensas.

sábado, 9 de noviembre de 2019

El maestro de la inocencia

Otra vez me reencuentro con Tracy Chevalier, una de mis autoras favoritas cuando se trata de buscar lecturas con tramas absorbentes protagonizadas por personas comunes y corrientes que se enfrentan a momentos históricos complicados en medio de escenarios absolutamente atrayentes. Todo esto se cumple en "El maestro de la inocencia". Mientras que en Francia ruge la Revolución en los últimos años del siglo XVIII, también la ciudad de Londres bulle de actividad como corresponde a una gran ciudad a la que acuden gentes de toda Inglaterra buscando mejorar sus vidas y las de sus familiares. Este es el caso de Thomas Kellaway: procedente de la tranquila zona rural de Dorsetshire donde la familia se ganaban la vida fabricando sillas, realizando trabajos de ebanistería y elaborando los famosos botones de Dorset, se traslada a Londres siguiendo la invitación de Philip Astley para trabajar como carpintero en su circo permanente, ubicado en el barrio de Lambeth, situado en la orilla opuesta del Támesis frente a Westminster, tan cerca del tumulto de la ciudad y al tiempo constituyendo un mundo totalmente distinto a aquella, conservando el ambiente más propio de un pueblo cuyo corazón es el anfiteatro Astley donde se ubica el circo, con sus artistas y artesanos, que genera numerosos puestos trabajo, abundante diversión y todo tipo de actividades auxiliares en la zona.

Todo allí es nuevo para los Kellaway:  Jem, Maissie y sus padres lo encuentran todo inmenso y muy diferente al campo del que proceden. Pronto se adaptan a su nueva realidad con la inestimable ayuda de la pequeña Maggie Butterfield, una niña criada en la gran urbe, avispada y hecha a las duras condiciones de vida de la mayoría de la población que malvive en circunstancias muy complicadas.

Entre los vecinos de la calle donde viven los Kellaway destaca la figura del poeta, grabador e insigne intelectual William Blake, personaje en el que los niños descubren una figura totalmente diferente al resto de adultos con los que acostumbran a tratar: afín a las ideas revolucionarias en vigor pero también preocupado por el bienestar de los chicos y en general por el de la clase trabajadora, su casa llena de libros resultará algo absolutamente novedoso para los críos habituados a ganarse desde muy pronto la vida con duros trabajos manuales y sin recibir apenas formación.

La novela se desarrolla en el escenario fascinante y convulso del Londres de la época georgiana, comenzando por el enfrentamiento político entre los sectores monárquicos más conservadores y las nuevas ideas republicanas, los grandes problemas del trabajo infantil y la falta de educación, los peligros de la vida en las calles de la gran ciudad y de una época complicada en todos los aspectos, todo ello retratado a través de unos personajes encantadores con los que es fácil empatizar y a los que acompañamos en sus desventuras por una ciudad de Londres que siempre resulta apasionante. Otra nueva oportunidad de disfrutar con la lectura y aprender del pasado la que nos proporciona la autora de la siempre alabada "La joven de la perla"

viernes, 1 de noviembre de 2019

Eva

Regresar a una novela de Arturo Pérez-Reverte es un poco como volver a casa: estamos deseándolo siempre, aunque tardemos mucho en hacerlo y sabemos que lo que vamos a encontrar, sea antes o después, nos hará disfrutar de lo lindo. En "Eva", segunda entrega de la serie de Lorenzo Falcó, el espía buscavidas que atraviesa guerras y conflictos internacionales sin apenas despeinarse, recuperamos la maestría del autor en deleitarnos con sus descripciones de escenarios y ambientes y con la recreación de personajes que parecen sacados de la vida misma, casi siempre del lado más oscuro del ser humano, aunque por fortuna acaba asomando al fondo del todo un ligero resplandor de esperanza encarnada en algún que otro individuo digno de ser salvado de la quema general. Porque Pérez-Reverte, estoy segura de ello, tiene su corazoncito tierno oculto y protegido bajo la coraza de dureza y cinismo con la que siempre se presenta ante el mundo.

Y un poco así es su personaje Falcó: "un actor perfecto, un truhán redomado y un criminal peligroso..." pero también un hombre de principios y honor, fiel y leal amigo de sus compañeros de batallas. Vivimos a su lado la Guerra Civil desde la retaguardia, sin entrar directamente en combate, pero así y todo esta puede considerarse una novela bélica. Y es que incluso hasta una ciudad neutral como es Tánger llega el conflicto civil representado por dos barcos anclados en su puerto: el carguero "Mount Castle" que transporta el último oro del Banco de España que los republicanos han sacado del país con destino a Rusia y el patrullero del bando nacional "Martín Álvarez" que espera a que aquel salga a aguas internacionales para atacarlo. Y en torno a este episodio Falcó se reencontrará con Eva, una agente al servicio de la Unión Soviética a la que conocimos en la anterior entrega de la serie en la que ambos mantuvieron un apasionado encuentro, a pesar de trabajar para bandos rivales en la guerra. Esa es la realidad del destino que les aguarda a ambos: no poder nunca entenderse por servir a principios enfrentados e irreconciliables.

A lo largo de toda la novela nos moveremos en un ambiente de espionaje, negociaciones y juego sucio, lleno de personajes de los que nunca te debes fiar y que encarnan todos los ingredientes del mundo oscuro, inestable y peligroso en el que se mueve Falcó, donde sólo los más avispados o los más afortunados sobreviven y que proporciona al lector un intenso disfrute, como viene siendo habitual, el que nos proporciona de nuevo el autor cartagenero en esta entrega, con una mezcla perfecta de novela histórica, novela negra y buenas dosis de costumbrismo, enriquecido todo con sus personalísimas e intensas reflexiones en las que nos ofrece toda una filosofía de vida. Pérez-Reverte en estado puro.

viernes, 25 de octubre de 2019

Peces de colores y hormigón

Ya he comentado por aquí en alguna ocasión el gran descubrimiento que para mí ha supuesto Nuria Pérez que desde su perfil de Instagram @soynuriaperez y últimamente también desde el podcast "Gabinete de curiosidades" nos acerca a su maravilloso mundo literario a través de infinidad de recomendaciones lectoras, historias de personajes fascinantes, estupendos libros que te llevan a otros libros, que te descubren nuevos temas, anécdotas o episodios llenos de curiosidades, historias, en definitiva, que te abren a otros mundos, que te abren los ojos a otras realidades. Es por todo ello que cualquiera de las recomendaciones de Nuria entran directamente en mi lista de lecturas pendientes, así que cuando me pude hacer con "Peces de colores y hormigón", este relato breve de Maartje Wortel, no dudé en adentrarme en su lectura y dejarme llevar por una obra que está lejos de lo que me suele gustar como lectora, yo que soy más de narrativa, novela histórica o negra, pero que sí creo que ha resultado una lectura muy enriquecedora por intensa y diferente.

El relato está escrito en primera persona por una narradora que le va contando su historia a una interlocutora desconocida a la que no ve ni tiene cerca y esta historia comienza cuando su padre llegó a Tilburg, luego conocería a su madre y formarían una familia... pero nada es lineal en este relato breve, sin argumento ni final, que se lee por el mero placer de tratar de seguir los pensamientos erráticos de la autora, por disfrutar con las acuarelas minimalistas que lo ilustran, de sentir cómo añora a su madre, acompañarla en el inicio de su vida adulta...sin una estructura narrativa clara pero con imágenes llenas de fuerza y sentimiento.
"Éste es el comienzo. (De momento puedo decirte que el comienzo es lo que más dura, es el impulso inicial. El final es un punto. Sólo un punto. Pero si miras con detenimiento, verás que ese punto es una abertura, un minúsculo agujero por el que puedes pasar. Tras él, un nuevo y largo comienzo te está esperando. Si quieres, esto no acaba nunca.) Todavía te debo ese momento en el que me presento educada y formalmente, pero lo dejo para más adelante."

domingo, 20 de octubre de 2019

El hombre que inventó Madrid

En "El hombre que inventó Madrid" he descubierto, de la mano de Javier Puebla, la figura de José de Salamanca, un astuto hombre de negocios muy bien relacionado con empresarios, banqueros e incluso con la reina regente Maria Cristina y con su hija, la reina Isabel II, después. Salamanca navega con arrojo y generalmente con éxito por los procelosos mares de las finanzas, la política y la vida social de la primera mitad siglo XIX español. Entre sus principales proyectos destaca el  impulso a la llegada del ferrocarril al país además de aprovechar sus contactos para obtener importantes beneficios en la Bolsa, aunque no siempre juegue limpio para conseguirlo. Pero su gran proyecto, el que lo hará inmortal, será el de convertir a Madrid en una gran ciudad al nivel de las capitales europeas, diseñando el elegante barrio que llevará su nombre y que prácticamente acabe llevándole a la ruina.

El principal valor de la novela estriba en el fabuloso retrato que nos presenta de la más que convulsa época de la reina Isabel II con sus complejos conflictos políticos, con su continuo baile de presidentes de Gobierno y ministros, el papel del Ejército siempre amenazando con hacerse con el poder, sin obviar los lances románticos de la joven reina que se deja llevar por sus deseos más que por la razón de Estado. Los "secundarios" que pueblan las páginas de la novela tampoco tienen desperdicio ya que entre los rivales de Salamanca se encontrarán personajes del peso de los generales Narváez o Serrano y entre sus aliados se cuentan los banqueros Buschenthal o Rothschild, así como algunas figuras relevantes de la vida madrileña como el hostelero Lhardy o personalidades de las letras universales como el insigne Alejandro Dumas, pasando por el papa Pío IX e incluso Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia.

En mi opinión, la lectura adolece de cierta debilidad en el ritmo narrativo: algunas escenas se demoran demasiado mientras que otros episodios se resuelven a toda prisa dejándonos con ganas de profundizar en determinados episodios como pueden ser los primeros años de vida del protagonista que apenas se mencionan. Pero, en conclusión, la novela supone un entretenido acercamiento a una época histórica fascinante de la mano de uno de sus protagonistas, un hombre que hasta este momento era un completo desconocido para mí pero que puedo asegurar que es un personaje digno de descubrir.

sábado, 12 de octubre de 2019

La mujer que escribió Frankenstein

La escritora argentina Esther Cross es la autora de esta interesante biografía de Mary Shelley, "La mujer que escribió Frankenstein", una tenebrosa recreación de un mundo lleno de tumbas y cadáveres que sirve de ambientación ideal para contarnos la vida de la creadora del más famoso monstruo de la Literatura universal, comenzando por la presentación inicial de la propia protagonista a la que se nos muestra dentro de su tumba rodeada de los muertos y reliquias que la acompañan bajo tierra.

Y es que por algo la época de Mary es la misma del cuento gótico, en el Londres donde nació la autora la vida y la muerte conviven en el día a día, entre la miseria más aterradora y los monstruos de feria como atracción favorita del público proliferan los profanadores de tumbas, abunda el tráfico de cadáveres, no sólo humanos sino también de los más diversos animales, destinados a la experimentación relacionada con los avances de la medicina, la cirugía, la anatomía, que requieren del perfeccionamiento de las técnicas quirúrgicas, las autopsias y las disecciones. Unido ello a los descubrimientos en torno a la energía eléctrica, los experimentos galvánicos, el magnetismo... se llega al interés por descubrir el funcionamiento del cerebro y del cuerpo humano en general, llegando a confiar en la posibilidad de revivir la carne muerta o de crear vida de manera artificial. Todo esto será un caldo cultivo propicio para la creación de un relato mundialmente conocido: el de ese monstruo creado de partes de otros cuerpos que llega a ser revivido. La novela de la Shelley refleja "el miedo a los ladrones de tumbas, a la disección, a los cementerios, a los médicos y a algo más temible que la muerte: lo que los seres humanos hacían con ella."

La vida de Mary es un reflejo de su tiempo y sus circunstancias: hija de escritores de gran prestigio, su madre Mary Wollstonecraft fue una notoria luchadora por los derechos de las mujeres, mientras que su padre, William Godwin, fue un político y autor aclamado. La niña ya sueña con ser poeta, escritora como sus padres y se refugia en el cercano cementerio de St. Pancras a escribir junto tumba de su madre donde se siente cómoda, como en casa; no en vano una de las obras más populares y citadas de su padre será "El ensayo sobre los sepulcros". Será precisamente junto a esa tumba donde se den sus primeros encuentros secretos con el insigne poeta romántico Shelley, el que será su gran amor, con el que recorrerá incansablemente Europa, acosados por las deudas, arrastrando familia, enseres, libros y amigos, entre los que destaca Byron. La pareja comparte pasiones: la lectura y la escritura; se apoyan, se inspiran, se corrigen mutuamente, escriben un diario a medias y se retroalimentan constantemente. Tienen hijos que mueren, pierden amigos, familiares, pero Mary nunca dejará de escribir, en Italia, Suiza, Alemania o a su regreso en Inglaterra, siempre acompañada de los fantasmas de aquellos a los que amó.
"A los veintiséis años, me encuentro en la situación de una anciana. Todos mis amigos se han ido (…) Qué pobladas están las tumbas."
La vida de Mary se nos cuenta en este libro en buena medida a través de sus propias palabras, mediante citas de sus obras y sobre todo de sus diarios personales y de los de aquellos que la conocieron y trataron, siendo una aproximación bastante directa e intensa a esta peculiar y asombrosa mujer que se negó siempre a someterse a los límites y los usos impuestos por su tiempo, viviendo su vida como quiso, completamente entregada a la escritura y a conservar su libertad e independencia

domingo, 6 de octubre de 2019

Mi abuela rusa y su aspiradora americana

No conocia yo a este tal Meir Shalev antes de esta divertida novela de título algo disparatado: "Mi abuela rusa y su aspiradora americana", pero parece ser que este escritor israelí tiene una extensa produccion de obras para adultos y también infantiles y goza de un cierto prestigio internacional y, por supuesto, de gran fama en su país natal donde es toda una figura de las letras y ha sido frecuentemente galardonado.

En cualquier caso, creo que esta novela que ahora nos ocupa ha sido una buena manera de descubrir a este autor ya que siendo, como es habitual en toda su obra, un retrato de la sociedad y los conflictos que caracterizan permanentemente al estado israelí desde su fundación, en esta ocasión el humor está por delante del drama, la historia del pais se repasa con bastante gracia ya que se hace a través de la mirada de un niño, el propio autor, que descubre y describe el mundo que le rodea desde el seno de una familia procedente de Ucrania y que se cuenta entre los pioneros del sionismo en Palestina. Sus abuelos fueron de los primeros que, a principios del siglo XX, viajaron hasta la tierra prometida de Israel para trabajarla con sus manos, para sacar adelante a base de mucho esfuerzo y renunciando a las comodidades una granja y de paso un nuevo país.

El autor para el que la Biblia tiene más valor como historia de su pueblo que como libro religioso, nos sigue contando en esta novela esa Historia de su país entrelazándola con las pequeñas historias familiares donde no faltan relatos que se cuentan de generación en generación, anécdotas convertidas en leyendas, entre las que destaca aquella que refiere la relación de su abuela con una aspiradora americana. La abuela Tonia era una mujer de personalidad peculiar; fanática de la limpieza, mantiene buena parte del hogar familiar clausurado para evitar que se ensucie, que entre el polvo, su mayor enemigo. Teme ante todo a las manchas, los roces en las paredes, el barro que los zapatos introducen en la sala, por lo que obliga a todo el mundo a entrar a la casa por la puerta trasera, sus hijas deben ayudar en la limpieza diaria aunque ello suponga faltar a la escuela por norma. ¿Cómo es posible entonces que Tonia se negara a usar la magnífica aspiradora americana (o barredora, como ella la llama) que le envía como regalo su cuñado desde California; que la máquina pasase decenios encerrada en un aseo cubierta por mantas?

Aunque se debe considerar, por otra parte, que este regalo fue en realidad una venganza llegada desde el mismo corazón del capitalismo norteamericano, procedente además de un traidor, más bien de un doble traidor: el hermano del abuelo Aharon que traicionó al sionismo y al socialismo marchándose a América a convertirse en rico empresario. La aspiradora, que representa todo lo que detesta el abuelo y todo lo que adora la abuela, se comporta como un personaje más en la trama, con pensamientos y sentimientos propios; se muestra emocionada por su largo viaje trasatlántico y su nueva existencia en la polvorienta tierra de Palestina y constituye el hilo conductor de esta divertida novela que nos retrata, con humor y ternura a partes iguales, a una abuela medio loca, a un padre poeta, una madre granjera y un nieto que cuenta las cosas como ocurrieron, como digno sucesor que es de una extensa saga de excelentes narradores, algunos de los cuales no sabían leer ni escribir pero tenían el don de narrar la vida como si fuera un cuento.
"Mientras los chicos de la familia y el pueblo estaban fuera peleándose, conduciendo y arreglando tractores; mientras se dedicaban a disparar armas de fuego, azuzar a los perros contra los gatos y montar a caballo, yo me sentaba en el porche de la abuela Tonia y escuchaba sus historias, que siempre empezaban con su «Esto es lo que pasó»."