miércoles, 14 de agosto de 2024

Tres veranos

Continúo a la búsqueda de lecturas veraniegas y que mejor que dejarse guiar por un título tan explícito como el de esta novela, "Tres veranos" de la escritora griega Margarita Liberaki en la que nos cuenta la historia de tres hermanas, María, Infanta y Caterina a través de estos tres veranos de adolescencia y primera juventud en los que vamos asistiendo a escenas de su vida, veremos cómo van creciendo y descubriendo el mundo, entrando en la vida adulta desde la casa familiar en el campo, a las afueras de Atenas, donde las hermanas viven con su madre, separada del padre, su tía y su abuelo. Caterina, la más pequeña, es la narradora de esta historia familiar y de crecimiento, aprende de sus hermanas mayores, María, interesada por los hombres y los misterios del amor y el sexo, deseosa de sentir intensamente y ser amada, e Infanta, la mediana, con alma artística, distante y melancólica aunque también dulce y cariñosa.

Como toda buena familia que se precie, ésta también tiene un secreto, el de la bella abuela polaca que huyó con un músico abandonando al abuelo, además del drama sufrido por la tía Teresa que la obligó a romper su compromiso y que la cambió para siempre. 

A lo largo de las páginas veremos desfilar pasiones, deseo, emociones y amistades. Descubriremos pasajes narrados con lenguaje poético y evocador que describen largas tardes de verano, los jardines domésticos, la naturaleza del lugar, los paisajes, la lluvia y las montañas y también los sentimientos y las emociones de las jóvenes protagonistas. Abundan los flashes de pensamiento que no terminan de concretarse en ideas completas, pero es que Caterina tampoco se termina de entender a sí misma normalmente.

"A veces me entra nostalgia de sitios y de cosas que vivo y veo cada día "

Las historias familiares se mezclan con otras de amigos o vecinos; son historias de amor, de relaciones, de búsqueda de identidad. El resultado final es una lectura sensual y sentimental, de crecimiento y aprendizajes Se ha considerado a esta novela como la versión griega de Mujercitas, aunque sin duda esta es más triste y turbia, más intensa, menos inocente y más carnal que aquella otra.

"Caminaba y mi cuerpo, en lugar de cansarse, se volvía más y más ligero. Dejé el camino y me adentré en el bosque. Me hice sangre en los pies con los matorrales de espinos y mis ojos se encontraron con los de la lechuza. Seguí caminando. Se oía un grave batir de alas. Era más textura que sonido. El viento arreciaba. Los pinos se curvaban. Estaba lista para el baile de las hadas."

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