El libro está plagado de estrambóticas anécdotas protagonizadas por familiares y conocidos, muchos de ellos personas bien peculiares, nobles emparentados con las diferentes monarquías reinantes en distintos países europeos que conservan, si no las antiguas fortunas, sí los aires de grandeza heredada de los gloriosos tiempos pasados. Pero las rarezas y tradiciones de la familia no desentona en la milenaria isla de Sicilia, tierra esta de curiosas tradiciones, con un pueblo de fuerte carácter e intensa alegría, estrechamente imbricado con la Iglesia, fiel a las celebraciones religiosas donde la muerte es un elemento natural más y que se manifiesta con un barroquismo estético, no sólo en sus iglesias sino en toda la ciudad de Palermo, en sus palacios ruinosos y en sus estrechas y ruidosas calles donde conviven siglos de Historia y el poso dejado por multitud de culturas diversas con un pueblo humilde pero orgulloso de su pasado.
Todo el relato supone una recreación de los primeros recuerdos del autor a través de la memoria sensorial, desde los sabores de las deliciosas comidas, las frutas y dulces de su infancia a los olores de flores y mercados o de los animales domésticos, los sonidos de la calle, canciones antiguas y su amada ópera a la que tan pronto se aficionará, así como imágenes que reflejan la desbordante belleza de Sicilia, junto con sus recuerdos de los frecuentes viajes por Europa visitando a familiares y recorriendo un mundo de lujo y disfrute de la cultura y los placeres más variados con la inocente confianza que en aquellos días se tenía en el mantenimiento del status quo, en la permanencia del viejo orden y de sus privilegios que desaparecerían completamente tras las guerras mundiales para dar paso a un nuevo orden de las cosas. Este mundo decadente es el que también mostraría el primo Lampedusa en su famosísima novela.
Es esta una autobiografía que rezuma sinceridad, donde las cosas se cuentan con la mirada inocente de un niño que observa a su alrededor y cuenta lo que ve sin juzgar ni verse influido por planteamientos de un futuro que en aquel momento el pequeño Fulco ni siquiera se veía capaz de imaginar. Nada hace adivinar en esos felices días de infancia los oscuros tiempos que estaban por llegar para toda Europa.
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