"De no ser porque había asociado automáticamente el italiano a aquellos fanfarrones de los fascistas, tal vez habría seguido canturreando las canciones que oía en el gramófono de Barbara (...) y puede que hasta Maja hubiera hecho lo mismo y también los campesinos, y con el tiempo todo el valle se habría convertido en una encrucijada de gentes que saben entenderse de más formas y no en un punto incierto de Europa donde todos se miran con malos ojos. En cambio, el italiano y el alemán eran muros que seguían levantándose. Las lenguas se habían convertido en marcas de raza. Los dictadores las habían transformado en armas y declaraciones de guerra."
Una segunda amenaza sobrevuela durante años a la localidad y se convierte, antes y después de la guerra, en otro motivo de enfrentamiento de los habitantes de Curon con el gobierno italiano: el proyecto de crear un embalse en el lugar que ocupan Curon y Resia, una obra que anegará ambos pueblos, sus casa y terrenos y borrará su recuerdo de la superficie de la tierra. Sólo unas pocas familias como la de la protagonista se resisten a abandonar su casa, su pueblo y sus raíces, dispuestas a esperar a que el Duce y su régimen totalitario pasen y todo vuelva a la antigua normalidad. Nuestra protagonista ve marchar a amigos y vecinos al tiempo que estalla la guerra que crea nuevos bandos y enfrentamientos, dando lugar al sinsentido de que el nazismo sea para muchos la única alternativa posible al fascismo. Se opta por un horror tratando de escapar de otro.
Pero Trina arrastra una pérdida incluso mayor que la de su pueblo, sus amigas y sus raices y es la de la hija que se fue que es la destinataria final de su narración, a la que se dirige directamente en este relato lleno de añoranza por la vida no vivida y que contiene además toda la complejidad que caracteriza a los territorios de frontera donde los vínculos sentimentales no coinciden con los límites geográficos y donde se expresa con intensidad la importancia de las raíces, el sentimiento de pertenencia y de permanencia, la conexión con la tierra en la que se nace y el amor incondicional por los hijos, al margen de sus acciones o de aquello en lo que se acaban convirtiendo al llegar a la edad adulta.
"Nadie puede entender qué hay debajo de las cosas. Nadie tiene tiempo para sentir nostalgia de cómo eran las cosas cuando aún no existíamos. Seguir adelante, como decía madre, es la única dirección permitida. De no ser así, Dios nos habría puesto los ojos a los lados. Como los peces."
La leí hace un año más o menos y coincido en impresiones contigo. Una novela diferente, corta pero intensa
ResponderEliminarBesos
Verdaderamente una lectura que merece la pena.
EliminarSaludos.
La he leído hace poco, y me ha impactado la situación política de esa región. Pero, sobre todo, me ha dejado huella los sentimientos de la protagonista.
ResponderEliminarUn abrazo
A mi también me ha sorprendido conocer las circunstancias de la zona, complicada como ocurre siempre en regiones de frontera. Muy interesante, no hay duda.
EliminarY los sentimientos, como dices, también muy bien retratados.
Saludos.