viernes, 8 de junio de 2018

Un lugar a donde ir

Hace ya dos años que leí "Puerto escondido", la primera entrega de la serie de María Oruña protagonizada por la teniente de la Guardia Civil Valentina Redondo. A pesar del tiempo transcurrido, no he tardado ni unas pocas páginas en retomar el hilo de la trama personal de Valentina y Oliver y en ubicarme en los maravillosos escenarios cántabros en los que se sitúa nuevamente la acción de esta segunda novela, "Un lugar a donde ir", en la que la protagonista, acompañada de su equipo habitual de compañeros, se enfrenta a un extraño crimen de peculiar estética: una joven ataviada como una dama medieval aparece muerta en un enclave histórico abandonado y aferrando una antigua moneda entre sus manos. A este crimen le siguen otros con elementos comunes: la arqueología, la espeleología, el estudio de la Antigüedad centra el entorno de los crímenes y sus víctimas, con lo que los guardias civiles tendrán que moverse entre profesionales especializados en estas materias para desentrañar el asunto.

Por otra parte nos encontramos a Oliver Gordon, pareja de Valentina, ocupado en gestionar el alojamiento rural en Suances que fue el que dio pie a que surgiera la relación sentimental entre ellos mientras que otro asunto sigue centrando su atención: dar con su hermano mayor, desaparecido hace ya un par de años mientras recorría el mundo participando en diversas acciones humanitarias y de protección del medio ambiente. En su búsqueda a nivel mundial se entrecruzará Anna Nicholls, la anterior prometida de Oliver al que abandonó para dedicar ella también su vida a luchar por principios más elevados y trascendentes, dejando atrás una vida que le resultaba vacía y monótona que incluía, claro está, a un aburrido prometido.
  
Aparte de la pareja protagonista nos encontraremos con un grupo de colegas con profesiones diversas: geólogos, arqueólogos, historiadores de diversas nacionalidades en torno a los cuales gira una trama en torno a exploraciones de cuevas, hallazgos de restos (pre)históricos y yacimientos de antiguas culturas. Es en el seno de este grupo de científicos obsesionados por conocer lo que se oculta bajo la superficie de la tierra, de ir más allá y desentrañar secretos que el planeta reserva sólo para aquellos más curiosos y valientes, donde se producen los extraños asesinatos. Y es que ocurre en algunos casos que el afán por conocer y proteger el planeta se convierte en algo más que un modo de vida, se transforma en una obsesión malsana y que lleva a saltarse las normas de convivencia más básicas en pro de aspiraciones superiores.

Ya quedé conquistada de los escenarios en los que transcurre la primera entrega de esta serie y ahora he vuelto a quedar prendada de sus profundidades, asombrada de saber que Cantabria constituye uno de los paraísos mundiales en lo que a yacimientos subterráneos, tanto geológicos como paleontológicos, se refiere. Ya tengo por tanto nuevas razones para volver por allí en cuanto me sea posible y seguir explorando aquellos paisajes. Esta es una de esas novelas que, además de entretenerte con una trama policial y personal interesantes, te mueven a desear preparar las maletas y salir de viaje y no limitarse a hacerlo solamente entre las páginas de un libro.

2 comentarios:

  1. Como bien dices la ambientación anima a acercarse por Cantabria y ver in situ los maravillosos lugares que se describen en esta novela.
    Y esa combinación con la parte de intriga hace que sea una historia que se devora con rapidez.
    Espero leer la tercera entrega con menos diferencia de tiempo que el que ha pasado entre que leí la primera y la segunda.
    Un abrazo

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    1. Yo también tengo ganas de ponerme con la tercera entrega. Me caen muy bien Valentina y Oliver y me apetece ver qué tal les va 😉
      Saludos.

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