En esta segunda novela de Màxim Huerta que leo, "La noche soñada", nos trasladamos a un pequeño pueblo de la Costa Brava llamado Calabella en la víspera de la celebración de San Juan de 1980. Allí se anuncia a bombo y platillo la inauguración del nuevo cine de verano con la asistencia de una estrella invitada de excepción: Ava Gardner. Un día muy especial, sin duda, para Justo Brightman, un niño de doce años decidido a aprovechar tan señalado día para poner en práctica un plan que dará un vuelco a su vida. Treinta años después, Justo es un reputado fotógrafo que acude a Roma para celebrar el cumpleaños de su madre, decidido a contarle el secreto de lo que ocurrió aquella noche de San Juan. Pero ese misterio que vamos esperando que se nos desvele no es, afortunadamente, el elemento principal de la novela, a pesar de que es el punto sobre el que gira todo el relato. Lo fundamental de la trama es el apasionado amor de Justo por su madre, Teodora, una relación que raya en lo obsesivo, pero también tienen su papel destacado otras formas de amor cuyo amplio muestrario se nos va presentando, como son el amor de la tía Visi por su sobrino, el de los medio hermanos Justo y Liz, el primer amor juvenil, el amor sereno de la madurez, distintas visiones de las relaciones que unen a las personas y que están muy bien retratadas a todo lo largo de la novela.
El relato pasa por escenas de ritmo ágil pero también, con demasiada frecuencia, se atasca en darle vueltas al mismo asunto sin avanzar apenas. Así, el día central de los hechos, el 23 de junio, se nos narra con puntilloso detenimiento, en ocasiones excesivo, igual que se nos repiten escenas o imágenes que resultan reiterativas, el secreto que esperamos que se desvele se alarga demasiado en su intriga, da demasiadas vueltas sobre los mismos hechos ralentizando así la narración. El recurso por el cual pasamos varios capítulos sentados junto a Justo y su madre en un banco de iglesia en Roma mientras el protagonista va recordando el pasado, va tratando de confesarle a su madre aquel secreto que guarda desde entonces, en ocasiones hace que el ritmo se vuelva algo lento y pesado. Sin embargo, cuando estamos en plena narración, cuando la historia fluye, aderezada con los buenos retratos de los personajes y de las sensaciones, la lectura se lee vuelve ágil y engancha.
Un punto y aparte merece el referirnos a la ambientación de la casa familiar de Calabella, donde Justo y su padre son los únicos varones en un hogar donde conviven las nueve hermanas de Teodora, como las hijas de Bernarda Alba, nueve solteras que repasan anualmente sus mortajas y se sientan a bordar en el patio o a cocinar todas juntas, con clara influencia de los personajes del realismo mágico, o del universo lorquiano al que se homenajea claramente. Aunque de todas esas tías, sólo Visi llega a tener cierta entidad propia, siendo las demás un todo sin personalidades demasiado definidas. Otro recurso que emplea mucho el autor, demasiado para mi gusto, es el de salpicar el relato de frases cortas, categóricas, de esas de subrayar y sacar entrecomilladas, píldoras de filosofía de la vida que tal vez encandilen a muchos lectores pero que a mí me resultan colocadas de manera forzada para "hacer bonito".
A pesar de esto, es indudable la capacidad del autor de transmitir certeramente sensaciones y sentimientos, de crear imágenes evocadoras del mundo infantil y de las relaciones familiares, de los momentos de felicidad y esos que crean memorias que permanecen en la mente de las personas y les acompañan en su madurez, si bien en ocasiones estos elementos sentimentales se coloquen por encima de la narración mediante la abundancia de imágenes sueltas, sin conexión con el relato principal en forma de flashes momentáneos, recuerdos inconexos centrados en aquellas sensaciones, piezas sueltas que van configurando la historia a base de lo que muchas veces se intuye más que se sabe. Un estilo basado en parte más en el dibujo de las emociones y del los estados de ánimo, en la creación de atmósferas y la evocación de los instantes que en el puro relato de los hechos. Pero no negaré que Màxim Huerta, en esto, es un maestro.
El relato pasa por escenas de ritmo ágil pero también, con demasiada frecuencia, se atasca en darle vueltas al mismo asunto sin avanzar apenas. Así, el día central de los hechos, el 23 de junio, se nos narra con puntilloso detenimiento, en ocasiones excesivo, igual que se nos repiten escenas o imágenes que resultan reiterativas, el secreto que esperamos que se desvele se alarga demasiado en su intriga, da demasiadas vueltas sobre los mismos hechos ralentizando así la narración. El recurso por el cual pasamos varios capítulos sentados junto a Justo y su madre en un banco de iglesia en Roma mientras el protagonista va recordando el pasado, va tratando de confesarle a su madre aquel secreto que guarda desde entonces, en ocasiones hace que el ritmo se vuelva algo lento y pesado. Sin embargo, cuando estamos en plena narración, cuando la historia fluye, aderezada con los buenos retratos de los personajes y de las sensaciones, la lectura se lee vuelve ágil y engancha.
Un punto y aparte merece el referirnos a la ambientación de la casa familiar de Calabella, donde Justo y su padre son los únicos varones en un hogar donde conviven las nueve hermanas de Teodora, como las hijas de Bernarda Alba, nueve solteras que repasan anualmente sus mortajas y se sientan a bordar en el patio o a cocinar todas juntas, con clara influencia de los personajes del realismo mágico, o del universo lorquiano al que se homenajea claramente. Aunque de todas esas tías, sólo Visi llega a tener cierta entidad propia, siendo las demás un todo sin personalidades demasiado definidas. Otro recurso que emplea mucho el autor, demasiado para mi gusto, es el de salpicar el relato de frases cortas, categóricas, de esas de subrayar y sacar entrecomilladas, píldoras de filosofía de la vida que tal vez encandilen a muchos lectores pero que a mí me resultan colocadas de manera forzada para "hacer bonito".
"Soñar debería ser una asignatura, somos, si somos persistentes, lo que soñamos"Tal vez sea que tengo poca sensibilidad para según qué pensamientos profundos, para las frases empaquetadas para regalo.
"A veces, ayer como hoy, se escucha el amor cuando más callado estás"
"Todos tenemos canciones que no llegaron a su destino"
A pesar de esto, es indudable la capacidad del autor de transmitir certeramente sensaciones y sentimientos, de crear imágenes evocadoras del mundo infantil y de las relaciones familiares, de los momentos de felicidad y esos que crean memorias que permanecen en la mente de las personas y les acompañan en su madurez, si bien en ocasiones estos elementos sentimentales se coloquen por encima de la narración mediante la abundancia de imágenes sueltas, sin conexión con el relato principal en forma de flashes momentáneos, recuerdos inconexos centrados en aquellas sensaciones, piezas sueltas que van configurando la historia a base de lo que muchas veces se intuye más que se sabe. Un estilo basado en parte más en el dibujo de las emociones y del los estados de ánimo, en la creación de atmósferas y la evocación de los instantes que en el puro relato de los hechos. Pero no negaré que Màxim Huerta, en esto, es un maestro.
Lo terminé la semana pasada y también me ha resultado algo repetitivo y, en ocasiones, hasta cursi.
ResponderEliminarBesos
Coincido bastante con tu opinión. Es un libro al que se le puede etiquetar de "bonito" pero no es para tirar cohetes.
EliminarSaludos.
No me he estrenado aún con este autor. Siento curiosidad por sus novelas, aunque no espero maravillas de ella. Me parece por tu opinión, que voy bien así.
ResponderEliminarBesotes!!!
Yo he leído dos novelas y creo que son entretenidas, agradables, pero les falla el estilo. Demasiado pastel.
EliminarSaludos.
Bueno, menos mal que ya van saliendo detallitos no tan positivos del libro porque había visto reseñas tan positivas que me hacian sentir mal por no animarme a leerlo. Creo que esas frases que pones describen muy bien eso de forzar para emocionar. No me suele gustar porque se nota que no es algo fluido sino buscado y no siempre con acierto.
ResponderEliminarBesos
Debe de ser muy difícil escribir sobre sentimientos y resultar sobrio. No es tarea fácil que la emoción surja sin forzarla.
EliminarSaludos.
No me llamaba demasiado y por tu reseña creo que lo voy a dejar pasar por muy de moda que estén no terminan de atraerme los libros de gente de la tele. Muchos besos.
ResponderEliminarAl margen de etiquetas, creo que escribe bien, aunque con un cierto exceso emocional. Todo va en gustos, claro, habrá quien lo elija justamente por ello.
EliminarSaludos.
No he leído nada de Màxim Huerta pero la verdad es que tengo muchas ganas de estrenarme con él.
ResponderEliminarA ver cuando le llega el turno.
Besos!!
Yo creo que, pese a las críticas, es algo más que "un famoso de la tele que escribe"
EliminarPrueba con él y ya nos cuentas.
Saludos.