domingo, 27 de noviembre de 2011

El Puente Invisible

Me ocurre en pocas ocasiones, pero me ocurre a veces, que termino una novela, acabo la última página, leo la palabra FIN, cierro la tapa… y me quedo ahí, pensando, la mirada perdida, sin querer terminar, sin querer alejarme de los personajes, tratando de continuar conectada con la historia un rato más… Incluso dudo en empezar a escribir esta reseña porque supongo que una vez que la publique será una forma de decir adios a este libro, de embarcarme en otra lectura que temo que borre estas sensaciones que aún me rondan por la cabeza y no quiero olvidar.

Todo esto me ha ocurrido con “El Puente Invisible” de la escritora estadounidense Julie Orringer en el que relata una historia real protagonizada por sus abuelos, Andras y Klara, dos judios húngaros que se encuentran en París en los años 40 cuando él estudia arquitectura con una beca que apenas le da para subsistir y ella es profesora de ballet. Entre ellos nace un amor que en principio parece imposible por las diferencias sociales, culturales y de edad, pero que finalmente les llevará a compartir los horrores que la Guerra Mundial está a punto de desatar.

El comienzo de la novela es bastante ameno, con los ambientes muy bien dibujados, tanto del mundo que orbita en torno a la Ecole Especial, una afamada escuela de arquitectura en pleno Barrio Latino donde Andras y sus compañeros de estudios, también judíos, trabajan duro para superar los cursos a la vez que comienzan a sentir la sombra del antisemitismo que se extiende por París, al igual que por el resto de Europa. También encontramos otro grupo de húngaros expatriados, en este caso no son sino artistas y miembros adinerados de la burguesía entre los que se mueve Klara, que viven con bastante más desahogo que sus compatriotas estudiantes pero que igualmente se verán obligados a abandonar Francia cuando se inicie la guerra. Y es entonces cuando la novela crece de repente y lo que parecía una historia de amor con trasfondo histórico se transforma hasta convertirse en una obra magnífica, cuando pasa a relatar los horrores de la guerra. Si la primera parte de alguna manera me recordaba a la Suite Francesa de Irene Nemirovsky, por la ambientación del París de la época y el dibujo de los personajes, me atrevería a decir que la supera enormemente cuando entramos en la narración de los episodios de la guerra en Hungría.

Porque, finalmente, todos los judíos húngaros se verán obligados a volver a su país: Hungría, un gran desconocido para mí en lo que a su Historia se refiere, de la que apenas sé que formó parte de aquello que se llamaba Imperio Austro-Húngaro y al que mi única aproximación han sido las novelas de Péter Esterházy donde avisté algo de su complejo y orgulloso pasado y, por supuesto, los magníficos retratos de Budapest del genial Sandor Marai. Aparte de esto, me he encontrado ante un país con apellidos y localidades de nombre impronunciable pero llenas de habitantes con una conciencia de nación antigua y digna, que sienten el orgullo de ser húngaros independientemente de su religión, que ven sus vidas trastocadas por la barbarie de la guerra, sometidos, ya no sólo por el antisemitismo nazi, sino incluso por su propio gobierno, por su propio país que los destinó a trabajos forzados y les otorgó un trato inhumano que culminó con su envío a campos de exterminio a causa, exclusivamente, de sus creencias religiosas.

Esta podría ser otra historia más en la que se relata el infierno por el que pasaron los judíos en esta época aciaga de la Historia de Europa, una de tantas veces en que se nos cuentan hechos similares, vidas y familias destruidas, seres humanos llevados al límite de la dignidad, pero creo también que ninguno de esos libros, ninguna de estas historias sobra, por mucho que se escriba sobre ellos, porque fueron millones los judíos que padecieron aquel horror que fue el Holocausto, cada uno de ellos con su propio proyecto de vida, familia, profesión, ilusiones y futuro y todo ello les fue arrebatado y por ello no dejarán de contarse sus historias y nosotros deberemos de seguir leyéndolas para no olvidarlas nunca y rendirles así nuestro particular homenaje.

8 comentarios:

  1. París años 40, segunda guerra mundial, el holocausto... Y unos personajes que no puedes olvidar? Me la apunto, sin duda. Has hecho una reseña magnífica. Por cierto, Péter Esterházy no me suena. ¿Podrías recomendarme algún libro?
    Besotes!!!

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  2. Le tenía echado el ojo pero al no haber leído ninguna opinión sobre ella, la iba descartando. Que duda cabe que me has dado el empujoncito que me faltaba =)

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  3. Me lo anoto, Inmaculada. Y ese quedarse ensimismada al acabar el libro me pasa muchas veces, la verdad, pero claro solo con bueno libros, pero solo con buenos libros, con aquellos a los que te quedas enganchada.
    Besines,

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  4. Lo tengo apuntado desde que leí la reseña que hizo Rusta de Devoradora de libros pero, tras leer la tuya, está claro que tengo que leerlo ya, que me va a encantar.
    Besos

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  5. Respondo a Margari: de Esterházy he leído "Armonía Celestial" en la que relata, al hilo de la historia de su propia familia, el periodo histórico que va desde la época del imperio austro-húngaro hasta la llegada del régimen comunista a Hungría. No es un libro fácil, pero ilustra bastante sobre este país del que conozco poco.

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  6. Pues me lo apunto, que de este país también conozco poco, por no decir casi nada... Y es un período muy atractivo. ¡Muchas gracias Inmaculada!
    Besotes!!!

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  7. Me lo apunto, tiene buena pinta. No tengo ni idea del pais húngaro, así que creo que puede ser una oportunidad para saber un poquito sobre él.
    Besos!

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  8. Me compré esta novela hace tiempo, pero no se por qué aún no la he leído. Habrá que ponerle remedio.
    Un beso.

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