
La novela retrata muy bien los distintos tipos de habitantes de la Gran Manzana, desde las clases adineradas del Upper East Side que nunca han utilizado el transporte público, hasta los personajes más bohemios que ni se plantean abandonar la isla por los enclaves más burgueses de otros barrios de la ciudad, a pesar de los elevados precios de los apartamentos y el alto coste de la vida en general. Sin embargo, todas ellas deben pagar el precio de la soledad, algo tan común entre los habitantes de las grandes ciudades y por ello todas se igualan al entrar en el club, desaparecen las diferencias y encuentran la solidaridad de otras mujeres en su misma situación. Se destila a todo lo largo de la novela la pasión por la ciudad de Nueva York, lo que es un punto más a su favor a la hora de haberme cautivado.
Además del relato en sí de las desventuras vividas por estas mujeres, la estructura del libro tiene su gracia, ya que al inicio de cada parte se plantea un breve resumen de las técnicas y puntos básicos de la calceta, pero al mismo tiempo los describe como si de un libro de autoayuda se tratara, con lo que resulta que el punto es como todo en la vida: hay que practicar y equivocarse mucho antes de conseguir alcanzar la maestría; no importa que a veces dejes una labor a medias, lo importante es que puedes retomarla cuando quieras y aun así conseguir el éxito final; no debes envidiar a las tejedoras más hábiles que tú, cada una debe avanzar según su propia capacidad e ir logrando mejorar a su propio ritmo...
Mi reflexión favorita es la que habla de cómo las prendas tejidas a punto del derecho muestran al exterior su cara más lisa y tersa, mientras que al interior conserva las pasadas del revés, no tan bellas pero mullidas y cálidas contra tu propia piel.
Realmente al leer esta novela le entran a una ganas de agarrar las agujas y ponerse a tejer, aunque mi habilidad no me permita salir de las bufandas y los gorros de lana, pero el ambiente es tan evocador que te provoca las ganas de unirte a un club del estilo del de Walker e Hija.
Tanto he disfrutado de la lectura que ya he empezado la segunda parte: “El Club de los viernes se reúne de nuevo” y es que el triste final de la historia me ha dejado con ganas de seguir las andanzas de estas chicas a la espera de que todo mejore y la vida les sonría un poco a todas.
No tardará en llegar la nueva reseña.