martes, 23 de diciembre de 2025

Amor y morriña

De vez en cuando la vida nos sorprende a los lectores de provincias con regalos inesperados y ese fue el caso cuando supe, hace unas pocas semanas, que la librería La montaña mágica, gran impulsora de actividades culturales en Cartagena, había organizado la presentación de la última novela publicada en España por el autor griego Theodor Kallifatides contando, ¡oh cielos!, con la presencia del propio autor. Ni en mis mejores sueños puede imaginar nunca que un escritor de semejante talla internacional pudiera pasarse por mi ciudad, pero era una oportunidad que no me podía perder así que tomé a mi madre del brazo y nos plantamos en la presentación, donde pudimos descubrir al entrañable ser humano que se esconde tras un escritor tan inmenso. Y ya de paso, aprovechamos para hacernos con un par de sus libros que amablemente nos dedicó: la novela que venía a presentar, "Una mujer a quien amar" y "Amor y morriña" que es la que vengo a reseñar aquí. 
Momento fan con Kallifatides
Madre e hija en modo fan

El protagonista, Christo, es un joven griego emigrado en Suecia donde recibe una beca para estudiar en la universidad. Lo más cercano que podemos imaginar a un alter ego del propio autor, Christo se debate entre la añoranza de su país y su gente, "flotando en una soledad sin horizontes", el bloqueo frente a la elaboración de su tesis, las complicaciones del nuevo idioma y un enamoramiento irracional e imposible.

La narración conjuga a Aristóteles con las peculiaridades del idioma sueco, mitología y tragedias griegas con pasiones humanas, poemas de Cavafis, el desarraigo, la identidad griega. "Sin mi lengua solo soy un hombre a medias." A pesar de la distancia, a Christo le preocupa el sesgo político que va tomando su país de origen que se dirige hacia una dictadura, mientras que él se encuentra en un lugar lejano y tan diferente, al que no logra adaptarse.

"El anhelo y la nostalgia por su idioma eran decisivos para toda su existencia, que en cierto modo enarbolaba la bandera equivocada. No era sueco y la realidad sueca lo rehuía. No sabía realmente lo que estaba diciendo, no lo sentía en las entrañas. Eran palabras desconectadas de su cuerpo. Palabras que no le hacían daño, pero tampoco lo hacían feliz.

Vivo con muletas. Unas muletas suecas estupendas, sí, pero que no eran sus piernas."

En su indecisión sobre si debe o no dejarse llevar por su deseo por una mujer casada así como a través de las diversas relaciones que observa en otras parejas que le rodean, Christo se plantea debates morales constantes sobre el deber y la responsabilidad de sus actos, fantasea con encontrar él también el amor, ser amado y sentirse deseado. Con un pesimismo vital del que no logra desprenderse, indaga en la vida futura que desea y la que se ve capaz de alcanzar, le cuesta tomar decisiones, vive paralizado por su inseguridad, pone en duda su propio valor como persona en un entrono donde el ser inmigrante lo convierte en un ser invisible antes los ojos de muchos.

"Pocas veces es la vida más fácil que cuando uno sabe lo que busca. Y pocas veces es la vida más anodina que cuando uno ni lo sabe ni lo busca."

La novela está escrita con delicadeza y pasión, con sencillas imágenes que transmiten la profundidad de los sentimientos de una tragedia que convive necesariamente con lo cotidiano. El personaje de Christo es intenso, profundo y reflexivo como sólo lo pueden ser aquellos que proceden del país donde surgieron los grandes filosofos de la Antigüedad en cuyas ideas y pensamientos se basa la cultura occidental. Ser griego es algo que marca profundamente su identidad, no puede desprenderse en ningún momento de su grequidad, tal y como lo expresa en palabras su amigo Thanasis:

"Los italianos tienen a los tenores. Nosotros a los dictadores. Vienen y van. No es que lleve a Grecia en la sangre. Es que es mi sangre."

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