jueves, 2 de octubre de 2025

El dios de los bosques

En "El dios de los bosques", de Liz Moore, se nos cuenta la desaparición, en agosto de 1975, de Barbara Van Laar de Camp Emerson, una colonia vacacional en lo más profundo de las montañas Adirondack, al norte del estado de Nueva York, a donde acuden hijos de familias ricas a los que sus padres quieren perder de vista durante los dos meses que dura el verano y que, de paso, hagan buenos contactos con otros chicos de su mismo círculo social. Se da la circunstancia de que Barbara es además la hija rebelde de la familia propietaria de las instalaciones y de los terrenos de la Reserva Van Laar donde se ubica el campamento, en lo alto de los cuales se erige la mansión familiar. El campamento se sitúa en una zona boscosa y salvaje donde los jóvenes campistas son entrenados para la supervivencia y donde una de las primeras consignas que aprenden es: "si te pierdes, siéntate y grita". Porque son muchos los peligros que acechan en esos territorios prácticamente inexplorados. Sobre la familia Van Laar planea, además, la sombra de Bear, el hermano de Barbara desaparecido también en los bosques en 1961, antes de que Barbara naciera, y del que nadie habla abiertamente.

La novela nos presenta a unos personajes magníficamente retratados, todos ellos cuentan con una historia propia a sus espaldas; las grandes diferencias de clase social y económica entre los distintos personajes marcan las relaciones entre ellos. Destacan una serie de personajes femeninos de lo más memorable, comenzando por T.J. Hewitt, la directora del campamento, una mujer joven, dura y huraña que considera el bosque como su hábitat natural, ya que su padre, Vic Hewitt, fue también director y encargado de las tierras de los Van Laar durante muchos años, por lo que ella creció en ese entorno junto con Bear que fue su único amigo. Tenemos a Tracy Jewill, una adolescente acomplejada que asiste por primera vez al campamento y que no conecta con el ambiente pijo del lugar; Alice Van Laar, la madre de Barbara, sometida por el fuerte carácter de su marido y sus propias inseguridades y devastada personalmente tras la desaparición de su hijo Bear; Louise Donnadieu, monitora a cargo de la cabaña de la desaparecida, tras una infancia difícil se encuentra ahora prometida con un cretino niño rico que todavía no le ha presentado a su familia, pese a que se encuentran alojados en la mansión de los Van Laar; Judyta Luptack es una detective novata que participa en la búsqueda de Barbara; habituada a relacionarse con los ricos y poderosos por sus trabajos de juventud en los campos de golf de la zona, ahora encuentra complicado imponer su autoridad cuando esos mismos poderosos son objeto de investigación.

Con una narración que engancha gracias a un buen ritmo y un constante cambio de escenas y personajes, la novela adquiere por momentos el tono de gran saga familiar donde se nos presenta a tres generaciones de la familia Van Laar y su relación con la Reserva, el poder que han detentado durante años sobre los terrenos y sus habitantes y los secretos que han ocultado hasta ahora. Buena lectura que proporciona entretenimiento, misterio e intriga en medio de unos magníficos escenarios naturales.

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