sábado, 3 de mayo de 2025

Prohibido morir aquí

La señora Palfrey es la protagonista de esta novela "Prohibido morir aquí" de la escritora británica Elizabeth Taylor, una anciana que, al quedar viuda,  decide establecer su residencia en el hotel Claremont en Londres, un establecimiento pulcro y decente con baño compartido y una habitación que le recuerda un poco a las que solían destinarse en algunas de sus residencias anteriores a las criadas. Atrás han quedado sus años en Birmania donde era atendida por serviciales criados indígenas, así como la coqueta casita de campo que compartió con su marido antes del fallecimiento de éste. Ahora el mundo en el que le toca vivir es muy diferente a aquel que conoció: las antiguas cocinas de las mansiones se han convertido en caros apartamentos y las mismas mansiones son ahora hoteles, las manifestaciones de jóvenes melenudos abren los noticieros y las chicas ya no piensan en casarse ni formar una familia. Pero  el cambio más notable que aprecia la señora Palfrey es la pérdida del vigor de la juventud y de la autonomía de decidir sobre su propia vida.

"Ser viejo era un trabajo duro. Era como ser bebé, pero a la inversa. Un niño pequeño aprende algo nuevo cada día; un anciano olvida algo cada día. Los nombres desaparecen, las fechas ya no significan nada, las secuencias se tornan confusas y las caras borrosas. La primera infancia y la vejez son épocas agotadoras."

En el hotel Claremont la señora Palfrey coincidirá con un pequeño grupo de residentes permanentes como ella que conforman una comunidad no siempre bien avenida; todos ellos son ancianos en el ocaso de sus vidas que se terminan convirtiendo en lo más parecido a una familia.

Nuestra protagonista ansía recibir la visita de su único nieto que también reside en Londres pero las semanas transcurren sin que el joven responda a sus invitaciones y sin aparecer por el hotel. Tampoco cuenta con más familiares o amigos que puedan hacerle compañía y la soledad comienza a pesarle gravemente. Un pequeño accidente en la calle le hace conocer a Ludo, un joven aspirante a escritor más pobre que las ratas que acepta acudir a cenar con la señora Palfrey en su hotel y hacerse pasar por su nieto para acallar así los comentarios malintencionados de algunos de los huéspedes permanentes. Se inicia así una relación peculiar que alegrará los últimos días de la anciana.

A través de la señora Palfrey que llega al final de su vida con la mente lúcida y con su dignidad y su saber estar intactos, se habla de asuntos como la vejez, sus efectos en la salud, la perdida de autonomía y las dificultades que acarrea para todo aquello que cuando uno era joven parecía normal, desde dar un paseo hasta decidir dónde y cómo vivir. Vengo a darme cuenta ahora, a raíz de esta lectura, de que últimamente se me han acumulado, sin haberlo planeado, una serie de libros cuyas temáticas y personajes rondan en torno a la vejez, no sólo por su edad sino por los asuntos que abordan. Casualidades de la vida, seguramente; ¿o será tal vez una señal del universo para que me vaya preparando para lo que nos espera a la vuelta de unos años? Quién lo puede saber.

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