domingo, 25 de octubre de 2020

Un otoño romano

Vuelvo a combinar gracias a la lectura de "Un otoño romano" dos de mis grandes pasiones: la literatura de viajes y la ciudad de Roma. En esta ocasión es el escritor Javier Reverte junto al que ya paseamos con anterioridad por las calles de Nueva York, el que nos lleva a disfrutar de la Ciudad Eterna, de los monumentos, las calles y los innumerables rastros de tantos siglos de Historia que allí se conservan, pero sobre todo el autor se dedica a seguir los pasos de muchos de los escritores y artistas, clásicos y contemporáneos, que recorrieron la ciudad antes que él, compartiendo abundantes citas y referencias de tantos otros que también disfrutaron de la ciudad, que en ocasiones la amaron y otras veces la odiaron pero que, en cualquier caso, dejaron escritas sus impresiones sobre esta ciudad única.

Y eso es algo en lo que todos están de acuerdo: Roma es una ciudad irrepetible, llena de peculiaridades y particularidades que hacen que no se parezca a ninguna otra. El autor dedica sus días a patear las calles llenas de turistas o las plazuelas sólo frecuentadas por los habitantes locales, almorzar en restaurantes tradicionales, regresar una y otra vez a su amada plaza de Campo dei Fiori y a su mercado diario, recorrer el barrio judío, sorprenderse ante las tiendas de vestimentas religiosas y ornamentos litúrgicos y por supuesto disfrutar de las innumerables iglesias plagadas de obras de arte sin igual.

Al hilo de sus paseos, reflexiona el autor sobre el arte y los artistas, sobre Dios y las religiones, sobre los viajes y los turistas, en un texto que no sigue una estructura determinada ni un plan organizado más allá de tratarse de una suerte de diario en el que va plasmando los pensamientos que cada uno de esos paseos le provocan y las impresiones que la ciudad deja en el autor referidos a los más diversos temas y asuntos.

"Escribo ya vencido el día, con los ventanales de mi estudio abiertos a Roma, mientras una luna gorda y sensual brilla en el cielo, hacia el este, y la brisa del amable verano sopla sobre el Gianicolo. Suena la campana de alguna de las iglesias que se ven desde la altura de San Pietro in Montorio. Campana y luna llena, ¡qué hermosa conjunción! La colina es un excelente lugar para escribir, y el inicio de la noche es una buena hora para hacerlo."

No hace mucho tiempo reseñaba otra obra similar a esta; en aquel caso se trataba también de un diario escrito por el escritor norteamericano Anthony Doer que igualmente recogía sus impresiones durante su estancia en la ciudad becado por la American Academy, cuya sede se encuentra bastante cercana a la Real Academia Española desde donde escribe Reverte, en lo alto de la colina del Gianicolo, con lo que me gusta pensar que ambos autores compartirían probablemente unas vistas semejantes sobre la ciudad mientras escribían sus respectiva obras. No hay duda de que este debe ser ciertamente uno de los lugares más inspiradores del mundo y gracias a los libros tenemos la fortuna de transportarnos hasta allí aunque sólo sea con la imaginación. En estos tiempos inciertos en los que los viajes se restringen a lo puramente necesario, en que el turismo anda de vacas flacas y se nos recomienda quedarnos en casa lo máximo posible, debemos sentirnos más agradecidos que nunca a la literatura que desde siempre ha supuesto una magnífica manera de descubrir el mundo desde la comodidad de nuestro sofá. Por ahora nos tendremos que conformar con esto mientras seguimos soñando con volver a Roma algún día, esperemos que no muy lejano.

2 comentarios:

  1. Estuve hace dos años en Roma. ¡Y qué ganas tengo de volver! Por ahora me conformaré con volver con los libros, así que me apunto éste, que me has convencido.
    Besotes!!!

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    1. Tal y como están las cosas, esta es la mejor manera de viajar hoy día. Demos gracias por los buenos libros de viajes.
      Saludos.

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