miércoles, 20 de marzo de 2019

La mujer en la ventana

Es necesario comenzar reconociendo que hay muy poco de original en el argumento de partida de "La mujer en la ventana" la novela en la que A. J. Finn recrea la ya requetecontada historia de un individuo que se convierte en testigo de un crimen contemplado de manera casual al otro lado de su ventana; lo hemos visto en el cine en la inolvidable "La ventana indiscreta" y en literatura en multitud de ocasiones como en "La chica del tren" (aunque la ventana sea, en este caso, la de un tren) o la española "Ella lo sabe", pero hay que reconocer que algo tendrá este recurso narrativo, seguramente relacionado con la curiosidad natural del ser humano y el interés por colarnos en la vida doméstica de nuestros vecinos, algo de eso será lo que hace que se vuelvan una y otra vez a contar historias basadas en esos elementos y que sigan interesándonos y atrayéndonos. Lógicamente, es preciso que la nueva historia tenga un mínimo de personalidad que la diferencie del original, que esté bien contada y que sea capaz de funcionar por sí misma, que sus personajes tengan fuerza y que sean creíbles. Y todo esto ocurre en este caso, para fortuna de los que hemos caído en la curiosidad de enterarnos nuevamente de lo que ocurre en la casa del vecino.

La protagonista de la novela se llama Anna Fox y vive literalmente encerrada en su casa desde hace diez meses a causa de un fenómeno de estrés post traumático que le ha provocado un serio caso de agorafobia.  Su contacto con el exterior se produce básicamente a través de Internet donde se aprovisiona de alimentos (y de buen vino), cotillea los perfiles en redes sociales de antiguos amigos, compañeros de trabajo y donde también trata de descubrir algo sobre la vida de sus vecinos que ocupan carísimas viviendas entorno a un pequeño parque en un barrio de Manhattan. También se dedica a jugar al ajedrez online y a atender a través de la red a otros enfermos que como ella participan en un grupo de agorafóbicos, no en vano Anna ejercía de psicóloga infantil hasta que se vio obligada a encerrarse entre cuatro paredes. A su soledad se une el hecho de que su marido y su hija no viven con ella ya que el matrimonio se encuentra recientemente separado, aunque mantienen una comunicación frecuente.

Lo cierto es que a Anna no le queda más contacto con el exterior que el contemplar desde las ventanas de su casa su calle o su propio jardín, al que hace meses que no se atreve a salir y dirige su atención hacia las viviendas que rodean el parque donde observa el día a día de sus vecinos, controla sus entradas y salidas, asiste a cenas o discusiones familiares, todo lo observa en directo o a través del objetivo de su cámara fotográfica con la que registra esas vidas cercanas pero ajenas a ella. Dentro de esa rutina cualquier cambio es bienvenido, por lo que cuando unos nuevos vecinos se trasladan a su calle su interés se centra en ellos; los Rusell acaban de mudarse justo a la casa de enfrente y cuando la madre se presenta en su casa y se muestra divertida y comprensiva con su problema, Anna siente que podrían convertirse en buenas amigas.

Todo de complica cuando una noche nuestra protagonista es testigo de un terrible crimen al otro lado de la calle, pero cuando trata de denunciarlo nadie la cree. Como le pasaba a "La chica del tren", Anna bebe demasiado lo que combina con abundante medicación, además de dedicar gran parte de su tiempo a visionar películas clásicas en blanco y negro, especialmente cine negro y policiaco, todo lo cual sumado la convierte en una testigo muy poco fiable para la policía, máxime cuando los implicados en el supuesto crimen lo niegan todo y la víctima ni siquiera aparece. 

Anna se verá envuelta en una frenética situación donde su vida y su equilibrio mental se encuentran en riesgo. Veremos cómo los personajes, diálogos y escenas de películas clásicas, sea "Luz de gas", " La semilla del diablo", "Vértigo" o "Rebeca", conforman su principal referencia a la hora de entender e interpretar su realidad y ahí encuentra otras mujeres arrastradas como ella a la locura, otros casos de crímenes complicados donde encuentra claves para resolver su propia situación. La trama incluye algunas sorpresas inesperadas que no lo son tanto porque comenzamos a sospecharlas antes de que nos las cuenten, pero sí es cierto que los personajes están muy bien retratados y somos capaces de empatizar con los buenos y temer a los malos, la intriga está bien dosificada, el escenario claustrofóbico reducido a los limites de una vivienda está magníficamente aprovechado y, en general, la novela mantiene la tensión adecuada y se disfruta bastante con lo que merece el tremendo éxito que ha cosechado entre los lectores de todo el mundo entre los que no me arrepiento de contarme. 

4 comentarios:

  1. A mí me aburrió un poco. El argumento es interesante pero no le supo sacar partido el autor.

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    1. Yo creo que tiene cierto momento hacia la mitad en que la acción se estanca y además tiene el inconveniente de que es un argumento muy visto en otras ocasiones y es difícil encontrar una perspectiva que sorprenda, pero como lectura de entretenimiento a mí me valió.
      Saludos.

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  2. No tiene mala pinta. Aunque tampoco es de esas lecturas por las que vaya a ir corriendo. Pero si se cruza, no le voy a decir que no.
    Besotes!!!

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    1. ¡Efectivamente! Es una lectura descomplicada, emocionante a ratos pero no imprescindible, pero si te la cruzas, ¡échale mano, ja, ja!!
      Saludos.

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