domingo, 11 de febrero de 2018

La voz de los arboles

He disfrutado mucho con todo aquello que he leído hasta ahora de la autora norteamericana Tracy Chevalier, desde su mundialmente famosa "La joven de la perla" hasta el resto de sus novelas situadas en distintas épocas y lugares. Siempre he disfrutado con la afortunada recreación de ambientes y momentos históricos diversos que caracterizan sus novelas, con lo que me lancé con entusiasmo a esta nueva obra suya, "La voz de los árboles" en la que nos presenta a una mísera familia encabezada por James y Sadie Goodenough que malviven en Ohio, junto al Pantano Negro allá por el siglo XIX, desbrozando tierra virgen, arrancando al territorio pantanoso que lo cubre todo de un lodo salobre, espacio donde hacer sitio para una granja y un huerto que alimente a la numerosa familia. James es un amante de las manzanas dulces mientras que Sadie sólo desea cultivar manzanas ácidas para hacer sidra o aguardiente. La de las manzanas es sólo una de las peleas permanentes que enfrentan al matrimonio cargado con demasiados hijos, a pesar de que a la mitad se los han llevado las fiebres, hacinados en una mísera y permanentemente húmeda cabaña, donde las relaciones son violentas, llenas de crueldad y carente de afecto.
«Nos estamos hundiendo en esta ciénaga –pensó–. Al final el fango acabará por cubrirnos y desaparecerán todos los Goodenough»
Robert, el más aplicado de los hijos, el aprendiz más aventajado del padre, será el único que herede su pasión por los árboles y su cultivo y el que único que escapará de allí y emprenderá el camino hacia el oeste en una gran aventura hacia los parajes desconocidos y llenos de posibilidades que suponen los territorios recién explorados, en las grandes praderas, la dura realidad de las granjas de ganado donde la vida del vaquero está muy alejada de los mitos que posteriormente se forjaron, hasta llegar a California, el extremo del gran país recién nacido y donde todo es posible.

La novela nos cuenta una historia de pioneros, de buscadores de oro y aventureros pero sobre todo de amantes de los árboles, de los manzanos de dulce fruta procedentes de Inglaterra y trasplantados en el nuevo continente y de los pinos enormes y las secuoyas inmensas que realizan el trayecto inverso acabando en las fincas de los nobles ingleses, deseosos de replantar en sus fincas las especies exóticas descubiertas en América. Y sobre todo es una historia de amor por la Naturaleza salvaje ante la que el hombre descubre su verdadera medida, con un protagonista que nos conquista por su bohonomía, su valentía y su honestidad. Y todo muy bien contado, como suele ser habitual en las novelas de la autora, que nunca defrauda.


4 comentarios:

  1. De esta autora sólo leí La joven de la perla, que me encantó. Ya es hora de leer algo más suyo. Y este libro tiene buena pinta.
    Besotes!!!

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    1. Me gusta mucho como ambienta todas sus novelas; esta es la sexta que leo y siempre me conquistan sus historias. Espero que sigas descubriéndola.
      Saludos.

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  2. Yo aún no he leído nada de esta autora, pero tengo por casa La joven de la perla. Así que me estrenaré con ella :)
    ¡Un abrazo!

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    1. Esa sigue siendo su novela más popular. Decídete a leerla a ver si también a tí te convence.
      Saludos.

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