martes, 13 de septiembre de 2016

El secreto

Hace un par de años quedé encantada con la lectura de "El jilguero", una novela que no a todos sus lectores convenció por igual, algunos la encontraron excesivamente larga y falta de ritmo por momentos. Yo reconozco que, tanto en aquella novela como en esta otra "El secreto", he descubierto en Donna Tartt una narradora increíble, una escritora capaz de recrear lugares y personajes con una riqueza descriptiva, una profundidad que nos muestra tanto el entorno como el interior de sus personajes, una capacidad de atrapar a través de la palabra justa, la transcripciòn de sensaciones, el dibujo de los paisajes, la introspección en el mundo interior de los protagonistas... Otra cosa será si la autora es capaz de tramar unos argumentos suficientemente sólidos como para soportar la larga extensión de sus novelas. Creo que, al igual que en "El jilguero" en algún momento hacia la mitad del libro el argumento decae algo, en esta de "El secreto" es el inicio, largo inicio, el que tarda en remontar, en atrapar por completo la atención del lector que sobrevive a base de pulcra escritura, de la parte más formal de la misma, es un poco como decir "¡qué bien escribe esta mujer, pero qué poco me interesa lo que está contando!" Sin llegar a este punto, sí insistiré en que en esta novela está por encima la forma que el mismo fondo del argumento, pero, así y todo, es un libro que se puede disfrutar si conectamos desde el principio con el exclusivo grupo de protagonistas y su particular mundo privado que forman al margen del resto de sus compañeros universitarios y en torno al "secreto" que todos ellos comparten.

La escuela universitaria de Hampden en Vermont, supone un lugar idílico, el entorno típico del noreste americano, con sus bosques frondosos y verdes praderas, sus inviernos nevados y sus construcciones neoclásicas; todo supone a ojos del joven Richard, la imagen de un mundo más sofisticado que podría imaginar un chico procedente de la moderna y soleada California, de una familia modesta y lejos de ser un modelo de buena convivencia. Cuando Richard es admitido en Hampden y entra en contacto con el ambiente universitario de un campus de lo más tradicional y es admitido dentro del selecto grupo de estudiantes de griego clásico bajo la tutela de un excéntrico profesor, es como si entrara en un nuevo mundo que le permite abandonar lo que hasta entonces ha sido y convertirse en una persona nueva junto a sus nuevos compañeros, integrarse como uno más en ese grupo elitista o maldito, según a ojos de quién lo mire, que viven y estudian al margen del resto de los estudiantes del campus. Richard descubre con ellos nuevas experiencias, tan diferentes de su anterior vida, donde disfruta de jornadas ociosas junto al lago, digresiones y discusiones sobre los clásicos antiguos, la lengua griega, la Roma clásica, mitología... todos sus compañeros son bastante ricos o al menos viven como si lo fueran, carecen de preocupaciones aparentes y Richard teme constantemente que se descubra su sencillo origen familiar, por lo que adopta una actitud misteriosa y discreta. Durante meses se mueve en este ambiente decadente que contrasta con el resto de estudiantes de la universidad que cumplen más el modelo típico de los años 60, más interesados en las fiestas, drogas, y diversión que en los debates filosóficos.

En cierto momento Richard sospechará que sus compañeros comparten un secreto que abre una brecha en el grupo. Bunny, uno de sus miembros, comienza un sutil juego destinado a atormentar a sus amigos con la amenaza de desvelar lo que sabe, una especie de venganza contra ellos que llega desde la sutil amenaza al más claro chantaje. Esta situación tensa las relaciones del grupo y las somete a constante presión, Bunny se excede en abusar de la generosidad de sus compañeros, cuando no de aprovecharse directamente de ellos, va generando una corriente de odio hacia él. Cuando Richard se ve incluído en el secreto tendrá que ponerse del lado de sus compañeros para evitar que Bunny eche todo a perder por su falta de control y ausencia de lealtad hacia los demás.

En ocasiones a lo largo de la lectura, como ya comentaba, la forma supera al fondo: los días transcurren sin acontecimientos destacables, nos perdemos en descripciones de las rutinas de estudio y los ratos de perezoso ocio de los amigos, pero constantemente se nos van poniendo, como la zanahoria frente al hocico del burro, la muerte de Bunny que conocemos desde las primeras paginas del libro, y se nos insiste en que Richard no supo apreciar los detalles, interpretar las señales, se dejó engañar y no descubrió qué es lo que estaba ocurriendo y así nos dejamos arrastrar por la lectura, tratando nosotros de detectar esas señales que se le pasaron a él, adivinar qué es lo que está ocurriendo y cómo va a acabar la historia. que, afortunadamente, va haciéndose más inquietante por momentos, sin llegar a ser, en mi opinión, una historia de suspense ni un thriller frenético, estando más centrado en conocer el pensamiento de los jóvenes, sus relaciones y reacciones, sí que logra mantener esa tensión, una vez que aparece y aunque es cierto que tal vez pudiera haberse contado la historia en menos páginas, es una buena lectura al fin y al cabo, más por su valor literario puramente dicho que por una trama espectacular. 

4 comentarios:

  1. Y yo sin estrenarme con esta autora. Tengo que ponerle remedio!
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues ponte a ello!! A ver que te parece a ti. Ya nos cuentas.
      Saludos.

      Eliminar
  2. Tengo muchas ganas de leer a Donna Tart. ¿Pero cuál me recomendarías primero? ¿El jilguero o El secreto? ¿O tanto da?
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues yo creo que si tuviera que elegir te diría que "El jilguero" me gustó más, a pesar de que tiene un cierto bache hacia la mitad. Pero cualquiera de las dos son buenas lecturas. Ya nos cuentas.
      Saludos.

      Eliminar