lunes, 23 de enero de 2012

La memoria del agua

La lectura de “La memoria del agua” de la periodista Teresa Viejo me ha dejado con la sensación de “sí pero no”. Es una lectura entretenida a ratos pero que no termina de cuajar, para mi gusto. La cuestión es que la novela tiene dos partes y para resumir brevemente mi opinión diré que la primera parte aprueba mientras que la segunda parte sobra.

El argumento de la novela se inicia con la visita que Álvaro del Llano realiza a Amada Montemayor, una anciana que puede ser la única persona que le descubra la verdad sobre su padre, al que siempre había tenido por un héroe caído en la Guerra Civil en el bando Nacional. La visita da lugar a un largo relato en el que la anciana regresa a su pasado para rememorar unos hechos que acabarán por dilucidar qué fue lo que en realidad sucedió con el padre de Álvaro.

A lo largo de la primera parte de la novela la acción nos sitúa en los años 20, en el elegante balneario ubicado en el Real Sitio de la Isabela, en plena Alcarria cerca de Sacedón junto a un Palacio en el que nunca residió ningún rey. Hago un inciso para señalar que en las notas con las que termina el libro sabremos que este lugar fue cubierto por las aguas del pantano de Buendía, de ahí lo infructuoso de mis búsquedas en internet para ubicar el lugar en el mapa. El balneario está gestionado por Ernesto Montemayor que, con el apoyo de su familia, sueña con abrir allí un hotel de lujo al nivel de los más selectos balnearios de Europa. Cada año el idílico lugar se convierte en animado centro de veraneo para los numerosos clientes acomodados que llegan atraídos por la irresistible combinación de activa vida social y relajados tratamientos terapéuticos. Pero entonces se produce el fallecimiento de un huésped y hay que tratar de que el asunto no afecte al normal funcionamiento del centro, pero la aparición de un segundo cadáver complicará la situación. El propietario, con la ayuda del médico, un inspector de policía y el alcalde tratan de resolver el caso con la mayor discreción posible.

En la segunda parte de la novela nos situamos en los años de la guerra civil. Esta parte se centra totalmente en el personaje de Amada, única hija de los Montemayor. Decidida la familia a abandonar España huyendo de los horrores de la guerra, Amanda vuelve a la Isabela para resolver algunos asuntos antes de abandonar el país y se encuentra con el deterioro que ha sufrido el lugar en los últimos tiempos, con el balneario abandonado y el Palacio convertido en sanatorio mental. De la mano de Balbina, antigua empleada del balneario, Amada va conociendo cómo se fue deteriorando el antiguo enclave una vez que el nuevo propietario se estableció en el balneario, y cómo la desgracia volvió a marcar el destino del lugar, como si de una maldición se tratara.

A todo lo largo de la novela, la ambientación de la época está bien tratada y los personajes resultan interesantes, aunque, sobre todo en la primera parte, se me ha quedado algo corto el perfil de algunos de ellos a los que me habría gustado conocer más a fondo, que merecían más atención. En realidad encuentro una gran diferencia entre las dos partes de la novela: la primera me ha resultado interesante mientras que la segunda me ha aburrido bastante más. De hecho afirmaría que la primera parte del libro sería fácilmente el argumento de una novela completa, ligera pero entretenida, con sus diversas tramas en paralelo y el desenlace de los casos que se investigan, pero da la sensación de que la escritora no quiere que se le haga muy larga esta parte, ya que se empeña en agregar una segunda situada en la Guerra Civil y por ello el relato resulta en ocasiones un tanto atropellado, se acelera demasiado en dibujar los personajes y algunas escenas se hacen demasiado breves, va dejando muchos hilos sueltos en los que podría profundizar más.

De tal manera, como ya he dicho, la segunda parte me ha resultado bastante menos entretenida, la historia del hospital psiquiátrico, las supuestas prácticas oscuras que se desarrollan allí, los secretos de algunos de los residentes en el centro, no me han convencido demasiado.

Para terminar, opino que el recurso a la evocación por parte de Amada de su pasado para acabar conectando su historia con la de Álvaro del Llano es innecesario; opino que la propia vida de la familia Montemayor resulta suficientemente interesante como para ser el centro de la trama y el hecho de que la novela entera tenga como objeto resolver el secreto de Álvaro del Llano y su padre desaparecido, que ni tan siquiera tiene un papel importante en toda la novela, es un recurso que sobra.

Lo cierto es que mientras leía este libro he pensado muchas veces lo difícil que debe ser escribir una buena novela: lo complicado que debe de ser hacer que el relato fluya naturalmente, que todo resulte armonioso. Sólo cuando una lectura no nos proporciona todo esto caemos en la cuenta del mérito que tiene escribir bien. Aunque el tener la valentía de intentarlo ya es un valor que debemos reconocer a la autora en este caso. Tal vez la próxima vez el éxito sea completo.

7 comentarios:

  1. Sinceramente, ,Teresa Viejo me da muuuuucha pereza. Me cae mal, no la soporto, presento un programa como 'Cambio radical' y encima se permitía dar lecciones de ética a los que la criticaban, así que no creo que nunca lea ningún libro suyo. Me alegra leer tu reseña porque veo que no me pierdo nada.
    Un beso

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  2. No termina de llamarme este libro, y con tantos pendientes como tengo, creo que esta vez lo dejo pasar.
    Besotes!!!

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  3. Gracias Inma, lo dejo pasar... me quedo mejor con Yo confieso, verdad? Aunque creo que para cuando tenga un ebook, pesa mucho para el transporte público!

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  4. Lo he leído, creo que lo terminé como ejercicio de principios. Odio dejar los libros a medias, pero me costó en este caso.
    Besos

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  5. Si te digo la verdad yo no he leído la novela ni tengo intención de hacerlo y la causa es externa al libro: simplemente no soporto a la autora.

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  6. ¿Qué hacemos con Teresa Viejo? Porque a mi me dejó fría en "como ser mujer y trabajar con hombres". Pero fría, fría... helada!!

    No creo que sus escritos lleguen nunca a formar parte de mis lecturas habituales, la verdad.

    Besos y gracias por tu reseña.

    Muuuak!
    Lupa

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  7. Visto lo visto, podemos declarar, por votación popular, que este es un libro que aconsejamos borrar de las listas de lecturas pendientes para aquell@s que aún tuvieran la duda de si leerlo o no. ¡Anda que no hay buenos libros para ocupar ese lugar!

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