domingo, 24 de marzo de 2024

El arpista

Desde el momento en que me enteré de que David Galindo Martínez, un profesor de instituto cartagenero, había quedado finalista en el Premio Planeta del año 2022 con su primera novela, "El arpista", me la apunté de inmediato en mi lista de lecturas pendientes, atraída fundamentalmente por el escenario y la época en la que transcurre la historia que no es sino La Manga del Mar Menor de los años sesenta, poco después de que algunos empresarios avezados hubieran adivinado el potencial de aquel arenal deshabitado de la costa murciana de cara al boom turístico que se veía venir gracias a los europeos deseosos de disfrutar de su sol, sus playas y el buen tiempo garantizado. Pero ese despegue aún no se ha terminado de fraguar en el momento en que se sitúa esta historia y menos aún en la temporada baja, cuando el lugar es poco más que una larga lengua de tierra entre dos mares, con algunas edificaciones desperdigadas a lo largo de una carretera por la que que apenas circulan coches y en el hotel en el que trabajan los protagonistas no hay sino unos pocos huéspedes, más viajeros por negocios a la búsqueda de oportunidades de inversión que turistas ociosos.

Los empleados del salón ámbar de este solitario hotel de veraneo: Ernesto, el barman; Julio, el camarero y Eva, la animadora, son los personajes que acompañan al arpista y narrador de la historia, el que fuera un niño prodigio de la música y ahora se dedica a amenizar las veladas a los turistas. Los cuatro compañeros deciden combatir el aburrimiento metiéndose a detectives tratando de desentrañar el misterio de tres desapariciones ocurridas entre huéspedes del hotel en los últimos meses. En gran parte para entretenerse en las largas jornadas sin apenas ocupación, dada la escasez de clientes en temporada baja, los compañeros van elaborando teorías, elucubrando con las causas de las desapariciones, mezclando teorías conspiranoicas con posibles desfalcos empresariales o líos de faldas entre las posibles hipótesis. Ni siquiera pueden constatar si los tres desaparecidos están vivos o muertos ni descartar que no hayan huido voluntariamente. Por otra parte, la última guerra mundial no queda demasiado lejos, apenas veinte años desde su final y su sombra todavía se abate sobre Europa, tal vez acompañada de alguna venganza o resarcimiento pendiente que pudieran estar detrás de las desapariciones.

Hotel Galúa años 60

Aunque el estilo de la novela resulta en ocasiones demasiado elaborado, con frases largas, giros complicados y un léxico algo rebuscado que restan naturalidad a la escritura, también se aprecia y se agradece el esfuerzo por convertir lo que pudiera ser nada más que una novela policíaca, aunque se trate de investigadores aficionados, en algo más profundo e incluso, por momentos, poético. Tampoco puedo dejar de señalar lo que más he apreciado en esta lectura que ha sido la descripción del escenario: lo que debió ser La Manga del Mar Menor cuando todavía era un paraje casi desértico lleno de posibilidades. He disfrutado con el buen retrato de ese lugar inhóspito, una larga lengua de arena entre dos mares todavía no saturada de edificios, tráfico y ruido; un mundo de silencio, dunas, playas vacías y vegetación resistente a los vientos y la salinidad, salpicada de contadas residencias y algún hotel en los que unos pocos afortunados todavía disfrutaban del paraíso no mancillado.

2 comentarios:

  1. No conocía este libro, pero no termina de llamarme en esta ocasión. Cosa que también agradezco, que la lista de pendientes es infinita y más allá.
    Besotes!!!

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    1. A veces hasta se agradece que un libro no te atraiga, así evitas hacer crecer la lista de lecturas pendientes, ¡Ja, ja, ja!! No es necesario que nos anotemos todo para leerlo algún día, ya habrá otros libros que te convenzan más
      Saludos

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