
El pasado fin de semana estuve en Madrid, el sábado era mi cumpleaños y tenía ganas de celebrarlo en plan cultural, por lo que nos fuimos con los niños y una programación bien completa que incluía patearnos Madrid desde el Palacio Real hasta el Museo del Prado, haciendo parada en los iconos más destacados de la capital: Plaza Mayor, Puerta del Sol, Congreso de los Diputados...
Lo cierto es que el día fue estupendo y las visitas resultaron un éxito, teniendo en cuenta que arrastrábamos tres niños de distintas edades y ninguno se quejó demasiado ni de la caminata ni de las visitas realizadas y quedaron encantados de conocer tantas cosas de las que habían oído hablar con anterioridad.
Yo no soy mucho de comprar souvenirs, realmente no me atraen los platos de cerámica tipo "recuerdo de Benidorm" pero lo que sí que suelo traerme de los viajes son libros, generalmente guías de los lugares que visito, libros de fotografía o catálogos de museos o exposiciones. De este viaje me he traído la clásica guía de la visita al Palacio Real de Madrid, que, por cierto, debo decir que me ha gustado mucho y que me ha hecho recapacitar sobre los mucho que nos atraen los palacios europeos y lo poco que conocemos los nuestros (hagan una pequeña encuesta doméstica entre las personas de su entorno y descubran cuántos conocen Buckingham Palace o Versalles y cuántos han visitado el Palacio Real de Madrid o el Escorial o el Alcázar de Segovia; los resultados seguramente serán asombrosos)

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