Es bastante habitual en mi llegar con retraso a las novedades editoriales y a los grandes best sellers comerciales, que tienden a acumularse sin medida en mi lista de libros por leer, y esto me ha ocurrido también con "
La señora March" de
Virginia Feito. Pero en este caso ocurre además que había visto tantos comentarios y críticas tan dispares y contradictorias desde que la novela fue publicada, que he tardado en decidirme a ponerme con ella por temor a lo que me iba a encontrar. Pero finalmente la novela ha encontrado su momento y ya he podido formarme una opinión propia basada en mi propia experiencia. Y en líneas generales puedo decir que no entiendo algunas críticas feroces que se han dirigido contra ella. Creo que es libro de entretenimiento bastante correcto, bien estructurado y bien escrito.
La novela está absolutamente centrada en el personaje de la señora March, una completa neurótica de manual: cree que el conserje de su edificio la mira con displicencia, que los viandantes con los que se cruza la critican con la mirada, es insegura y dependiente de la opinión ajena. Así que cuando la empleada de su pastelería favorita la felicita por el éxito del último libro de su marido, George March, un increíble best seller que todo el mundo está leyendo y le pregunta por cómo se siente al haber inspirado a Johanna, su desagradable protagonista, algo hace click en la cabeza de la señora March. Se abre a partir de entonces una puerta hacia el abismo para la más que acomplejada señora March que siempre se ha sentido minusvalorada en cuanto a su físico, a sus habilidades sociales, sometida permanentemente a los juicios ajenos y que ahora se siente en el punto de mira de los millones de lectores de su marido. El origen probablemente de todas las inseguridades de la señora March está en una madre excesivamente exigente y la peor crítica de su propia hija que destruyó para siempre la poca autoestima que esta hubiera podido tener en algún momento y la convirtió en la mujer desequilibrada que es ahora.
La señora March, de la que nunca conocemos el nombre propio, sufre por no ser capaz de alcanzar las expectativas que ella misma se marca. Entre sus muchas manías y paranoias, empieza a sospechar de que su marido ha cometido un asesinato mientras se suponía que estaba cazando con su editor. Ella sola se crea en su cabeza las más enrevesadas historias, desvaríos que la angustian, constantes miedos que la acechan en su propia casa, imagina toda clase de historias e incluso llega a tener visiones disparatadas que la llevan a moverse en un plano de realidad inexistente.
Verdaderamente resulta difícil empatizar con una protagonista como la señora March, cargada de defectos, acomplejada, paranoica, patética, con tan pocas cosas positivas a las que agarrarnos para sentir alguna simpatía por ella. Lo que el lector siente es una extraña mezcla de atracción y rechazo al mismo tiempo; no soportas a la señora March pero no puedes dejar de leer para saber en qué acaba su historia, si está todo en su cabeza o si resulta que verdaderamente algo turbio se cuece con su marido. Tiene algo de hipnótico este descenso a los infiernos que vivimos junto a la protagonista del libro, nos ocurre exactamente lo que un crítico comenta sobre la Johanna de George March: «El lector queda cautivado de inmediato y se convierte en un participante jubiloso, casi activo, en la ruina del personaje», pero creo que el mero hecho de hacernos sentir intensamente, aunque sea rechazo o incluso desprecio por la señora March, ya es un mérito que hay que reconocerle a esta novela porque, ¿qué otra cosa le puede pedir un lector a un autor sino que nos haga sentir?
Sólo como puntualización final y dentro de la categoría de lectora impertinente que se fija en detalles nimios, me queda una duda por solventar: ¿cómo es posible que en una escena aparezca una cierva "comiéndose un conejo muerto"? ¿En ninguna de las correcciones por las que habrá pasado el libro a nadie le ha sorprendido que un animal herbívoro se coma un conejo? Se ve que no.
Totalmente de acuerdo, lo importante es que un personaje nos haga sentir, sea simpatía o antipatía, pero sentir. Lo peor que puede ocurrir es que nos resulte indiferente. Y sobre tu puntualización final, como me he tragado muchos documentales, primero con mi padre, luego con mi marido, te puedo asegurar que se han visto casos de ciervos comiendo aves, peces o conejos muertos. No es lo normal, eso sí. Pero por lo visto, cuando la situación lo requiere, comen lo que sea.
ResponderEliminarCon el libro me has tentado, así que no me importaría leerlo. Pero tengo tanto pendiente que por ahora le va a tocar esperar.
Besotes!!!
Muchas gracias por la aclaración sobre la dieta del ciervo, ja, ja!! Ese documental debí perdérmelo yo 😉
EliminarEspero que disfrutes la lectura si en algún momento te decides a ponerte con ella.
Saludos
Es que fue leerte y recordar mi cara de sorpresa viendo esa escena... No me lo esperaba. De algo sirve ver tantos documentales, jajaja. Que tengo que reconocer que a veces se me cierran los ojos, que la hora es malilla...
Eliminar😄😄
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