En el Madrid de los años 90, Julia emprende una aventura comercial al abrir un negocio de costura, arreglos y clases de confección junto con doña Amelia, una viuda adinerada a la que su madre le cosía la ropa desde que ella era una niña y que también decide dar un giro a su acomodada y previsible vida uniéndose a Julia en su proyecto. "El cuarto de Costura" se convierte en lugar de reunión para un grupo de mujeres con orígenes y motivaciones muy distintas pero todas ellas descubrirán el poder terapéutico de la costura como una actividad evocadora de recuerdos, por la satisfacción que genera el crear algo hermoso y útil a la vez con las propias manos, y les proporciona además una oportunidad de dedicarse unas horas a ellas mismas, compartir experiencias con otras mujeres y poder expresarse a través de sus creaciones.
La historia viene narrada por una de las asistentes a las clases de costura: Sara es una joven que ha dejado de lado sus estudios de Periodismo para ocuparse por entero al cuidado de su madre, sumida en una larga depresión desde que su marido abandonó a la familia. Sara está deseando casarse con su novio de toda la vida para poder salir de casa de su madre y empezar a vivir a su propio ritmo. En las clases de costura encuentra un espacio donde desconectar, relajarse y relacionarse con las compañeras del grupo. Poco a poco los días de clase se convierten en los momentos más esperados de la semana y todas desean participar de ese ambiente acogedor y amistoso donde van abriéndose a las demás y comparten sus problemas, ilusiones y alegrías.
"Ver cómo aquel espacio nos servía para mucho más que para aprender a coser, cómo un puñado de mujeres había creado un mundo íntimo en el que se apoyaban para salir adelante era algo más que emocionante. Si la vida más allá de la puerta de El Cuarto de Costura fuese la mitad de amable que lo que habíamos creado allí juntas, el mundo sería un lugar mucho menos hostil. Estaba orgullosa de sentirme parte de algo tan especial."
El relato cuenta con un tono ligero y positivo, bordeando, sin adentrarse en lo truculento, los diferentes dramas y situaciones que viven las protagonistas. Aunque los giros de la trama y las coincidencias que deberían ser sorprendentes han resultado predecibles y se ven venir de lejos claramente, la lectura en general me ha resultado muy agradable. Entre explicaciones teóricas de técnicas de costura, trazado de patrones, hilvanes y máquinas de coser, la novela nos lleva a acompañar a estas siete mujeres con sus diferentes problemas familiares y sentimentales, a conocer sus historias de superación y logros personales, sus renuncias vitales y cómo se ayudan para aprovechar las segundas oportunidades que la vida les ofrece, arropadas en un entrono de solidaridad y apoyo mutuo donde descubrirán que "la vida es lo que hacemos de ella".
"Ella sabía bien que la costura no conocía las prisas y que había que asentar bien las bases para avanzar, tener paciencia, equivocarse y aprender con cada puntada. Coser, descoser y volver a coser era para ella una metáfora de la vida. Intentarlo, equivocarte y aprender venía a ser lo mismo. Así lo vio hacer a su madre durante toda su vida y estaba convencida de que ese era el camino."

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