en la que, una vez que Billy Bronze, flamante marido de Frances, pone en claro las finanzas de la familia, todos descubren que son mucho más ricos de lo que habían imaginado. La prosperidad crece imparable y cada miembro de la familia va dirigiendo su vida según sus preferencias. James ya falleció y su hija Grace ahora posee una granja y miles de hectáreas de terreno pantanoso donde vive junto a la hija de Queenie, Lucille, y su pequeño hijo Tommy Lee, mientras que Danjo permanece en Alemania tras finalizar la guerra junto a su flamante esposa viviendo en un castillo de verdad. Miriam dirige con mano firme el aserradero con la ayuda de Billy Bronze en todo lo que respecta a la gestión financiera. Al mismo tiempo, Frances espera su primer hijo bajo los cuidados de Elinor y sólo Sister ve alterada su existencia cuando su marido Early Haskew, del que nunca se divorció a pesar de llevar varias décadas viviendo separados, le anuncia su intención de volver con ella a Perdido.
Frances finalmente dará a luz una niña a la que llamarán Lila y también tendrá a Nerita, otra criatura que se parece en todo a su madre y a su abuela, una cría a la que lanzan al río nada más nacer para que se haga a su hábitat natural y a la que Frances no dejará de visitar casa vez con mayor frecuencia y a escondidas de todos menos de Elinor, convirtiendo el baño en las peligrosas aguas del Perdido en un ritual cotidiano.
La fortuna de los Caskey crece hasta límites insospechados cuando finalmente comienzan a explotar el petroleo que Elinor sabia que existía bajo el pantano junto a la granja de Grace y cuya negociación Miriam ha gestionado de manera brillante; el dinero fluye como el petroleo y con el regreso inesperado de Malcolm, el hijo de Queenie desaparecido durante años, todo parece ir sobre ruedas para los Caskey. Aquí nos quedamos a la espera de emprender la sexta y última parte de la serie que espero que cierre con éxito las tramas planteadas a lo largo de las entregas anteriores. Pronto lo podré comprobar.
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