domingo, 26 de septiembre de 2021

Mi año de descanso y relajación

Cuando los norteamericanos hablan de tomarse un tiempo de R&R (rest and relaxation) por lo general se refieren a pasar unos días de vacaciones en la costa o simplemente a una tarde en un spa desconectado tanto como sea posible de las complicaciones del día a día. En el caso  que nos cuenta Ottessa Moshfegh en su novela "Mi año de descanso y relajación" esto del R&R se ve elevado a la enésima potencia. La protagonista sin nombre del relato es una pobre niña rica, heredera de una pequeña fortuna tras la muerte de sus padres, vive en el Upper East Side en Manhattan y trabaja en una galería de arte, todo lo que no quita para encontrarse hastiada de una vida en la que lo tiene todo y odia todo, a su mundo vacío en el que ni su educación cuenta tanto como su imagen y a nadie le importa quién es quién sino qué aspecto tiene y cuánto puede gastar en ropa de marca. Visto el panorama, la chica decide hibernar, dedicarse durante una buena temporada a dormir y poco más, ayudada por una importante cantidad y variedad de psicotrópicos adquiridos gracias a las recetas facilitadas por su desquiciada psiquiatra. Encerrada en su piso, sólo sale para ir a la farmacia y al colmado de la esquina a hacer acopio de café y galletitas saladas, sobrevive a base de comida asiática a domicilio y de muchas horas de no hacer nada, en pijama y sin ducharse, viendo películas de los noventa, aislada en casa del mundo exterior, deseando dormir y nada más, para escapar del dolor que le provoca el vivir, elige la inconsciencia y el sueño inducido. 

La psiquiatra a la que visita es una profesional bastante mediocre y seguramente más necesitada de ayuda que sus propios pacientes; pero hay que reconocer que los suyos son los diálogos más memorables de la novela. Su única amiga, Reva, es envidiosa y bastante patética, posiblemente alcohólica y bulímica. También a ella la odia aunque es la única persona que mantiene el contacto y se preocupa algo por ella. Y a su despreciable amante con el que mantiene una relación tóxica e intermitente es al que más odia de todos, en esta ocasión con motivo. 

Si bien reconocemos que nuestra protagonista está bastante desequilibrada, también es cierto que tiene razones de sobra para desear escapar de ese entorno desquiciante de profesionales en busca del éxito a cualquier precio, de su entorno laboral alrededor del arte contemporáneo con sus ridículos ídolos y sus éxitos que duran dos tardes, del estilo de vida de los ricos de Nueva York, la vida nocturna rebosante de drogas, alcohol y sexo y ausencia absoluta de sentido más allá de lo material y físico. Aunque parece que en su deseo de escapar se le haya ido la cosa un poquito de las manos, al menos consigue cortar con todo lo que nunca le procurará felicidad. Sórdida y divertida, la novela nos obsequia con ese tipo de humor que te lleva a reirte de lo cutre y lo patético de algunas circunstancias que en otros casos podrían provocar lastima. Nos muestra el lado menos brillante del paraíso y nos muestra eso tan sabido de que los ricos también lloran, pero que cargados de ansiolíticos hasta las cejas al menos se olvidan de su dolor. 

Y una advertencia para quien tenga la tentación de abandonar la lectura antes de tiempo: tiene una de las mejores páginas finales que he leído últimamente. Ahí lo dejo. 

2 comentarios:

  1. PUes así de primeras la iba a dejar pasar, que se me acumula mucho pendiente, pero me has dejado intrigada con ese final.
    Besotes

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    Respuestas
    1. Es una novela que te puede caer fatal porque es difícil sentir simpatía por la protagonista o te puede ganar por la parte de humor (casi negro) y el retrato cruel de la sociedad que muestra. No deja indiferente, eso está claro. A ver si te decides por ella en algún momento y nos cuentas tus impresiones.
      Saludos.

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