Mikel Santiago es uno de esos escritores a los que, después de haber leído varias veces, me comprometí a seguirle la pista bien de cerca, ya que hasta ahora siempre me ha hecho disfrutar con todo lo que he ido leyendo de él. Así que, cuando un día me aparece en la televisión el anuncio del próximo estreno de su primera novela, "La última noche en Tremore Beach", convertida en serie, no lo dudé ni un momento y me lancé de inmediato a su lectura, que nunca es recomendable que una serie o película te pille con el libro original sin leer.
La historia está protagonizada por Peter Harper, un exitoso compositor musical que ha pasado por mal momento personal que le ha afectado a su faceta profesional. Se refugia en una solitaria casa junto a la playa en el condado irlandés de Donegal, cerca de donde pasó sus veranos de infancia. En un momento dado sabremos que la madre de Peter tenía el don de percibir el peligro antes de que sucediera, escuchaba una voz interior que le advertía dicte lo que se avecinaba. También Peter en alguna ocasión había sentido esta voz aunque nunca le prestó mucha atención. Ahora ese aviso ha vuelto y Peter experimenta sueños vívidos que interpreta como premoniciones.
Pero en general su nueva vida va bastante bien, a pesar de que no encuentra la inspiración musical, sí que ha establecido una buena relación con sus únicos vecinos en la solitaria playa de Tremore e incluso se ha ilusionado con una joven que regenta la pensión del cercano pueblo. Cuando sus hijos llegan desde Amsterdam para pasar unas semanas de vacaciones con él, todos sus planes se centran en disfrutar de esos días juntos. Pero las visiones de sucesos violentos se multiplican y hacen que Peter llegue a poner en duda su propia cordura.
"Locura es vivir la vida como si nunca fuera a acabarse, Peter Harper. Aprovéchala. Admítela.
No le tengas miedo y ella te dará cuanto le pidas."
La novela se desarrolla en unos maravillosos escenarios a los que te irías a vivir; los personajes están retratados de tal manera que sientes que los conoces y que hasta podrían ser amigos tuyos. Ya desde esta primera novela, Santiago demuestra de lo que es capaz a la guerra de crear atmósferas y ya no hablamos de su genial manera de dosificar el suspense, cómo nos va dejando caer, como si fueran miguitas de pan para que el lector las siga, píldoras de lo que se avecina, adelantándonos información sobre sucesos que van a ocurrir más adelante, con lo que te impide soltar el libro hasta el desenlace final que es pura adrenalina. No se puede negar que este fue un más que brillante debut que ya anticipaba el nivel de calidad del resto de novelas que vendrían después.