lunes, 7 de julio de 2025

Elogio de las manos

En "Elogio de las manos" el autor extremeño Jesús Carrasco nos ofrece un ejemplo de la autoficción que tanto prolifera en nuestra narrativa en los últimos años: el relato de unos hechos que suponemos reales contados bajo la forma de novela. El porqué no se debe considerar a este libro como autobiografía imagino que se debe a que el objeto del autor no es contarnos su vida como tal sino aprovechar una experiencia personal para reflexionar en torno a un montón de temas y asuntos que son de su interés y poder mezclar la realidad con tantos elementos ficticios como considere preciso y que son indistinguibles unos de otros.

El inicio de lo que se nos cuenta está en 2011 cuando durante al autor y parte de su familia se les ofrece la oportunidad de hacerse de manera provisional con una vieja y destartalada casa en un pueblo cerca del mar; una casa destinada a ser demolida para dar paso a modernas edificaciones pero que durante diez años la habitaron y remodelaron de manera artesanal y se convirtió en el espacio doméstico por excelencia, lugar de encuentro, refugio y desconexión de la ciudad. Allí se reúnen familia y amigos y todos los que pasan por allí colaboraban en algún trabajo: tirar un muro, reparar el emparrado, instalar una cocina heredada, tareas todas realizadas de manera manual con escasos medios mediante las cuales la casa se va manteniendo o en ocasiones disfruta de alguna modesta mejora pero siempre bajo "la ley del apaño", nunca se trata de trabajos de nivel profesional sino que cuentan con más voluntad que habilidad. La experiencia de habitar esa casa es lo más alejado que podamos imaginar del progreso, de la modernidad o de la avanzada tecnología. 

"Estábamos de paso. La casa no era nuestra. No habíamos pagado por ella. Sin embargo, en el mejor de los sentidos, nos habíamos apropiado de ella incorporándola a nuestras vidas a fuerza de pintar sus paredes, de rellenar sus grietas, de compartir la comida bajo la parra."

La novela merece una lectura sosegada que no gira en torno a un argumento ni a sucesos destacables sino que descansa sobre la narración en sí misma, sobre las reflexiones que, partiendo de esa casa en constante remodelación, de sus reparaciones, mejoras y adaptaciones, va creciendo y adaptándose el grupo humano que la ocupa. Y a partir de ese proceso inacabable deriva a observaciones sobre la vida y el mundo, sobre la familia, los vecinos, las relaciones humanas, el progreso y la tradición que nos acaba llevando hasta la convicción de que es preciso aplacar el afán consumista, de reparar lo que se estropea, de reducir la producción de nuevos elementos en favor del reciclaje, la reutilización. 

"Cualquiera que haya tenido la experiencia de construir algo con sus propias manos establece un vínculo íntimo con lo creado"

Con una gran dosis de metaliteratura nos hace participes de la manera en que los años transcurridos en aquella casa le inspiraron para crear este libro centrado en el elogio al trabajo manual que indica el título, esta glosa de los oficios manuales, de las artes tradicionales, de todo aquello que las manos de los hombres son capaces de hacer. 

"Cada oficio, cada trabajo que implica el uso del cuerpo, de las manos, genera una gestualidad propia, un lenguaje. Da igual que sea el tenis, el herrado de caballos, la limpieza del pescado o la afinación del piano. Se ve en la danza, en las imprentas, en las alas de oncología pediátrica. Cuando un oficio desaparece se va también su lenguaje corporal. Los pequeños gestos precisos, las ligeras calibraciones.

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