viernes, 24 de diciembre de 2021

Pompeya

La historiadora británica Mary Beard es una de las grandes figuras internacionales en el ámbito de la divulgación histórica sobre las grandes culturas de la Antigüedad, fundamentalmente Grecia y Roma. Su estilo a la hora de acercarnos a estas épocas tan alejadas en el tiempo pero que tanto han marcado la cultura occidental, es sencillo, fácilmente asumible por el lector medio sin conocimientos avanzados sobre el tema, lo que no quita para que el acercamiento a los asuntos tratados sea a la vez enormemente profundo, con análisis basados en datos probados y también planteando muchas dudas e hipótesis sobre aquello que no ha llegado a probarse y no son más que suposiciones o conjeturas. Porque lo cierto es que, a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre el tema, todavía no lo sabemos todo acerca de la antigua Roma. Muchas de las cosas que se asumen como verdaderas no son más que leyendas o directamente falsedades que han pasado como verdades de siglo en siglo y la autora se esfuerza por distinguir con esta obra "Pompeya" la realidad de lo que pudo haber sido pero no tenemos certeza de que lo fuera. Procura de esta manera acercar al gran público el mundo de la Antigua Roma tratando de interpretarlo, no desde la perspectiva actual, sino entendiendo la manera de pensar y actuar de los ciudadanos romanos, desvelando hechos desconocidos y tirando por tierra muchos mitos, errores sostenidos en el tiempo muchas veces debido a esa mala costumbre de mirar al pasado con los ojos de nuestro tiempo.

En este caso nos adentramos en la mítica ciudad de Pompeya, arrasada por el volcan Vesubio en el año 79 d. C. Ni siquiera es clara la fecha exacta del suceso y a partir de ahí iremos desmontando tantas cosas que creíamos saber y tantas otras que no fueron en realidad como nos enseñaron. Para empezar, los pompeyanos no fueron ciudadanos romanos de pleno derecho hasta el año 80 a.C. en que, tras las llamadas Guerras Sociales, fueron convertidos en colonia de Roma e integrados así en su creciente estado. El pueblo asumió muchos elementos de Roma como sus leyes, dioses u organización urbana pero también conservaron sus raices hoscas, sus creencias antiguas e incluso parte de su lengua original. Así y todo, es cierto que Pompeya ha pasado a la Historia como un modelo perfecto de la ciudad romana en esencia gracias a que, presuntamente, fue conservada intacta tal y como se encontraba en el momento en que el volcán la cubrió con sus cenizas y así ha llegado hasta nosotros. Pero esto tampoco es cierto, ya que los primeros descubridores del siglo XVIII, los saqueadores o los bombardeos de la II Guerra Mundial entre otros elementos, alteraron o destrozaron muchos de los restos, eliminaron materiales o provocaron el serio deterioro de otros. Sólo en los años más recientes los restos que han llegado hasta nuestros días han podido ser estudiados por los arqueólogos e historiadores con métodos científicos y fiables.

En esta obra descubriremos con la ayuda de la autora cómo eran las casas pompeyanas, las de los ricos y también las más humildes, cómo estaba organizada la ciudad, cómo eran las calles y las plazas, a qué se dedicaban sus ciudadanos, los trabajos que desempeñaban y en qué ocupaban el tiempo libre, cómo eran sus prácticas religiosa, sus hábitos de higiene, sus tabernas o prostíbulos. A través de los restos de las edificaciones, de las pinturas decorativas pero también de las pintadas publicitarias o los grafittis de los muros podremos reconstruir y tratar de comprender la vida cotidiana de una ciudad romana de hace más de dos mil años. ¡Eso sí que es todo un viaje!

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