domingo, 8 de diciembre de 2019

Los bienes de este mundo

Siempre es fantástico volver a tener entre las manos una novela de Irène Némirovsky, una de mis autoras favoritas de todos los tiempos, una narradora con una sensibilidad extrema para alcanzar lo más profundo de la naturaleza humana hasta sus más íntimos detalles y narrar historias donde los personajes y su manera de enfrentar el mundo que les rodea es siempre el centro del argumento.

En "Los bienes de este mundo" nos encontramos una vez más con unos protagonistas inolvidables: Pierre y Agnès se aman pero entienden que su amor es imposible ya que se encuentran en diferentes niveles sociales: él pertenece a la familia Hardelot, propietarios de la fábrica más importante de su pequeña ciudad de provincias al norte de Francia, mientras que Agnès no es más que hija de la viuda de un simple comerciante. Pierre está prometido con la adinerada Simone, un buen partido aprobado por sus padres y a Agnès la comprometerán pronto con un médico algo mayor que ella. Los enamorados se conocen desde niños, han jugado juntos todos los veranos pero éste será el ultimo que compartirán en la playa antes del estallido de la Gran Guerra que supondrá su definitiva separación, con el temor a no volver a verse de nuevo; cada uno ha de cumplir con las obligaciones que les corresponden. Han de ser muy valientes para para decidirse a tomar sus propias decisiones, para marcarse su propio camino sin someterse a los prejuicios y a lo que marcan las normas sociales, para luchar por que el amor termine venciendo.

Todo el mundo decimonónico que todavía pervivía a principios del siglo XX y que tan bien describe la autora, encorsetado en sus normas morales y sociales, terminará por sucumbir a los nuevos tiempos tras la guerra. Observamos esos cambios a través de la necesidad de Pierre de no parecerse a su padre ni, por supuesto, al tirano de su abuelo cuando él mismo se haga adulto. Lo veremos convertirse en un esposo devoto, en el padre que observa y trata de comprender a su propio hijo, que sufre cuando adivina el horror de una nueva guerra que se aproxima.

Qué maestría la de la Némirovsky para describir los lugares, los ambientes, la playa, las villas, las familias, las relaciones sociales, la guerra y sus sufrimientos y en especial los personajes. Qué capacidad la suya para hacernos conocer su carácter a través de un rasgo físico, de una prenda de vestir, de una frase, de transmitirnos las sensaciones que experimentan, sus reflexiones sobre el mundo que les rodea, sobre su propio comportamiento y el de los demás. Logra, en definitiva, que nos enamoremos de Pierre y Agnès, que los conozcamos en profundidad y veamos dentro de sus corazones y apreciemos la bondad que allí reside. Nunca me cansaré de recomendar a esta autora, una de las grandes figuras de la Literatura del siglo pasado que no tiene obras menores; todos sus libros pueden considerarse verdaderas obras maestras.

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, esta autora sólo tiene obras maestras. Y ésta aún no la he leído, pero caerá.
    Besotes!!!

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    1. El único problema vendrá cuando hayamos leído todas sus obras (y ya va quedando poco) Tendremos que empezar con las relecturas, ¡¡ja, ja!! Me alegro de que coincidamos en nuestra opinión.
      Saludos.

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  2. Solo he leído Suite francesa, me gustó mucho, tengo por casa alguno otro libro suyo, a ver si me animo. Besos.

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    1. A mí me conquista con cada libro suyo que descubro. Espero que a ti te pase lo mismo.
      Saludos.

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